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Friday, January 30, 2015

Cintio Vitier vs. Lino Novás Calvo

Su tesis de que la presente generación de poetas cubanos se define por la fuga y espanto ante la circunstancia político-social, ante eso que usted llama con un término de exacta precisión los realismos, me parece falsa y apresurada. Y no porque yo piense que semejante circunstancia carezca de sentido ni deje de merecer el más hondo desvelo de nuestra conciencia. Lo que yo pienso es que la poesía no representa nunca una reacción ante el medio social, sino ante una realidad de alma que lo abarca y lo ilumina, y que cuando los poetas en el seno de una sociedad lucen exclusivamente apartados, excéntricos o extravagantes, es la sociedad la que vive fuera de sí, fuera de su historia y de su tradición más profunda, en un tiempo de enajenación que sólo la poesía, por su voluntad de apego entrañable al substrato del alma común, puede salvar e incluso expresar.

(Citado por Carlos Espinosa en Polemiza, que algo queda. Cubaencuentro)

Thursday, January 29, 2015

Ramón Fernández-Larrea vs. Anselmo Suárez y Romero

(...) El aire de la esclavitud le abrió el moropo y le sembró ideas tan brillantes como para madurar su novela que tituló inicialmente Carlota Valdés, con lo cual le hubiera dado adelante al pobre Cirilo Villaverde, y le habría dejado destitulado, sin poder escribir su Cecilia.
   Pero no. Tuvo que meter la cuchareta el infalible Domingo del Monte —lo suyo con los domingos era un sino— y le alentó a meterse en paliza de once varas escribiendo un "fuerte alegato donde retratara los horrores de la esclavitud". Y así lo hizo, o lo intentó, y eso me obliga a hablar de la obra que nos legó para que le pasáramos un estúpido velo a su nombre. No fue un libraco lo que se dice logrado. Los críticos que no han vivido mucho tiempo en un barracón se le han tirado encima a su historia y le han encontrado problemas estructurales, ñoñerías, incongruencias, y una deficiencia de estilo que no le hubiera permitido asistir a un Encuentro Nacional de Talleres Literarios. Mas, como documento testimonial sobre esa estricta forma de vida llamada esclavitud, funciona.
   La esclavitud era horrible, y puede calificarse de cualquier modo menos el decir que era libertina. De libertina no tenía nada. Era sobria y dura, tirando a espartana. Y muy oscura. Aunque lo peor que tiene es que la gente no la elige por sí misma. No es de los estilos que uno adopta voluntariamente. Y deprime. Hay que ver cómo deprime la esclavitud. Porque si hay algo peor que trabajar es no saber para quién trabajas. Máxime cuando son esas horribles tareas agrícolas para las que no se tiene preparación, con materiales que tienen nombres en otro idioma, metido entre raros hierbajos y gramíneas que serán dulces para cualquiera menos para quien ha de cortarla en tres golpes de mocha.
   De más está decir que su Francisco —que también se puede decir Francico, y hasta queda mejor— era un africano sometido a ese régimen de trabajo ininterrumpido y agotador que algunos especialistas llaman forzado. El trabajo, no Francico. Para colmo, en vez de vivir en un apartamento de mala terminación en Alamar, estaba asignado en un barracón, que es como un albergue pero más africano, con pésimos olores y gente que habla en lengua toda la noche. Y no hablemos del transporte, que suele agravarse cuando uno padece de trabajos forzados.
   Para colmo, al pobre Francisco no le pagan, aunque come tasajo y boniato, que muchos años más tarde valdrán su peso en oro y que disfrutarán los biznietos de quienes le tienen en ese contrato inhumano. Él está loco porque lo inhumen, pero tendrá que aguantar, pues la otra variante es igual de absurda: que le paguen con unos papelitos raros y sin valor que inventó el dueño y que ha bautizado como "pesos convertibles", porque el mismo mandamás los convierte en lo que le da la cañífera gana.
   Podría estar hablando interminablemente sobre los defectos de la esclavitud, lo mala que es su novela —ahora mismo no sé qué es peor, si la esclavitud o su obra— y el efecto negrativo que tuvo ese sistema económico en nuestra isla. Salvando el deporte y la música, el resto es de rompe y raja. No sigo porque no quiero deprimirme. Me cuido la salud y me entra una depresión económica si pienso que aquellos esclavos no podían ni reparar el barracón por falta de materiales, y se acostaban molidos, soñando que venía el capitalismo a redimirlos y a hacerlos choferes y mecánicos, pero decentes y con posibilidades de comer queso crema e irse de vacaciones.
   Usted se murió el 7 de enero de 1878 sin ver publicada la novela ni conocerme a mí, como para dejar más hueco en ese siglo XIX tan repleto de próceres. Quizá murió porque los Reyes Magos no le trajeron nada. Usted se lo había buscado. Pienso que Melchor, Gaspar y Baltasar se estaban preguntando, al borde de sus camellos, quién demonios era aquel tipo que les había escrito la cartica. (...)

(Carta a Anselmo Suárez y Romero. Cubaencuentro, noviembre 2005)

