No se le puede responder a
Esteban Morales (o a la filípica que circula con su nombre), como no se ha
podido ni se le va a poder responder nunca a ningún artículo que venga de la
militancia gubernamental o sus alrededores, ni podría nadie con un mínimo de respeto
por las ideas tomarse en serio los preocupados y ridículos debates por el
futuro de Cuba que de tanto en tanto protagonizan en FB y en blogs de poca
monta los distintos grupos iletrados que conforman la falsa izquierda nacional
(de izquierda no tienen nada), desde los talibanes del patio hasta el exilio
amistoso, pasando por los dizque alternativos, gramscianos del copia y pega,
filósofos ilustres del wordpress. Es, cuando te mencionan, como si te
arrastraran a una pocilga, como si tú estuvieras estudiando cálculo diferencial
y viniera un pionero que multiplica con los dedos, con toda su aula detrás, un
aula que, de más está decirlo, también multiplica con los dedos, a discutir de
matemáticas. Para que tal cosa sucediese, para que pudiera yo tomarme alguna
vez el tiempo de responder un ataque disfrazado de artículo como el que ha
pergeñado Esteban Morales contra mí y contra mi oped del NYTes, tendría primero
Morales que cruzarse de casualidad en su camino con alguna idea mínimamente
aguda, algo que, después de tantos años de intento, evidentemente está fuera
del rango de sus posibilidades. Y, más alarmante aún, tendría este señor que
aprender un par de normas básicas de redacción. No volverse un estilista, que
es pedirle demasiado, sino, simplemente, aprender a colocar los signos de
puntuación, no poner comas delante de los verbos, controlar el uso desmedido y
equivocado del gerundio, acentuar los pronombres interrogativos y no acentuar
las conjunciones átonas. O sea, que si le pusiesen delante un examen elemental
de Lengua Española, fuese al menos capaz de aprobarlo, y entonces sí, luego,
dedicarse a defender a Cuba, o a lo que él entiende por tal. Esa triste
enemistad con las palabras, con la gramática y la sintaxis, es algo que a
edades tempranas todavía puede encontrar remedio, pero que, y aquí viene la
mala noticia para el señor Morales, pasada la adultez ya no tiene solución.
(publicado en la red, mayo
2018)
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