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Friday, February 28, 2014

Aurelio Mitjans vs. José Surí y González

Los versos que de él nos presenta su biógrafos, así los amorosos como los místicos, son más afectados y pedantescos que sentidos, empedrados de zafiros, perlas, jaspes, esmeraldas, topacios, y otras piedras, llenos de la enojosa erudición que en mitología é historia poseía el autor, imitados de la más degenerada y abstrusa escuela conceptista que desacretitaron los más deslumbrados admiradores de Quevedo.

(Estudio sobre el movimiento científico y literario de Cuba, La Habana, 1890)

Thursday, February 27, 2014

Zoé Valdés vs. Jesús Díaz (2)

Es probable que Jesús Díaz haya pedido perdón, como también eso podría formar parte del teatro que le habrán impuesto o que se impuso él mismo, no lo sé, ni me importa. Lo que sí sé, porque lo viví en carne viva, es que no valió de nada el que haya pedido perdón o no, porque siguió siendo el mismo represor, lo llevaba en la sangre; porque desde el momento en que desde que salió publicada La nada cotidiana se dedicó a agredirme por todos los medios, por envidia, como le recordó a él, y más tarde a su hijo, un amigo periodista francés. Lo mismo que hizo en contra de otros en el ICAIC cuando fue Secretario General del PCC lo hizo conmigo, en el exilio, de manera virulenta y envidiosa; para colmo ignoró cada una de las publicaciones de mis libros, mientras publicaba en primera página y a grandes espacios publicidades de sus propios libros, siendo él el director de la publicación.

(Pero todavía no han dicho quién paga ese diario, Blog Zoé Valdés, enero 2012)

Wednesday, February 26, 2014

Antonio José Ponte vs. “La ninfa inconstante”, de Guillermo Cabrera Infante

De contar con más tiempo, quizá su autor se habría desentendido de unas primeras páginas que entorpecen el arranque de la historia con perogrulladas acerca de la física cuántica y la memoria. (Podrá objetarse que Marcel Proust perogrullaba de modo no muy distinto al apropiarse de Bergson. La diferencia estriba en que Proust perseguía hasta el final cualquier metáfora utilizada. Cabrera Infante, en cambio, las trata con la misma liviandad que a la letra de un bolero o al reparto de un filme. Sus esfuerzos filosóficos no rebasan el artículo de revista divulgativa.)
   Una juguetona descripción de Estelita lleva obertura lepidopterológica como lastre. La comparación entre mariposa y muchacha queda sólo apuntada, posiblemente el autor volvería sobre ella para atornillarla. Se ofrecen, hacia el final del libro, ciertas consideraciones acerca del temor cubano al mestizaje, la discriminación racial y la autorrepresión. Llegan a propósito de no está claro qué. ¿Se trata de un pentimento elevado a la dignidad del cuadro colgado?
   La ninfa inconstante incluye algunas de las peores ocurrencias del stand-up comedian que fue Cabrera Infante. Valga un ejemplo: “De todas las comidas del día el desayuno es mi favorita. Favorito que es masculino. Los masculinos son los menos culinos. Culinario.” Disgustan, aquí y allá, momentos de escritura desmañada: “Estelita da muestras de impaciencia, que están las muestras en demostración en su cara. Se llaman muecas.”
   (…)
   Esta novela corta fue salvada de un cubo. No muy bien terminada, quizá no terminada del todo, su incompletez obliga a exigirle razones para que Estela Morris sea recordada, para que tan escueta historia regrese cada día a la memoria de quien nos la cuenta.
   Se han anunciado nuevos títulos de su autor (Cuerpos divinos, Mapa dibujado por un espía) y el primer tomo de unas obras completas que reunirá sus escritos sobre cine. Quien haya encontrado alguna vez felicidad en la literatura de Guillermo Cabrera Infante, esperará estas novedades. La ninfa inconstante merece una espera más improbable aún, por tratarse menos de un libro póstumo que de un libro prematuro.

