Había jurado no volver a escribir
sobre la desvergüenza intelectual de mis colegas escritores en la isla (y en el
exilio). Y lo había jurado porque, mientras vivía en Cuba, supe lo que es el
miedo al represor, me tuve que imponer a ese miedo y, como dijo recientemente
el escritor Ángel Santiesteban en una entrevista, eso me condenó a vivir en un
ostracismo que afectó mi salud, mi vida familiar, las relaciones con mis amigos
(que cada vez fueron menos), pero curiosamente hizo crecer mi respeto por la
coherencia y la libertad personal.
¿Quién eres, Amir Valle, para cuestionar que otros no puedan todavía
zafarse de las cadenas del miedo con que los atenazan en Cuba?, me he repetido
constantemente todos estos años de destierro forzado. ¿Quién soy yo para exigir
a un colega en la isla que suelte la careta de la doble moral, si hacerlo
podría costarle el alimento a su familia?
Eso me contuvo. Pero hay desvergüenzas que le hacen a uno romper hasta
los más empecinados juramentos.
Ahora mismo, en Cuba, mis colegas Ileana Álvarez y Francis Sánchez son
reprimidos en su derecho a viajar fuera de la isla y sus proyectos culturales
son atacados por la cultura oficial. ¿Cuántos de esos colegas que se dicen sus
amigos, sus “hermanos” han protestado contra ese atropello? Ahora mismo, a la
joven escritora y activista Lía Villares se la reprime y se le impide viajar.
¿Cuántos de sus colegas de la llamada “Generación Cero”, que han recibido en
los últimos años una enorme publicidad internacional como “contestatarios”, han
levantado la voz contra esa violación? Hace apenas unos días, el escritor Ángel
Santiesteban casi no pudo asistir al Festival Vista que organizó NeoClub Press
en Bogotá, porque estaba “regulado”, que es la palabrita que han utilizado para
quitarle a Ileana, a Lía, a Francis, su derecho a salir y entrar del país. En
la isla tampoco nadie levantó la voz contra esa represalia y fue la
impresionante condena internacional que se hizo en las redes sociales lo que
empujó a la dictadura a “reflexionar” y dejar salir a Ángel. Y que conste,
menciono sólo autores que son muy conocidos en la isla; colegas a los que nadie
puede decir “no lo conozco, ¿cómo podría apoyarlo si es un desconocido?”.
¿Hasta cuándo, queridos colegas escritores de la isla, van a seguir
callando antes estos atropellos a escritores que ustedes bien conocen por la
calidad de su obra? ¿Hasta cuándo eludirán su responsabilidad ética los jefes
de esas instituciones oficiales -que curiosamente en las redes sociales dicen
ser amigos de estos escritores represaliados? ¿Hasta cuándo estos colegas
tendrán que soportar los mensajitos enviados en secretos de “estamos contigo,
pero sabes que no puedo hacer nada”, que le envían esos mismos desvergonzados
que son incapaces de unirse por una vez para defenderse unos a otros de tanta
coacción, que existe porque los represores saben que están muertos de miedo?
Así no, colegas… la desvergüenza, aunque algunos lo nieguen, es al final
también parte de esa obra literaria que pretenden ustedes legar a la Cultura Cubana.
No comments:
Post a Comment