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Friday, August 30, 2013

Antonio José Ponte vs. Guillermo Rodríguez Rivera (2)

En menoscabo de aquellos que escapan del círculo impuesto por sus verdugos y  denuncian la represión sufrida, Rodríguez Rivera alaba el silencio de las  víctimas, la digestión callada del veneno, la pasividad intelectual ante el  castigo político. Incluso ateniéndonos a su propia lógica, la última frase  citada resulta miserable. Pues las víctimas estaban ya por encima de sus  verdugos desde el momento del castigo.
   Ahora bien, ¿qué hacía Guillermo Rodríguez Rivera mientras se sucedían las  ofensivas revolucionarias? No resulta descabellado conjeturar que su texto  ha sido compuesto para contestar a tal pregunta. Apreciemos entonces su  recuento  por  lo que encubre y por lo que confiesa: "El primer Caimán   Barbudo, en efecto, tenía explícitamente prohibido (por el Comité Nacional  de  la  UJC, del que dependía y que en esos tiempos tenía una política  homofóbica) publicar a ningún joven escritor o artista que fuera homosexual. Ello no fue nunca una decisión de los que hacíamos la revista".
   Menciona a continuación algunos intentos, fructuosos e infructuosos, de  publicar obras de escritores homosexuales, y termina su viaje al pasado con  esta disyuntiva: "En esas aguas turbulentas teníamos que navegar, o irnos a  hablarle a la cámara de algún documental de nuestros enemigos".
   De creer en su versión, él y el resto del equipo dirigido por Jesús Díaz no  tomaron  decisión  alguna  contra homosexuales. Cumplían, no obstante,  instrucciones al respecto: instrucciones de arriba. Poco importaba qué  pensaran ellos, estaban obligados a obedecer. Por juramento militar o de  partido.
   Zafarse de la complicidad con un comité homofóbico y abandonar la redacción  en donde se estrenaban de comisarios, no era alternativa valedera para los  fundadores de El Caimán Barbudo. (Ni siquiera ahora le parece viable a  Rodríguez Rivera, quien, empeñado en convencernos de lo inevitable de su  proceder, estrecha tanto el espectro de oportunidades que deja afuera la  figura que antes alabara, la víctima en silencio).

(Un puente de silencio. Cubaencuentro, marzo 2006)

Thursday, August 29, 2013

Vicente Echerri vs. Amir Valle

Así enunciada, la posición de Valle parece noble y encomiable: sustraer la literatura de la servidumbre ideológica a que la ha sometido el castrismo y defender su derecho a expresarse sin subordinación es tarea que merece no sólo simpatía, sino también respaldo. Es el sitio que algunos escritores cubanos quisieron defender alguna vez y terminaron presos, exiliados o definitivamente marginados, en aquellos “tiempos difíciles” cuando el Estado totalitario solía castigar severamente cualquier postura que no fuese la adhesión absoluta. Ahora, cuando ese Estado es un régimen en descomposición, la existencia de un quehacer literario independiente, o que aspire a la independencia, digna es de celebrarse.
   Sin embargo, si esa independencia se traduce en una ciega imparcialidad, fingida o real, frente a las posiciones ideológicas o políticas más distantes, igualando con el mismo rasero de respeto a los que apoyan a un régimen brutal y a los que lo denuncian; a la ideología que justifica a una dictadura sangrienta y a la ideología opuesta que la condena; a los sicarios de ese régimen y a sus víctimas; entonces mis simpatías se quedan sin justificación. Cuando Valle dice en su carta respuesta a Belkis Cuza: “Respeto a muchos colegas que defienden un comunismo absoluto en el que nunca he creído… Respeto, asimismo, a quienes creen firmemente en que la única solución de nuestro país es una apertura… sin ningún tipo de huella de comunismo en nuestra sociedad” lo único que está diciendo es: o bien que no sabe lo que significa el término “respeto” o que, a partir de una profunda aunque enmascarada arrogancia, no respeta realmente a nadie. Estamos frente a un pernicioso relativismo que hace de quien lo profesa o lo practica, en el mejor de los casos, un amoral o, en el peor, un cómplice.

(Comprensión o complicidad. Encuentro en la red, marzo 2001)

Wednesday, August 28, 2013

Cristóbal Díaz vs. Zoé Valdés

El discurso literario de Zoé Valdés nunca llegó a levantar el vuelo que prometía. Y no sólo eso, sino que ha ido de mal en peor, evidentemente exacerbado por su afán de publicar un libro cada año, y a veces cada pocos meses. Sin una base cultural sólida, sin la sensibilidad ni el ojo requeridos, sin ese famoso detector hemingwayano que debe tener todo autor para detectar la porquería que escribe (Hemingway usó una palabra más fuerte), y con el apuro de publicar a toda costa, ha ido dejando una obra esperpéntica que no tiene salvación ni futuro.

