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Friday, August 29, 2014

Norberto Fuentes vs. Belkis Cuza Malé

El mérito es que todo el peso de la elaboración de Linden Lane Magazine y que haya sobrevivido hasta nuestros días recae sobre la poetisa cubana Belkis Cuza Malé.  Gazapos aparte, como una sazonada bronca con Reinaldo Arenas, a quien Belkis hizo público que lo había “sacado a patadas” de la publicación, lo cierto es que una empresa cultural cubana que se produce además en un paraje perdido, por allá, por Texas, creo, que supere los 30 años de edición, no es un récord fácil de igualar. El paraje rural, cactus, vacas y John Waynes, no acompaña, y además con todo el tiempo que debe concentrar en la búsqueda de Elvis, la columna ocasional para El Nuevo Herald, y me imagino que la atención a los muchachos, o a los nietos, si ya los tiene, consumen. Ah, y la vocación poética, no olvidar eso. Pero ella tiene madera, tiene ese segundo aire de los campeones. Se los digo yo que la conozco desde la primera semana de noviembre de 1964, cuando era bibliotecaria de la Biblioteca “Elvira Capé”, de Santiago de Cuba. Después los años que estuvimos juntos en Noticias de Hoy, el antiguo órgano oficial del Partido Socialista Popular (comunista) y más tarde, por supuesto, en Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, que sustituyó a Noticias de Hoy en esta cuestión de los órganos, y siempre ella como una hormiguita laboriosa, pero firme propagadora de los actos de fe de la cultura socialista. Hormiguita, ustedes saben, es el mote que los cubanos damos a lo que los soviéticos llamaban actitud stajanovista, en honor al minero Aklerksei Stajanov, que llegó a superar en 14 veces su norma de productividad en la mina de carbón. Yo no sé como minera lo que hubiese dado, pero sí puedo probar que Belkis superó mi productividad en el mismo tiempo que laboramos juntos en Granma. Desde la fundación del periódico Granma en 1965, hasta que nos botaron de allí a los dos (a mi primero) en el 68, lo que en el equivalente épico de aquellos tiempos hubiese sido una heroína de nuevo tipo, y en lo que yo había hecho unos 14 reportajes, Belkis computa 61 textos. Tengo la lista frente a mi (y es parcial), que pienso incluir en el Expediente Cuza, aún en preparación. Una auténtica stajanovista. No está bien llamar hormiguitas a los constructores de un nuevo mundo.

(Nadie escuchaba. Blog Libreta de Apuntes, junio 2012)

Thursday, August 28, 2014

Guillermo Cabrera Infante vs. Ciro Bianchi Ross

Nunca oí mentar su nombre en Cuba ni en el exilio, no está en el Diccionario de la Literatura Cubana, ni siquiera entre sus camaradas compiladores. No aparece, literal ni literariamente, por ninguna parte. Ahora se proclama albacea literario de José Lezama Lima y se describe como un Eckermann para el Goethe de Lezama. Pero, viviendo en Cuba comunista, más que escribir lo que hace es rescribirla biografía del poeta.
   Cuando le preguntan, por ejemplo, por la cierta prohibición de Paradiso en el dudoso paraíso castrista, dice que no tiene noticias de que Fidel Castro prohibiera la novela. Todo el mundo sabe que Castro, después de recibir un resumen (¡menuda tarea!) del libro, le comunicó a Nicolás Guillén, entonces presidente de la Unión de Escritores calcada del modelo soviético, que no se iba a recoger el libro pero que no habría una segunda edición. (El Máximo Líder es también el Máximo Editor.) Ciro el pequeño se reserva el nombre del delator cuando cualquiera en Cuba (y fuera de Cuba) sabe que fue Fayad Jamís, casado entonces con la Viuda de la Revolución Martha Fernández, el que llevó un ejemplar de la novela al entonces presidente Dorticós —quien la presentó a Castro como si fuera la presentación de una editorial con libro nuevo. La novela, por supuesto, agotó sus solos cinco mil ejemplares y no se volvió a reeditar hasta su edición mexicana. Bianchi, como todos los funcionarios de Cuba, miente. Lo que no es extraordinario conociendo el mundo concentracionario castrista. Lo extraordinario es que una revista mexicana independiente acoja toda esa bocanada de mentiras sin un sólo grano de sal.

