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Tuesday, April 30, 2013

Virgilio Piñera vs. José María Chacón y Calvo

Pues bien, señor, diferencias críticas acerca del mencionado ensayo movieron y mueven vuestra voz (primero ante mi persona, más tarde ante otras), para declarar (y cito textualmente) que mi juicio o enfoque de la Sra. Avellaneda “obedecía a mis veinte años y a fuerte sarampión literario por mí padecido…”
   Así, me importa sobremanera analizar tan pintoresca declaración, que sólo por dicho análisis sabremos si la verdad va de vuestro lado o del mío.
   De suerte, señor, que me adjudica usted dos calificativos sinónimos de tantas cosas peyorativas, entre otras, ligereza, improvisación, inexactitudes… Por mi parte no procederé a desvirtuarlos ni por declaración de edad y mucho menos por enumeración de obra literaria.
   Sí las desvirtuaré apoyándome unicamente en el susodicho ensayo porque por elemental honradez debemos verificar la prueba del fuego con la prenda más querida y difícil.
   En consecuencia os hago saber, que el ensayo acerca de la lírica de la Avellaneda ha sido realizado bajo el control del más riguroso método histórico y lo someto a la crítica más severa. Quye no existe en el mismo concepto alguno que no esté respaldado por correspondientes comprobaciones. Que la crítica literaria exigía en el caso particular de la poetisa una revisión de su lirismo y el establecimiento de sus verdaderos valores. Que mi ensayo salva ampliamente la exigencia de la crítica literaria e incorpora a las letras cubanas un juicio de valor respecto de dicho poeta. Que para un poeta, ser en vigilancia y rigor (recordad mi alusión a la divisa de Leonardo: Hostinato rigore) no sobra tiempo para lujosas erupciones o snobistas ascensiones a la cultura. Que en Cuba, afortunadamente, participa una joven generación en profunda vigilancia y que no ejerce ni la boutade de los veinte años ni el “literario sarampión” de los confundidores.

(Virgilio Piñera, de vuelta y vuelta. Correspondencia 1932-1978, Ediciones Unión 2011)

Monday, April 29, 2013

Roberto Valero vs. “Diccionario de la literatura cubana” (1984), y “Los dispositivos en la flor” de Edmundo Desnoes

El Diccionario de la literatura cubana (Letras Cubanas, Habana, 1980) es una obra tan infame como Los dispositivos en la flor "antología de literatura cubana", publicada por Edmundo Desnoes en Estados Unidos (Ediciones Del Norte, 1981). Ambos libros nos muestran el desarrollo del castrismo, no el de la literatura cubana. Tan siniestro es uno como denigrante el otro . .
   Este supuesto "Diccionario de la literatura cubana" es realmente un diccionario de bajezas y astutas maquinaciones y manipulaciones, una media vuelta a la cultura cubana. El mismo peca por omisiones, peca por inclusiones, peca por medias verdades y por mentiras y medias.
   Una de las omisiones más burdas e imperdonables es la de Guillermo Cabrera Infante, autor de uno de los libros básicos de la literatura latinoamericana, Tres tristes tigres. Para Heberto Padilla fue "una de las novelas más brillantes, ingeniosas y profundamente cubanas que hayan sido escritas alguna vez"; para The New York Review of Books: "una de las novelas de mayor ingenio humorístico de la lengua española"; para el diario Le Monde "un libro comparable con los paseos de Borges por los antiguos barrios de Buenos Aires, pero con la turbulencia sulfúrea del Satiricón" ... Pero el gobierno de Fidel Castro no le puede perdonar a Cabrera Infante su actitud rebelde y anticomunista, ni libros como Vista del amanecer en el trópico donde se critican todas las dictaduras cubanas y donde se ridiculiza al mismo Castro, dándole su verdadera dimensión.
   Ahora bien, censura y torpeza generalmente marchan unidas, así a Cabrera Infante se le elimina de la lista alfabética del diccionario, pero se le menciona en las notas al pie de la página o en datos circuntanciales. Misterioso caso de un escritor cubano que no figura como tal en el diccionario de literatura cubana y sin embargo se hacen referencias al mismo en algunas de sus notas ...
   El libro de Desnoes (la vuelta entera) y el diccionario se complementan, no en balde obedecen a iguales jefes. Mientras Desnoes incluye a Calvert Casey, aunque aclara que "después de abandonar la Revolución se suicidó en Roma" (pero no consigna que Haydee Santamaría se suicidó EN CUBA Y El MISMO 26 DE JULIO DE 1980), el "diccionario" lo elimina, pero aparece, por increíble coincidencia, citado en la misma página 69 (Cabrera Infante diría que por ser éste un número cabalístico) ... El "Diccionario de la literatura cubana" al menos por ahora no incluye a Fidel Castro, cosa que sí hace Desnoes en repetidas ocasiones en su "antología literaria" ...

