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Wednesday, April 30, 2014

Gerardo Fernández Fe vs. Víctor Fowler

Ahora comprendo mejor el sentido del artículo "De un regreso confiado", publicado en La Gaceta de Cuba (N. 4, p. 64), en donde Fowler, como si regresara a Troya tras una batalla de años, se muestra sorprendido por "la ausencia de vida" en las calles de La Habana "cuando ni siquiera habían dado las diez de la noche", por "la escasez de lugares para la interacción social de que hoy disponemos", y termina proponiendo fórmulas para "administrar la alegría". Tras el entarimado de nostalgia por los mejores tiempos del socialismo cubano, su inocente propuesta de cambiar-sin-cambiar y algo de crítica light, se esconde (y no es difícil descubrirlo) el horrible temor ante un futuro diferente de que ya había hecho gala en su contribución al libro "Cuba y el día después". Las últimas líneas de su artículo en La Gaceta, efervescentes y patéticas, compiten con el fervor con que en 1964 (foto de Calvert Casey incluida) en la misma revista se publicaban poemas dedicados a la zafra, y con la euforia con que en 1980 (Gerardito de 9 años incluido) sacamos a pedradas a nuestros vecinos díscolos e individualistas y nos aprestamos a construir un futuro mejor. "Vivamos, despidamos, regresemos a otra ciudad" no es una consigna de entonces, sino la última frase de la crónica de marras.
(…)
   Fowler escribe: "No veo qué evitará la desnacionalización de la producción y los servicios; (...) qué podrá impedir la extensión de un racismo que hoy (...) multiplica sus brotes". 
   Fowler no ve, no ve..., y esa ceguera no es borgiana, sino política. A lo largo de su artículo, a Fowler, un intelectual acucioso, no le interesa la futura posibilidad de leer periódicos verdes, rojos o azules sin que por ello sea "una prensa del escándalo" (¿o no hay prensa seria en el mundo?) y según nuestras convicciones o antojos, votar verde, rojo o azul según nuestros plurales daltonismos, o simplemente pensar en verde, rojo o azul sin que por ello seamos apartados mediante eufóricas pedradas o sutiles cacerías. Esa sería  --entre otras buenas y malas--  una realidad del famoso "día después"; un Estado un tanto (sólo un tanto) menos feudal, menos pendiente de sus fieles e infieles --aunque, no seamos ingenuos ni patéticos ni eufóricos, después de Deleuze y Foucault sepamos que nadie escapa a Estados de Control.

(Carta de Gerardo Fernández Fe a la narradora Ena Lucía Portela sobre la antología Cuba y el día después, La Habana Elegante, segunda época)

Tuesday, April 29, 2014

Lorenzo García Vega vs. José Martí

Tampoco puedo soportar a los héroes (Acuérdense: ya se ha dicho: «Todos los héroes son malos»). Razón: el haber nacido en un país donde, por tener como Apóstol a un desbordado romántico que hasta llegó a soñar una increíble religión con los grandes hombres como santos, logró que, junto con el choteo que tiñe toda nuestra historia, los héroes llegaran a pulular por todas las esquinas de nuestro lamentable relato.

(Maestro por penúltima vez. Encuentro de la cultura cubana, Nos. 53/54, 2009)

Monday, April 28, 2014

José Rodríguez Feo vs. José A. Baragaño

¿Quién que se considere un intelectual serio puede leer estas palabras del señor Baragaño sin echarse a reír? Aparte de estas consideraciones, había que preguntarse ¿qué hacía el señor Baragaño por aquellos años en que el grupo Orígenes se dedicaba a “mirar hacia atrás”? ¿No es cierto que este mismo “superrevolucionario” de hoy trató por todos los medios a su alcance que le publicasen sus poemas en las páginas de la misma revista Orígenes, de esa misma revista que él ahora califica de colonialista?.

(La verdad sobre Orígenes, Diario Revolución, marzo 1959)

Friday, April 25, 2014

Guillermo Rodríguez Rivera vs. “La conspiración de los iguales”, de Rolando Rodríguez

No me explico como un estudioso con múltiples trabajos de valor y que ostenta los premios nacionales de historia y de ciencias sociales, haya escrito un libro tan históricamente descontextualizado como La conspiración de los iguales, colmado de una rica documentación que su autor no ha sabido leer bien.
   El libro, desde una óptica actual, le reclama a los Independientes una visión que no podían tener y que muy pocos cubanos podían tener entonces.
   El alzamiento, ese “juego de las insurrecciones” que RR califica como tal en su libro, era una manera de negociar en esos primeros años de la república. Si alguien lo conocía bien era el propio José Miguel Gómez. Lo que ocurría es que ese juego sólo lo podían jugar los blancos.
   Los Independientes de Color no protagonizaron un alzamiento ni una conspiración, sino organizaron una “protesta armada” para negociar, pero los políticos blancos no iban a permitirle algo así a los negros. Sabían que los Independientes no tenían en sus filas más que pobres campesinos sin armas ni pertrechos, y repelieron la protesta como si fuera un auténtico alzamiento… o la “conspiración” de la que escribe Rolando Rodríguez.
   Los Independientes apelaron a los Estados Unidos creyendo que sus fuerzas iban a evitar una masacre. Las autoridades norteamericanas nunca iban a intervenir en Cuba para evitar la muerte de negros y mulatos. Si eso era lo que estaba haciendo el gobierno de Gómez, que lo hiciera de una vez.
   Pero me parece inusitado en un historiador revolucionario y marxista, que sea capaz de echarle en cara a los Independientes,  entre los que hay hombres asesinados (estoy pensando en Ivonnet y Estenoz) en 1912, unas palabras del poeta Nicolás Guillén, escritas cuarenta años después de su martirologio, sobre el racismo y la discriminación racial en los Estados Unidos.