(La eternidad del instante: un engendro de la subcultura. Red Literaria, septiembre 2006)

Tuesday, August 27, 2013

Virgilio Piñera vs. Cintio Vitier (a propósito de Emilio Ballagas)

Tal dialéctica idiota produce tales mitos idiotas. Si tuviéramos que dar un nombre a tales procedimientos los llamaríamos “procedimientos provincianos”. En cierta ocasión me decía el escritor Charles Steinberger que nuestra historia era tan cercana, nuestros héroes tan recientes que el también reciente crítico de esa historia y de esos héroes produciría de seguro irritación en sus lectores si se decidiera a decir toda la verdad. Esa reciente historia es compromiso, paliativo, concesión y acomodamiento a nuestros provincianos procedimientos críticos. Así, Martí es puro, Maceo es puro, Gómez es puro y tutti quantti... ¡Cuánta pureza! ¿Y ni una gota de cieno? ¿Ni una? No, ni una, porque esas vidas no son las vidas de esos héroes sino nuestra propia tontería produciendo pureza en gran escala.
   Rechazo esa pureza que mancha de blanco hasta dejar sin rostro alguno al poeta, al soldado o al héroe indefensos. Sus amigos olvidan que la mitad de toda pureza es impureza, lucha, espanto, tinieblas y horror. No veo en razón de qué sacrosantas leyes tengo yo que hablar páginas y páginas de un Ballagas que ya no sería Ballagas sino su envilecida mistificación. No veo por qué tenga yo que envilecerme y prostituir mi pluma ocultando más y más en sus trazos la verdadera personalidad de este poeta. Si yo fui su amigo del alma por diez años, si es cierto que su muerte me dejó sin resuello, si ella me echó a correr como un loco por las calles de París (allí un amigo me reveló esa muerte) y si también me sentí muerto, como el propio poeta sin sangre en mis venas, ¿cómo, entonces, pregunto, si uno ama, si uno casi muere de dolor, si día a día se vio la convulsa faz del amigo y si él me confió sus tormentos, cómo podría yo emblanquecerlo con “fango” de amigo puro hasta hacerle perder su cara y darle esa otra de lechero de una Inmortalidad acomodaticia?
   Si los franceses escriben sobre Gide tomando como punto de partida el homosexualismo de este escritor; si los ingleses hacen lo mismo con Wilde, yo no veo por qué los cubanos no podemos hablar de Ballagas en tanto que homosexual. ¿Es que los franceses y los ingleses tienen la exclusiva de tal tema? No por cierto, no hay temas exclusivos ni ellos lo pretenderían. Franceses e ingleses no parecen estar ya dispuestos a hacer de sus escritores ese lechero de la Inmortalidad que tanto seduce todavía a nuestros críticos.
   No voy a caer en el método crítico-paliativo. Por ejemplo, no voy a hacer más hermética la imagen de Ballagas, y por hacerlo más “blanco” no lo voy a oscurecer con juicios como el de Vitier, que no aclaran absolutamente nada al lector. “Pero fijémonos en que el poeta nos advierte: ‘Hice trizas mi copa de escanciar la tragedia.’ ¿Qué tragedia es esa que el adolescente ha vislumbrado en su meditación o su presentimiento?”
   Vitier no contesta, a través de un ensayo de cincuenta páginas, la pregunta hecha tan dramáticamente. Es que su afán de pureza, su anhelo de que el poeta sea el lechero de la Inmortalidad le han impedido responder a su propia pregunta-clave.

(Revaluaciones. Ballagas en persona. Ciclón, No. 5, 1955)

Monday, August 26, 2013

Haroldo Dilla vs. la declaración de la UNEAC durante el Pavongate

La regurgitación de la bilis del quinquenio gris fue un balón de ensayo orquestado por el tristemente célebre departamento ideológico, cuyo jefe —un caso prototípico para Lombroso— sabe muy poco de cultura pero mucho de medidas activas de inteligencia. Y lo hicieron exponiendo a la picota pública a tres ancianos que les sirvieron fielmente durante años. Los animales carniceros no entraron al establo, sólo abrieron la puertas para ver cómo reaccionaban los caballos finos. La declaración de la UNEAC cerró nuevamente las puertas, y fue así, con las puertas cerradas que han comenzado las conferencias sobre el quinquenio gris. Es el límite sistémico de nuestros escritores y artistas.
   Estos deben aprender algo que una vez nos alertó un comunista brillante: hoy se llevan a otros, y si no protesto, mañana me llevan a mí. Sobre todo, cuando quedó claro que los inquisidores cubanos ruegan a Dios pero mantienen su pólvora seca.

(El establo de los caballos finos, Cubaencuentro, febrero 2007)