(¿Quién es Ciro Bianchi y por qué está diciendo esas cosas de mí? Revista Vuelta, diciembre 1994)

Wednesday, August 27, 2014

Duanel Díaz vs. Rafael Hernández, Aurelio Alonso y Fernando Martínez Heredia

Ahora bien, si gente como Ubieta y Elizalde (oficialistas al punto de escribir en Granma y Juventud Rebelde, poéticos al extremo de seguir a Vitier y a García Marruz), gustan de los esencialismos que trasmite el tópico de la “Cuba secreta”, los científicos sociales, aquellos que manifiestan en revistas especializadas una posición más crítica, prefieren en cambio reflexionar en torno a la “sociedad civil”. Rafael Hernández, Aurelio Alonso y Fernando Martínez Heredia, siquitrillados una o más veces en los casos de Pensamiento crítico y del CEA, han echado mano de Gramsci para articular una crítica del estalinismo y, de forma más moderada y eufemística, de los errores del socialismo cubano, solicitando de paso una mayor intervención de los intelectuales en la vida pública. Menos dogmáticos que los marxistas de la vieja guardia como Portuondo y Mirta Aguirre, aunque también menos inteligentes y cultos, estos intelectuales revolucionarios reunidos en Temas tienen en su crítica dos límites evidentes: el que marca los escasos lectores de la revista, y el que marca la defensa del régimen a pesar de sus errores pasados y presentes.

(Dos falacias paralelas. Blog Penúltimos Días, septiembre 2006)

Tuesday, August 26, 2014

Jorge Mañach sobre la literatura cubana en 1925

¿Dónde está, en efecto, la producción literaria gallarda y extensamente prestigiosa que corresponde a un pueblo de nuestra tradición?  ¿Quien recogía la lira poderosamente templada de Heredia? ¿Quién la inspiración enérgica y la fecundidad gloriosa de la Avellaneda? ¿Que bríos han sabido desarrollar, en nuestro siglo, las iniciativas precursoras de Julián del Casal y de José Martí en el Modernismo poético americano?  ¿Donde está el novelista que supere a Cirilo Villaverde, el ensayista que emule a Varela, a Saco o a Varona, el crítico que rivalice con Piñeiro o Justo de Lara?
   Me anticipo a los reparos posibles.  Se dirá que tenemos actualmente poetas de genuina inspiración, novelistas destacados, ensayistas de publicidad y nombradía y hasta periodistas con estilo.  Cierto.  Pero lo que se ha de ver es, por una parte, si son bastantes en numero para que nos conformemos con ellos, a estas alturas de la evolución nacional; y por otra parte si esos valores en realidad satisfacen nuestro criterio más riguroso y legítimo en la hora actual.  A estas dudas yo me contesto que las dos generaciones últimas no han producido, ni en número ni en calidad, una sola hornada literaria capaz de representamos con el debido prestigio ante los pueblos extranjeros.  De Martí para acá, el Santos Chocano, el Amado Nervo, el Lugones, el Horacio Quiroga o el Vasconcelos no aparecen en Cuba por ninguna parte.  Ante la misma América hermana, que con tal indulgente simpatía nos mira, Cuba es un pueblo sin literatura relevante en lo que va de siglo.  Si figuramos todavía en el mapa literario de la América, se lo debemos a la ejecutoria de los viejos gloriosos.  La juventud ahora estante, entre la cual se acusan, a no dudarlo, genuinas vocaciones y alentadores bríos, todavía no rinde sabrosa cosecha, sino fruto en agraz, a veces servido antes de tiempo y endulzado con el polvo de azúcar que son los encomios prematuros.

(La crisis de la alta cultura en Cuba [Conferencia]. La Habana, 1925)

Monday, August 25, 2014

Reinaldo Arenas vs. Severo Sarduy

¿Sabrá Zebro que él sobra lo mismo si escribe Kobra o quema todas sus obras, volutas de falsos Sèvres? Jamás sabia, jamás sobria. Macabra culebra ebria sobre ubres de otros orfebres ante los que se descubre, la pobre, que es toda cobre. Voluble como una cebra, sus obras son sólo sobras que enhebra sobre otras hebras y otros libros labra. ¡Y por extraño abracadabra por su atraco ella cobra!