(La media vuelta, la vuelta entera. Mariel, No. 1, 1983)

Friday, April 26, 2013

Ambrosio Fornet sobre su “Quinquenio Gris”

No tengo reparos en pedirles disculpas a tantos compañeros que, habiendo sufrido en carne propia los abusos del pavonato —el más cruel de los cuales fue sin duda su muerte civil como profesionales, a veces por períodos prolongados— consideran que el término Quinquenio Gris no es sólo eufemístico sino incluso ofensivo, porque minimiza la dimensión de los agravios y por tanto atenúa la responsabilidad de los culpables. La mayoría de esos compañeros —no todos “parametrados”, por cierto, algunos simplemente “castigados” por sus desviaciones ideológicas, las que se corregían trabajando duro en la agricultura o en una fábrica— proponen la alternativa de Decenio Negro. Respeto su opinión, pero yo me refería a otra cosa: a la atmósfera cultural que he venido describiendo, en la que además se programó el entusiasmo revolucionario y lo que había sido búsqueda y pasión se convirtió en metas a cumplir. Si los indicadores cambian, es lógico que las fronteras cronológicas y las pigmentaciones cambien también. Si en lugar de definir el pavonato por su mediocridad lo defino por su malignidad, tendría que verlo como un fenómeno peligroso y grotesco, porque no hay nada más temible que un dogmático metido a redentor y nada más ridículo que un ignorante dictando cátedra. Hay hechos del período —incluso de finales del período— que pueden considerarse crímenes de lesa cultura y hasta de leso patriotismo, como lo fue el veto que en 1974 se le impuso a la publicación en Cuba de Ese sol del mundo moral, de Cintio Vitier, un ensayo martiano y fidelista que explica como pocos por qué la inmensa mayoría de los cubanos se enorgullecen de serlo. Como buenos guardianes de la doctrina, los censores advirtieron de inmediato que no era una visión marxista de la historia de Cuba. Así que apareció primero en México que aquí; de hecho, aquí demoró veinte años en publicarse, no sé si por inercias dogmáticas o por simple desidia editorial.

(Conferencia, Habana, enero 30, 2007)

Thursday, April 25, 2013

Duanel Díaz vs. Ernesto Hernández Busto

Curiosamente, en las palabras “A manera de introducción” de su libro Inventario de saldos. Apuntes sobre literatura cubana, cuya reciente publicación motiva la entrevista de Encuentro en la Red, Hernández Busto se refiere a las repercusiones de las ideas de Bloom entre los críticos cubanos sin mencionar siquiera ni este ensayo mío (a pesar de que en la entrevista asegura que me lee “con placer”) ni el de Arcos, que constituye justamente un ejemplo de lo que, según Hernández Busto, faltaría en la crítica cubana: un análisis del “proceso literario cubano a partir de la “angustia de las influencias”. Solamente se refiere allí al libro de Rafael Rojas, ofreciendo, por cierto, comentarios muy parecidos, incluso en el nivel de la expresión, a los aportados por mí en el ensayo arriba mentado.
   Hernández Busto confiesa a Arcos su propósito de “devolverle a nuestra crítica el criterio jerárquico, aunque sea con mañas de agent provocateur”. Ignoro si el desconocimiento, deliberado o no, de la participación en el debate sobre el canon cubano de los ensayistas que residimos en Cuba es una de esas mañas; en caso de serla, me temo que no contribuirá en absoluto a jerarquizar a nuestra crítica literaria.
   Una cosa es la saludable provocación que puede implicar una lista personal de autores canónicos como la ofrecida en la segunda parte de Inventario de saldos, y otra muy distinta, menos legítima, desconocer olímpicamente el trabajo de los demás. Hernández Busto afirma que en un futuro se conformaría “con que, vivamos donde vivamos, y pensemos como pensemos, podamos seguir leyéndonos”. Las declaraciones de su entrevista, así como la introducción de su Inventario de saldos, manifiestan sin embargo que en este momento él mismo incumple de modo flagrante ese deseo de buena voluntad.

(Duanel Díaz sobre la entrevista a Hernández Busto, Cubaencuentro, julio 2005)

Wednesday, April 24, 2013

Martín González del Valle vs. José Fornaris

¿Y Fornaris, uno de los poetas más populares de Cuba? Si hubiéramos de señalar ahora la analogía y semejanza que entre si guardan sus obras, la imitación que prontamente se descubre en todas ellas y el apego que manifiesta este autor al célebre Zorrilla, demostraríamos hasta la evidencia, que no es otra cosa más que un versificador mediano, con ribetes de incorrecto, que, á lo sumo, presenta tal cual atisbo de belleza en sus versos, muy encubierto y oculto entre lugares comunes y frases por demás prosaicas, desprovistas de buen gusto y de arte. Él, como algún otro compatriota suyo, ha tratado de crear una poesía especial, característica al pueblo cubano; y sacando á colación tiempos pasados, de los cuales conócese muy poco con certeza, trae á la memoria leyendas estrabagantes que ni por su índole ni por el fin á que propenden, han podido aclimatarse en la perla de las Antillas.