Friday, August 23, 2013

Ernesto Pérez Chang vs. Eduardo Heras León

He leído cuentos, centenares (por exagerar y no por penitencia), salidos de ese molde de yeso que alguien se ha dado en llamar “Taller de técnicas narrativas” y, lo peor, he escuchado frases como estas: “un cuento al estilo del taller del Chino Heras”, y no les falta razón, no sólo porque Eduardo Heras León promueva con su polémico taller de técnicas narrativa tales enjuiciamientos, sino porque ciertamente una buena parte de los egresados padecen de una “intoxicación post operatoria” que les impide librarse de las más tentadoras fórmulas ejercitadas en la escuelita (debiera decir “instituto”, pues, vivir para verlo, pronto entregarán diploma y anillo de graduado). Quien ha sido jurado de algún premio nacional en los últimos tres años ha podido comprobar que es muy fácil identificar a un tallerista: regla número uno, quirogianos hasta el suicidio; regla número dos, adoradores de Hemingway y fabricantes de iceberg hasta convertirse en esquimales del trópico o en patéticos pescadores de sardinas; y no mencionemos una tercera, el afán paleontológico cuando les da por imitar la broma no entendida del dinosaurio de Monterroso. Y mientras se trate de uniformidad, iremos bien entonces.
   No sucedería lo mismo si escucháramos decir de boca de un ex alumno (he conocido a algunos de Granma y Santiago de Cuba), que “gracias al taller del Chino, ellos (los de provincia) han podido darse a conocer porque siempre se les había negado la posibilidad de ser publicados en revistas como La Gaceta de Cuba o de participar de ciertos foros”. (Y ahora lanzo mi bola) ¿Realmente Heras León ha venido a resolver un problema, a llenar un vacío? Una respuesta positiva a mi pregunta podría llegar a convertirse en una ráfaga (mortal) de verdades irrefutables. He escuchado algunos “sí” en varias ocasiones, incluso con argumentos que me hicieron creer que la realidad era así de sencilla: el Chino llegó y todos fueron felices y comieron perdices.
   En opiniones como esta, el verbo del mal crítico —la verbosidad— se habrá hecho carne. Sería una prueba de que el comodín que han fabricado ¿ingenuamente? nuestros críticos más perezosos, ha comenzado a hacer efecto, puesto que, en un grato análisis, en principio habría una crisis (oportuna crisis), la de siempre, donde no existe la narrativa joven cubana o, si existía, lo hacía de un modo precario con tendencia a la extinción; y, para el final feliz se reserva la llegada de un Mesías, Eduardo Heras León, quien colocaría en nuestras manos las herramientas y la táctica para el gran salto, con el cual, dentro de unos 15 años (cálculo conservador) podremos aspirar a un Nobel, aunque nos conformaríamos con otro Cervantes, aunque fuera así de pequeño.
   ¡Por favor!, ¿de qué materias ridículas estaríamos hablando? No tengo nada en contra de los talleres, los celebro y los canto, pero coloquemos el de Heras en el lugar que le corresponde, ni más arriba ni más abajo. ¡Dejemos de pensar la literatura cubana como un proceso de extinción-resurrección donde un San Jorge nos libera de las fauces de la bestia, y donde, ante una crisis dibujada, irreal (sabrosa y bendita crisis que nos hará escribir cada día mejor) erigimos como respuesta un taller supremo (dotado con “todos los hierros”)! Tal mecanismo (el de la resurrección por la voluntad de un mesías literario) pudiera ser muy excitante para una conferencia en Turquía, pero dejémonos de tanta modorra intelectual y pensemos, sobre todo eso “pensemos”, que nadie ha venido a salvar nada. Todo ha estado ahí (como el dinosaurio de Monterroso), y el taller del Chino, de no ser por la alharaca que lo promueve o por la cobertura y el apoyo que ha tenido en detrimento (¡qué pena!) de otros (provincianos o no), sería uno más y no precisamente de los mejores en cuanto a propuestas reflexivas sobre el acto escritural.
   Otros espacios similares, pero no tan famosos, a pesar de carencias económicas, esplendores o crisis, se han mantenido, a la sombra de una modesta casa de cultura de un municipio modesto, orientando lecturas, despertando el interés por la literatura (sí, por la LITERATURA, y no por el mero oficio de redactor de relatos). (Literatura es pensar el mundo, no hacer pasarelas como Naomi Campbell.) La técnica entrará por los ojos mientras leemos como posesos, y esta fórmula la he tomado —y no hay otra verdad— de otros profesores de talleres literarios que, hoy, ignorados o despreciados por discípulos amnésicos y por un periodismo y una crítica ciegos, tautológicos, irreflexivos (¿por ignorancia o por voluntad?), parecen extinguidos.

(¿A la escuela hay que llegar puntual? Cubaliteraria, mayo 2006)