(Un libro equivocado. Blog Segunda Cita, diciembre 2011)

Thursday, April 24, 2014

Desiderio Navarro vs. Píter Ortega

¿Ha habido alguna vez una exposición de un curador cubano que desde el  primer momento tuviera la megalomanía de anunciarse a sí misma como una  gran conmoción demoledora inscrita ya en la futura Historia del Arte?  ¿Cómo se atreve a acusar a otros de ansias de ser el centro del mundo  quien no puede escribir una cuartilla destinada supuestamente a presentar obras ajenas de artistas, sin dejar de cantarle  desfachatadamente a su propia curadoría egocéntrica?
   "Esta es una curadoría pretenciosa, ciertamente. No hay nada de humildad en ella. Su propio título sugiere un híbrido entre dinamita y ego, entre tsunami y catarsis narcisista."
   ¿Qué curadores cubanos habían llegado alguna vez a este desenfrenado mesianismo y autobombo? ¿Ha habido alguna vez alguno que concluyera las palabras de su catálogo con esta petulancia ególatra?

(El obsceno encanto del cinismo. Reproducido en Penúltimos Días, julio 2010)

Wednesday, April 23, 2014

Eliades Acosta Matos vs. Manuel Sosa

Manuel Sosa, guerrero cultural del exilio cubano, uno de esos inspirados escribas de alquiler que rasgan sus vestales vestiduras al referirse a los infinitos defectos de Cuba socialista, que cierran los ojos pecados del safio patrón que les paga, y al que perdonan por no interesarse mucho en tonterías libertarias, si estas no incluyen las dulces salmodias de las cajas contadoras, ha escrito refiriéndose a la enfermedad de Fidel:  “El Hecho Biológico esperado por medio siglo, no ha ocurrido aún. Nos tocó presenciar una derivación plagada de eufemismos, sangrante, escatológica (…). Al Final, ha sido la Simbología la que ha derrotado al paladín (…). Son los símbolos los que terminan por imponerse”. (…) ¿A qué paraísos inefables estaremos predestinados los cubanos de aceptar la lógica que Sosa nos propone, la que pronostica en la enfermedad de un hombre la derrota simbólica de un pueblo?

(Fidel Castro y los mercenarios culturales del siglo XXI, Blog de Yohandry, Sep. 2010)

Tuesday, April 22, 2014

Fermín Gabor vs. “En el cielo con diamantes”, de Senel Paz

Para la presentación de su tan esperada novela, Senel Paz decidió asombrar a la prensa española con la noticia de que los guajiritos de Cuba se singan a las chivas. Echó mano, travestido de Samuel Feijoó, a una mitología que no desmereciera frente a los amores entre Leda y el cisne o Pasífae y el toro blanco.
   Piensen que los autores del exilio tienen la libertad de echarle con el rayo al ñangarismo en cualquier presentación, pero quienes viven en la Siempre Fiel y se asoman a Madrid o Barcelona sí que tienen que hilar fino. Pues en cualquier momento, apenas se entretengan, ya están hablando en contra del próximo permiso de salida. Se ha hecho recurrente entonces paliquear de cuestiones sexuales con el fin de  saltarse las preguntas políticas.
   Así, mientras le preguntan si Quiéntedije volverá a gobernar, el autor isleño confiesa que, allá en la adolescencia, no le quedó otro remedio que mamarle el bollo a su madrastra (en tanto el padre lo espiaba desde un escondite). Y, si lo interrogan acerca de las aptitudes de Compay Segundo para llevar las riendas del país, él afirma: “Muchos años después, enfrentado a las preguntas de un notario, me acordé de la tarde en que no tuve más remedio que mamarle el bollo a mi madrastra”.
   Ejemplos no faltan. Pedro Juan Gutiérrez ha intentado convencernos de que su vida es una incesante templeta. No tiene a menos posar desnudo o enseñar un tatuaje que celebra la salida de uno de sus libros. Ha llegado, incluso, a tratar públicamente acerca del tamaño de su falo. Senel Paz, que no hallaría éxito en tal clase de maniobras, ha preferido pastorear chivas durante la salida de su novela En el cielo con diamantes (Bruguera, 2007) y habla, a página entera de El País, acerca de la obsesión sexual de los cubanos. Porque el calamar echa su tinta para que no lo agarren, y una receta equivalente consiste en explayarse sobre lo épico sexual, aquello que (refiriéndose a los gatos) Virgilio Piñera llamó “templetas homéricas”.
   Cuatrocientas veinte y seis páginas tiene de largo el mandado de Senel Paz. Cuatrocientas veinte y seis páginas para que el protagonista de su novela pierda la virginidad. David se llama el tal protagonista, David igual que todos los protagonistas que el autor ha escrito. Porque la suya es siempre la misma historia de becaditos, de guajiritos que llegan a La Habana para despertar al sexo y a la cultura. David es el Harry Potter de Senel Paz.
   La novela cuenta el asedio al pudor femenino de un joven cubano de los años sesenta (Pamela o la virtud recompensada, podría llevar como subtítulo), y gasta medio millar de páginas en convencernos de que, aunque David Pamela Potter no quiere acercársele a ninguna jevita, David Pamela Potter no es maricón.