(La poesía lírica en Cuba, Oviedo 1888)

Tuesday, April 23, 2013

Jorge Ferrer vs. Belkis Cuza Malé

La cuestión no es tanto, que también, si la negativa a publicar el artículo de BCM constituye evidencia de censura en Encuentro en la red. La cuestión es, a mi juicio, el por qué los rencores privados de BCM se convierten en cuestión a discutir en público. El por qué sus cuitas matrimoniales y sus infructuosos desvelos con la literatura, han de tener más espacio que el de las cuatro paredes de la Casa Azul, Heberto Padilla Cultural Center, cuya misión, leo en su site “is to be… a center for human development, with emphasis in art and culture joined together with non-excluding spirituality, or religious, with postulates based in the historical figure of Jesus, the Son of God”. Por cierto, ahí sí que veo un insulto a la memoria del poeta de Fuera del juego.

(Blog El Tono de la Voz, 2007)

Monday, April 22, 2013

Alejandro Armengol vs. “Te di la vida entera”, de Zoé Valdés

Zoé Valdés es la Madonna de la literatura cubana. Igual capacidad para transformar el desenfado y lo grotesco en espectáculo, para mostrar la vulgaridad y el erotismo despojado de misterio. El mismo rechazo saludable a las convenciones y la hipocresía. Semejante sagacidad para terminar ajustándose a sus propias conveniencias. ¿Cómo si no explicar ese talento de la escritora cubana para pasarse del bando de Alfredo Guevara al de Guillermo Cabrera Infante, enemigos irreconciliables? Algo así como nacer Montesco y terminar de invitada a comer con los Capuletos. Ahora bien, ni Madonna canta bien ni Valdés es una buena novelista, aunque a veces escribe tan mal que pone en duda esta afirmación.
   No se trata de que para ser buen novelista sea imprescindible escribir bien. Pío Baroja escribía horriblemente mal. Es más, no podía lograr un párrafo medianamente correcto. Pero era un buen novelista porque en sus obras hay autenticidad. Te di la vida entera , la última obra de Zoé Valdés, finalista del premio Planeta 1996 y libro de gran venta en España y Miami, no es una novela: es un pastiche. Comienza como una crónica habanera de los años 50, en una imitación de Cabrera Infante disfrazada de falso homenaje, para luego convertirse en un remedo de Reinaldo Arenas y terminar después de trescientas y tantas fatigosas páginas transformada en una cantaleta sobre las vicisitudes de vivir en Cuba durante el ''período especial'', una especie de novela rosa-fantástica y fantasmagórica, llorona y anticastrista, sazonada con recetas de cocina a lo Laura Esquivel. Mientras tanto, Valdés nos ha abrumado con algunas de las peores imitaciones de los puns de Cabrera Infante de que pueda hacer gala un fanático, junto con una poderosa falta de imaginación y unos diálogos aburridos entre la autora y su conciencia (¿o es anticonciencia?) que más bien parecen destinados a dormirnos. Todo ello sin contar con ecos de la literatura cubana, la de aquí y la de allá. La autora hace trampas al lector, en una narración que empieza en tono picaresco, con el relato de un amor sin fronteras que trasciende la halitosis y el mal olor de cualquier zona del cuerpo amado, y termina dejando a un lado la ironía y entronizando en un cielo melodramático a unos protagonistas que nunca logran humanizarse.
   Como una especie de autojustificación, Valdés dice que ”los críticos literarios se toman la libertad, y el lujo, de escribir que los personajes de una novela cubana son caricaturescos”. Para afirmar seguidamente: “Pues, siento decir que tienen toda la razón, porque todos somos, aquí, en esta islita caricaturesca, cada uno de nosotros, una caricatura de sí mismo”. Pues bien, no siento decir que los personajes de las obras más logradas de la literatura cubana no son caricaturescos, que ni Cecilia Valdés ni la Estrella son caricaturas, y eso por citar sólo dos ejemplos de la literatura cubana del exilio. Que Ramón Yendía -el personaje de ese cuento ejemplar de Lino Novás Calvo- no es una caricatura, y que sí lo es el protagonista de ese cuento de (¿Ambrosio Fornet, Cesar Leante, Noel Navarro?), que moribundo escribió con sangre el nombre de Fidel, aunque estoy seguro no lo fue el miliciano en que dicen está basado el relato, si no es que vinieron después que estaba muerto con un pomito de “mercurocromo” y un fotógrafo. En el caso de esta obra de Zoé Valdés, no sólo son caricaturas sus personajes sino también la propia novela.
   Lo peor en este caso no es que estemos ante un libro de escaso valor literario, sino el hecho de que Te di la vida entera parece la continuación de una nueva tendencia en la literatura cubana, un tipo de escritura grosera y soez, que tiene como antecedente la novela de Reinaldo Arenas El color del verano , y donde el carácter de denuncia no atenúa la chapucería y lo grotesco, no como forma expresiva sino como vulgaridad ramplona. Toda obra literaria refleja sólo lo que la voluntad expresiva del autor, consciente o inconsciente, logró captar en ella. Pero indudablemente existen factores condicionantes que llevan a pensar que el deterioro económico, político y moral de la isla está influyendo en las formas de expresión, con esta tendencia de presentarnos el caos y el desorden de forma caótica y desordenada, y que no sólo encontramos en la literatura y otras formas artísticas sino también en algunos de los escritos de periodistas independientes procedentes de la isla.
   Pero si bien esta explicación justifica en parte las limitaciones y deficiencias de una obra anterior de Valdés, La nada cotidiana , donde un texto igualmente burdo y por momentos aburrido es también un testimonio personal y momentáneo de la peor crisis económica e ideológica de la revolución cubana, el problema con Te di la vida entera es que se evidencia la intención de situarse en el plano de una escritora profesional que trasciende sus experiencias, para expresar una cosmovisión habanera, un bolero en forma de novela y un culebrón posmodernista. El resultado es una prosa chabacana y llena de errores, imprecisiones, nombres mal escritos y canciones mal citadas, de la que se reviste un libro al gusto de europeos en busca de lo exótico, coleccionistas de la decadencia de todo el mundo y hasta algún que otro ex izquierdista lacrimoso. Ello explica en parte su popularidad, ¿pero no es también una nueva forma de oportunismo?