Wednesday, January 28, 2015

Ernesto Pérez Castillo vs. Roberto Zurbano

Porque es que el cuento que Zurbano cuenta yo ya me lo sé, y me lo han contado de lado y lado. Pero, cuando él pierde el pie, deja por completo de tocar el fondo y comienza a boquear desesperado es cuando, reconociendo primero la salud y la educación gratuita y luego la hornada de ingenieros y maestros y doctores que salieron de entre los negros, y también de entre los negros de mi barrio, da un salto de 40-50 años y descubre, ¡Oh!, que los negros frente a los cambios en la economía y en la vida cotidiana tras el gobierno de Raúl, están en desventaja.
   Para demostrar su punto, a Zurbano, a quien The New York Times minimiza presentándolo apenitas como un “editor and publisher of the Casa de las Américas publishing house” y que en verdad es ni más ni menos que el Director del Fondo Editorial de esa institución que para las Américas y para el Caribe tanto y más ha dado, o en otras palabras: Zurbano es un negro muy pero que muy bien empoderado —le bastan unos pocos, para no decir pobres, ridículos ejemplos: los negros tienen las peores casas y por tanto no podrán hospedar a nadie ni aspirar a crear en ellas cafeterías ni restaurantes.
   El caso es que reducir los cambios que los últimos años han traído para la Isla y su gente, a comprar un teléfono móvil o vender su auto (cosa que de momento muy pocos harán, ya sean negros o blancos) es trivializar mucho y con muy mala leche el montón de transformaciones justas casi todas y casi todas necesarias que el gobierno de Raúl ha implementado.
   No sé, de verdad no sé, cuántos nuevos negocios de carácter privado son regenteados por negros, y quizá, no sé, tal vez es algo que Zurbano haya previamente estudiado. Pero tampoco sé cuántas de las hectáreas de tierras ociosas que han sido entregadas a particulares para hacerlas productivas, y que no menciona Zurbano, han ido a parar a negras manos. Tampoco creo que lo sepa Zurbano. Él se concentra por lo pronto en el tema de las  casitas de alquiler y los pequeños restaurantes citadinos.
   Al parecer, Zurbano acaba de descubrir con horror que, en los nacientes negocios particulares de la Isla, los negros tienen pocas oportunidades. Esto es, que en la mínima, estrechísima franja de capitalismo que descuella, los negros van en desventaja. O sea, generalizando, que en el capitalismo los negros son discriminados.
   ¡Felicidades Zurbano, has dado en el clavo! Tarde, pero vale tres.
   Sinceramente, uno esperaba más. Del The New York Times y de Zurbano. Que encima, para decir lo suyo con ella o sin razón, no había que andarse refritando el verbo tan deslucido y añejo de nombrar a Fidel y a Raúl como “los Castro”, ni como otros tantos, tan en balde y tan copiando, apostarlo todo, de nuevo, otra vez y otra vez, al final de los Castro.

(Para los negros, la Revolución no ha terminado, ni para nadie de este lado, La Jiribilla, abril 2013)

Tuesday, January 27, 2015

Angel Santiesteban Pratts vs. la UNEAC

¿Qué se podría esperar de un movimiento intelectual de un país que es convocado a firmar un libro apoyando el fusilamiento de varios jóvenes que intentaron abandonar el país secuestrando una lancha de pasajeros como rehenes? Valga agregar que no lastimaron a persona alguna, y que los extranjeros que vivieron la experiencia, con posterioridad, se manifestaron contrarios a la medida de pena de muerte a la cual fueron sentenciados. Sin embargo, a través de llamadas telefónicas, se les citó a plasmar su firma, nada más y nada menos, que para mostrar su aceptación para esas muertes.
   La cobardía del movimiento cultural cubano jamás tuvo más miseria que en esos días. A mi respetiva llamada y consiguiente negativa, pude constatar la confusión de la funcionaria que convocaba. Era como si no entendiera la negativa rotunda con que le respondí, y aprovechando su titubeo le dije que me avisara si habría otros libros para los que no estaban de acuerdo. Precisamente en la confusión de dicha funcionaria, comprendí que con anterioridad no había recibido otra negativa. A lo sumo, algunos escudaron la invitación y aceptaron asegurando que pasarían en algún momento por la oficina de la UNEAC.
   No habría que asegurar que muchos que firmaron estaban en total desacuerdo con la extrema medida. Pero -miserablemente- me confesaron, y así se los hice saber, que muchos reconocieron y firmaron porque la medida auguraba extremismo y la posible persecución contra aquellos que no mostraran su simpatía y apoyo a los designios de los hermanos Castro. La mayoría justificaba que la medida fue para salvar la “revolución”, pues si continuaban los secuestros aéreos y marítimos, podía iniciarse una invasión a la Isla. De cierta manara, todos los firmantes se salpicaron de sangre cuando la bala rompió sus cráneos.
   Pero ninguno como el poeta Roberto Fernández Retamar, miembro en ese entonces del Consejo de Estado, y por ende, uno de los que apretó directamente el gatillo contra esos jóvenes que no tenían más anhelo que alcanzar un futuro lejos de la miseria vividas en sus cortos años de vida y comprendiendo que el futuro no vislumbraba mejoría.
   Desde esa misma casa del poeta mencionado, se planeó el ataque público contra mí persona -a sugerencia del ex ministro de cultura y hoy asesor del presidente Raúl Castro, Abel Prieto-  en los manejos oscuros y manipulaciones en el sector de la cultura, para contrarrestar el malestar internacional por mi encarcelamiento.
   Próximamente celebrarán otro Congreso de la UNEAC, como los anteriores, y no sucederá un cambio sustancial a partir de las propuestas que allí se viertan, “Pasará por nuestras vidas, sin saber que pasaron”.

(Los sumisos miembros de la UNEAC. Blog Los Hijos que nadie quiso, enero 2014)

Monday, January 26, 2015

Virgilio Piñera vs. José Lezama Lima (2)