(La Lengua suelta # 40. La Habana Elegante, segunda época)

Monday, April 21, 2014

Carlos Wotzkow vs. Norberto Fuentes

La envidia que Norberto Fuentes siente por Arnaldo Ochoa lo lleva a llamarlo "negro" "arrogante", "asesino" y otros muchos calificativos que hoy habría que preguntarse a quién le pegan más. Sin embargo, el colmo de su complejo de inferioridad se deja ver cuando algunas de las mujeres con las que el escritor quiere acostarse le dicen que Ochoa era muy bueno en la cama. Entonces saca, del inmenso baúl de sus complejos, una grosería que me recuerda el estilo Zoé Valdés y añade: "Pero a pesar de todo lo que me dijera Aymée, cada mujer que se metiera esa pinga de Arnaldo Ochoa, o la pinguilla de Polo, estaba compartiendo una verga que ya había pasado por los culos babosos de todas las yeguas y chivas que despertaron la libido de estos héroes legendarios..."
   Quien haya visto las fotos que Norberto Fuentes inserta en su libro coincidirá conmigo en esta descripción: Frente achatada de mestizo mexicano, pelo negro y enroscado como el de Carlos Aldana, orejas similares a las puertas abiertas de un jeep de fabricación soviética, nariz torcida, curva, y de porrón sobre un bigote similar a las brochas con la que los niños en Cuba pintaban de lechada las aceras, y dientes, que parecen haber sido liberados del sarro con ayuda de la dinamita. Sin embargo, este mamerto sin espejos se describe así: "apuesto señor, de elegantes canas, Rolex en la muñeca y briosos Ray-Ban,"... ¡El pobre!, no sólo porque tenía que hacer exhibicionismo del Rolex para atraer a sus mujeres, sino porque a falta de brío propio, tenía que atribuírselo a sus oscuras gafas.
   Hablando de un militar que no pertenecía a su casta, el Sr. Fuentes dice: "era uno de los vergonzantes usuarios cubanos de Rolex... al que no correspondía disfrutar del agradable peso en la muñeca de esa máquina de navegantes". Dios mío - me dije, - que no mire nunca a la muñeca de este pobrete relator de sus envidias. Que no pueda Fuentes nunca observar lo que un trabajo honesto, y no el saqueo y la piratería comunista, me han permitido a mi comprar. Yo que nunca he tenido medio millón de dólares robados y escondidos en mí casa, yo que jamás podría escribir un libro de 459 páginas para repetir en cada una de ellas que era el dueño del más pacotillero de los Rolex, correría el peligro de formar parte de una enciclopedia si Norberto se fija un día en lo que corona con esmerada exactitud a mi mano izquierda.

(Norberto Fuentes: ¿exiliado o infiltrado?, Revista Guaracabuya, 2000)

Friday, April 18, 2014

Ernesto Pérez Castillo vs. Jorge Luis Arcos

Jorge Luis Arcos es uno de los impacientes que quiere ganar ventaja pescando en el río revuelto de los dineros que el gobierno de los Estados Unidos despilfarra a través de la National Endowment for Democracy en su intento por destruir a la Revolución cubana.
   Luego de dar el triple salto fatal que lo llevó, desde su puesto habanero de director de la revista UNIÓN —publicación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba—, a colocarse en medio del consejo de redacción de la propia Encuentro —plataforma de la que se ha valido incluso para sus ataques contra su antiguo maestro Cintio Vitier—, no ha dejado pasar una oportunidad de mostrarse, de marcarse, de señalar hacia sí mismo, levantado su mano entusiasta en el coro de los que claman por las treinta monedas.
   Arcos, que desde que estableció residencia en Madrid se ha aplicado concienzudamente al guión de una supuesta oposición desde una “izquierda democrática”, ha comenzado por el principio. Esto es, la exaltación de un ilusorio pasado republicano en la Cuba de antes de la revolución. En su artículo “Según imagen”, aparecido en Encuentro en la red,  comienza por afirmar: “Hace ya tantos años que en Cuba no hay democracia (más de medio siglo)”.
   Con esto establece Arcos que antes de la revolución esta islita era un paraíso democrático, y santifica las dictaduras de Fulgencio Batista y Gerardo Machado. Solos, esos dos períodos suman la friolera de quince años de represión sangrienta, casi un tercio del lapso pretendidamente “republicano”.
   Del resto, deberemos aceptar que la instauración desde 1902 del fraude electoral como método fue un acto de democracia, que todo el dinero que desapareció del erario público durante aquellos gobiernos fue democráticamente robado, que el abandono en que mal moría la gente de a pie era un olvido democrático, y que Jesús Menéndez y Aracelio Iglesias —por citar solo dos ejemplos— fueron democráticamente asesinados.
   Y es con ese mismo espíritu “democrático” que Arcos arremete contra la Cuba que dejó atrás cuando hizo sus maletas. Así ha querido aumentar su crédito cortando porciones generosas del pastel que imaginó frente a sí tras la aparición en la televisión de la Isla de varios de los responsables de las arbitrarias políticas culturales del llamado “quinquenio gris”. Ni presto ni perezoso, él dictamino sobre la imposibilidad de algún debate entre los escritores e intelectuales cubanos al respecto: “En Cuba, lamentablemente, eso es impensable. Pero, además, ya se sabe la reticencia comprensible a expresar en alta voz las verdaderas opiniones sobre cualquier asunto”. ¿Por qué Jorge Luis Arcos pretende silenciar así a la intelectualidad cubana, taparle la boca, inventar que aquí nadie ha dicho nada?