(La ninfa inconstante, de Guillermo Cabrera Infante. Letras Libres, noviembre 2008)

Tuesday, February 25, 2014

José Triana vs. Abelardo Estorino

Por eso cuando leo a Abelardo Estorino declarando que en Cuba jamás hubo persecuciones, él que pasó prácticamente diez años perseguido, lo mismo que su amigo Raúl Martínez... Dentro de ese mundo gelatinoso de lo no dicho ellos se pasaron diez años francamente en silencio. Luego se fueron arreglando las cosas porque Estorino es muy buena persona, dijo lo que no dijo, dijo lo que dijo pero no lo dijo y entonces dijo diciendo que no dijo y lo dijo pero entonces no lo dijo... Como ese galimatías funciona en Cuba, entonces Estorino, que está defendiendo su teatro y quiere terminar sus días agradablemente, es capaz de decir que él no fue perseguido, que todo eso fue una locura o una invención del exilio. Y lo terrible es que detrás hay exilados que lo apoyan. Por eso el regresar lo considero sicológicamente imposible.

(Siempre fui y seré un exiliado, Encuentro de la cultura cubana, Nos. 4/5)

Monday, February 24, 2014

Fermín Gabor vs. Leonardo Padura

Nunca antes (que sepamos) se había hecho público el contrato imperante entre escritores y autoridades políticas en Cuba, secreto mayor de los literatos isleños. Nunca antes escritor residente en la isla, y por tanto expuesto su trabajo a censura oficial, había declarado cuánto sacrificaba para ver publicados sus libros.
   Editado en una de las más importantes casas españolas, traducido a varios idiomas y publicado (con esos mismos títulos) dentro de su país, Leonardo Padura es un autor de éxito. Algunas autoridades de la isla no ven con buenos ojos sus libros, reconoce. Pero la censura oficial no ha cambiado ni una sola palabra en sus textos, y cuatro de sus seis novelas han sido elegidas como libros del año en La Habana.
   Lograr milagro así en un panorama donde según él mismo los escritores incómodos resultan marginados, presupone un muy delicado planeamiento. Es necesario adelantarse al censor y borrar, no las huellas del escenario del crimen, sino el crimen mismo. (Tal vez por ello sus novelas resultan soporíferas: el único crimen lo ha cometido el autor: asesinato por autocensura.)

(La lengua suelta # 19, La Habana Elegante, segunda época)

Friday, February 21, 2014

Reinaldo Arenas vs. Cintio Vitier

Este señor no antologó a los poetas por los méritos que como tales, reflejen sus obras, sino por las limitaciones, la mojigatería, la cobardía, el conformismo, la paciencia, el renunciamiento a la vida, el sufrimiento o los prejuicios que padecieron, aceptaron, asumieron o no pudieron superar y ahora nos los hacen padecer, y la resignada calma con que supieron tolerar o callar las infamias que su tiempo les deparó. De este modo, el monje Cintio quita y pone, entrona y destrona, guiado por un extraño sentido crítico en el que la santurronería (renuncia, penitencia, abstinencia, pudibundez, hipocresía y otros remilgos de convento) somete a la inteligencia, a la imaginación, al talento y a la sensibilidad… No es raro, pues, que una mentalidad de este tipo haya encontrado su sitio (y de qué manera) en la actual dictadura cubana.

(Necesidad de libertad, Ediciones Universal, 2001)

Thursday, February 20, 2014

Manuel Sosa vs. Lisandro Otero

Aparentemente, tal esquema deja de ser imperturbable con el último en la lista de premiados: Lisandro Otero. Desde hace años éste vive en México, beneficiándose de ese sistema ideal que algunos llaman "Socialismo a Distancia". Solamente una de las dos objeciones ya señaladas se han obviado esta vez: el lugar de residencia. Otero es de esos escritores que no se han desligado del todo del sistema de gobierno en Cuba, y sus afinidades con el mismo son mucho mayores que las discrepancias que haya podido tener alguna vez. Políticamente, Otero siempre ha usado el trapecio como medio de supervivencia. Sus trabajos como articulista traslucen lo inconexo de su credo, su infantilismo político. Sus ataques a Cabrera Infante sólo demuestran su impotencia de rival menor; y como novelista, no será honda la huella que pueda dejar en la literatura cubana.