Pongo a disposición del crítico inteligente mi “Terribilia Meditans”. No podría en modo alguno tachar mi crítica de parcial ni de mal intencionada. Soy un escritor que se limita a exponer con toda honradez su punto de vista acerca de la poesía cubana actual. Cito a José Lezama Lima en particular porque una cabeza de generación siempre será bicéfala: habrá que tenerle en cuenta los aciertos y los errores.
   ¿Puede prohibir un escritor a otro el ejercicio de la crítica literaria? ¿Tiene el señor José Lezama Lima el derecho de prohibirme que su nombre continúe apareciendo en mi revista y bajo un aspecto exclusivamente intelectual?
   ¿Puede calificar mi publicación como una “revista de mierda”?
   Es tan absurda su pretensión que sólo podría tener cumplimiento bajo un terrorismo literario; bajo la República de los Intelectuales Terroristas. A menos que el señor Lezama se estime de esencia divina y no pueda ser discutida su infabilidad. Pero no olvide que el mismo Dios para existir debe estar continuamente en entredicho.
   Califica de “mierda” a mi revista. Yo le contesto con el mismo tono con que respondiera él mismo en Espuela de Plata al cumplir ésta su primer año de existencia: Con la compañía y la colaboración de María Zambrano, Adolfo Fernández Obieta, Roger Callois, Gastón Baquero, Nicolás Calás, Cintio Vitier, Charles Stonehill, Aimé Cesaire y otros, ahuyentaríamos cualquier presunción de indiferencia… Creo que es bastante para desvirtuar esa pretendida mierda que se quiere echar sobre mi cuaderno de poesía.
   Afirma que lo que más le ha dolido es que yo le haya “robado” versos enteros en mis poemas “Los Desastres”.
   Veamos: Yo pongo a libre examen mis tres poemas a fin de que les sean señalados los versos robados a Lezama. Un verso es robado cuando: a) es plagio directo. Como si el Sr. Pérez copiara de Garcilaso textualmente: “Por la oscura región de vuestro olvido…” —b) cuando la misma idea o metáfora es encubierta bajo otras palabras: —Es tu olvido una región oscura donde muero…—
   Pregunto: ¿se dan estos dos plagios en mis “Desastres”? Añado: son cuartetas eneasílabas. Que yo sepa Lezama no ha ensayado este metro jamás. Sus sonetillos “A la Frialdad” son irregularmente octosilábicos. Por otra parte la temática de “Los Desastres” —ostra, murena y hiena—no ha sido utilizada por Lezama en poema alguno suyo. En su “clima” son cosa alejadísima de su manera de ver la poesía. Quiero destacar así mismo que estos poemas forman parte de mi terminado e inédito libro “Las Destrucciones”. Que el propio Lezama leyó en su casa uno de estos “Desastres”. Me refiero al titulado “El Angel”, dedicado al pintor Portocarrero en agradecimiento al dibujo que me diera para mi cuaderno de poesía Las Furias. Tiene fecha de 1941 y está en poder del señor Portocarrero. Que en el mes de septiembre del pasado año de 1942 el señor Baquero me pidió unos poemas para su revista Clavileño y yo le entregué esos tres de la murena, la ostra y la hiena. Que el consejo de redacción  de Clavileño no quiso publicarlos por dos motivos: a) por estimarlos cosa sin mayor importancia poética. b) por ser poemas “fuertes” que no estaban a tono con la estética de Clavileño.
   Afirma que mi reputación intelectual y moral está por los suelos. Bien. ¿Puede decir Lezama en qué fundamenta esta baja acusación? A menos que él estime que mi buen nombre intelectual fue roto en mil pedazos con mi salida de Espuela de Plata. Pero a eso puedo contestar con los dos números de Poeta, con el reconocimiento de la minoría intelectual de La Habana; con las cartas de Alfonso Reyes, Guillermo de Torre, Macedonio Fernández, José Moreno Villa, Roger Caillois, etc., etc.; con mis publicaciones en Clavileño; por fin, con mi absoluta devoción y sacrificio a la poesía. Y todo esto Lezama usted lo sabe muy bien. ¿Recuerda, con motivo del artículo de Carlos Enríquez que Usted me dijo que sólo Usted y yo sabíamos morir fanáticamente por una idea? ¿Y es usted quien me dice que yo estoy desprestigiado intelectualmente?
   En lo que respecta al aspecto moral de mi persona no me interesa. Por axiomática nuestra manera de ser no necesita demostración. Allá los que quieran descargarse. No me importa.
   Esquemáticamente diré que no hubo tal paliza. A pesar de su corpulencia y superioridad física. No veo la galleta por parte alguna. Son testigos de que mi cara no estaba escoriada en lo más mínimo los señores Orlando del Pozo y Andrés Castro y Osvaldo Gutiérrez que me vieron segundos después de la riña grotesca. También los señores René Portocarrero y Milián, con los cuales hablé justamente media hora después. Para mayor abundancia asistí esa misma noche a la Hispano Cubano de Cultura a una conferencia del pintor mejicano Siqueiro Alfaro y en donde todo el mundo pudo comprobar que mi cara no estaba escoriada ni abofeteada.
   Justifica la agresión aduciendo que mi insignificancia intelectual no merecía otro tratamiento. Pero yo le digo que no fue mi insignificancia intelectual lo que le movió a agredirme sino contrariamente mi insignificancia física. Porque si no. ¿Cómo justifica Lezama, por ejemplo, no haber atacado personalmente al señor Justo Rodríguez Santos de quien siempre ha dicho que le ha robado versos y versos de sus poemas? Y también, ¿por qué no atacó personalmente al señor Carlos Enríquez cuando éste publicó su crítica contra Espuela de Plata? ¿Soy yo, acaso, de más bajo nivel intelectual que estos dos señores? ¿Por qué no me probó con hechos y por vía crítica mis plagios y mi mala fe intelectual, expresada según él en la “Terribilia Meditans”? ¿Por qué no cumplió lo que le dijo a María Zambrano, esto es, que se veía obligado a responder a mi crítica? ¿Por qué —según confió al señor Gerardo Brown— dejó a medias la carta que me estaba escribiendo? ¿Por qué descendió al terreno de las querellas personales?
   Hace mucho que yo he superado ese concepto provinciano del “tú te metes conmigo y yo me meto contigo”… Sepa Lezama que yo no tengo en cuenta a su persona ni a rencillas de ningún género cuando me pongo a hacer crítica poética. Que yo sé todo lo que él ha hecho y todo lo que no ha hecho y que esto lo digo y lo diré aún a riesgo de mi propia vida. Que a él, mejor que a nadie, le consta mi probidad intelectual. Que si yo le enjuicio es por la sencilla razón de que no voy a enjuiciar al bodeguero de la esquina. Que yo reconozco (y va dicho explícitamente en las dos “Terribilia Meditans”) su influencia poética sobre todos nosotros. Esto es un lugar común sobre el cual no hay que hacer aspavientos de ningún género. Que si yo efectivamente le hubiese robado versos las ventajas estarían de su parte porque: a) yo sería el caído en descrédito intelectual. b) qué mayor honor para un poeta de saber que se le copia. Todo esto tan sencillo de probar en tres cuartillas ha sido llevado al terreno del escándalo público.