(La Jiribilla, febrero 2007)

Thursday, April 17, 2014

Jorge Mañach vs. Cintio Vitier

Vitier parece hallar contradicción entre mi referencia a "los Lezama Lima y sus cofrades", y mi reconocimiento de que estos poetas nuevos son "tal vez la generación mejor dotada para la poesía que Cuba ha dado". Es decir, no comprende que se les pueda reconocer talento a poetas a quienes "no se entiende". Que ciertos plumíferos adventicios tomaran mi "no entiendo" al pie de la letra, se entiende; pero que tal entienda Vitier, no lo entiendo. Ni un ápice quito del elogio que, desde mi primer artículo, dediqué a los momentos de indudable logro poético de un Baquero, un Gaztelu, un Vitier, del propio Lezama (y la enumeración no fue taxativa). Pero no puedo aceptar la tesis de Vitier según la cual el talento poético es necesariamente infalible en todos sus empeños, o en la totalidad de cada empeño dado. Según eso, no habría derecho a opinar que a veces Shakespeare es artificiosamente cultista, tedioso Dante, prosaico Jorge Manrique, desmayado Garcilaso, pujador de conceptos Góngora, como ya se lo dijo Lope de Vega, pedregoso Unamuno y sobreintelectualista Valéry, con ser todos ellos grandes poetas. Sin el derecho a tales reparos, la crítica no tendría razón de ser (porque el poeta —dice Vitier— siempre sabe lo que hace), o sólo tendría una función descriptiva y apologética. Si eso es lo que quiere decir Vitier, por ahí podía haber empezado.
   Pero no. La aceptación in toto es una de las formas de la beatería, que también se da en literatura. La crítica está en el derecho de velar, entre otras cosas, porque la poesía tenga una eficacia no sólo expresiva, sino también comunicativa. Vela por los derechos del consumidor de poesía, si se me permite expresarme burdamente. Y le incumbe decir, en nombre de ese consumidor, que "cierta" poesía nueva resulta fatigosa de leer y azarosa de gustar por ser a trechos absurda. Absurda, no porque no tenga sentido para el poeta, sino porque ese sentido no se ha hecho suficientemente explícito dentro del misterio que toda poesía envuelve.
   Ese "a trechos" lo subrayé mucho en mis artículos, y no me parece leal de Vitier el ignorarlo. Desde mi primer comentario mostré cómo en un poema de Lezama —el primero de su último libro— un pasaje de sentido metafórico "logrado con mucha energía y novedad" seguía a unos versos que no voy a reproducir de nuevo, para que no se me acuse de separarlos del ámbito semántico del poema; pero que, aun dentro del sentido general de este, resultaban totalmente ininteligibles. Como eso no es un caso aislado, sino que se repite mucho en la obra de casi todos estos nuevos poetas nuestros, creo que hay derecho a pedirles que no nos torturen tanto el seso o la sensibilidad a cuenta de la belleza que nos dan.
   De extraña y confusa tacha Vitier mi teoría de "la expresión separada de la comunicación". No es tan mía la tesis como él supone: muchas ideas semejantes hallaría, por ejemplo, en un libro que le recomiendo del excelente crítico inglés John Livingston Lowes, titulado Convention and Revolt in Poetry. Por lo demás Vitier está en su perfecto derecho de desestimar la tesis, como yo lo estoy para enjuiciar aquella poesía del modo como lo hago. Pero a muchos otros lectores desapasionados la teoría les ha resultado clara. Y yo no me explico que una inteligencia tan fina como la de Vitier, y sobre todo un poeta como él, no advierta que todo poema es, antes que nada, un ensueño, una imagen, una intención (lo que Jean Hytier, agudo exégeta de Paul Valéry por cierto, llamó en su libro Le plaisir poétique, París, 1923, "el poema interior"), y que lo demás, el poema escrito, es ya la realización, más o menos lograda, de esa experiencia. No: yo no creo que la poesía sea "trascendente por definición", como dice Vitier. Creo, al contrario —si es que tenemos que usar jerga filosófica— "inmanente", y que sólo el arte la hace trascender. Toda mi "teoría" consiste en reclamar que la realización artística logre, en efecto, hacernos partícipes en satisfactoria medida de la intención poética. ¿Es esto mucho pedir?
   Termina Vitier pidiéndome que diga, como lo dije en mi primer artículo que padezco de "incapacidad de fruición" respecto a los poetas de Orígenes, declaración que reputa de "sincera, exacta y tal vez inevitable". Siento defraudar un poco a Vitier; por lo visto, tiene el temperamento demasiado grave para captar ironías. Lo que yo dije es que pudiera ser que se tratase de una incapacidad mía de fruición, o de una extralimitación de los poetas de marras. Y claro es que mi modestia no llega al extremo de suponer lo primero, pues tal sospecha me hubiera disuadido enteramente de escribir sobre el asunto.