(La ley del trapecio, Cubaencuentro, enero 2003)

Wednesday, February 19, 2014

Belkis Cuza Malé vs. Leopoldo Ávila, los escritores recién emigrados, Pablo de Cuba Soria…

El lenguaje canallesco de Leopoldo Avila es recordado hoy dìa, incluso entre los escritores castristas, como un ejemplo de lo que no puede repetirse. Este personajillo siniestro que algunos creen era el propio Luis Pavón, presidiendo entonces el Consejo Nacional de Cultura; otros, el profesor y ensayista José Antonio Portuondo, y otros, el propio Lisandro Otero, periodista y novelista --que gustaba contar la anécdota del trompón que le propinó Ernest Hemingway en el Floridita habanero, allá por los finales de los cincuenta--, sigue siendo un misterio, aunque ha pasado ya a la historia de la infamia.
   Pero de ese Leopoldo Avila no quiero hablar, sino de éste que nos ocupa hoy, que parece haber aterrizado en Miami. El exilio ha sido desde sus comienzos una estructura endeble, como un edificio compuesto de muchas capas --que van desde lo social a lo idelógico. Un exilio que ha ido acogiendo a todos por igual, que ha visto traiciones de ambas partes, entre los que llegaron primero y los que van llegando con las nuevas oleadas. Un cambia casacas constante, que ha atravesado severas crisis y que en muchas ocasiones ha costado más que mutuos insultos. Quiero referirme a esos "sesudos" cachorros del castrismo llegados al exilio en la última década. Y no importa si son "jovenes", pero odian también al tirano. La mayoría posee un amplio curriculum, han estudiado en las universidades, han viajado al extranjero, han hecho casi lo que les ha dado la gana en la Cuba post muro de Berlin. Casi todos son ensayistas y algunos incursionan en la prosa y hasta en la poesía. Muchos son políglotas, han estudiado en los antiguos países socialistas y e incluso los hay hijos de altos jerarcas del régimen o que estuvieron ligados a la nomenclatura. El sueño ya no es mantenerse en el "exilio de terciopelo" --alejados del mundanal ruido de Hialeah--, sino precisamente ser rompe olas, quinta columnistas dentro del esquema del exilio intelectual. Llegar e imponer virtudes y defectos de una generación crecida al amparo del Ministerio de Cultura de Abel Prieto. Creerse que se las saben todas, como se dice en la Isla. Estar más allá del bien y el mal, dinamitar todo lo que huela a república, y a escritor exiliado, escribir contra ellos, pero nunca contra los escritores oficiales de la isla. Estos personajillos se dedican a interpretar a Cuba como si se tratase de desmontar una obra literaria, y para esto, hacen acopio de un lenguage enrevesado, de críticos ganados por cierta sofisticación europea; todos escribiendo con la misma verborrea de los burócratas del pensamiento marxista pasado por no se sabe cuantas capillitas de desafectos. No hay quien los descifre. La escritura de ellos es lenguaje de entendidos, es decir, se leen los unos a los otros, publican sus libros (que sólo ellos leen entre sí), y suelen agruparse en sus madrigueras del internet. Eso sí, como decía aquel caricaturista cubano en los pasillos de la Unión de Escritores de Cuba, allá por los setenta: "siempre con el poder, pero haciendo bajezas".
   Un tal Pablo de Cuba Soria, con rimbombante nombre, que lo marca ya con mediocre oportunismo, acaba de escribir en El Nuevo Herald (sección Arte y literaratura, julio 8) un artículo contra Heberto Padilla, como poeta y como ser humano. Este Leopoldo Avila, recien llegado al exilio en 2004, es sin duda un claro exponente de todo lo que acabo de decir. Hay que tener la cara de piedra y el corazón lleno de lodo para escribir como lo hace este personaje sin autoridad literaria, un crítico de caricatura, ensayando no sus "quince minutos" de fama, como dice cuando se refiere a Heberto, sino su medio segundo de estupidez. Olvidar el papel protagónico de Heberto en un momento en que todos los intelectuales inclinaban sus cabezas y aplaudían al déspota es sin duda el sueño dorado de la Seguridad del Estado castrista. Olvidar que fue él y no otro, quien le puso el cascabel al gato, parece encomienda de alguien más. Pero hay que reirse si a esto añadimos el atrevimiento de este "enayista" al escribir un "sesudo" artículo diciendo que Heberto Padilla es un poeta menor.
   Precisamente es Heberto Padilla quien, con su extraordinario decir, irrumpe con una poesía nueva, fresca, única, capaz de hacer del lenguaje sucio y gastado de la retórica revolucionaria, un verso no esperado en la lengua castellana, tan dada a ratos a los excesos.