(El color del verano. Tusquets, 1999)

Friday, August 22, 2014

Enrique Ubieta vs. Rafael Rojas

En un reciente artículo político, Rafael Rojas vuelve a emplear una oposición –es adicto a las oposiciones-, que oscurece y desvirtúa su mensaje, aún antes de entrar propiamente en materia: historiadores críticos versus historiadores oficiales. ¿Qué es ser oficial? Para Rojas, por supuesto, compartir una concepción revolucionaria del mundo, absolutamente en desventaja con respecto a la que sustentan los grandes medios de construcción del pensamiento global. El cartelito de oficial y de no oficial se endilga según la relación de apoyo o de enfrentamiento que se asuma frente a un gobierno alternativo que pelea solo (o casi solo) en un mundo totalitario. Se acusa a un escritor cubano de recibir un salario por trabajar en una institución del estado revolucionario de su país, y se pasa por alto que un escritor reciba un salario de una trasnacional, cuyas ganancias triplican la de ese pequeño estado o incluso, a veces, de un estado imperialista que ha sido –como puede leerse en libros de historia escritos por autores liberales como Emilio Roig o Ramiro Guerra y publicados mucho antes de que triunfara la Revolución-,enemigo histórico de su país. El poder de un pequeño estado que pelea a contracorriente es poder, mientras que el Poder de las grandes trasnacionales esté o no representando a estados nacionales, no es poder.
   Quisiera detenerme en un tópico bastante manido: el nacionalismo cubano. Contrario a los esquemas con los que Rojas suele resolver cuestiones prácticas que se le tornan insolubles, Cuba es el país menos nacionalista del hemisferio. Si revisamos la obra de José Martí, veremos que el término de nación aparece poco, y en usos puntuales. Martí hablaba de Patria y añadía, que “es Humanidad”. Su periódico no se llamó La Nación, sino Patria. Y su Partido no fue Nacionalista, ni Independentista, sino Revolucionario, para libertar a Cuba y a Puerto Rico, e impedir que el Imperialismo de marras, “cayera con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América”. El máximo Jefe del ejército independentista cubano fue, como todos saben, un dominicano, Máximo Gómez. Y uno de los comandantes guerrilleros más venerados, argentino. No tengo que decir su nombre. Según leyes mexicanas vigentes hasta hace poco, si uno de los padres de un mexicano era extranjero, éste no podía ocupar la Presidencia del país. Una ley que hubiese inhabilitado a José Martí y a Fidel Castro. Ningún cubano piensa que Alejo Carpentier era extranjero, a pesar de que su madre era rusa y su padre francés; ni que Fernando Ortiz era menorquín porque su padre lo fuera y él aprendiera primero esa lengua antes que el castellano.
   Si arremete contra el supuesto nacionalismo cubano no es porque defienda una concepción internacionalista. Rafael Rojas habla, lamentablemente, desde el mirador de los poderosos. A pesar del humo academicista es un portavoz del Poder Global. ¿Eso no es ser oficialista?

(Retóricas oficialistas. La Jiribilla, No. 410, 2009)

Thursday, August 21, 2014

Abilio Estévez vs. “Lo cubano en la poesía”, de Cintio Vitier

Disentíamos (o disentía yo, con vehemencia) de Cintio Vitier, cuyo libro Lo cubano en la poesía nos parecía tan notable como errado, dogmático, manipulador y desencaminado en cuestiones de “cubanía”. No entendíamos, por ejemplo, el ataque de Vitier a “La isla en peso”, el enorme, el definitivo poema de Virgilio Piñera; y no sabíamos si su torpe arremetida contra un texto tan esclarecedor sobre la esencia de lo que “creíamos ser” como nación estaba dictado por la mojigatería, la envidia, la mala fe, o simplemente por la falta de luces intelectuales. O por todas las cosas a la vez.

(Inventario secreto de La Habana. Tusquets, 2004)

Wednesday, August 20, 2014

Fermín Gabor vs. Lisandro Otero (2)

La Bella Otero sí que es reconocible. Reconocible es la poesía de Blas de Otero. Y hasta el humor de Carlos Otero parece distinguirse. Pero la novelística de Lisandro Otero, no.
   Severo Sarduy se reconoce de un artefacto suyo a otro. Es reconocible Arenas, pese a lo distinto de sus novelas. También reconocible, en superlativo, lo es Cabrera Infante. Norberto Fuentes too. And Jesús Díaz. Reconocible, por monótono, Eduardo Heras León. Y Senel Paz, gracias a su majomía erótica con un tal David. Lo fue el recién fallecido Carlos Victoria… Hasta  Manuel Cofiño podría ser identificado en la gallinita ciega de la narrativa cubana.
   Pero Lisandro Otero no.

(La Lengua suelta # 48. La Habana Elegante, segunda época)

Tuesday, August 19, 2014

Anónimo vs. Leonardo Padura

Lo que sucede con Padura es que resulta demasiado blanco para ser negro, y demasiado negro para ser blanco. Demasiado inteligente para ser castrista y demasiado pragmático para ser opositor. Vive en Mantilla, es decir: demasiado lejos del Vedado para ser habanero y demasiado cerca para ser guajiro. Como escritor es demasiado realista para ser novelista y demasiado imaginativo para ser historiador.