(Virgilio Piñera, de vuelta y vuelta. Correspondencia 1932-1978, Ediciones Unión 2011)

Friday, January 23, 2015

Leopoldo Ávila vs. Antón Arrufat

Hace algún tiempo Antón Arrufat es conocido en los círculos literarios por sus majaderías, su carácter variable, y en fin, una serie de cosas y cositas de distinta índole, que no vienen al caso. Lo que importa es que también y sobre todo, se le conoce como autor de más de uno de esos poemitas “extraños”, que, si se les analiza bien no tienen nada de extraños: son simple y llanamente hostiles al proceso revolucionario.
   Antón es del grupo de Lunes uno de los más versátiles. Empezó a darse a conocer en la revista “Ciclón”, donde junto a algún artículo de seriedad (como el ensayo sobre Villena, de Portuondo) se unía siempre esa actitud huracanada que Feo y Piñera (los flamantes editores) en unión de Cabrera dieron y dan a muchas cosas suyas. Más tarde estuvo en los Estados Unidos, regresando a Cuba en 1959 para unirse al grupo mencionado. Como tenían papel y una editorial, Antón llovió sobre las páginas del magazine y se editó sus libritos con una frecuencia obstinada. Si bien en poesía no conseguía el nivel de la gran poesía, ni en teatro , el del gran teatro, ni en cuento el de la gran prosa, Antón tenía amigos. Y eso ya basta.
   El problema de ahora es que Antón se fue a la guerra.
   Pero hay antecedentes que es bueno recordar. De Lunes pasó a la revista “Casa”. Allí publicó a su gente ampliamente. Llegó al colmo cuando dio a conocer el poema “Envío”, de José Triana cuyo contenido era la inversión sexual descrita en sus detalles más groseros. Antón salió de la revista, dedicándose a asesorar a grupos teatrales y otras actividades literarias. Tres años después manda una obra al Concurso de la Unión. En el tribunal el voto José Triana, junto al de dos extranjeros (uno de ellos, por lo menos, absolutamente desconocedor de la realidad cubana y la realidad de Antón) lo premia, frente al digno voto particular por motivos ideológicos de Raquel Revuelta y Juan Larcos.
   Los siete contra Tebas es la entrada en la guerra de Antón Arrufat. Si hasta ahora se le conocía por sus ambiguos poemitas, ahora quiso ser claro como el agua. El resultado es, lógicamente, bastante turbio.
   (…)
   ¿Qué cree este señor? ¿Que le vamos a celebrar la gracia? ¿Que le vamos a representar su obra; dejar que Piñera o Rodríguez Feo salgan a cargarla de elogio? No, esta guerra nuestra es de veras, no es un juego. No es una lucha entre hermanos que ha sido alentada por gente soberbia y ambiciosa; es una lucha contra el imperialismo sin tregua posible, y el que venga a tomar la Ciudad no va a encontrar lloronas que digan “tercos, tercos, tercos” ni que se pregunte qué libertad perdemos. Sino un pueblo que sabe defender la libertad que tiene, a costa de todo, y sabrá vencer.
   Este sinuoso fabulista, hasta ahora, nunca se había atrevido a tanto. Su acto de mayor audacia fue aquella publicación de “Envío”, de que hablábamos al principio. Pero ahora dice y aclara. Si en algún momento ha intentado publicar otras cosas contra-revolucionarias, siempre alguien —con buena intención, a ver si Antón cambiaba— le aconsejaba amistosamente. Y Antón guardaba su poemita. Pero ahora por su cuenta y riesgo se va a la guerra con armadura y todo. A la guerra contra la Revolución. Y ahí sí que no. Ni grupitos que lleven la obra al extranjero con dinero de la Revolución ni vuelos a capitales europeas. Aquí no celebramos las insolencias aunque vengan de un señor tan mínimo. Aquí no aplaudimos la infamia, porque la Revolución se hizo contra la infamia. Aquí no levantamos pedestales a la mentira, porque la Revolución se hizo con la verdad. Y además, no desprecie tanto al pueblo, no crea que el pueblo no va a entender sus ataques groseros y aristocratizantes. El pueblo los entiende y los rechaza. No van a pasar inadvertidas sus insolencias mientras él se ríe del pueblo detrás de la cortina. Eso no va a volver a pasar.
   Quédese quieto, tome sus pastillas, tranquilícese. Pero por favor no venga a estas alturas con sus descarados ataques. Que no está la magdalena para tafetanes.

(Antón se va a la guerra, Verde Olivo, noviembre 1968)

Thursday, January 22, 2015

Guillermo Rodríguez Rivera vs. Roberto Zurbano y Diario de Cuba

Lo primero que llamó mi atención fue que Diario de Cuba —que es una publicación declaradamente opositora a la Revolución cubana—, acogiera in extenso, las opiniones de un ensayista cubano que vive en la Isla y que, sin duda, se ubica en el ámbito de la que ellos (los del Diario) llaman  “oficialidad” cubana, como estima la publicación a todo el que trabaje en cualquier entidad estatal del país: ahora mismo, el 75% de la población laboral de la nación.
   Roberto Zurbano, el ensayista al que aludo, porque son sus declaraciones las que recoge la publicación de nombre cubano, radicación madrileña y aires miamenses, es director del Fondo Editorial de Casa de las Américas y, como puntualiza el Diario, “vicepresidente de la Asociación de Escritores de la oficialista UNEAC”.
   Me pareció escandaloso que un negro cubano y revolucionario afirmara de modo terminante que “para los negros cubanos, la Revolución no ha comenzado”.  Es perfectamente lógico que semejante declaración le sirva a Diario de Cuba para colocarla como cintillo de la información que resume las opiniones de Roberto Zurbano, y que el escritor cubano diera originalmente a The New York Times.

(Una opinión, Blog Segunda Cita, abril 2013)

Wednesday, January 21, 2015

Alexis Romay vs. Eliades Acosta Matos

Eliades Acosta Matos
a España enfila su vela:
a apostar en la quiniela
y beber vinos baratos.
Hastiado de malos ratos
de la jauría se aleja
y hasta de la Habana Vieja
y sus hermanos chivatos.
Que me engañes bien, chaleco.
que tu manga tiene un hueco.