(Leopoldo Ávila en Miami, Blog Belkis Cuza Malé, julio 2007)

Tuesday, February 18, 2014

Cintio Vitier vs. Jorge Mañach

Diga el doctor Mañach, como lo dijo en su primer artículo sobre este asunto, que padece de incapacidad de fruición con respecto a los poetas de Orígenes —entre los que hay temperamentos claros y oscuros, atormentados y serenos, y que sólo se agrupan y unifican por el fervor absoluto hacia la poesía. Esa declaración suya es sincera, exacta y tal vez inevitable. Pero no haga crítica ininteligible. No nos dé una lección confusa.

(Jorge Mañach y nuestra poesía. Diario de la Marina, octubre 1949)

Monday, February 17, 2014

Ernesto Hernández Busto vs. Cubaencuentro

En los últimos diez años los cubanos del exilio hemos visto cómo esta especie de Ministerio de la cultura cubana del exilio consagraba y reforzaba muchas de las taras autoritarias y antidemocráticas de la cultura castrista. La AECC siempre ha sabido usar los mismos argumento de la cultura oficial cubana: cualquier crítica se etiqueta automáticamente como un ataque, y un hipócrita victimismo previene a los descontentos de que “no hay que hacerle el juego al gobierno cubano”. Aún hoy, algunos de los valedores de Encuentro tildan de inquisitorial y “procastrista” una exigencia tan elemental como la exposición pública de unas subvenciones. El resultado de esta cadena perversa es un ente cada vez más subvencionado y, al mismo tiempo, más aislado de la crítica pública, más soberbio y manipulador, que funciona con ukazes, tabúes y consignas de exclusión. No es sorprendente que este funcionamiento haya estimulado las acusaciones de complicidad y colaboración con el régimen de La Habana.

(Nuevas objeciones a Encuentro, o sobre algunas perversiones de la cultura subvencionada, Blog Penúltimos Días, enero 2009)