(publicado en el Blog Emilio Ichikawa, agosto 2010)

Monday, August 18, 2014

Néstor Díaz de Villegas vs. escritores cubanos (2)

La realidad es que “la guerrita de los emails” es asunto concluido; y que concluyó con la rehabilitación del misnomer inventado por Ambrosio Fornet. Esa etiqueta ambigua traicionaba, en principio, la naturaleza misma del período que pretendía definir. Se le ha objetado inexactitud taxonómica y escamoteo del auténtico tinte de la época. Se ha dicho que el Quinquenio gris ni fue gris, ni fue quinquenio; que fue más bien un milenio rojo, la mêlée rouge. Sin embargo, en su patético amago de rectificación, la revista Casa se conforma con el matiz intermedio y con la falsa medida de tiempo. Quindicennàle grigio, ¡tan ligero, tan fino! ¿Por qué no un hueco negro por donde se fue lo mejor de la intelligentzia cubana?
   En fin, he visto a Ambrosio Fornet una sola vez en mi vida, en casa de la patrona de las artes y socialité universal Uva Clavijo de Aragón. Estaba como posado en el respaldar de una silla, oteando a una variada concurrencia compuesta de esa misma intelligentzia ninguneada. Me asombró su silencio, cuando había tantas cosas que decir. Estaba allí, simplemente, como si nada pasara, como si nunca hubiera pasado nada. ¿Por qué no hablábamos de la libertad de movimiento?, sugirió un pintor siquitrillado. Una exitosa poetisa, de paso por la capital del Exilio, confesó que no veía las santas horas de regresar a La Habana. Llevaba tres meses en Madrid, en París, en New York, y ahora en Miami, última escala de su periplo. Me pareció una declaración grotesca, rayana en lo obsceno, dicha así, frente a un grupo de desterrados.
   Después he comprendido que los intelectuales de la isla se han convertido en una especie de patrulla fronteriza, cuyos silencios e inconsistencias excluyen, por sí solos, la presencia de sus compatriotas. Y que Reynaldo y Ambrosio son el binomio de oro de la nueva represión humanizada: los Papito Serguera y Luis Pavón de un quinquenio feliz que podría extenderse otros mil años.

(El quinquenio feliz de Rey G, o la antorcha pasa a los transexuales. Blog Penúltimos Días, mayo 2007)

Friday, August 15, 2014

Pablo de Cuba Soria vs. el prólogo de Virgilio López Lemus a “Orbita de Eugenio Florit”