(Blog Belascoaín y Neptuno, Jul. 2008)

Tuesday, January 20, 2015

Emilio Ichikawa vs. Enrique del Risco

Enrique de Risco dice y basa su tesis doctoral en que la idea de que la irreverencia de Reinaldo Arenas, que no creía en muchas cosas, se detuvo sin embargo ante José Martí. De Risco le ha dicho a la gente y al tribunal de su tesis, que esa idea fue suya, que no la tomó de nadie y que por tanto era suficiente para el doctorado. Pero eso De Risco lo escuchó, no lo descubrió: Emplazo al activista político Enrique de  Risco a que cite la fecha en que él dijo tal cosa sobre Arenas como idea suya para contrastarla con fechas anteriores donde se manejó la misma idea. Desafío a De Risco a que confiese que fue en casa de nuestros amigos María y Geandy donde le dieron  a conocer tal cosa y que él usó como “aporte” a los estudios sobre literatura latinoamericana en los EEUU.

(Enrique de Risco: ¿Un plagio?, Blog Emilio Ichikawa, marzo 2013)

Monday, January 19, 2015

Camilo Venegas vs. José Miguel Sánchez (Yoss)

Recientemente Yoss se sumó al coro de las 8 escritoras cubanas que, en un rapto de oportunismo, apoyaron el encarcelamiento de Ángel Santiesteban. Con absoluto descaro, en un mismo párrafo, difama dos veces al convicto: primero se hace pasar por su amigo y luego, sin la más mínima prueba, asegura que es culpable.
   Ángel Santiesteban siempre se comportó conmigo como si fuera un hermano mayor. Con él aprendí muchas de esas reglas no escritas que te enseñan a ser un hombre bueno y actuar como tal. A pesar de su proverbial nobleza, Ángel es intransigente en esas cosas. Lástima que a Yoss le faltara esa figura en su vida, que no tuviera quien le inculcara esas convicciones.
   Como sé que muchos de los que me leen no le conocen, les resumo al personaje: José Miguel Sánchez Gómez nació en La Habana en 1969. A partir de una fecha imprecisa se disfrazó de Yoss para dedicarse a la literatura, oficio en el que ha logrado algunos aciertos. Como individuo, ha mostrado una resistencia inusual a la idea de hacerse adulto.
   Ese trauma, sospecho, es el culpable de que haya hecho lo que hizo. Insisto, no es que sea un miserable, es que aún no sabe ser de otra manera.

(Yoss sigue sin querer crecer. Blog El Fogonero, marzo 2013)

Friday, January 16, 2015

Reinaldo Arenas vs. Nicolás Guillén

Señor:
De acuerdo con el balance de liquidación de amistades que cada fin de año realizo, basado en rigurosas constataciones, paso a comunicarle que usted ha pasado a engrosar la lista del mismo.
Atentamente,
Reinaldo Arenas

(Necesidad de libertad, Ediciones Universal, 2001)

Thursday, January 15, 2015

José Pratts Sariol vs. la UNEAC

Nada más loco que proponerse salvar a un muerto. Porque basta leer los estatutos de la UNEAC o las discusiones de hace unos días en la asamblea de la Asociación de Cine, Radio y Televisión, para convencerse de que se trata de un enfermo terminal.
   Pero no se trata solo de valorar las venturas y desventuras de la UNEAC en su más de medio siglo de existencia, donde hay desde teatro bufo hasta escenas dignas de Dostoievski y Grossman, Artaud y Beckett… Aunque desde luego que esa valoración es necesaria para la historia de la cultura cubana, desde sus brillos iniciales en los primeros años 60 hasta la nauseabunda mendicidad actual.

(La UNEAC agoniza. Diario de Cuba, febrero 2014)

Wednesday, January 14, 2015

Roberto Madrigal vs. “Esther en alguna parte”, de Eliseo Alberto

No soy adepto a la obra de Eliseo Alberto Diego, en cuya novela homónima se basa el filme, y en este caso, pienso que es una novela repleta de sus peores tics, de su tendencia a una prosa excesivamente lírica que cae con frecuencia en la cursilería. Esto lo hace aún más difícil de trasladar al cine sin caer en el melodrama sacaroso, a pesar de que el novelista, que era un guionista de buen oficio, participó de manera activa en la adaptación de su obra.

(Un desastre por todas partes, Cubaencuentro, marzo 2013)

Tuesday, January 13, 2015

Antonio José Ponte vs. Reynaldo González, Leonardo Padura y Senel Paz

Cuando leí el anuncio de que Reynaldo González, Leonardo Padura y Senel Paz iban a juntarse en un panel titulado "Tan cerca y tan lejos. Literatura cubana de autores residentes fuera del país", supuse que esos tres escritores hablarían de libros, citarían nombres, ofrecerían (aunque fuese incompleto o inexacto) un panorama de cuanto publican los escritores exiliados. Sin embargo, las filmaciones del panel que he visto desmienten tal suposición. Antes que de literatura, el debate trata de políticas editoriales. Allí se habla, no de la literatura de autores residentes fuera del país, sino de la gestión de esa literatura desde La Habana. "¿Cómo gestionar la literatura del exilio?", debió ser titulado.
   González, Padura y Paz, ¿desde dónde hablan? Al parecer, ninguno de ellos figura en la mesa como escritor. Actúan, no como lectores de las obras de colegas lejanos (con toda la generosidad o rispidez que quepa en la lectura entre colegas), sino como posibles editores, censores o impresores de esas obras. Consideran los modos de acercar al lector en Cuba libros de exiliados, advierten lo complicado de la gestión: derechos de autor, billetes de avión, invitaciones… Forman, antes que una mesa de debate, una junta de importadores.
   González, Padura y Paz son voceros de la política cultural, comisarios culturales. Aunque afirmar que defienden una ejecutoria oficial de más de medio siglo, sería difamarlos. Hablan institucionalmente, sí, pero en nombre de nuevas costumbres, de una política de acercamiento y no de exclusiones. Lo aclara desde el inicio Reynaldo González: "Dentro de Cuba se está viviendo realmente una búsqueda de cambios saludables para el país". Y puntualiza: "El país implica a todos los cubanos, a la larga".
   Padura lo explica mejor: "Es inadmisible desde cualquier punto de vista considerar que la política o la filiación política de un escritor como un invalidante para su pertenencia nacional". Allí donde González intenta ser esperanzador, Padura se muestra tajante. No admite justificación alguna para las exclusiones, y en un momento del diálogo alude a derechos que están por encima de la actual Constitución. (Senel Paz modera débilmente. Podría aventurarse que hay diferencias entre los de la mesa, aunque ninguno objete al otro, ninguno contradiga abiertamente. El debate arroja, más bien, unanimidades.)