Friday, February 14, 2014

Rolando Rodríguez vs. Rafael Rojas

La señal absoluta de que el autonomismo es la mala causa, se encuentra en el hecho de que los enemigos de la revolución patriótica de Cuba han encontrado que sus más chillones opositores se han convertido en alabarderos del autonomismo. Ese es el papel que ha quedado para Rafael Rojas, un coleccionista de citas de libros que jamás ha leído, que recientemente nos ha atacado por esta presentación en la sentina de El Nuevo Herald, de Miami —donde por cierto, a mucha honra nunca nos publicarían—, y debemos en consecuencia responderle con sumo placer en La Jiribilla. Rojas, quien es capaz en su supina ignorancia de confundir a Alfredo Zayas con Francisco de Zayas y a Rafael Fernández de Castro con el general José Fernández de Castro, ahora, trata de salvar la cara y como resulta culpable de su acendrado analfabetismo, rectifica urgentemente el párrafo donde lo afirma, gracias a nuestra advertencia. Pero su inopia histórica es contumaz. Ahora en un libro suyo, Los Motivos de Anteo, afirma el inefable Rafaelito que no pueden catalogarse de “conservadoras”, después de 1902, las carreras de “Montoro, Zayas, Dolz, Fernández de Castro, Terry, Zaldo o Giberga (pág. 105). ¿De quiénes está hablando en este batiburrillo autonomista? ¿De Francisco, de José o Alfredo, de Rafael o del general José? Evidentemente de Alfredo y el general José. Lo demuestra en que sin decir de dónde lo saca, asevera en su libro el poco serio y menos respetuoso Rojas, que el general José Fernández de Castro fue autonomista (pág. 104). Parece que se le había olvidado que en más de un lugar había metido la pata y dejó esta coda. Para 1902 Alfredo hacía rato era independentista y, ahora, integrante del partido Liberal y este José (hay otro autonomista) había sido mambí. Pero Rojas los menciona entre los autonomistas, porque en su confusión no sabe de cuáles habla. Ya se ve que lo suyo son puras estafas y ahora solo trata de engañarnos y decir que donde dije digo digo diego. Para completar la pifia, también señala que nada menos que Manuel Sanguily militó, junto a José Fernández de Castro, en el partido autonomista (pág. 104). ¿Habrá encontrado sus carnés de afiliados en el tacho de basura de su casa, creo de la calle Tristá? Que pruebe esas militancias si puede. Por igual, en tal libro asegura (pág. 104) que el coronel Jesús Rabí alzó el 24 de febrero de 1895 en el potrero de Las Yegüas la bandera autonomista. Por supuesto no dice que, luego, cuando se dio cuenta de que con ella ya no podía engañar más a los españoles —razón de su empleo— la tiró al suelo y enarboló la independentista. En el suelo la encontraron las tropas españolas. Hasta el capitán general de la Isla, Calleja, sabía que Rabí y los Lora habían tratado de trampearles. Solo Rojas no lo sabe.
   También tal especulador de medio pelo, se atreve a hacer este libro sobre grandes intelectuales de parte del siglo XIX y del XX, lleva a Mañach casi al cielo y, óigase bien, oculta por solo citar a algunos, a Raúl Roa, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez. ¿Por qué? ¿Cuáles pueden ser sus motivos? ¡Ah pillín! Porque recibió 30 monedas a cambio de su pase a la claque oficial de la contrarrevolución, y allí no se permite estudiar a los rojos. Además, solo con artificios puede escribir que “Martí habría suscrito los 115 artículos de la constitución de 1901 y —dice de forma dubitativa—, seguramente, hubiera rechazado el apéndice que impuso la Enmienda Platt” (pág.161). Pues miren: creo que Martí hubiera rechazado, entre otros, artículos como el que declaraba la posibilidad de expulsar de la Isla a los extranjeros perniciosos, como lo hicieron desde José Miguel Gómez a Gerardo Machado, y también el artículo sobre la pena de muerte y no seguramente, sino sin seguramente, hubiera impugnado la Enmienda Platt. Únicamente por ignorancia de la historia, materia donde no debe meter su nariz de Pinocho porque no sabe y entonces miente, el señor Rojas pudo haber tomado de fuente falsa, que el autonomista Giberga había rechazado participar en una colecta entre los delegados a la constituyente de 1901 para donarle a doña Leonor Pérez la casa natal de José Martí, porque aquel, uno de los adorados integrantes del santoral de Rojas, le dijo al coronel Enrique Villuendas que no colaboraba con la colecta porque Martí había sido un hombre nefasto para Cuba (pág. 149).

(Presentación del libro “El autonomismo en las horas cruciales de la nación” y respuesta a un timador, La Jiribilla, No. 408, 2009)

Thursday, February 13, 2014

Jacobo Machover vs. Guillermo Cabrera Infante

¿Acaso el autor les había ido a preguntar a los familiares de los fusilados si realmente creían en la "honradez" de sus verdugos? ¿Acaso les pidió alguna vez perdón a sus descendientes, una vez convertido en el mayor opositor a la tiranía castrista, a la que había servido con tanta furia mortífera? Lo peor es que esa diatriba tuvo un efecto inmediato: los fusilamientos fueron en aumento y no tuvieron fin. Durante décadas. Las palabras matan, tanto como las balas. ¿Les presentó el escritor exiliado alguna vez sus excusas a los hijos e hijas de los fusilados, a todos aquellos que Armando Lago, María Werlau y ahora Alexis Romay, al frente de "Archivo Cuba", han identificado uno por uno?