El prólogo de López Lemus, como acostumbran ciertos ensayistas, no sobrepasa lo meramente escolar, el didactismo. Claro, entiendo que lo escolar se debe a una bondadosa intención de volver asequible la obra del poeta a la población lectora cubana que, quién lo duda, crece por día. (Parece que Robert Walser estaba equivocado al decir que «el artista debe guardar las distancias respecto de la masa» y que «sería un verdadero idiota si sostiene su talento sobre la idea de acercar su literatura al pueblo»). Población, sobre todo la que ya pasa de los cincuenta (y la que no también), que apenas tuvieron tiempo de leer a Florit en las antologías de los 60 y 70 —¡imagínense!: Crisis de Octubre, Zafra de los diez millones, trabajos voluntarios, escuelas al campo, domingos rojos, etc.—. Pero nunca es tarde: ahí tenemos el prólogo masticadito, y la obra sin piernas. (Aunque así puede caminar, ¿no es cierto? «Porque en tiempos difíciles /esta es, sin dudas, la prueba decisiva», diría Heberto Padilla).
   Pasemos ahora raudos y veloces por el prólogo —de otra manera no puede ser, podríamos contaminarnos.
   Para comenzar, el ensayista parte del presupuesto crítico de que «el asunto no consiste en participar en una posible disputa sobre la nacionalidad real del hombre célebre, sino de ir a lo esencial de su legado: su obra literaria está tan estrechamente ligada a la cultura insular que el asunto no merecería otro comentario». Y acto seguido, dedica párrafos y más párrafos (uno, dos y tres: ¡sin perder el paso chévere!) a sostener los valores poéticos de la lírica floritiana desde un discurso nacionalista (¡ay!, lo cubano en la poesía pasado por agua), casi provinciano. También llega a sostener criterios como que «sin dudas, los aportes americanistas de la poesía de Florit son determinados por condiciones socioculturales bien definidas». No sabe el ensayista que las condiciones socioculturales, históricas, no revelan nunca la naturaleza última de una obra literaria; más bien la reducen o, en el mejor de los casos, se quedan en una arista del todo. (Así, todavía encontramos estudiosos que, por citar otro ejemplo, se acercan a los textos de Carpentier desde falacias, como «lo real maravilloso», o desde la camisa de fuerza del barroco americano. Soportes que la propia obra carpenteriana sobrepasa). Por otra parte, encontramos que el ensayista, para sostener que un cuaderno como Asonante final y otros poemas es superior a Doble acento, afirma que entre «las razones que podemos alegar» —¿quiénes conforman ese plural?— está, primeramente, «el afán comunicativo-conversacional que se halla en Asonante final y otros poemas». Un mayúsculo disparate, hermano mayor del de la idea anterior; sin comentarios.
   También (además) asoman ideas como esta otra: «El punto de la tierra en que se sitúa es el Trópico y es Cuba, zona terrestre extraña a la nieve...». Qué simplismo analítico; reduccionismos y reduccionismos. Poeta López Lemus, sí hay una nieve en Florit que va más allá (o acá) de «puntos» en el cual se sitúa el poeta: es la nieve casaliana, la mortífera carcajada; ese mínimo de fatalidad que debe tener todo poeta para ser inmenso. Nieve / fatalidad que podemos encontrar en cada grande verso de los mayores poetas cubanos. Aunque entiendo ciertas limitantes: nuestra poesía de «Aser el Pan» carece de esa misteriosa dulzura del frío.
   Y ya, por último —no me extiendo más—, el ensayista ignora casi por completo, al vislumbrar las corrientes y los poetas que alimentan la obra de Florit, toda la tradición anglosajona del XIX y principios del XX, el Darío de «Epístola a Madame Lugones», o a Vallejo, a quien sólo nombra de pasada. Nada: no un escándalo, casi un relajo.
   En cuanto a la selección entre la vasta obra floritiana, aquí va mi objeción —entiendo los límites que las editoriales ponen de cantidad de páginas, y todo lo demás que se quiera—: Antólogo López Lemus, qué sucedió que un poema como «Los poetas solos de Manhattan», sin duda de los cimeros de la lengua española, no aparece en este muestrario de los textos del poeta cubano. ¿Es algo extenso y ya estaba en las cuartillas límites exigidas? ¿Lo olvidó? Ello es tan poco / nada serio, que sería como antologar a Lezama obviando «Muerte de Narciso», o «Noche insular: Jardines invisibles»; o como antologar a Piñera obviando «La isla en peso». Por demás, en el prólogo no lo menciona ni de pasada. (Hasta en una antología de poesía cubana del siglo XX como la publicada en 2002 por el Fondo de Cultura Económica, muy cuestionable, está el poema. Incluso, en la nada desdeñable Las palabras son Islas, ante la exclusión de «Conversación a mi padre», el prologuista tiene la seriedad de exponer sus razones: el límite / reducción, ¿les suena?, de cuartillas). Ya no es un problema de índole política o censura, sino de falta de rigor intelectual, de ceguera —por supuesto, nada borgeana u homérica.

(El poeta solo. Encuentro de la cultura cubana, Nos. 34/35, 2005

Thursday, August 14, 2014

Juan Abreu vs. Encuentro

¿Cómo gasta el dinero Encuentro? Tenemos derecho a saberlo, yo y todo cubano en nombre de quienes existen. Es imprescindible que Encuentro haga públicas sus cuentas. La pantalla de la “entidad privada” es francamente ridícula. Cuando Encuentro pide dinero no lo hace en nombre de la obra de Annabelle Rodríguez ni de ningún escritor empleado de su organización, lo pide en nombre de la cultura cubana. Y, de más está decirlo, todos nosotros somos la cultura cubana. ¿Cómo y dónde y en qué cantidades se gasta el dinero que recibe Encuentro?

(En defensa de Encuentro. Blog Penúltimos Días, enero 2008)