Thursday, August 22, 2013

Fermín Gabor vs. “Cuento cubano del siglo XX”, de Jorge Fornet y Carlos Espinosa

Según él, la narrativa cubana del siglo XX termina aproximadamente a la misma vez que el Muro de Berlín. El siglo empieza con el desencanto por la independencia perdida, el asombro por la aparición del amo estadounidense, y termina con el desencanto por la dependencia perdida, el pasmo por la muerte del amo soviético. Jorge Fornet une ambos desencantos como si estuvieran hechos de la misma nota, y habla más de encanto y desencanto que el espíritu de la tendera-mártir Fe del Valle. 
   Si descarta de su antología a los nacidos en los sesenta y setenta (Ena Lucía Portela queda también afuera) es porque “no parecen desencantarse de nada, porque nunca llegaron a escribir obras marcadas por el encanto”. 
   No será recurrir a freudianismo muy barato el recordar que Jorge Fornet es hijo de Ambrosio Idem, y que éste se ha pasado buena parte de su vida clamando por la aparición de la “Novela de la Revolución” (ya está que acepta hasta la “Novela de la Contrarrevolución” con tal de haber pronosticado algo). Y no será muy descabellado suponer que “el Encanto” de que habla el hijo (Encanto no quemado y tan en pie como el Muro de Berlín) se encuentre en los predios de la “Novela de la Revolución” que anunciara el padre.
   Lo cierto es que a Fornet el Junior parecen gustarle los destinos con arrepentimiento, la relojería larga de las novelas psicológicas, porque no acepta que alguien pueda estar desencantado en su escritura sin haber producido antes algún ejemplar de escritura encantada. Desconoce que puede nacerse desencantado del mismo modo en que Buda naciera con dientes. Y pretende hacernos creer que narradores como Senel Paz y Arturo Arango y Francisco López Sacha están desencantados. (La directiva de El Encanto recomienda a sus compradores las figuritas de pioneros con que termina "El lobo, el bosque y el hombre nuevo." Nuestro Departamento de Bibelots y Chucherías se enorgullece de contar con tales artículos.)
   Fornet el Hijo tiene otra razón para cerrar el siglo un poco antes y dejar fuera de la fiesta a treintañeros y cuarentones, y es que la obra de éstos “apenas comienza”. Vistas las cosas cuantitativamente, no entendemos cómo puede entonces antologar a Senel Paz. La escasa obra de C’est ne Pas en el género consta de un solo libro y de la famosa pieza suelta antes aludida. Y, vistas cualitativamente las cosas, sería mejor creer que las obras cuentísticas de otros de los incluidos apenas comienzan. Porque daría chance a sus autores para rectificarlas desde los presupuestos.
   Pero Fornet el Chama no sólo se encarga de desterrar de su selección a toda una generación de escritores, sino que los regaña y les señala su “debilidad”. Debilidad que también considera fuerza (puro doble filo) y que explica a través de un ejemplo de Godard que ojalá consiga entender el lector que se asome a su prólogo. Porque yo no alcancé a ello. 
   A ningún otro grupo de escritores señala Fornet el Niño defecto tan de bulto y, de querer explicarnos la razón de tanta inquina por parte de este antologador -destierro y calimbamiento-, encontramos esta frase suya: “La mayor parte de ellos realiza, más bien, una literatura posrevolucionaria, en el sentido que la historia y el destino de la Revolución misma no parecen preocuparles”. 
   Lo mismo que un Cintio Vitier, antologador eximio, Fornet Baby está aquejado de hegelianismo, del Hegel que dispuso que el Estado Prusiano era la sabrosura misma. O como Carlos Puebla cantara: “Se acabó la diversión / Llegó el prusianismo y mandó a parar”. No nos asombraría demasiado que en el prólogo a esta reciente antología de cuentos se nos advirtiera que ya en 1905 Esteban Borrero Echevarría, el primero de los antologados, había visto “la cúpula de los actos nacientes”, la llegada de la revolución triunfante en 1959. Según este ordenamiento vitieriano, todo el siglo cobra sentido gracias a la Revolu, y cuando los narradores, ni encantados ni desencantados, se desentienden de la Revolu, se acaba el siglo y Fornet el Vejigo le dice a su coantologador Espinosa: “Apaga y vámonos”.
   En un ensayo aparecido en el último número de La Gaceta de Cuba, Waldo Pérez Cino acusa a Ambrosio Fornet de no saber leer literatura. Lo mismo puede decirse de Fornet Criatura: lee mal toda narrativa que no sea realista (¿es "Conejito Ulán" de Enrique Labrador Ruiz un cuento desencantado o encantado respecto a la Revolu?) y lee mal toda narrativa realista que no se ocupe de uno de los múltiples asuntos que se le presentan a un escritor. Fornet e Hijo son la plaga más sostenida que le ha caído a la crítica cubana y frente a ellos a uno no le queda más que agradecer al Destino (asunto más crucial para la narrativa que la Revolu, por ejemplo) que los hijos de Cintio Vitier hayan salido músicos. 

(La lengua suelta # 6, La Habana Elegante, segunda época)

Wednesday, August 21, 2013

Marcelo Pogolotti vs. Emilio Bobadilla

Si Bobadilla sobresale en nuestras letras como crítico polemizador, de prosa liviana, coloreada y flexible, resulta un fracaso indubitable como poeta y novelista. Está más preocupado por demostrar que interesado en producir obra de creación, acaso porque ésta carece de la tan decantada objetividad científica que él pretendía mantener a toda costa, incluso del arte y aun del buen gusto.

(La República al través de sus escritores. Editorial Letras Cubanas, 2002)