(¿Cómo gestionar desde La Habana la literatura del exilio?, Diario de Cuba, febrero 2012)

Monday, January 12, 2015

Jorge Pomar vs. Cintio Vitier

Le pidieron justo lo que no quería y, no sin escalofríos y nocturno crujir de dientes, optó pronto por acogerse al buen vivir al precio de una ovejuna obediencia. Y es que esa exigencia implacable Cintio necesitaba escucharla a toda costa, desesperadamente, para poder tragarse en público sin rechistar su mendrugo del "pan terrible", reminiscencia de aquel cáliz de sangre que Jesucristo lamentara tener que beber en la cruz. A saber, en materia de dogma Jehová no admite réplicas; Castro, su émulo insular, menos aún...
   Esos salvavidas líricos, esos coqueteos con la raya --al igual que ciertos hermetismos, poses de esteta o esporádicas salidas del tiesto justo hasta el borde de lo oficialmente tolerado-- sirven para legitimar la servidumbre del intelectual burgués ante una alta nomenclatura que los mima y nutre pero en el fondo sigue despreciándoles y, a modo de ultima ratio, les hace sentir su guevariano desdén a fin de meterlos en cintura cada vez que, de la mano de la vanidad y el remordimiento, les da por salirse del tiesto de la estupefaciente UNEAC o de la boqueante AECC, red de captación de desertores intelectuales vacilantes de aquélla en el exilio.

(Más sobre el oro Cintio, el de las confesiones a esposa y almohada. Blog El Abicú Liberal, octubre 2009)

Friday, January 9, 2015

Rafael Rojas vs. Eliades Acosta Matos y Enrique Ubieta

El mecanismo político de esos actos de repudio es el mismo que el de los famosos pogromos del antisemitismo europeo, estudiados por el gran historiador ruso-francés León Poliakov. Una élite ideologizada induce a un grupo de fanáticos a insultar al enemigo público, a cubrirlo de ofensas y calumnias, hasta propiciar un ambiente de odio colectivo que muy fácilmente puede desembocar en la agresión física. Los ponentes de la mesa de Letras Libres (Roger Bartra, Christopher Domínguez Michael, Julio Trujillo, Rafael Rojas y José Manuel Prieto), el domingo 1 de diciembre de 2002, en Guadalajara, entre consigna y consigna, fuimos injuriados por una docena de oradores que arrebató los micrófonos, nos dio la espalda, y nos acusó de ser "cómplices del genocidio" ante la multitud enardecida.
   Un pogromo es inconcebible sin el elemento de espontaneidad que aporta la masa enfurecida. En el caso de este "acto de repudio", dicho elemento fue asegurado por los jóvenes miembros de la oclae (Organización Continental Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes), entre los que había no pocos cubanos entrenados en el arte de la oratoria castrista. El liderazgo intelectual y político de la operación, sin embargo, siempre estuvo en manos de un grupo de "periodistas" y funcionarios de la isla, quienes ofrecieron a su público los principales mensajes para el escarnio. Incluso los momentos más cercanos al debate de ideas, en las intervenciones del director de la Biblioteca Nacional de Cuba, Eliades Acosta Matos, y del director de la Cinemateca de la isla, Enrique Ubieta Gómez, estuvieron salpicados de múltiples ofensas personales. Como en todo pogromo, lo importante no era la divergencia ideológica, sino el odio al otro.
   Seguramente, el gobierno cubano había planeado confrontar la presentación del número 25 de Encuentro de la Cultura Cubana, prevista para el 5 de diciembre. La reacción adversa de la opinión pública mexicana, la carta de 28 reconocidos intelectuales —entre los que se encontraban Mario Vargas Llosa, Fernando Savater, Adam Michnik, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis— solicitando garantías de seguridad para la presentación de Encuentro, y las rápidas medidas que en ese sentido tomaron la presidencia y la dirección de la fil, impidieron que se produjera otro acto de repudio. En todo caso, el ataque a Letras Libres, por su violencia verbal, no fue un episodio "insignificante", como luego declararon las autoridades de la isla.

(Las lecciones de Guadalajara. Letras Libres, enero 2013)

Thursday, January 8, 2015

Néstor Díaz de Villegas vs. Editorial Colibrí

La XXVIII Feria del Libro de Miami terminó para mí, lamento decirlo, en el más completo desencanto. La tan anticipada presentación de El caso PM: cine, poder y censura, de Orlando Jiménez Leal y Manuel Zayas, publicado por la Editorial Colibrí, tuvo lugar sin que los libros hubiesen arribado de España. Para colmo de males, los organizadores se habían negado a pagar los doscientos dólares que costaba el pasaje de Zayas desde Nueva York (aunque esto no me consta), así que ni hubo libros, ni estuvo presente el compilador de los materiales del tomo conmemorativo. Afortunadamente, Fausto Canel tomó el lugar de Zayas, y la tarde transcurrió sin otros contratiempos.
   Pero ya de salida me acerqué al kiosco de la Editorial Colibrí, donde había un solitario ejemplar de El caso PM, y revisé el índice en busca de mi ensayo. El título del trabajo que escribí para ese libro por encargo de los editores, es (o mejor, fue) PM: post mortem, en referencia al hecho de que la Cuba que vemos en pantalla es una occisa y PM, de alguna manera, fue su monumento funerario. Cuál no sería mi sorpresa —y mi indignación— al leer, en lugar de mi título, otro inventado por sabe dios quién: Post Modern, sin PM y sin dos puntos. Esa ridícula y absurda palabreja equivale, justamente, a lo contrario de lo que quise decir en mi ensayo. Pido encarecidamente a los lectores del libro, ya que no existe otra manera de subsanar el error, que tomen un marcador negro, tachen el título falso, y escriban encima, con letras de grafitero indignado, el título correcto.