Wednesday, August 13, 2014

Duanel Díaz sobre Julián del Casal

Canonizado por los propios poetas desde la propia poesía – además de ensayos donde esbozaron poéticas, pues tanto Poveda como Piñera como Lezama los escribieron – Casal alcanza en nuestra tradición poética un lugar de honor. Pero, ¿es Casal el centro del canon cubano? Creo que no. No si con Bloom aceptamos la extrañeza y la originalidad como medida de lo canónico. Pues está fuera de discusión la mayor jerarquía de Martí. El autor de Versos libres es un poeta primigenio; el de Nieve es un poeta derivado. Mientras que Casal es uno más entre los poetas de la primera hornada del modernismo hispanoamericano, Martí constituye una de sus cumbres. Si se preguntara quién es el mayor, ya no poeta sino escritor, de la literatura cubana habría que contestar que Martí, aun cuando acompañáramos su nombre de aquella interjección que usó Gide cuando reconoció a su pesar que era Victor Hugo el primer poeta de Francia. Podría aventurarse, incluso, que la escasa influencia que desde sus versos ha irradiado Martí se debe a la profunda originalidad de estos, que hace difícil o risible toda imitación. Se diría que en la medida en que Casal es mimético pudieron imitarlo con más o menos facilidad Carlos Pío y Federico Urbach, y, con mayor jerarquía, Boti y Poveda; que justo porque su poesía es más tópicamente modernista, el influjo de Casal es más perceptible.

(Bloom, las tareas de la crítica y el debate del canon cubensis. La Habana Elegante, segunda época, 2004)

Tuesday, August 12, 2014

Jorge Luis Arcos vs. Jorge Pomar

Le confieso que cuando usted en su primer texto contra Encuentro utilizó mi nombre para tratar de inferir una delirante relación entre Encuentro y la UNEAC, lo primero que pensé, luego de mi natural sorpresa, fue: esta persona no me conoce en lo absoluto. Más allá de la gravedad de sus acusaciones festinadas, sin argumento ni prueba alguna con respecto a mi relación –pero ¿es que esto es posible ahora?- con la UNEAC, y, para colmo, a través de mi persona, del propio Encuentro con esta, me dije: esta persona tiene un prejuicio, se ha construido un estereotipo por el hecho de haber sido yo director de la revista Unión desde enero de 1995 hasta mi salida de Cuba en julio del 2004, donde por cierto trabajaba con dos personas, Enrique Saínz y Horacio García Brito, quienes siempre me hablaron bien de usted en el plano personal.
   Creí, sinceramente, que había -una de dos, o acaso las dos-, o una gran confusión o una muy mala intención de su parte, difamación mediante. Incluso puedo comprender que a usted le moleste el hecho de que, luego de haber dirigido la revista Unión durante diez años, ahora sea miembro del consejo de redacción de la revista Encuentro, con la que colaboro además desde su fundación. Puedo comprender esto como motivo de recelo en una persona que no me conoce, pero no puedo por ello aceptar sus inferencias falsas. La historia no es tan sencilla. Ciertamente, todos, incluido usted, tenemos un pasado insular, ¿qué duda cabe?
   Le digo todo esto para tratar de reconstruir una relación inexistente, y porque en mi soledad me he preguntado muchas veces qué extraño conocimiento o desconocimiento más bien, pueden haber justificado sus inferencias. Sin embargo, me parecieron tan delirantes sus acusaciones que, contra mi natural modo de ser (le confieso), me abstuve de responderle, sobre todo porque hubiera tenido que hablar también en nombre de una asociación, revista, periódico, que creo que rebasan mi caso particular (aunque yo haya sido generosamente aceptado como miembro del consejo de redacción de la revista), y que tienen sus conocidos directores, una muy larga trayectoria en ese proyecto, etc. Mi opinión sobre Encuentro, por ejemplo, la que le compete a mi experiencia personal, más insular que diáspórica, la escribí, por ejemplo, sea cual sea su valor, en “Diez años de Encuentro en Cuba”. Pero no me quedé, no obstante, conforme con mi silencio ante sus acusaciones peregrinas.
   Ahora usted vuelve a relacionarme con sus ataques a Encuentro, a propósito de la reciente polémica en torno a Padilla, y esta vez no voy a quedarme callado, aunque quiero advertirle algo: lamento defraudarlo, pero voy a hablarle a título exclusivamente personal. Sobre todo lo relacionado con Encuentro, repito, sin duda hay personas más competentes, con más responsabilidad y con más experiencia dentro de ese proyecto que podrán satisfacer o no sus expectativas. No es que yo no pueda intentar hacerlo pero, insisto, creo que no me corresponde a mí ni es mi interés en este momento. Por tanto me voy a concentrar (al menos en esta ocasión) en lo que me atañe a mí directamente.
   Trataré de ser breve. Con respecto a sus acusaciones de que yo soy ese delirante vínculo entre Encuentro y la UNEAC, sólo puedo desmentirlo sencillamente. ¿Qué otra cosa puedo hacer ante tan difamante y estrafalaria acusación? ¿Me pide usted acaso que trate de probar mi inocencia? Le repito, usted y yo no nos conocemos, pero menos mal que muchas otras personas me conocen como para no tener que desgastarme en aclararle algo sin fundamento alguno. Sería ridículo de mi parte que intentara siquiera responder algo para lo cual no da ni pruebas ni argumentos, sólo su presunción personal, y ante lo cual me obligaría a referirme a cuestiones que sólo existen en su imaginación o deseo. Si usted, ante cualquier duda, se hubiera dirigido a mí, con mucho gusto habría conversado con usted, y le hubiera aclarado cualquier cosa. Pero no, usted optó por difamar antes que dialogar.
   Por favor, no intente “utilizarme” más para sus fines, sean cuales sean estos. No soy “utilizable”, sencillamente, mucho menos por usted que no me conoce. No soy su comodín ni su pretexto. Siga usted si quiere su batalla contra Encuentro, del que yo soy, efectivamente, voluntaria y conscientemente parte, pero no me mencione más en vano. Eso a quien daña en su reputación es a usted mismo.