(No avanza, Blog Cuaderno de Cuba, 2010)

Friday, April 19, 2013

Manuel Sosa vs. Roberto Fernández Retamar

Lo mismo pudiera pensarse del singular hecho que nos tocó calibrar desde la impotencia de las gradas: el ilustre ciego fue visitado en los umbrales de su muerte por el poeta y ensayista Fernández Retamar, ave de rapiña que había presenciado la agonía de Lezama Lima en un salón de hospital llamado precisamente “Borges”.
   De aquella visita, cuya misión era pedir el consentimiento para publicar una antología bajo el sello de Casa de las Américas, tampoco se ha escrito lo suficiente. Una transcripción del diálogo entre Fernández Retamar y Borges, así como ciertos pormenores de la visita, encabezan el prólogo a Páginas escogidas (1988), escrito por el primero en homenaje al segundo. La edición cumplía el propósito de informarnos oficialmente de la existencia de aquel clásico de las letras americanas, quien siempre había adoptado posturas anticomunistas y a quien Cuba había vedado de cuanta página se imprimiera con sudor revolucionario. La antología fue una buena carta de presentación para aquellos que no le conocían, salvando ciertas efusiones que Retamar no quiso decantar, por ser precisamente un muestrario de todo lo que podía abarcar el genio borgeano.
   Yo prefiero detenerme en el mencionado prólogo, si acaso para denunciar las torpezas del propio Retamar a la hora de aprovechar un momento histórico como fue su (único) encuentro con el escritor más grande de la lengua en aquel entonces. Comenzando por su insulsa presentación a María Kodama, y luego el uso de fórmulas alabanceras que poco efecto podrían causar sobre la humildad de sus anfitriones. También el falso suspenso con que adornase el instante antes de declararle a su “reaccionario” interlocutor que venía desde Cuba, como si en Borges levitasen los mismos sistemas de clasificación insulares: blanco o negro, nunca gris.
   Desaprovechó Retamar aquella velada, digan lo que digan, por no haberse despojado del todo de su levita de funcionario. Su conversación pudo haber tenido más de indagación que de mecanismos de convencimiento. Un texto más, un texto menos, en definitiva Borges era infalible a la hora de señalar sus propios defectos. Como bien dijera el ensayista cubano, con lo que el argentino desautorizó, cualquier escritor hubiera podido ser feliz. Así, ciertas preguntas no fueron enunciadas, ciertas reparaciones no fueron esbozadas y la medianía se impuso por sobre un auténtico intercambio entre quien buscaba “ciertas” cosas y quien podía ofrecer muchas más.
   El hecho de que un literato nuestro tuviese una audiencia privada con alguien tan contradictorio, alguien que nunca había dado muestras de admirarnos demasiado, fue una oportunidad que devino en malabarismo retórico: la ya mencionada y gratuita adulación, los chistes forzados (cuando Retamar indica la posibilidad de que un día se hablara de Carlos Borges y Jorge Luis Gardel), los pasajeros y convenientes ejercicios de memoria (que tanto prefería el argentino, como para nunca terminar aquella conversación y llevarla por cauces impredecibles), la mención del pago de honorarios por medio de cuadros y libros (no nos hacía falta un prólogo en que el afán de minuciosidad llegara a tales extremos), la ridícula pose de pertenecer al otro bando (los intelectuales progresistas que son capaces de valorar lo positivo del escritor retrógrado). ¿Qué habría pensado Borges de semejante emisario, de un resucitador calibanesco que alguna vez lo acusó de “colonial”? Nunca lo sabremos, como nunca sabremos las respuestas a las interrogantes que Retamar dejó de formular.