(Feria del Libro de Miami: revelaciones y fiascos, Diario de Cuba, noviembre 2012)

Wednesday, January 7, 2015

José Miguel Sánchez (Yoss) vs. Angel Santiesteban

Metiste la pata hasta el cuello y tú lo sabes. Ojalá estos años te sirvan para reflexionar, que saques alguna enseñanza del error, y que no te ahoguen en el odio. Porque ahora no tiene sentido que la disidencia y el exilio alboroten a tu favor, diciendo que todo es un burdo montaje, una malévola estratagema del castrismo, una maraña de la Seguridad, etc… sin duda la mano de nuestro G2 está ahí ¿quién lo discute? pero la verdad es que por esta vez eres cualquier cosa menos inocente.
   De hecho, Angelito, eres tan culpable como los Cinco Héroes, esos pobres cubanitos de la Red Avispa, sacrificados en el altar de la política cuando el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate. Y si ridículo y vergonzoso es que nuestro gobierno todavía se desgañite clamando por su libertad, a despecho de la regla de oro no escrita del espionaje (si los agentes tienen éxito, no se les pueden dar medallas públicamente; si fracasan, su gobierno tiene que renegar de ellos para no implicarse en el descrédito de una guerra sucia) igual de tonto es que la mitad de la disidencia cubana quiera presentarte como una inocente víctima de las maquinaciones de nuestro Estado.
   Culpables son ellos, culpable eres tú.
   Tu causa, mi hermano… la común, no la política, era desde el principio indefendible. Probaste con abogados, declaraciones, claro… era tu derecho, sí, pero, seamos francos, nunca fue sino el patético derecho al pataleo de los ahorcados. ¿Que estaba amañado el juicio? No lo creo: ni falta que hacía. Por una vez, seamos francos, se hizo justicia.

(La piedra política… y el tejado de vidrio común [Carta abierta a Angel Santiesteban Pratts, Blog Efory Atocha, marzo 2013)

Tuesday, January 6, 2015

Ernesto Hernández Busto vs. Leonardo Padura

Hay una gran diferencia entre el elogio de la constancia en el trabajo literario y el elogio de lo excéntrico necesario en la escritura. No tengo nada personal contra Padura, pero como lector hace mucho tomé distancias con lo que escribe. Es más o menos correcto, pero de un registro limitado. Sus últimas incursiones voluntaristas en la novela histórica me parecen una búsqueda de “universalidad” desde un punto de vista demasiado local, como si se llevara el provincianismo en los ojos, y se usara ese “universo” para decir algunas cosas por vía interpuesta. Elogiadas también como libros políticamente valientes (el traslape entre el mundo colonial y el revolucionario en su novela sobre Heredia, La novela de mi vida, o la crítica del stalinismo que se desprende de El hombre que amaba a los perros, resultan fabricaciones premeditadas y sin el vuelo de las grandes novelas históricas. En realidad, lo que me molesta de sus libros es la consideración ramplona de la ficción, que es un tema que comparte con varios de sus compañeros de generación literaria, muchos devenidos (y no es un accidente) comisarios culturales.
   No tengo nada personal contra Padura, y veo con simpatía su indudable triunfo en el mercado editorial europeo. Pero como lector uno tiene todo el derecho a pedir más a la literatura —y a un Premio Nacional sucesivamente demeritado por politiquerías de todo tipo. La simpatía de la carta de Abilio Estévez que cita Padura en su discurso no oculta el hecho, escandalosamente evidente, de que Abilio merece más ese premio que él. Y es un hermoso gesto de amistad esa exaltada carta de felicitación, pero no es, a mi juicio, un gesto de crítica literaria que pueda colocarse a la misma altura.
   Hay un dejo incómodo de falsedad en todo ese discurso y una confusión de planos en esa carta: cierto elogio del stajanovismo (Padura como campeón del duro trabajo literario), cuando en realidad se trata de una obra que justamente no trabaja en lo literario, es decir, que no ha conseguido construir desde el estilo una visión del mundo, y en ese sentido la alusión a Paludes, tal vez la obra más singular del corpus de Gide, vuelve a resultar chocante. Gide fue durante toda su carrera un gran voluntarista, pero trabajó sobre la escritura a otros niveles. Y por mucho que un escritor como Padura “golpee el yunque” no producirá alquimias gideanas: su concepción de lo literario es otra, la de un realismo agostado que en sus peores momentos se convierte en provincianismo endémico. Mucha gente descubre en su novela sobre el asesino de Trotski lo que está mucho mejor escrito en toda la bibliografía de no ficción sobre el estalinismo; el efecto de “denuncia” o de “emoción literaria” pasa aquí por la trampa de darle a la novela encargos vicarios. Y en su literatura más o menos de barrio, con policías complejos y dramas insulares hay falta de originalidad, ausencia de reto, y una concepción del mundo extraída de la masticación apresurada de los códigos de la novela negra. Los diálogos y descripciones de Padura (voy a ahorrarme ejemplos) son muchas veces desmañados, torpes, simplones. Y en su dramaturgia novelesca hay demasiado cine negro y frases hechas. Un gran escritor debe aspirar a más, tiene que crear un mundo, no aplicar herramientas vicarias a ese mundo. Y ese “mundo” no es tanto una geografía, sino un estilo.
   Una literatura se hace con muchos escritores, pero no hay que hacer pasar una cosa por otra. Es fácil tildar de cainitas a los críticos, poniendo el parche antes de que aparezcan en la escena, pero un buen lector sabe que la literatura, la gran literatura, corre por otros cauces, y además del martillo constante existen otras maneras de sacar sus mejores chispas.
   Hay derecho a pedirle más a Padura y a su literatura —y eso no tiene que ver necesariamente con la envidia, como se deduce de la correspondencia entre Estévez y Padura. Las novelas de Padura son parte legítima de lo literario, pero hay todo el derecho a valorarla, sobre todo cuando se sube al podio de la escena nacional. Porque la literatura cubana ha sido siempre más que las sagas de “mariocondes”.
   Ver la crítica negativa como puro cainismo es reducir lo literario a una lógica nacionalista-familiar —o a la del club deportivo—, para no pensar realmente en lo que se hace más allá del amiguismo. Da un poco de pena ajena, en serio, toda esa pompa de clan generacional, todas esas palmaditas en la espalda, pero supongo que es una forma fácil de consuelo para no amargarse el triunfo en ese camino definido como “pletórico de escollos” —una frase de Padura que realmente lo deja a uno pensando.
   Luego está, en otro orden, pero que difícilmente pueda ignorarse, el asunto político. Este es el discurso de un “buena gente”, y no dudo que Padura lo sea; rezuma modestia y nostalgia, y eso siempre queda bien. Pero no deben usarse esas virtudes ni la faible socialidad del “cubaneo” para falsificar en perspectiva una trayectoria. Ese recuento de los 80, presentado un poco como a contracorriente, disfraza un poco el hecho de que Padura siempre ha sido un escritor “integrado” —sobre todo a partir de su “curso de castigo” en el periodismo oficialista. Resulta estimulante que el escritor libre defienda la no pertenencia a capillas, y tenga gestos más o menos valientes como sin duda los ha tenido Padura (compensados, eso sí, con otros de ceguera militante) pero no hay que olvidar que todo esto sale de la boca de un escritor que hasta cierto punto ha consagrado las dudosas virtudes del modelo UNEAC. Que Padura venga a estas alturas a hacer un ditirambo de la editorial UNION, por ejemplo, sólo porque saca todas sus novelas, resultará ofensivo para varias personas. Hay que ser más serio y tener un mínimo de perspectiva histórica: la editorial UNION, que en efecto, saca las novelas de Padura, también ha censurado a troche y moche.