(Carta abierta de Jorge Luis Arcos, Blog El Abicú Liberal, julio 2007)

Monday, August 11, 2014

Desiderio Navarro vs. Píter Ortega (2)

El hecho de que ahora su réplica a una crítica cultural inconclusa termine precisamente afirmando: “me gusta (…) fajarme y sacar un cuchillo”, no es más que una nada velada amenaza, de la cual tomo nota en previsión de cualquier eventualidad, y espero que así lo hagan también las autoridades que contemplan este ya más que lamentable espectáculo sin precedentes en la cultura cubana. Si Ortega Núñez cree que puede seguir provocándome indefinidamente con ofensas cada vez peores y que la amenaza de sacarme un cuchillo me detendría en el caso de que yo lo buscara para darle su merecido, se equivoca. Todo tiene un límite. Ante la inercia institucional, la cultura no puede volverse cómplice de la barbarie, permitiendo pasivamente el avance de ésta ni poniendo la otra mejilla.

(Pausa para responder a una epístola. Publicado en la red, julio 2010)

Friday, August 8, 2014

Enrique Ubieta vs. “Antes que anochezca”, de Reinaldo Arenas

La indiferencia engendra el desafío reparador; el escándalo como reafirmación, desata el desajuste incontrolable de su vida; la soledad y la incomprensión, cada vez mayores, insalvables, refuerzan el odio. Un odio que desfigura la realidad y que acaba por hacerla inintelegible. Antes que anochezca es un libro escrito desde el odio. El lector no hallará un análisis crítico, una sucesión lógica de argumentos; su prosa, descuidada, rara vez alcanza tonos líricos o verdaderamente dramáticos, al punto de que algunos pasajes parecen apócrifos. Es por demás un libro dictado, que otros transcribieron y editaron. Como en los dibujos animados, encontrará una atolondrada sucesión de hechos y sentimientos sin jerarquizar, que casi siempre pierden la verosimilitud en las líneas finales. Son esas líneas las que desnudan el alma del autor.

(Arenas y la noche: Notas sobre un libro de memorias. La Jiribilla, abril 2001)

Thursday, August 7, 2014

Leopoldo Ávila vs. Heberto Padilla (2)

A él, no sólo no se le ha roto la página querida, ni se le ha apedreado la casa, sino que se le ha permitido publicar sus cosas en revistas de la Revolución, que dieron a conocer “En Tiempos Difíciles” y “Discurso del Método”; ambos poemas, además de bastante malos, son francamente contrarrevolucionarios. De esa violenta revolución que él habla, no ha recibido, hasta ahora, más que posibilidades de publicación y pasajes –con todos los gastos pagos– para sus numerosos viajes al extranjero. Esto él lo sabe. Pero él, que lo conocemos, no escribe para nosotros, ni para nuestro pueblo, que sabe la verdad. Escribe en busca de un cartelito en el extranjero que le permita satisfacer su vanidad. Para lograrlo, nada mejor que hacerse el conflictivo, el perseguido, en una sociedad donde, de veras, muy poca gente piensa en él. (En esto del trato al extranjero, Padilla y otros escritores de tercera o cuarta fila como él, aprovechan todas las oportunidades para inflar artificialmente su fama: rodean a los visitantes –escritores, editores, etc.– con tanta avidez como las muchachas del Tuzex rodean a los turistas en la Praga del liberalismo, en busca de una amistad que les asegure una edición, o siquiera un rinconcito o una mención en alguna publicación de caché internacional. Son los tuzeros de nuestros medios intelectuales).