(El caso cubano de Borges, Cubaencuentro, junio 2006)

Thursday, April 18, 2013

Rafael Rojas sobre “Palabras del trasfondo”, de Duanel Díaz

Las denuncias de Duanel Díaz al acoplamiento de literatura e ideología son tan claras, tan tajantes que, por momentos, producen una disolución de matices que merma la persuasión del texto. En varios momentos del libro se tiene la impresión de que, para él, el valor literario de una novela o un poemario está determinado por su mayor o menor anticastrismo. Desde esa perspectiva, los estudios de Roberto González Echevarría sobre Carpentier o de Antonio Benítez Rojo sobre Guillén, dos escritores comunistas y castristas, no tendrían el menor sentido.

(La memoria inconsolable, Blog Libros del Crepúsculo, noviembre 2009)

Wednesday, April 17, 2013

Juan Abreu vs. Leonardo Padura

El escritor Padura presenta un libro que recoge su trabajo periodístico. Me llega su cháchara. Habla Padura de su trabajo periodístico. En los años ochenta. Qué caradura es Padura, me digo, y dejo el bodrio.
   Pero regreso. Regreso porque se ahogaron muchos marielitos, humillaron a muchos marielitos, insultaron, vejaron y arruinaron las vidas a muchos marielitos en esos años ochenta de los que habla Padura. Y no estaría bien, a pesar del asco que me produce su monserga de oveja amaestrada, guardar silencio.
   Habla Padura, ¡con nostalgia!, de esa época siniestra para tantos que no lograron meterse en un bote y escapar. Dice Padura que en esos años hizo (junto a otros camajanes) un “periodismo distinto”. Habla Padura como si hubiera escrito en la prensa libre de un país democrático. Pero por mucho que trate es imposible ocultar que escribió (y escribe) en la prensa controlada de una dictadura burra y feroz.
   Pobre lameculos, pienso, y voy a dejarlo, pero recuerdo que al comienzo de su cháchara Padura habla de “cajitas”. Vaya, cajitas. Yo recuerdo unas cajitas.
   Voy a decirle a Padura las cajitas que yo recuerdo. Yo recuerdo las cajitas que lanzaban por encima de la cerca a los diez mil asilados en la Embajada Peruana. Se morían de hambre allí. Llegaron a comerse la hierba y las hojas de los árboles. Entonces, la policía, la misma policía que es dueña del periódico donde escribía Padura ese “periodismo distinto”, ese periodismo que jamás mencionó (salvo para insultarlos) a los asilados, a los pateados, a los asesinados, a los deportados, que nunca mencionó a los que se quedaron y fueron acosados durante años; esa policía, empezó a lanzar cajitas de comida por encima de la cerca.
   Cien, doscientas cajitas, digamos, para diez mil personas. Y filmaban a los asilados cuando, naturalmente, peleaban por las cajitas que tiraba la policía por encima de la cerca. Y después ponían esas peleas en la televisión (que también pertenece a la dictadura) y en los periódicos donde todos los días llamaban ratas y exhortaban a las turbas a aniquilar a los infelices que querían largarse del paraíso aquel de los años ochenta. Esos años ochenta que Padura recuerda con “tanta nostalgia”.

(Blog Emanaciones, febrero 2012)