(Breve réplica a Cintio Vitier. Diario de la Marina, octubre 1949)

Wednesday, April 16, 2014

Jorge Ferrer vs. Emilio Ichikawa

El bueno de Ichikawa pretende minimizar la gravedad de su “chivatazo”, asegurando que no conoce el amárico y poco pudo decir sobre los más íntimos rumores de los etíopes. Corre el riesgo de que no le crean sus lectores, a los que se les ha repetido tanto y tan machaconamente que Ichikawa es el “filósofo del exilio”, que lo tendrán, sin dudas, por bautense locuaz en griego, latín, arameo y cualquier dialecto semito-camítico que aparezca mencionado en las páginas de opinión de El Nuevo Herald. Doy fe de que no es el caso. Ni parlotea Emilio el amárico, ni parece haber notado que al proponernos tratar como a "todo cristiano” —ay, ¡tiene cada momentos nuestro Emilio! —, al Elizardo condecorado y soplón, está condenando la política cubana del poscastrismo a males parejos a los del régimen actual, donde la mentira no es considerada un vicio, sino un elemento consustancial a nuestra excepcional —y provisional— cosa pública.
   Y más grave aún: Emilio viene a decirnos que bajo el castrismo, todos los cubanos hemos participado de esas mentiras, de esas delaciones, sea en castellano, amárico o spanglish. Y que no habría nada grave en eso, porque lo crítico de la circunstancia valida cualquier indignidad. No le demos, pues, importancia a lo de Elizardo: siendo Castro el mal absoluto, qué importa esa erótica del abrazo entre una mónada disidente y otra revestida con galones de coronel. Habrá que recordarle a Emilio que no todos han sido delatores, ni bajo ese régimen ni bajo ningún otro.

(Blog El Tono de la Voz)

Tuesday, April 15, 2014

Abel Prieto vs. Zoé Valdés

Es una escritora que tuvo talento en algún momento. Se ha convertido en una comerciante. Esa es la valoración que nosotros hacemos. En las antologías de la poesía está incluida; cuando ella ejercía la poesía y no la porno-política. Es un caso de perversión de la literatura y de su función. Se ha convertido a partir de una gran maquinaria de propaganda en una escritora conocida. Pero eso es un fenómeno que se va a decantar. La Zoe de esta literatura que está haciendo es muy efímera.

(“Se resistió el vendaval”. Entrevista a Abel Prieto, 2000)

Monday, April 14, 2014

Ernesto Hernández Busto vs. Rafael Rojas (2)

Una buena polémica, me recuerda el director de esta publicación, es aquella en que los contendientes empiezan con una opinión y terminan con otra. Tiene razón Díaz, y tiene razón Rojas: más que la plácida contemplación de Narciso en su estanque, deberíamos conseguir la hegeliana mirada en los ojos del otro, otro con quien no coincidimos, pero cuya validez como interlocutor reconocemos por anticipado. Espero que acusaciones como "cruzado antinegroide del fascismo postcomunista" no signifiquen que Rafael Rojas ha perdido el gusto por una verdadera discusión de ideas, o que ya no le concede a su interlocutor la posibilidad, siquiera remota, de descubrirle algo interesante. Lo lamentaría, pues para mí ha sido un placer polemizar con él: sus dos artículos no sólo movilizan un interesante conjunto de referencias sino que aportan argumentos, algunos demostrados con claridad y energía.
   Prefiero, entonces, dejar a un lado sus impugnaciones para comentar su última contribución. Primero, la distinción propuesta entre "canon literario" y "tradición intelectual" me parece procedente, siempre y cuando no se domestique en un confuso "todo vale" o sirva para trazar "cordones sanitarios". Aceptado esto, entremos en el canon literario, al que Rojas ha decidido extirparle una esencial verticalidad (a eso, precisamente, me refería yo cuando describía su "mesa redonda"). Los deslindes dentro del canon —dice— sólo pueden ser resultado de un criterio de "gusto", imputable a Sainte-Beuve (el pobre, acusado de tantas cosas que él consideró virtudes) en nombre de una celebrada "crítica del juicio" kantiana. Está claro que esta idea del canon no es la de Harold Bloom. Si algo ha quedado dilucidado después de tantas cuartillas es que la lectura de Bloom que firma Rojas (no sólo en estos artículos, sino también en su libro Un banquete canónico) es ambigua, cuando no incorrecta por su extrema parcialidad. Bloom está, por supuesto, más cerca de Sainte-Beuve que de Kant. Y ya desde la primera página de su Western Canon pone en entredicho el kantiano "valor estético" para anunciar otra teoría de los valores literarios.
   El principal problema de esta lectura de Rojas consiste en concebir la discusión sobre el canon literario desde la exterioridad propia del crítico-del-juicio, y no desde el análisis del proceso creativo. Las "jerarquías entre clásicos" sólo podrán ser comprendidas si se acepta el nudo central de la estética de Bloom: su teoría de la "angustia de las influencias", que explica cómo un escritor se crea a sí mismo al superar a otro. Esto poco o nada tiene que ver con Kant, y mucho menos con los correteos de un lector-güije por la Sala Cubana de cualquier biblioteca. La pregunta es si, como críticos, preferimos eso que Rojas llama la "certidumbre de un legado", (nombres "establecidos" que frecuentamos a vicenda para el supremo goce); o si decidimos unificar, como hace Bloom, las experiencias del creador, la del lector y la del crítico, para analizar la manera en la que un autor se vuelve canónico y cuestionar autoridades tan indemostrables como el a priori kantiano. Bloom es bastante concluyente al respecto: "Sin alguna respuesta a la triple cuestión del agón —más qué, menos que, igual a— no puede haber valor estético". Yo estoy de acuerdo con él, y prefiero su tipo de crítica al academicismo kantiano de Rojas.
   Rojas, por ejemplo, comenta los aportes poéticos de Lezama y Guillén desde una perspectiva muy poco agónica, delatada en un juicio tan basto como "el poeta trabaja por la gloria de la lengua". ¿En qué consiste ese trabajo y en qué consiste esa gloria? No son preguntas ociosas ni pedantes. Si de algo me ha servido mi modesta experiencia como traductor de poesía es para darme cuenta de que el trabajo del poeta no es contribuir a ninguna gloria del idioma. De esto último se encarga la Academia de la Lengua, esa que "brilla, fija y da esplendor". Poco de glorioso hay en la labor poética, a la que yo preferiría comparar con un vagabundeo o con la mendicidad del que acude a la mesa bien provista del rico Epulón para recoger sobras iluminadas.