Tuesday, August 20, 2013

Pablo de Cuba Soria vs. Alberto Edel Morales

Desde Heredia, la poesía patriótica cuenta con una vasta tradición en la Isla; unos pocos poemas atendibles y otros, los más, propios de poetas de escaso talento o de versificadores y tristes oradores de tribunas. Tensión lírica como la alcanzada por el Himno del desterrado del mismo Heredia, por Dos patrias de José Martí, y algún que otro momento de Nicolás Guillén, conllevan a afirmar lo primero: se sostienen desde una auténtica expresión y no en torpes/sombríos discursitos nacionalistas. Y poemas con apenas aliento ni contención poemática, como decenas firmados por Félix Callejas, Manuel Navarro Luna, Ángel Augier, Mirta Aguirre, Julia Calzadilla, et al, muestran el otro lado —sin color, sin figuras— de la baraja.
   A este nutrido segundo grupo se acaba de sumar un poeta digamos joven que años atrás veía los autos pasar hacia occidente y hoy, gracias al talento que la "batalla de ideas" ha sembrado en parte del pueblo cubano, logró renovar/darle nuevos bríos a la tradición de la poesía patriótica insular (¡Miren que la revolución ha logrado maravillas!: ¡Vacas enanas! ¡Marionetas que aplauden a diario! ¡Talentos literarios prefabricados!…).
   A este poeta, más bien funcionario del Instituto Cubano del Libro, se le otorgó hace pocos meses el Premio Extraordinario de Poesía Regino Pedroso que convoca anualmente el oficialista —¿cuál en Cuba no lo es?— periódico Trabajadores con el texto Otro color, otras figuras geométricas. Este funcionario, con tres o cuatro libros de poesía publicados, ha escrito en la revista electrónica La Jiribilla —también oficialista, faltaba más— un artículo para explicarle a Cuba y al mundo las motivaciones, génesis, proceso de escritura y recepción del poema.
   O mejor, cito sus palabras: "los diversos elementos que confluyeron en su escritura". Nada, semejante a un escritor de best sellers que le confiesa a sus fans los secretos de su arte inigualable. Yo, no voy a hacer la crónica de un mal poema y un infame artículo publicados; ahí está La Jiribilla, aunque lo advierto, sin ángel que ruegue por nosotros. Sí me detendré —raudo y veloz— en algunos de sus momentos más significativos, insultantes.
   Muchos se preguntarán, ¿para qué perder el tiempo en leer y escribir acerca de algo a lo que no vale la pena dedicarle media neurona? Como señala Nietzsche en Ecce Homo: "A lecturas que irritan, es necesario escribir con martillo sobre ellas; de lo contrario, producen indigestión".
(…)
   En un momento del artículo el funcionario confiesa que se cuidó de no resultar “retórico ni demasiado afirmativo y que su lenguaje correspondiera a lo que” considera “son las esencias propias de la poesía actual”. Retórica hueca sobra; pero ahora bien, me pregunto: ¿esencias de qué poesía actual? Supongo que la escrita en las peñas deportivas; aquella que trasnochan los trasnochados. Ellos están de fiesta. En próxima rendición de cuentas elegirán por unanimidad al autor de Otro color, otras figuras geométricas, presidente vitalicio.
   Allá por los años ochenta en la Isla, como ya conté, se recitaba histéricamente el poema Mi bandera de Bonifacio Byrne en los matutinos escolares. Pero al menos, aquel evento representaba cierto fervor ingenuo. Cierta puerilidad que a pesar de sabernos hoy a engaño, está ahí. Otro color, otras figuras geométricas ni siquiera valdrá para henchir las gargantas de los pioneritos cubanos. Ni siquiera para adoctrinar marionetas que aplauden a diario. El viejo Byrne lo sabe: no fue buen poeta, pero lamenta su descendencia.

(Donde Bonifacio Byrne lamenta su descendencia. Cubaencuentro, febrero de 2005)

Monday, August 19, 2013

César Leante vs. Jesús Díaz y Encuentro

Como desconocía, al menos en hondura, el suelo literario cubano en España, y necesitaba granjeárselo, Jesús Díaz llamó a dos poetas y editores cubanos radicados en Madrid de largo tiempo atrás, Pío E. Serrano y Felipe Lázaro, propietarios y directores de las editoras Verbum y Betania respectivamente. Al primero lo hizo director-adjunto (cargo desconocido en Cuba, pero usual en la prensa española, de la que lo adquirió como un empréstito) de Encuentro, y al segundo secretario de la publicación. Mas la permanencia de Pío y Felipe fue fugaz. Para el cuarto número ya habían desparecido de la mancheta, así como el puesto de director-adjunto, no existiendo más que un director, Jesús Díaz, alzado y aislado, en el tope de la columna de la mancheta. Su sitio, el de Pío y Felipe, fue ocupado, pero ahora en ¿abstracta? redacción, por Manuel Díaz Martínez, Luis Manuel García, Iván de la Nuez y Rafael Zequeira.
   Tanto Serrano como Lázaro hicieron pública su separación de Encuentro en sendas cartas que le mandaron a Díaz y que fueron recogidas por el periódico La Prensa del Caribe. Las motivaciones de ambos eran muy similares: «Un creciente malestar –escribía Serrano–, producto de la incompatibilidad entre ciertas ideas mías y otros criterios, me impiden continuar en este proyecto...» y Felipe: «La decisión tomada por mí (...) se debe al malestar creciente que se ha creado en nuestra Asociación (léase Encuentro) por serias discrepancias en la conducción de la misma». Privadamente repudiaban los métodos de dirección de Díaz, que calificaban de «stalinistas» y en lógica consecuencia a él, Díaz, de Stalin. Ello les costó –al menos a Felipe Lázaro de mi conocimiento– el ser casi agredido físicamente por el autor de Siberiana. El tolerante Díaz, el dialoguero Díaz, el «impulsor» de la «reconciliación» de los cubanos de las «dos orillas», estuvo a punto de golpearlo con sus duros puños y empleando un símil boxístico le dijo que él (Lázaro) era «una hormiga» y él (Díaz) «un peso pesado». La sangre no llegó al río; y, claro, Jesús hablaba literariamente.

(El largo brazo de Castro. La Ilustración Liberal, julio 2004)

Friday, August 16, 2013

Enrique Patterson sobre José Martí

El humanismo martiano, tratando de rechazar la solución racista de Saco y Arango, elimina el problema en sí. Sin dudas hay un avance en Martí, en el sentido que no elimina, al menos, a los negros como cubanos, no obstante, los elimina como negros, como sujetos con una historia y con problemas sociales específicos. Ese “detalle” hace que el horizonte del pensamiento martiano no rebase –a su pesar– el espacio de la ideología racista de la élite cubana.