(Guillermo Cabrera Infante y los fusilamientos, Diario de Cuba, enero 2012)

Wednesday, February 12, 2014

Rolando Sánchez Mejías vs. Talleres literarios

Es cómica la paradoja escritural que vivíamos: por un lado, morábamos en La Casa del Lenguaje (al menos pretendíamos eso); y por el otro, morábamos en esas modernas fábricas de escritura, los talleres literarios. Los talleres, en Cuba, han sido emblema básico del proyecto democratizador de la Literatura (ejemplo de propósito alto a que aludí al principio). La escritura, producto de un debate fraterno, podía dejar de ser burguesa. Un escritor podía formarse como un obrero: las palabras, al fin y al cabo, también eran herramientas y productos articulables con una fuerza de trabajo. La Casa del lenguaje y el Taller Literario: polos esquizoconvexos de un trayecto ordenado por la Historia.
   En el taller se hablaba de eliminar todo lo superfluo. Y los relatos debían de ser conducidos sin dilación a puerto seguro. Lo bueno, si breve, infinitamente bueno. Mientras más taches, más te acercarás al Texto Ideal. Así procede la Escuela Realista Cubana.

(Contar con las palabras, Encuentro de la cultura cubana, No. 1, 1996)

Tuesday, February 11, 2014

Pablo de Cuba Soria vs. Rolando Escardó

Rolando Escardó fue un poeta de escasos recursos tanto formales como ideotemáticos. Sus lecturas, según me trasmite su escritura, algo pobres. El César Vallejo que tomó prestado —talento le faltó para robar, como exigía Eliot— no sobrepasa de una apropiación interesante. La pobreza que irradia buena muestra de la obra vallejiana, apenas es chispazos en Escardó. Cuando leo los textos críticos que Lezama, Cintio y Fina le dedicaran al poeta, experimento una curiosa sensación: todos sostienen al poeta más por la persona que fue que por sus versos. Lo mismo me sucede con el hermoso prólogo que Piñera escribiera a El libro de Rolando. Compartir la frase de Vitier que señala a Escardó como el origen de toda la poesía escrita después de 1959, equivaldría a profesar la fe hacia teleologías insulares y hacia ese sol del mundo moral.

(En su merecido olvido, Cubaencuentro, mayo 2005)

Monday, February 10, 2014

Roberto González Echevarría vs. “El Comandante Veneno”, de Manuel Pereira

Lourdes Casal, de quien yo fui muy amigo, y a quien quise porque era una mujer sincera en sus errores, apasionada en sus errores, un día, cuando ella estaba metida en lo de Cuba —ella regresó a Cuba a morir y se sumó a la Revolución, ella que había trabajado para la CIA en África—, Lourdes, que había sido más católica que el Papa, que hacía proselitismo, Lourdes me llamó una vez, cuando yo era ya bastante conocido, para darme un mensaje de Cuba, un mensaje a González en vez de a García, y era que en ese momento estaban promoviendo a Manuel Pereira, el de la novelita esa que se llama El Comandante Veneno, una novelita que le publicaron con un prólogo de Carpentier y un epílogo de García Márquez, porque Pereira era el marinovio de la Dalia, es decir, de Alfredo Guevara, y me mandaron el mensaje a través de Lourdes que yo debía escribir algo positivo sobre Pereira y que así se me abrirían las puertas en Cuba. Eso te lo juro por mis hijos. Yo le dije: «Lourdes, mira, yo leí esa novela, es malísima y yo en estas cosas no me vendo». Porque Severo decía: «no tenemos dinero, no tenemos país, no tenemos poder, no tenemos nada, pero tenemos el criterio y eso no lo podemos ceder». Así que eso para que tú veas hasta dónde llegan las cosas.

(La ruta de Roberto, entrevista de Gustavo Pérez-Firmat, Encuentro de la cultura cubana, No. 33, 2004)