Tuesday, April 16, 2013

Enrique del Risco vs. Cintio Vitier

En un ensayo incluido en su libro Para llegar a Orígenes, Cintio Vitier nos relata la que fue para él una estremecedora epifanía. El domingo 8 de diciembre de 1985 le “fue dado encontrar, o recibir, como la más inesperada y deseada de las epístolas, un poema desconocido de Lezama, escrito treinta y dos años atrás”. El poema, titulado “La casa del alibi” databa de 1953, año del centenario de Martí y, no estará de más recordarlo, del ataque que encabezara Fidel Castro contra la segunda fortaleza del país, el cuartel Moncada. La imagen central del poema, la misma que le da título, había aparecido ese mismo año en el breve texto “Secularidad de José Martí” que Lezama había incluido en el número dedicado a honrar a Martí en el centenario de su nacimiento. En este texto Lezama nos explica –y quizás aquí forcemos el significado de “explicar”– que el alibi es el estado místico “donde la imaginación puede engendrar el sucedido y cada hecho se transfigura en el espejo de sus enigmas”.
   Ahora, con el poema recién descubierto en la mano, Vitier pasa a desempeñar funciones de hermeneuta de un modo bastante elemental. No lee el poema como tal sino como profecía. La presencia de Martí en el poema aludiría a un “suceso inminente y desconocido”. Cada frase tiene –según Vitier– su equivalente inequívoco en la historia cubana. “El período que se inicia con la frustración de la república martiana es interpretado por Lezama en este poema como una marcha en el desierto, semejante a la que evoca el libro del Éxodo en el Antiguo Testamento (libro básico para la hoy llamada Teología de la Liberación)”. Luego acumula una sucesión de preguntas para las que tiene como respuesta la revelación que finalmente le atribuirá al poema. “¿Por qué sentía que la casa del alibi, la casa de la realización de lo imposible, estaba ‘recién sacudida y recién nacida’?”. “¿Por qué para Martí, ‘la última casa del alibi’, nuestra única esperanza ‘está en la séptima luna de las mareas’?. Y entonces remata: ¿No es ésa la luna correspondiente al mes de julio?”.
   La asociación de la séptima luna con el mes de julio es la pieza básica de la interpretación de Vitier: el poema profetiza el ataque al cuartel Moncada y el consecuente advenimiento de la Revolución que haría realidad la anhelada República martiana. A partir de ahí todas las imágenes del poema se convierten en visiones “nostradámicas”. Las “varillas cayendo como granos de arroz” son una metáfora “de un carnaval o de una balacera” (el ataque al Moncada se produjo en plena época de carnavales). No conocer con exactitud la fecha del poema no le quita el sentido oracular. “Si este poema se escribió antes del asalto al cuartel Moncada, resulta de una videncia casi increíble; si se escribió después, cuando el ímpetu revolucionario parecía haber fracasado una vez más, constituye igualmente, en la región de los símbolos, un testimonio profético”.
   Lo que me interesaría no es determinar la mayor o menor precisión de la interpretación de los versos de Lezama por Vitier, sino la naturaleza de esta exégesis. Para aclararla valdría la pena averiguar qué necesidad tendría Vitier de exprimir esta rocambolesca profecía del poema de Lezama. Como una y otra vez lo confirman sus textos, Vitier es un místico con más fe que inspiración, que ha dirigido su compulsiva idolatría hacia Dios, Lezama, Martí y la Revolución. Vitier es justamente el centro de este culto múltiple y quien trata de imprimir un sentido único a sustancias tan dispares.

(Elogio de la levedad, Editorial Colibrí, Madrid, 2008)

Monday, April 15, 2013

Néstor Díaz de Villegas sobre escritores cubanos

La misma crudeza de tales realidades bastaría para producirnos, a estas alturas, un asco –si no un miedo– mucho más intenso que el que produce un viejo censor retirado. Y que dos testaferros inspiren más confianza que nuestros intelectuales, ¿no da la medida del vacío en que hemos caído colectivamente? Que dos delincuentes salgan mejor parados, por el solo hecho de haber sabido callarse, aunque fuese a la fuerza, ¿no confirma la sospecha de que, para Antón Arrufat, para Miguelito Barnet y para Pablo Armando Fernández, hubiera sido mucho más honorable haberse mantenido “empavonados” en un orgulloso y autoinflingido ostracismo, que participar voluntariamente de sus desafortunadas reapariciones? Saber desaparecer –ya lo dijo quien lo dijo: darse por muerto, difuminarse, borrarse del mapa, hubiera sido menos odioso que arrollar en la comparsa de los rehabilitados. Dicho claro y pronto: las parametraciones nunca cesaron. Si los lectores de Unión y La Gaceta de Cuba pueden deleitarse hoy con las ocurrencias de Uva Clavijo, si José Kozer y Achy Obejas han sido estampados en la nalga con el sello oficial de los productos kosher, si Lorenzo García Vega cuece alcachofas origenistas para las amas de Casa, ¿no lo debemos a la indulgencia aúlica de Abel Prieto? La parametración mutó, absorbió y adaptó a diestra y siniestra, y su estalinismo a la rusa dotó de alas preciosas a la mariposita china del riesgo calculado.
   Reina María, en su atolondrada confesión, parece no haberse enterado de que las purgas estajanovistas son cosa del Ermitage, ni de que estamos de luto por la muerte de Valdés Tamayo. Como si recién abandonara la cápsula cristalina de un nabokoviano museo de entomología, la Monarca de las letras criollas comienza su melancólica misiva, ¡con una cita de Marina Tsvietáeva! –para enseguida pasar, dando tumbos, a la siguiente exhortación: “Recordemos ahora a Mandelstam, a Pasternak, a la Ajmátova…”. ¿A qué otra cosa, sino a un soviet revival o stalinist chic, podría achacarse, en la presente coyuntura, la invocación de disidencias tan encantadoramente arcanas, tan escandalosamente ajenas? ¿No equivale el tono –y hasta la esencia– de esa carta real a la petición de “¡Déjenlos que coman caviar!”? Pues, si bien es cierto que en aquellas apolilladas purgas ya podía leerse la forma de nuestro destino, no lo es menos que, en su desdeñoso escapismo, esa lectura parece encubrir una velada nota de extrañeza e insolidaridad.

(El Che, el Parámetro y el Hombre Nuevo, Blog Penúltimos Días, enero 2007)

Friday, April 12, 2013

Aurelio Mitjans vs. Fray José Rodríguez (Capacho)

Pueriles equívocos, juegos de palabras y sutilezas de lenguaje forman la esencia de su poesía festiva, tan agradable á nuestros abuelos por su artificiosa ingenuidad, pero realmente ajenas á la gracia natural de los escritores satíricos de buena escuela. Aún es más insoportable su Vejamen á la Universidad, compuesto para celebrar su inauguración; romance pedantescamente abigarrado de castellano y latín, lleno de burlas á los doctores por sus defectos físicos y aún morales.