(Las provocaciones de Padilla, Verde Olivo, noviembre 1968)

Wednesday, August 6, 2014

Emilio Ichikawa sobre Norberto Fuentes

La obra de Fuentes sólo tiene sentido en Miami, o cuando es leída en cualquier lugar del mundo “como una obra escrita en Miami”; es decir, como una letra que gana la simpatía automática de los castristas o, en algunos casos, cuando las personas justas (o justicieras) muerden el anzuelo y afirman que, al decir lo que dice, Fuentes se juega la vida. El exilio será intolerante pero, hasta donde se sabe, a Norberto nadie en Miami le ha dado siquiera un pellizco.
   Norberto soñaba con ser el Hemingway de la Revolución. Hoy, el cubano de la isla no sabe quién es Norberto Fuentes. O sabe, pero no le interesa. No le seduce, por supuesto, un contenido que le suena demasiado próximo a la historia oficial. Si a un lector de Cacocún o Sibanicú no se le aclara que Norberto vive en Miami, seguramente le tomará por otro chacharero oficial tipo Retamar o Barnet. Que no lo es, ciertamente.
   Fuentes y Miami, para decirlo en terminología psicológica (y disculpen la chealdad), están en una dependiente relación de aproximación-evitación. Por eso califica como el más importante escritor miamero de la actualidad (no hablemos de sus discípulos, que lo imitan en majaderías, chistes y blogs). Escribo miamero y dejo el otro gentilicio (miamense) para referirme a relaciones menos explícitas con esta controvertida ciudad.

(Norberto Fuentes: un escritor miamero. Blog Penúltimos Días, agosto 2006)

Tuesday, August 5, 2014

Virgilio Piñera vs. la Avellaneda

Porque la Avellaneda no seguía sino el tono peculiar de la poesía española de ese momento: bisoño romanticismo que arrastraba un pesado lastre de neoclasicismo –vale decir, poesía didáctica, pedagógica; vale decir Jovellanos y Meléndez Valdés–; que arrastraba igualmente las últimas resonancias de este neoclasicismo, desbordado en enfatismo, en retórica hinchazón –vale decir Quintana, Gallego, Lista […]
   La Avellaneda era esencialmente esta gran versificadora. Si algún secreto encierra su expresión poética sólo sería descubierto estudiando su obra como resultado de una brillante versificación, que toma la palabra en lo que tiene de música verbal […] He aquí su secreto: adornarlo todo con las galas orientales de las palabras y de las frases más escogidas y melodiosas. Hablar mucho sin decir nada o casi nada.

(Citado por Jesús Jambrina en Piñera, crítico de poesía [1941-1955]. La Habana Elegante, segunda época)

Monday, August 4, 2014

Enrico Mario Santí vs. Carlos Velazco

Pero la sordera es nuestro deporte nacional, el narcisismo nuestro pasaporte. Los cubanos nunca nos equivocamos: nadie nos puede enseñar nada… Por eso Velazco se limita a repetir lo que nos tiene acostumbrados la llamada oficialidad cultural cubana: todos los de acá somos unos malagradecidos, resentidos e histéricos. Yo en particular abrigo un “sentimiento profundamente mercantilista y pragmático” que intenta “perpetuar un sinsentido del que sac(o) tantos dividendos”. Reseñar un libro, hacer críticas razonadas, se vuelven escándalos. La patada me la sé de memoria. Y como vemos, lo mismo da Santí que Zoé Valdés que Carlos Espinosa; Letras libres que cubaencuentro. Pim pum fuera: ¡que se vaya la gusanera!
   Textos como los de Velazco, que por desgracia veremos proliferar en días venideros —y no precisamente sobre la peregrina reseña mexicana de un libro publicado hace dos años sobre un autor cubano exilado hace casi medio siglo― son síntoma de las guerritas culturales que hoy están en pie en Cuba en vista de las llamadas transiciones y reformas. Según Velazco yo lanzo saetas. Las suyas, en cambio, serán, lo verán, boomerang.

(Menos solicitó veloz saeta. Diario de Cuba, marzo 2012)

Friday, August 1, 2014

Norberto Fuentes vs. José Luis Moreno del Toro

Si eras gordo, asmático, casi imposible de mover en tu humanidad de cachalote rendido, como era el caso de José Lezama Lima, entonces te clavaban con la presencia permanente de un médico para atenderte. El doctor José Luis Moreno del Toro (este sí nombre verdadero pero no de guerra) fue el sonriente Joseph Menguele criollo que le situaron como médico de cabecera al autor de Paradiso, y por cada auscultación de pecho y pulmones o un poco de salbutamol, el líquido prodigioso para rellenar su aerosol de inhalación, le sacaba dos párrafos de un informe.

(Raúl Rivero, el rehén deseado. ABC, diciembre 2004)