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Monday, June 17, 2019

Rafael Rojas vs. Casa de las Américas

En la página electrónica La Ventana de Casa de las Américas, en La Habana, aparece una crítica de mi libro La polis literaria (2018), muy reveladora de la forma en que esa institución cultural rememora su rol protagónico en la pugna de las izquierdas durante la Guerra Fría latinoamericana. Los autores de la reseña no cuentan de qué trata el libro y no objetan sus tesis centrales sino que lo denuestan por sus ausencias bibliográficas, temáticas o ideológicas. Ausencias que, de manera grandilocuente, llaman "agujeros negros", y que no sólo limitarían al libro sino a mi persona, ya que la condición de "contrarrevolucionario" o "enemigo de la Revolución" representa, en ese tipo de textos, una degradación moral. Limitaciones políticas, entiéndase, que según Casa lastran tanto mi trabajo intelectual como mi vida personal.
   Si los autores de la reseña emplearan un lenguaje y un sentido propios, si no reprodujeran tantas frases que hemos leído en otras diatribas similares en La Jiribilla, en la misma Ventana -aunque ya no se encuentran electrónicamente- o en mi expediente en Ecured, podría pensarse que el texto es, plenamente, de una persona. Pero como desde la primera frase ("en su libro más reciente Rafael Rojas continúa su insistente tarea de calumniar a la Revolución Cubana") hasta la última ("parece más que evidente que el agujero negro por excelencia de Rojas es el mal uso que suele hacer de su inteligencia para atacar al proceso revolucionario cubano del país donde naciera"), se repiten las mismas palabras que desde hace décadas se emplean para caracterizar mi obra en la isla, debo entender que se trata de un autor colectivo.
   Como el anónimo habla orgullosamente en nombre de "la Revolución" y de su gobierno, no puedo menos que considerar sus juicios como juicios del Estado cubano, el Ministerio de Cultura o, específicamente, Casa de las Américas, la institución que edita esto que llamamos "reseña". Hay, como comprobará cualquier lector de mi libro, expresiones del editor o editora, que hemos leído, casi textualmente, en Roberto Fernández Retamar y otros intelectuales oficiales de la isla durante medio siglo. Defienden el presente y pasado de la política cultural cubana en bloque, haciendo excepción de un tramo corto de "quinquenio gris", a principios de los 70, ejecutado, según ellos, por unos cuantos "energúmenos".
(…)
   Mi conclusión, después de varias lecturas de la "reseña" que me dedica La Ventana de Casa de las Américas, es que los editores de esa institución todavía no encuentran la mejor manera de narrar su pasado. Hay ahí no sólo desactualización teórica o intelectual sino incapacidad para reconocer errores, aunque sea de forma retrospectiva, y una insaciable voluntad de poder, que se traduce en abiertas contradicciones, cuando no falsedades o equívocos. Quieren presentarse como plurales y democráticos en el pasado, cuando fueron dogmáticos e intolerantes, y aparentar armonía ideológica o traiciones casuísticas en el presente, cuando la memoria y la crítica crecen y se ramifican por las redes del siglo XXI.

(Casa de las Américas: el relato de las marionetas. Blog Libros del crepúsculo, septiembre 2018)

Monday, June 10, 2019

Roberto Madrigal vs. “La transparencia del tiempo”, de Leonardo Padura

En su novela más reciente, La transparencia del tiempo, no se hace esperar para mostrar ese lirismo picúo. Como si no bastara con el título, el libro abre con el siguiente párrafo: "La luz rotunda del amanecer tropical, filtrada por la ventana, caía como el haz teatral proyectado sobre la pared donde pendía el almanaque con sus doce cuadrículas perfectas, distribuidas en cuatro hileras de tres rectángulos cada una".
   No me explico cómo con tanta gente a quienes le agradece consejos editoriales, nadie se atrevió a disuadirlo de ese comienzo. Luego empieza a narrar y esa suerte de narrativa periodística le sale bien, pero para que no nos olvidemos de su lastimosa y, lo repito, ridícula prosa, vuelve a la carga con: "Sus pies han sido los caminos recorridos: de la inocencia a la culpa, de la ignorancia al conocimiento, de la paz a la muerte, del paseo placentero y el pesado acarreo montaraz a la fuga sin retroceso…", y por si no hubiera suficientes clichés, frases hechas y lugares comunes, una página después ataca con: "Un transcurrir que ni siquiera merecía una denominación que implica movimiento…", ante lo cual uno enmudece de tanto sin sentido.
   Estas dos citas se encuentran en las páginas 40 y 41 de la edición de Tusquets.  
   Esta vez parece que a Padura se le agotaron las ideas y le debía trabajo a la editorial, porque La transparencia del tiempo está "basada" (para no mencionar plagiada) en El halcón maltés, la extraordinaria novela de Dashiell Hammett. Menuda pretensión. La única diferencia es que con Conde ya retirado hace más de una década de la policía, al ejercer como una especie de "investigador privado" dentro de las limitaciones de la Isla, el personaje toma más de Philip Marlowe que de Sam Spade, por comportarse más como un marginal, aunque ambos son unos cínicos desilusionados que aún conservan un poco de idealismo.  
   La novela trata sobre el robo de una virgen negra, de valor desconocido y a la que se le atribuye poderes divinos. Se divide en dos relatos. El de la pesquisa detectivesca y la historia de la virgen que nos refiere a la Garrotxa catalana y hasta las últimas cruzadas. La parte detectivesca es legible, aunque muy similar a toda la obra anterior de Padura-Conde, sin ningún aporte temático. Nos regresa siempre a su grupo de amigos y las "excepcionales" comidas que prepara la mamá del Flaco, un ser inmaculado y estereotípico a no más dar y a su mentalidad de adolescente barriotero. Pero la parte de la historia de la virgen es simplemente insoportable y aburrida, además de estar escrita en esa prosa paduriana de lirismo sin brújula. Ya al final yo pasaba esas páginas sin prestar mucha atención.  
   Por mucha admiración que expresan los escritores cubanos por Hemingway, me parece que se relaciona con su aspecto de aventurero, de macho supremo, ignorando siempre su aspecto de "americano feo" (porque por todo lo que he leído de él, como persona, Hemingway debió ser un tipo intratable), ya que ninguno escribe ni lejanamente parecido a él, que si algo era fue un maestro de la prosa precisa y eficiente, que encontraba la belleza en la simplicidad.
   Padura en esta novela sobre todo, hace alarde de un alambicamiento que a veces lo hace perder el objetivo del párrafo y debilita la narrativa. También aburren los homenajitos y referencias a Virgilio Piñera y a Lino Novás Calvo, que se notan traídos por los pelos, guiños inútiles, pataleos de mono amarrado. Junto con La cola de la serpiente, esta novela forma lo peor de la obra de Padura. De una obra por lo general prescindible, La transparencia del tiempo es merecedora del más rápido olvido.  

(La pérdida del tiempo. Blog Diletante sin causa, marzo 2018)