(Un canon, un gran canon. Cubaencuentro, marzo 2001)

Friday, April 11, 2014

Andrés Reynaldo vs. Leonardo Padura

Te juro que tú no figuras en la lista de los escritores que envidio. Dicho sea de paso, creo que si leyeras a los escritores que envidio acabarías por escribir un poco mejor. Aun así, reconozco que has hecho una obra de notable mérito en el ámbito de la literatura antillana y que eres (para decirlo con tu imaginería decimonónica) el Príncipe de las Letras Oficiales.

(Carta abierta a Leonardo Padura. Diario de Cuba, marzo 2012)

Thursday, April 10, 2014

Francisco Hernández Sarría sobre la edición crítica de “Paradiso”, por Cintio Vitier

La edición crítica de Paradiso (1988), coordinada por Cintio Vitier, ha sido una confirmación de la maldición de Orígenes, otro paso más en la escalada del autoritarismo exegético mediante el cual el otrora “sistema” herméticamente poético devino un Sistema abiertamente político. Por ser una auténtica hija del idealismo filológico (en su creencia de que el texto-arquetipo a editar se equipara con el logos juanino que desde el Principio existía, estaba con y era el Dios-Autor), por su añoranza de fijar dicho texto de modo que su lectura surta el efecto de una atemporalidad e inamovibilidad bíblicas, por su voluntad de plantar un aparato hermenéutico y filológico dispuesto en prólogos, notas al pie, notas finales, apéndices, anexos, glosarios, índices, que salvaguarden al texto de una diversidad formal e interpretativa que diluirían valores y significados en los que su comunidad lectora cifra una identidad nacional o cultural, por esas y más razones, una edición crítica no se trata de una edición cualquiera, sino de una que se engarza perfectamente con esta prolongada tradición teológica en Cintio Vitier. No es casual que la sombra de este nombre y apellido se haya proyectado sobre las ediciones críticas de obras de José Lezama Lima y José Martí. Ello obedece a la necesidad de contar con ambos corpus como los textos sagrados propiciatorios de una deuteroteología política cubana como la del Sistema, precisamente mediante ediciones tabernacularias que, al conjugar teología con filología, además de preservar y salvaguardar para sus comunidades lectoras con fidelidad fetichista el texto fetiche, certifiquen la canonicidad patrimonial de estos por encima de otros. De ahí que el riesgo de un malentendido interpretativo del texto fetiche que es Paradiso surja para sus editores más oficiosos como una trasgresión de gran severidad que justifica no dejar al azar su práctica exegética y mucho menos la editorial.

(Paradisos artificiales. Revista Cacharro[s], Nos. 8/9, 2005)

Wednesday, April 9, 2014

César Leante vs. Severo Sarduy

Esto es, homosexualidad y barroquismo son sinónimos, porque ambos han desvirtuado su propósito: el acto homosexual, la función reproductora, y la expresión barroca es ser medio de transmisión de un contenido. El sustituto para los dos es la experimentación del placer.