Friday, February 7, 2014

Fermín Gabor vs. “Hongo fino”, de Rufo Caballero

Y en verdad hay que tener mucho genio crítico y tremendísimo aparato sensorial para titular a un libro Hongo fino. Título así proviene de una descripción cometida por Dulce María Loynaz: “Era una piel que no tenía propiamente la consistencia del molusco, porque carecía de elasticidad, ni era tampoco semejante al barro que trabajan los alfareros (...) Le pareció más bien su carne como una carne de hongos, húmeda y granosa... Ella misma recordaba un fino hongo brotado silenciosamente de la tierra...”  Pero lo que en mujer viajada y devoradora de champiñones y otras delicadezas debió ser hongo comestible o seta, en Rufo Caballero deviene (¡y más en el calor de la tierra santiaguera donde fabricaron su volumen!) calvario de los pies, escozor y malos aires.
   ¡Micocilén para Dulce María Loynaz!
   Rufo C. mezcla hidraúlica y electromagnetismo para inscribir su libro en “el manantial exegético de las últimas décadas alrededor del imán Dulce”. Y destaca el auge actual que entre los críticos isleños goza la obra de Loynaz: “Después de Carpentier y de Martí, al par que Lezama, Dulce motiva cada día más a la intelectualidad cubana...”
   Da gusto oír que algo que no sean dólares y viajes al extranjero motiva a la intelectualidad cubana. Ahora bien, ¿no es signo de lo mal que anda ésta el hecho de que a los nombres de Martí, Lezama y Carpentier venga a juntarse el de esa muchachita del Vedado? ¿Qué hace Dulcita entre adultos, por genio que ella misma se crea o por obra maestra que suponga haber fabricado?
   No resulta infundio de Rufo Caballero la tanta atención crítica sobre ella, y valdría la pena preguntar por sus causas. Una posible es el aumento de los estudios empeñados en colar matrona en el canon cubiche del siglo XX (véase el reciente libro de Zoila Capote, Contra el silencio.Otra lectura de la obra de Dulce María Loynaz). Otra: agotado el cultivo de los Guillenes y Carpentieres, la atención oficial gira hacia Loynaz y otros nombres ariscos. Visto así, no es casual que el mayor centro literario habanero lleve el nombre de Dulce María Loynaz (y ocupe su mansión). Así como tampoco resulta casualidad que la más oficial revista cultural cubana haya pescado nombre en la invocación a un ángel hecha por José Lezama Lima. 
   Existe, quizás, esta otra razón menos concertada: el manantial exegético de la intelectualidad cubana confunde lo cursi con lo raro. Así, una vieja escritora enclaustrada en su mansión cobra fama de Emily Dickinson. Y su novela, que los críticos no logran fechar con certeza, resulta prima hermana (aunque humilde) de las novelas de Virginia Woolf, de los experimentos de Gertrude Stein, de la única novela que Djuna Barnes terminara... (Respecto a la fecha de escritura de Jardín, Aldo Martínez Malo, Alberto Garrandés, Antón Arrufat y otros maquillamomias se debaten entre 1935 y 1951. Igual da: en cualquiera de esas dos fechas  no dejaría de ser un bodrio con crema, un masareal de lirismo. Jardín es la ¡Ecue-Yamba-O! de una carrera sin otra novela a la vista.)
   Pero, al fin y al cabo, no es pertinencia crítica lo que ha de procurarse en un libro de Rufo Caballero, sino la nota personal en que su autor incurre siempre. (¿Quién será el vivo dispuesto a antologar esas rachas de intimidad dejadas por Rufo en cada una de sus apariciones?) Ya lo tropecemos en la pantalla televisiva como comentarista de video-clips o sorprendamos en revistas sus artículos sobre cine y artes plásticas, no falla nunca el pastelazo en plena cara, el resbalón jabonoso, la patada por el trasero, el despeñarse por escaleras... Rufo es el rey de la astracanada autobiográfica.
   Corramos, pues, a lo confesional, al bolerón de su vida, al secreto que quiera contarnos. De visita en su ciudad natal luego de mucho tiempo de ausencia, él procura la casa familiar. Demora en encontrarla, y la descubre esmirriada o pequeña... Pero será mejor ponerlo en sus palabras: “Llegué a la casa de paso en que me acogían por esos días, me fui directo a la ducha, y mientras dejaba que el agua se batiera con el desconsuelo de una tristeza sabedora de que no se reparará ya más, alguna extraña palabra, una santa palabra, comenzó a brotar: Jardín”.
   Pocas veces la literatura cubana ha conseguido mostrar en la ducha a sus representantes. Y ahí tenemos a Rufo: el chorro de la ducha da contra su cuerpo, contra ese desconsuelo, contra lo que Miguel Barnet ha llamado “su aparato sensorial”. Tenemos a Hongo Fino en la ducha y, ¿cuál es la eureka que exclama? ¡Jardín, la noveluca de la ocamba!