(Cuba: discursos sobre la identidad. Encuentro de la cultura cubana, No. 2, 1996)

Thursday, August 15, 2013

Antonio José Ponte vs. Amauri Gutiérrez Coto (2)

Antes supuse que mi oponente se negaba a pensar ciertas razones por lasitud o por temor. Ahora caigo en que lo guía una terca despreocupación frente a los hechos, y que se arrima a éstos con el fin de torcerlos a su antojo. “Tiene el historiador una importante responsabilidad frente al pasado de la nación”, avisa, “y no es otra que dignificarlo”. ¿Llama así a disimular todo cuanto parezca tenebroso o triste? ¿A trastocar hechos y opiniones inconvenientes mediante aplicación de maquillaje? Yo diría que la principal misión del historiador frente al pasado consiste en prestarle, antes que moraleja, entendimiento. “Dignificar no es obviamente engañar, sino hacer una lectura acertiva [sic] de las épocas ya transitadas siempre a favor del hombre”, se apura en aclarar Gutiérrez Coto. Pese a las deficiencias de puntuación, la frase expresa una filosofía útil a escritores de libros infantiles, si es que los escritores de libros infantiles no la estiman simplificadora.

(Una comedia del pensamiento histórico. Ultima respuesta a Amauri Gutiérrez Coto. Publicado en la red)

Wednesday, August 14, 2013

Virgilio Piñera vs. Gastón Baquero (2)

¿Cómo escribir a un personaje muerto? ¿Cómo moverle? ¿Cómo interrogarlo? Por la prensa supe de tu muerte. El periódico Información rezaba: “El Premio Justo de Lara adjudicado a Gastón Baquero, etc., etc..” La noticia no me tocó de sorpresa: ya se rumoraba días antes la gravedad de tu estado, consecuencia fatal de un terrible mal contraído meses atrás.
   Y es una muerte más pavorosa que todas las muertes, por razón del corto número que somos contra el largo “que está”. El momento cubano es terrible en todos los órdenes. Cada día la conspiración contra la inteligencia gana nuevas posiciones; cada día sus conspiradores ganan un neófito más. El ganador de hoy eres tú. El de ayer fue Justo Rodríguez Santos. ¿A quién le tocará mañana? Y recuerda que esta gente no concede nada gratuitamente; que tampoco se es ganador de un Justo de Lara, o de cualquier sucedáneo, impunemente. No quiero decir que hayas tenido que pactar para que te lo confiriesen: ningún periodista de Cuba te podría ganar, como se dice en buena lid ese galardón. Sino que tu entrada al mundo de las concesiones, de los paños calientes, de las aguas mansas te hizo criatura amorosa de toda esa ralea intelectual. Hoy ya eres el periodista Gastón Baquero, Premio Justo de Lara; que asiste a banquetes martianos a Pinar del Río para hacer el panegírico de Mañach; que forma en la ronda de la mascarada martiana para aplaudir la idea de una que se dice escritora mexicana. Y así por este camino. Claro que otro no tan rosado como éste era, por ejemplo, el de Espuela de Plata o el de Clavileño; jamás ninguno de los señores que ahora te premian te hubiese premiado por un ensayo como el titulado “Los Enemigos del Poeta”. Las razones son obvias. Ha sido necesario que descendieses hasta Varona para ser comprendido y estimado. Se comienza a tener perros de lujo.
   Pienso fríamente que todo esto responde a una profunda cuestión orgánica. Tú eres así y nada podrá cambiarte. Todo se resume al fin y al cabo en esa amarga frase que Diderot pone en boca de Jacques, en Jacques le fataliste e son maitre: —“Cela etatit ecrit la-haut…” Sí, Gastón, cada hombre tiene la vida que quiere, y tú has escogido la vida que te llamaba. Será toda una vida muy recta, muy ciudadana, llena de cívicas virtudes, amado de tu pueblo, honrado por tus iguales, pero en todo diferente a aquella vida llena de “destierro, silencio y astucia” conque Joyce se fortificaba.
   Es así que tu nueva vida o tu amarga muerte está asegurada. Desde ahora mismo puedes comenzar a disfrutarla.

(Virgilio Piñera, de vuelta y vuelta. Correspondencia 1932-1978. Ediciones Unión 2011)

Tuesday, August 13, 2013

Enrique del Risco vs. La Gaceta de Cuba

El trabajo sucio lo realiza La Gaceta de Cuba todo lo limpiamente que puede. Mientras la concesión del premio Cervantes a Cabrera Infante ocupaba grandes espacios en los medios de prensa del mundo hispanohablante, en Cuba sólo La Gaceta de Cuba da cuenta del hecho concediéndole apenas una columna donde equilibra lisonjas (“obra magnífica”) con injurias (“libros que nos avergüenzan”): Nótese el martilleo incesante del “nosotros”. La revista se instituye en nación o al menos en portero de la gloria nacional, cumpliéndose así lo que pudiera tomarse como la misión más constante de la revista: la domesticación sistemática de todo suceso cultural que amenace la paz espiritual de la comunidad de los más enterados, justo aquellos que no necesitan leer La Gaceta de Cuba para enterarse de que Cabrera Infante ganó el premio Cervantes. La ansiedad por tal domesticación queda definitivamente expuesta en la oración final de la glosa sobre el premiado: “También querríamos que un premio de esta naturaleza sea celebrado como lo que es: un reconocimiento literario, y que no sirva como pedestal desde donde atacar a la Revolución, y a una cultura que, a pesar de él mismo, lo cuenta entre los suyos”. ¡Curioso modo de contar entre los suyos (y aquí hacemos nuestra para subrayar la falacia, la equiparación implícita del texto de política cultural del actual régimen con cultura nacional) a un autor cuyos libros ni se editan ni se venden oficialmente en Cuba desde hace más de tres décadas y cuyo nombre no aparece siquiera en ningún diccionario o programa de estudio de literatura cubana!