Tuesday, April 8, 2014

Manuel Sosa vs. René Vázquez Díaz

Habrá que desentrañar, si es que existe, esa teoría de las texturas donde el repasador de lo elemental logra hacerse visible puliendo sólo ciertos exteriores. Digamos, a un cubano fuera de su tierra le bastarían los consabidos ingredientes temáticos que apuntalan ruptura, nostalgia y ambivalencia (tres claves para tratar la diáspora, entre otras) y con ello conseguiría un mínimo de atención. Si hablásemos de un novelista, de un sujeto transplantado que precisa foro, no nos debe extrañar que su obra dependa de tintes pronosticables, los que se usan para disfrazar la misma historia de siempre.
   Hablar de René Vázquez Díaz es desviarse del camino para descubrir que el presunto atajo nos condujo al sitio de antes. Esta nota señala la imposibilidad de darle satisfacción alguna, pues no sabe ganar ni perder. Ni siquiera pertenecer. Como narrador no ha conseguido vencer la descripción periferal de los emblemas cubanos. Como aguafiestas diaspórico no ha logrado disimular su odio por los círculos de poder, ya sea la selectividad arbitraria de Encuentro o el criterio artesanal miamense; su odio, asociado a su escaso sentido del humor, le acercan demasiado a la retórica fogosa que ya usan muy pocos en la isla. Pero entonces, como que los escritores oficialistas saben jugar a la paz entre congéneres, no comulgan del todo con alguien que estampa su resentimiento en cada párrafo que comete. Nadie que pretenda salvarse en la diplomacia quisiera tenerle como vecino de asiento.

(René Vázquez Díaz: Jarabe de cundeamor. Blog La Finca de Sosa, 2007)

Monday, April 7, 2014

Fermín Gabor vs. Desiderio Navarro

El más reciente Premio Nacional de Edición procura convencerse (y convencernos) de que los dirigentes de la Revolu no tenían formado ya un juicio acerca de los intelectuales. Pasa por alto lo que el comandante “Entrañable Transparencia” dejó escrito, en pose de teólogo, acerca del pecado original de los intelectuales cubanos. ¿Acaso necesitaban ellos, “Entrañable” y los otros comandantes, consejos de Pavón para malquerer a la pila de maricones, tortilleras, putas, comepingas, gusanos y pendejos que conformaban la intelectualidad del país?
   Desiderio (del latín desiderium: deseo) se autohipnotiza hasta considerar balsámica la receta de F. C. sobre dentro sí, pero contra no. Como una Mayeya buena, Desiderium Navarro no juega con los santos, respeta los collares. Su gran dificultad como teórico (al menos respecto al caso cubinski) es que interrumpe la secuencia de razonamientos en el momento en que alcanzaba su definición mejor. Su gran dificultad como teórico es que, ah, él escapa. (Un empujoncito más y ese ensayo del cual parece sentirse tan orgulloso, In media res, habría estado bien.) Se trata, en cualquier caso, de un raro campeón: Sotomayor con vértigo.
   Durante treinticinco años ha dirigido la revista Criterios, y veánlo cómo aún reclama un espacio para discutir asuntos acuciantes para la cultura y el país. ¿Es que no se da cuenta de que lo tiene a su disposición? Ya lo diagnosticaron con exactitud Los Pasteles Verdes: puede morirse de sed teniendo tanta agua, y es por hipocresía. (En la mitología de las tribus ñángaras, la diosa Hipocresía cuenta con una hija predilecta: Autocensura. La relación entre ambas ha sido comparada a la de Démeter y Perséfone.)
   Dios le ha dado a Desiderio Navarro dos piernas sanas, y él sigue pidiendo un órgano de locomoción. Dios le ha dado un apartamento en el edificio Naroca en el Vedado, y ahora él desea una mansión donde quepa toda su biblioteca. Dios acaba de darle el Premio Nacional de Edición por el desvío de papas calientes.

(La Lengua Suelta # 39. La Habana Elegante, segunda época)

Friday, April 4, 2014

Eduardo Torres Cuevas vs. Félix Sánchez

Lo triste del caso que nos ocupa es la falta de escrúpulos para mentir y manipular a ese lector sincero que en cualquier parte del mundo le interesa la cultura, la virtud y la verdad.  Nuestra cultura, y presupongo que el autor del desafortunado artículo lo sabe, es universal por su siembra centenaria (algo más que raíces) y nunca renunciará a ninguna de las partes que han contribuido a nuestra riqueza cultural, ni las arahuacas ni las alemanas o rusas por desproporcionada que sea la contribución. Destruir o mutilar parte de ella, sería de bestias y no lo somos, o de incultos. A otros les corresponderá valorarnos a través de nuestras historias personales. Llama la atención que el autor de este artículo no se haya informado de la política que ha trazado la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí para su Sistema de Bibliotecas Públicas sobre la base de las normas internacionales y de la ya centenaria tradición bibliotecaria cubana (¿la conoce?). Más aún, que tampoco se haya informado sobre la ética de los que forman parte de la dirección actual de la institución. Por otra parte el autor, además, oculta la existencia en las provincias y municipios de otras redes de bibliotecas como la red nacional de bibliotecas escolares, con más de cinco mil instalaciones; la red de bibliotecas universitarias, con sus bibliotecas especializadas; y las de los centros de investigaciones y culturales repartidas por todo el territorio nacional. No es para él, sino para el público lector, honestamente interesado y sinceramente preocupado, que expongo nuestra política, trazada a mediados del 2007, y sus resultados, lo que hacemos y lo que no hacemos.