(El discurso de Padura, Blog Penúltimos Días, febrero 2012)

Monday, January 5, 2015

Leopoldo Avila vs. “La vuelta a la manzana”, de René Ariza

Se trata de un juego escénico en el que se manejan temas ya conocidos en el teatro cubano: la crisis de la autoridad paterna, los problemas de la educación en el hogar, la rebelión de los hijos contra los padres, etc. Todo esto echando mano a recursos bien gastados, a través de una estructura previsible desde la primera escena.
   Pero lo trágico de la obra no está en sus caídas formales, sino en las dificultades que tiene el lector para captar lo que se propuso Ariza. Y estas dificultades nacen del propio texto, insinuante e impreciso en aquellas cuestiones que parecen haber motivado esta obrita “triunfante”. No obstante sus oscuridades, hay cosas que se ven bastante claras. A Ariza le repugna, por ejemplo, el Servicio Militar, que es, en la obra, sólo un medio por el que el carácter impositivo de uno de los padres frena al hijo, ni más ni menos que una escuela de curas. Pero sucede que el autor es cubano y que la obra no está escrita ni se representa, ni surge ni se premia en Constantinopla. Y aquí el Servicio Militar es una necesidad que nuestra juventud acepta y en la que participa con entusiasmo. Estamos levantando y defendiendo un pequeño país revolucionario muy cerca del más taimado, cruel y criminal de los enemigos. ¿No es claro que nuestros jóvenes y no sólo ellos, todo el pueblo, tiene que aprender a defenderlo? Al amparo de una sugerida crítica al machismo ―un lío que nuestros teatristas se han buscado desde “Electra Garrigó” para acá y que uno no sabe de dónde han sacado― en realidad Ariza bate la entereza de carácter y las virtudes combativas de nuestro pueblo, mantenidad y desarrolladas por la Revolución. Y como contrapartida, la blandenguería levanta su pabelloncito ilusorio, atribuída como característica a nuestra juventud. Los padres son tercos, impositivos, delirantes. Los jóvenes son blandos, vacilantes, endebles. De más está decir que con sólo una vuelta a la manzana de cualquier ciudad de Cuba Ariza podía encontrar una realidad bien distinta.
   La obra es sinuosa y tras su falta de franqueza no se encuentra sino la resurrección de un mundo que ya va desapareciendo de nuestra sociedad. Más que un heraldo del futuro, la triste obrita de Ariza, lo que apuntala es el pasado.

(La vuelta a la manzana, Verde Olivo, octubre 1968)

Friday, January 2, 2015

Miguel Sales sobre Pablo Armando Fernández

En 2004 Fidel Castro tropezó y se rompió la rótula al terminar un discurso en la ciudad de Santa Clara. Con motivo del percance, el Poeta Nacional Pablo Armando Fernández le dedicó un poema titulado "Cantar por fe (para Fidel)" que el diario Granma (palabra que como sabemos, en inglés se emplea coloquialmente para designar a la abuela) recogió en primera plana en la edición del 10 de noviembre de 2004.
   Entre los hallazgos estéticos más rutilantes, los versos proclaman:
   "Suele la Luz exigir/ de quienes ella ha tocado/ con el don de difundir/ su lumbre atención, cuidado/ de átomos que representan/ su divinidad/…/ Al caer no hubo tropiezo,/ ni resbalón, fue advertencia./ No te es dable descender/ contigo todo es ascenso…"
   Según los versos de Fernández, el que tiene el don de difundir la lumbre es, no faltaba más, el Comandante Único. En represalia, el poeta repentista Michel Ventas, habanero de pro y amigo mío por más señas, le dedicó estas décimas:
   "Pablo Armando, la espinela/ que publicó la Abuelita/ es solo prosa marchita./ Para honrar la choquezuela/ del César que periclita/ te sacaste del tras(t)ero/ un quintal de naftalina/ pero se te ve el plumero/ con tanta elogio insincero/ con tanta alabanza fina".
   "Querías darle en la vena/ del gusto al viejo tirano/ pero se te fue la mano/ y tu abyección te condena./ Ahora dan vergüenza ajena/ esos ripios que compones/ inclinando la testuz/ pues le ronca los cojones/ que con tantos apagones/ digas que Castro da luz".

(Metáforas lumínicas, Diario de Cuba, febrero 2013)

Thursday, January 1, 2015

Roberto Madrigal sobre Leonardo Padura

A pesar de su dominio del lenguaje y la técnica literaria, Padura, en sus novelas, siempre se queda corto, no trasciende. A su obra parece que le falta algo, es también como una promesa que no se realiza. Es porque escribe con sagacidad para evitar la censura. La suya es una literatura de pacto.

(Premios: docilidad y responsabilidad, Blog Diletante Sin Causa, febrero 2013)