(“La Gaceta de Cuba” 1995-1999. Revista Hispano Cubana, No. 6, 2000)

Monday, August 12, 2013

Ernesto Hernández Busto vs. Duanel Díaz

No costará demasiado adivinar tras el tono altisonante del joven Duanel (y su uso recurrente de los pronombres posesivos) un problema de reconocimiento que bien podríamos rebajar a palinodia: "¡Pobre del heroico intelectual habanero, al que sus mezquinos colegas del exilio ningunean, utilizan y plagian!". Aunque él así lo pretenda, me temo que estos asuntos no forman parte de una polémica literaria, sino, tal vez, psicológica.

(Hernández Busto sobre el comentario de Duanel. Cubaencuentro, julio 2005)

Friday, August 9, 2013

(Luis Rogelio Nogueras) vs. Desiderio Navarro

El señor director del cementerio
suplica a los bromistas de mal gusto
que no sigan orinando sobre el busto
del famoso ensayista Desiderio.

(Citado por Jesús Díaz en El fin de otra ilusión, Encuentro de la cultura cubana, Nos. 16/17, 2000)

Thursday, August 8, 2013

Javier Ortiz vs. Zoé Valdés

Debió de ser, en concreto, allá por el año 1985, año arriba año abajo, cuando me enteré de la existencia de esta mujer. Formaba yo por entonces parte, junto con Claudio Rodríguez, Ana María Moix, José Batlló y Jesús Munárriz, del jurado de un premio de poesía. (Me apresuraré a aclarar que mi presencia junto a tan notables personalidades del mundo literario se debía, pura y exclusivamente, a que actuaba como representante de la Fundación que financiaba el premio.)
   A las reuniones del jurado acudíamos todos tras habernos leído los libros que habían sido retenidos en una primera selección. Entre 30 y 40, más o menos.
   Uno de los libros de poemas que seleccionamos inicialmente aquel año era un trabajo vital y descarado que, por más que no supiéramos de quién era obra –las identidades se mantenían en secreto, como es teórica costumbre–, todos coincidimos en que tenía que haber salido por fuerza de la pluma de una joven latinoamericana, probablemente cubana y previsiblemente castrista.
   El libro pasó las primeras eliminatorias sin mayores problemas pero, cuando ya empezamos a hablar de premios, Claudio Rodríguez se cerró en banda: que la obra fuera graciosa y provocadora –recalcó– no quería decir que fuera buena. Él la consideraba mediocre. Los otros miembros del jurado no se mostraron tan tajantes, pero todos habían encontrado candidatos que les parecían más dignos del galardón. Sólo yo insistí en que estaría bien apoyar de algún modo a aquella incipiente autora.
   No se llevó el premio pero, quizá para que dejara de darles la vara, se avinieron a que le concediéramos un accésit, con derecho a publicación.
   Creo que fue lo primero que Zoé Valdés vio con su firma en las librerías.
   Al cabo de unos meses la conocí. Nos encontramos una mañana de primavera en París, vimos una exposición y charlamos bastante. Era graciosa, efectivamente, pero su castrismo resultaba verdaderamente empalagoso. A mis críticas al régimen cubano me respondió de un modo casi caricaturesco: esas cosas que yo denunciaba ocurrían realmente, sí, pero la culpa no era de Fidel, sino de algunos de los que le rodeaban, que no estaban a la altura. Recuerdo que le dije que era lo mismo que muchos franquistas decían del glorioso Caudillo de España, y no le gustó nada.
   Quedamos en volver a vernos, pero no hubo ocasión. Esa misma tarde se vio arrastrada a una cadena de conflictos privados muy graves. No los detallaré, por respeto a su intimidad, pero sí diré –me parece necesario tenerlo en cuenta para una más completa consideración de su evolución subsiguiente– que corrieron a cargo de su marido, alto cargo de la Embajada de La Habana en París y dirigente del Partido Comunista de Cuba (miembro del Comité Central, creo que me dijo).
   Perdí su rastro y he aquí que, al cabo de diez años, me la topo convertida en musa de esa gente de Miami que una década antes ella misma llamaba «gusanos».
   No intento insinuar que Zoé Valdés transitara del castrismo irracional al anticastrismo irracional por motivos exclusivamente privados. A decir verdad, no pretendo ni eso ni lo contrario: no tengo ni idea. Lo que trato de decir es que, cargando sobre sus espaldas con ese pasado de castrismo fervoroso, tal vez no estaría de más que mostrara cierta indulgencia hacia quienes no condenan hoy lo que ella defendió con uñas y dientes hace apenas tres lustros. Porque, si se empeña en pintar como perfectos depravados a quienes no asumen su actual militancia mascanosiana, ella misma nos estará ofreciendo la calificación de su pasado. O de su trayectoria toda.

(Zoé Valdés. Diario de un resentido social, abril 2003)

Wednesday, August 7, 2013

Rafael Rojas sobre Cintio Vitier

La lectura revolucionaria de Lezama, emprendida por Vitier, se apoya en los testimonios de rechazo a la política republicana que, en efecto, abundan en la obra lezamiana y en algunos textos incidentales, en favor de la Revolución, que escribiera el poeta en los años sesenta. Sin embargo, dicha lectura, además de ocultar la incomodidad que Lezama sintió al final de su vida, bajo el orden revolucionario, y que expresó, sobre todo, en las cartas a su hermana Eloísa, desvirtúa y, en cierto modo, vulgariza una política intelectual, formulada desde la autonomía del campo literario y diferida a un vínculo secreto con la ciudad que se establece dentro de la poesía, es decir, en la práctica de una escritura o, incluso, en la historia de una expresión, pero jamás dentro de la Razón de Estado.