(La Lengua suelta # 32, La Habana Elegante, segunda época)

Thursday, February 6, 2014

Belkis Cuza Malé vs. La Jiribilla

Supongo que si desean competir con las publicaciones digitales de acá --muy buenas todas, por cierto-- van a tener que afilar el lápiz y dejarse de jiribilladas. Si la cuota de boberías no les alcanza, si el odio les ciega, y la sumisión al dictador los obliga al delirio --como el poema sobre Miami de Miguel Barnet--, mejor se toman un tranquilizante, y de paso le cambian el nombre a la publicación, que más bien debería llamarse La Pacotilla, La Rabadilla, La Jutía, o mejor La Jarretuda, porque de jóvenes (y menos, rebeldes) ya sólo les queda el casco y la mala idea.

(“La Jiribilla” y otros insectos, La Nueva Cuba, mayo 2001)

Wednesday, February 5, 2014

Daniel García Santos vs. “Todos los buitres y el Tigre”, de Jorge Luis Arzola

Para el  mercado que pretende ser hegemónico, Cuba es una línea política cuyos tópicos debe asumir un producto literario que quiera situarse dentro de la jerarquización económica y promocional. Simples enunciados que, a fuerza de repetidos, e impostados en el lenguaje poético, persiguen el descrédito de  la sociedad cubana actual: la prostitución, la corrupción, la quiebra de valores, la hipocresía, la falta de libertades, el acoso policial y civil, la emigración, el derrumbe físico del entorno, la supervivencia, el derrumbe de las instituciones, la revisión de la historia y de sus figuras más relevantes, etc. Estos tópicos son las señas temáticas, que ese mercado lanza  para los que, tanto fuera, como dentro de la Isla, aspiren a legitimarse en el mercado internacional de la literatura, y en especial en la zona de ese mercado abierta para el tema cubano. Es el peaje para circular por esa ruta del éxito promocional y de ventas. En correspondencia, ciertos autores, asumiendo posiciones éticas controvertidas frente a la naturaleza del proceso de creación,  los emplean como ejercicio de marketing.
   El problema, desde mi punto de vista,  no solo radica en la naturaleza del mercado mismo, sino sobre todo en la actitud que se asuma frente a él, y que tiene implicaciones éticas, como advierto y he tratado de exponer en Todos los buitres y el Tigre, no obstante las circunstancias que están condicionando al autor en su actual país de residencia.

(Encrucijada, La Jiribilla, junio 2007)

Tuesday, February 4, 2014

Juan Abreu vs. Alejandro Armengol

Después de pensarlo mucho he llegado a la conclusión de que Armengol desea secretamente que Zoé Valdés lo sodomice. Parece extraño, ya lo sé, pero las cosas del sexo suelen ser así de raras algunas veces. No encuentro otra explicación a la evidente fijación que sufre el periodista de El Nuevo Herald con la escritora cubana radicada en París.
   Armengol, como se sabe, ha decidido hacer carrera criticando a los cubanos de Miami. Me parece bien. El material es suculento. Se coincide ahí con toda la crápula castrista infiltrada en los medios de comunicación de Miami, pero todo tiene su lado ingrato en la vida. Y la vida es riesgo o abstinencia, como dijo el Maestro.

(Blog Emanaciones)

Monday, February 3, 2014

José Álvarez Baragaño vs. Orígenes

Todo el llamado grupo Orígenes parte de una anulación doctrinal, de una ausencia de estructura, de querer expresar algo que no saben, que no pueden o no llegan a expresar. De lo que surge, por una parte, una vacuidad completa, el caso Vitier: la poesía también tiene horror del vacío. Un sentimentalismo municipal del más grosero, Eliseo Diego; un querer decir lo que no es capaz de decir.

(Orígenes: una impostura, Diario Revolución, marzo 1959)