(Estudio sobre el movimiento científico y literario de Cuba, La Habana, 1890)

Thursday, April 11, 2013

Jorge Luis Arcos sobre intelectuales de la isla

Es sencillamente increíble. Tal parece que una parte considerable de los intelectuales cubanos dan por hecho que el régimen actual va a continuar existiendo, y ellos, dentro del mismo, con su variada gama de complicidad, silencio, oportunismo o, incluso, alegre aprobación. Porque aun cuando se rectifique públicamente lo sucedido recientemente, ello no constituiría sino un leve reacomodo dentro de una política cultural en esencia subordinada a un poder totalitario. Pues está muy bien protestar por la resurrección de la imagen de aquel pasado ominoso, pero ¿cómo convivir en el presente con un régimen que coarta diariamente todas las libertades elementales? Peor que olvidar el pasado, es tener amnesia del presente. Aun los más honestos críticos de lo sucedido, demuestran que en el presente ellos mismos continúan sometidos a cierta censura, a un miedo modelado por décadas de represión. Como si lo terrible sólo aconteciera en el pasado, como si el presente no pudiera ser cuestionado...

(Peor que olvidar el pasado es tener amnesia del presente, Cubaencuentro, enero 2007)

Wednesday, April 10, 2013

Vicente Echerri vs. Reinaldo Arenas

A pesar de sus "inocentes ojos rurales" (para decirlo con sus palabras), Reinaldo Arenas no era exactamente una buena persona. La hipocresía, el recelo, la difamación sistemática —disfrazada de broma literaria— y una espontánea deslealtad fueron algunos de los vicios en que solía incurrir. Creía que la sociedad lo condenaba a ser un paria y, en consecuencia, se comportaba como tal. Debió haber pensado que todo signo de respeto era un acto de sumisión y, por tanto, la irreverencia se convertía en un insobornable acto de libertad. Sus víctimas terminaban siendo los que tenía más cerca: sus amigos, a quienes, verbalmente y por escrito, bajo su firma o valiéndose de cartas anónimas, casi sin excepciones traicionó y vilipendió.
   Habrá quien culpe a las carencias de su origen, al abandono del padre, a los prejuicios sociales, a la represión organizada por una dictadura, etc. Sin embargo, ninguna de estas condiciones tiene por qué convertirnos en resentidos y odiadores. Conozco a muchas personas que sufrieron en Cuba mucho más que Arenas, que cumplieron sanciones muchísimo más largas y que fueron sometidas a torturas más crueles; gente que perdió toda su juventud en la cárcel —mientras Arenas se dedicaba a fornicar infatigablemente— y a quienes, sin embargo, el odio no consiguió contaminarles el corazón. Hace mucho tiempo que creo que el sufrimiento es como un crisol que saca a relucir nuestro yo más auténtico, que a los buenos los hace mejores y a los malos, peores. El sufrimiento empeoró definitivamente el carácter de Arenas.
   Por otra parte, aunque sería injusto negarle a Reinaldo Arenas una auténtica vocación de escritor (se sentaba a escribir todos los días) y una imaginación chispeante, y a veces desbocada, el resultado casi siempre parecía negar el empeño. Con excepción de El mundo alucinante, donde la fuerza creadora se acompaña de mayor contención y rigor, casi toda su obra es una aglomeración de los destellos y torpezas de alguien que quiso hacer de su estilo una especie de furia desaliñada; un marginal que optó, deliberadamente, por mantenerse en la marginación y que, movido por una oscura sed de venganza, agredió a amigos y enemigos por igual.

(Antes que anochezca, Cubaencuentro, febrero 2001)

Monday, April 8, 2013

José María Chacón y Calvo vs. José Surí y González

¡Maravilla lo que ocurre con este poeta! Nace en el campo, es de familia pobre, se dedica a las faenas agrícolas; de modo que pocos como él podían haber dado una nota típica a nuestra poesía, ya que ninguno estaba tan en contacto con la espléndida naturaleza americana. Pero no se inspira en ella, parece desconocerla, y va a cantar en versos estruendosos la Purísima Concepción de la Madre del Verbo, o su fingido amor a Udeliquia, que no se sabe si es pastora o ninfa peregrina de los contornos de su hacienda. Pudo ser un poeta popular, y no fué sino un insoportable pseudoclásico.
   Palabras altisonantes, figuras forzadas, símiles impropios, y, por encima de todo, una vulgaridad inmensa en las ideas y una falsedad manifiesta en los sentimientos del poeta, son los caracteres de estos versos…

(Ensayos de literatura cubana, Madrid, 1922)

Friday, April 5, 2013

Heberto Padilla vs. Heberto Padilla

La poesía cubana del comienzo de la Revolución, la misma que yo hice en etapas breves que la propia revolución me ha reconocido en mis conversaciones con la Seguridad, era una poesía de entusiasmo revolucionario, una poesía ejemplar, una poesía como corresponde al proceso joven de nuestra Revolución. Y yo inaguré –y esto es una triste prioridad–, yo inauguré el resentimiento, la amargura, el pesimismo, elementos todos que no son más que sinónimos de contrarrevolución en literatura.