(Cintio Vitier: poesía e historia. Encuentro de la cultura cubana, Nos. 26/27, 2003)

Tuesday, August 6, 2013

Emilio Bobadilla vs. “La poesía lírica en Cuba”, de Martín González del Valle

Cuanto al folleto de González del Valle —muy señor mío— declaro que es un vivero de necedades, de erudición pegadiza, trasnochada y cursi, de barbarismos, de tentativas de chistes, de errores, y en el cual no se halla ni criterio propio ni asomos de estilo.
   González del Valle es de los que escriben bajo este punto de vista; de los que dicen asola por asuela, de los que gerundian ahora en endo ahora en ando, sin venir á cuento; de los que citan todavía aquello de Boileau acerca del género fastidioso; de los que citan a Calderón antes de Shakespeare; de los que dicen el P. Valera, en vez del P. Varela; de los que creen que Cánovas es crítico literario; de los que dicen fragelar, for flagelar; en una palabra, es un grafomano.

(Capirotazos, Madrid, 1890)

Monday, August 5, 2013

Duanel Díaz vs. Norberto Fuentes

La identificación entre ese “yo” que escribe y “ellos” los que capturan y fusilan bandidos se ha consumado simbólicamente. No por gusto incluye Fuentes en Nos impusieron la violencia —otra compilación publicada en los años ochenta— una foto suya en que aparece portando una ametralladora, con un pie que reza: “El enviado de Mella a las operaciones, Norberto Fuentes, posa en abril de 1963 junto a un Gaz-69 en un camino próximo al río Jatibonico. Soslaya el postulado de la Convención de Ginebra que prohíbe el uso de armas a los corresponsales de guerra.” Al margen del ridículo vedettismo de Fuentes, hay aquí algo de verdad profundo: no se trata sólo de un escritor que, fascinado por la rudeza del combate, quiere ser uno más de aquellos soldados a quienes tanto admira, sino del hecho mismo de que la Revolución ha eliminado la posición neutral propia del corresponsal: ahora todos son soldados, combatientes en los numerosos frentes de guerra que se libra contra los enemigos externos e internos. En las crónicas de Fuentes toda objetividad cede paso al partidismo desde el momento en que el reportero asume del todo no sólo la curiosa jerga de los “cazabandidos”, sino esa otra mayor que comprende la lucha con los insurgentes como una operación de cacería. Al llamar “bandidos” a los campesinos que se oponían al comunismo, muchos de los cuales habían luchado contra batista y no tenían vinculación alguna con la CIA, se legitima la violencia extrema de la “caza”.

(Palabras del trasfondo, Editorial Colibrí, Madrid, 2010)

Friday, August 2, 2013

José Quintín Suzarte vs. “El Conde Alarcos” de José Jacinto Milanés

Si como artistas aplaudimos con ardor el triunfo que sin disputa ha conseguido el Sr. Milanés sobre tan célebres escritores, aisladamente como hombres sensibles, le acusamos por las desagradables emociones que nos ha hecho sufrir, desenvolviendo con verdad tan cruel un argumento terrible y desgarrador de suyo. No pertenecemos nosotros a esa clase de hombres intolerantes que quisieran ver en cada escritor un misionero, en cada escritor una filípica de pudicicia y religión; pero deseamos encontrar en cada obra y sin dificultad un principio útil, un fin moral que recompense en algo el trabajo del que lee o escucha, para que no le quede el recuerdo de un placer vago que gozó, para ver llenado los deberes del que escribe. Esa tendencia que no percibimos claramente en El conde Alarcos, y que con tan vivo entusiasmo hemos ensalzado en todas las anteriores composiciones del Sr. Milanés, creemos que falta hoy por la aridez desencantada del argumento, y por la necesidad en que se hallaba de hacer original un asunto tratado ya por dos bizarras plumas.

(La Siempreviva, 1838)

Thursday, August 1, 2013

Alberto Lauro vs. la UNEAC

La UNEAC, organismo al que nunca quise pertenecer, está situada en una de las tantas mansiones expropiadas a sus verdaderos dueños y herederos exiliados, en el centro del Vedado. Al igual que la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, que residen en la sede que es propiedad de la familia de mis amigos Batista Falla. Jamás, como en la ocasión en que Nicolás me volvió a invitar a un concierto de los cantantes españoles Ana Belén y Víctor Manuel, que estrenaban un disco con sus poemas musicalizados, vi junta a tanta gente insulsa, paranoica, siniestra y servil.
   Monseñor Gaztelu, cura, poeta y el amigo más íntimo y fiel de Lezama Lima, me prohibió del todo frecuentar esa institución. Y María Luisa, la viuda de Lezama, me advertía: “Es un lugar infecto. Si vas allí, terminarás igual de mediocre que todos ellos. Tú aprovecha el tiempo leyendo a María Zambrano, Jacques Maritain, Claudel y León Bloy. Llévate lo que quieras de la Biblioteca de Lezama. Allí la gente a lo único que va es a emborracharse y a espiar para después delatar”.

(Blog Efory Atocha, julio de 2010)