(circulado por e-mail)

Thursday, April 3, 2014

Enrique Piñeyro vs. “Aristodemo”, de Joaquín Lorenzo Luaces

La versificacion del Sr. Luáces peca por el defecto opuesto á lo que en Cuba generalmente acontece. No se podrá decir al autor de Aristodemo que sus versos sonoros y musicales quieren disfrazar con la melodía la ausencia de las ideas; por el contrario, al leer su tragedia es imposible dejar de notar que son las cualidades musicales las que precisamente más falta le hacen. El mismo afan de evitar el lirismo palabrero lo ha llevado al otro exceso, y con pena se nota demasiado esfuerzo por parte del poeta.

(Estudios y conferencias de historia y literatura, New York, 1880)

Wednesday, April 2, 2014

Carlos M. Alvarez vs. Daniel Chavarría

Daniel Chavarría es un anciano pizpireta: seguro en el escenario, extorsionador carismático que atrae a los oyentes, el hombre que ha epatado cientos de veces, que ya no le preocupa si epata o no, que mide el éxito de sus palabras por las carcajadas que provoquen (sin dudas un magnífico método), que habla de literatura con soltura, un campo que ya ha desactivado de minas, o un campo que nunca las tuvo. El sonido firme de las botas de Chavarría sobre el suelo pedregoso de la literatura retumba e intimida a los miembros del pelotón que siguen moviéndose a ciegas sobre un terreno pantanoso. La literatura: el hueco que succiona.
(…)
   Chavarría desconfía de los jóvenes escritores, declara. Yo también. No creo que haya una fauna más detestable que la de los aspirantes a literatos, corriendo detrás de los editores, desesperados por publicar, colando poemas en revistas, repartiéndose favores, aunándose, catalogándose como generación, ya sabemos. Bueno, hay algo peor que los aspirantes a escritores haciendo carrera, y es esos mismos aspirantes, ya envejecidos o en vías de envejecer, con la carrera hecha, con asiento fijo en la corte.
   Chavarría argumenta que las mejores obras se escriben en la madurez, después de los cuarenta años, que antes de esa edad hay realmente poco que decir. Para apuntalarse, menciona a Quiroga y a Carpentier. Si yo tuviera sesenta años, tomaría el micrófono y, en tono minimalista, solo para desperezarme un poco, para divertirme, le diría: “permiso, Daniel. Apenas dos cosas: Rimbaud, Radiguet.” Pero tengo veinticuatro, cualquiera puede sospechar que, presa de la malcriadez, me he insultado ante la supuesta ofensa. Aunque Chavarría no me ofende. Lo que está diciendo es, supongo, una obviedad de mal lector, o de mal perdedor, a la postre algo inofensivo.
(…)
   Distraído, me lleva unos minutos entender que Chavarría solo está hablando de sí, y que no hay que tomárselo a mal. Solo está recordándose. Dice que cuando llegó a los cuarenta se percató que a los veinte había escrito dos novelas infames, por suerte impublicadas. Comprendo su punto, que no hay que apurarse, que no hay que corromperse, pero igual no es garantía de nada. Tal vez si Chavarría llega a los cien, piense que lo que escribió a los setenta o a los cincuenta fueron novelas menores, inmaduras, las novelas por las que hoy él apuesta, de las que blasona, tras las que se parapeta: Allá ellos, La sexta isla o El rojo en la pluma del loro, no sé.
   Y aquí entro al juego con una opinión simple, después de haberme leído en la adolescencia novela y media suya: la literatura de Daniel Chavarría no va a sobrevivir. Va a morir sin ambages. Ni a sus quince, ni a sus setenta, ni a sus cien, si llega, Daniel Chavarría podrá superar la frontera terrible tras la cual aguardan, ateridos, padeciendo, los textos palpitantes. No lo va salvar ni el Premio Nacional de Literatura ni haber secuestrado una avioneta en su juventud.
   No es, siquiera, un fracaso. Solo hay que asumirlo. Stephen King lo decía recientemente, y me pareció de una valentía extrema. A pesar de lo que muchos consideran, King cree, también como otros muchos, y lo declara en absoluta paz, que su nombre quedará inscrito en la segunda o la tercera línea de la posteridad dentro de la literatura estadounidense, o sea, no quedará inscrito.
   Uno puede prepararse para la gran tarea, o creerse eso, encerrarse en un cuarto como Proust, a engendrar, pero probablemente la única preparación verdadera que existe sea la que te permite asumir lo que asume King (quien vende los millares de ejemplares que no vende nadie y quien sí las tiene todas para pensar que la literatura, lo que conocemos por tal, será benévola consigo). Lo que me molesta de Chavarría es algo que ya sabía desde antes, porque se puede oler, y es que no se preparó nunca para ello.

(Selección natural. Blog On Cuba, febrero 2014)

Tuesday, April 1, 2014

Raúl Hernández Novás vs. Carilda Oliver Labra (2)

Canten los unos al sudor divino
que asegura los bienes materiales;
los otros, a la sangre que a raudales
vierte el hombre al luchar contra su sino.

Mas tu poesía tiene otro destino,
pues secreciones vierte colosales:
¡Oh excitadora de los lagrimales
y de las glándulas de Bartolino!

Si cosas hubo “Al sur de tu garganta”,
qué no hallaremos, musa sensitiva,
si miramos “Al norte de tu planta”…

Mas ya los años te han caído arriba
y con 60, el que te ve se espanta
y echa a correr ¡oh no muy casta diva!

(Blog Efory Atocha, octubre 2007)