(Intervención en la UNEAC, Casa de las Américas, Nos. 65/66, 1971)

Thursday, April 4, 2013

Amir Valle vs. Miguel Barnet

Prefiero callar cuando le escucho decir que todos los presos políticos que existen en Cuba “reciben beneficios de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos”, o que “muchos de ellos han continuado llevando a cabo acciones de agresión y sabotaje a la economía del país”. Si nos fijamos, son consignas lo que habla, frases creadas por el Gran Manipulador que rige los destinos de Barnet y sus seguidores. Más de lo mismo: denigrar del enemigo promoviendo la mentira que los descalifique.
   Pero… y es bueno aclararlo, Barnet no representa nada en la Cultura cubana aunque tenga un rimbombante cargo. Y es que nadie cree en él  desde hace mucho tiempo. Fueron muchos los mensajes que nos llegaron  desde la isla a algunos escritores exiliados cuando un supuesto Congreso lo elegía Presidente: “No hay nada que hacer, querido Amir. Lo han puesto ahí porque necesitan una persona cuyo desprestigio moral e intelectual lo convierta en una pieza manipulable, fácilmente chantajeable, del juego que traman”, decía uno de aquellos mensajes enviado a mi correo personal por uno de esos escritores que ganó hace unos años el Premio Nacional de Literatura, es decir, un colega generacional de Barnet.
   A nadie representa Barnet, repito. Lo digo para defender a una buena parte de la intelectualidad cubana de la isla, que ha protestado, que sigue protestando, que se resiste a seguir viviendo bajo la bota del imperio del cinismo, pero no encuentran modos de que sus voces se oigan y sus reclamos son acallados en la nada mediante esas muchas tácticas de silenciamiento que han perfeccionado tras cinco décadas de represión quienes detentan el poder político. En Cuba se sabe bien quién ha bajado la cabeza, como Barnet, y quién mantiene su frente alta, su conciencia limpia, aunque, por desgracia, fuera de la isla eso no se sepa y casi  todos queden como cómplices de ese cinismo que Barnet defiende.

(El imperio del cinismo, Blog Amir Valle, noviembre 2010)

Wednesday, April 3, 2013

Andrés Reynaldo vs. Reynaldo González, Leonardo Padura y Senel Paz

González, Padura y Paz ejemplifican un género de intelectual cubano que paga su cuota de silencio y ambigüedad con tal de permanecer en el establishment sin llegar a disfrutar, dicho sea en su descargo, de un excesivo favor oficial. De visita en el extranjero, si alguien se interesa por saber de qué lado andan, se retuercen en evasivas convulsiones porque ellos, juran una y otra vez, no son políticos. A esta pícara neutralidad panglossiana, que no se atreven a observar en la Isla (en realidad tienen exhaustivas opiniones políticas sobre todo lo que sea castristamente correcto), agregan la desfachatez de acusar de fundamentalistas atascados en el discurso de la Calle Ocho a quienes levantan su voz desde el exilio, tal como la dictadura acusa de mercenarios a quienes la levantan en Cuba.

(No de nuestra parte, Diario de Cuba, febrero 2012)

Tuesday, April 2, 2013

Eduardo del Llano vs. Orlando Luis Pardo Lazo

Cuanto tenía que decirte acaba aquí: no me molestaré en contestar cualquier nueva sarta de tonterías que se te antoje pergeñar. No tienes estatura para mí, OLPL. No eres un contrincante digno. De aquí en cincuenta años, cuando le cuentes a tus (improbables) nietos lo que ha sido tu patética vida, lo único que vas a poder referir con orgullo es que alguna vez yo, Eduardo del Llano, dediqué tres cuartillas a desenmascararte e insultarte. Mis insultos serán tu única herencia, Pederasta.

(La noche y el día, La Jiribilla, febrero 2012)

Monday, April 1, 2013

Enrique del Risco sobre “Dulces guerreros cubanos”, de Norberto Fuentes

La diosa literatura, lamentando lo esquiva que le es su representación del poder ha designado a un escritor para la más alta misión que pueda encomendarle: durante años se acercará al poder, será parte de este, participará de sus correspondientes abyecciones con el solo objeto de describirlo. A esto le añade otro sacrificio: deberá ser parte del retrato que haga y mostrar cada una de las huellas que el poder haya dejado sobre su cuerpo sin emitir la más mínima queja o disculpa. Su entusiasmo en medio de la abyección deberá mostrar justamente las más oscuras desnudeces de ese poder.

(El libro imposible existe, citado en la red)