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Monday, March 31, 2014

Zoé Valdés vs. Encuentro de la cultura cubana

Conservo el privilegio de haberme dado cuenta desde el inicio de que esa revista no aclara sus relaciones con el régimen cubano, y que muy veladamente promueve a artistas colaboradores de esa dictadura (no me refiero a los artistas que necesitan trabajar y trabajan porque no les queda más remedio con el aparato estatal cubano, del que no se puede escapar si se quiere trabajar para vivir, hablo de aquellos que prestan su imagen con el objetivo de vender el producto castrista en el extranjero a cambio de prebendas), y que lo único que ha hecho, en lugar de conciliar y convocar el "encuentro" entre cubanos es todo lo contrario, ha conseguido la división sobre todo entre la gente del exilio. Y me quedo corta.

(Nada que ver con Encuentro. Blog de Zoé Valdés, julio 2007)

Friday, March 28, 2014

Duanel Díaz vs. Rufo Caballero (2)

Resulta verdaderamente risible la presunción del autor de Sedición en la pasarela cuando habla de este su "libro académico más creativo" y se refiere sin sombra de ironía a "el sentido profundo de mi [su] escritura". Semejante megalomanía -la primera de las manías de Rufo Caballero a que aludo en el título de estas páginas- es aun más patética cuando, como en este caso, hace penoso contraste con la obra del ufano y crédulo autor. Obra sí vasta -la grafomanía es otra de las ostensibles manías de Caballero- pero no valiosa. Obra que en buena parte se fundamenta en la inconsistente teoría de la posmodernidad a la que he puesto los reparos puntuales que han encendido la cólera de Caballero. Pues si Sedición en la pasarela (cómo narra el cine posmoderno) es un libro francamente malo y disparatado, América clásica (un paisaje con otro sentido) es aún peor. Por momentos es casi, a pesar de las superficiales libertades del estilo, un ensayo no ya académico, sino escolar, repleto de citas para llenar páginas y de cosas cogidas por los pelos. No vale la pena ni hay espacio para detenerse en cada uno de esos libros que Caballero ha publicado en sus quince años como ensayista, pero uno de los últimos, El canto del quetzal, que no he podido terminar de leer sino saltando párrafos enteros, es algo que ya no tiene nombre. Con este libro Caballero viene a confirmar no sólo que es un pésimo escritor, sino que como crítico carece de vista (retiro ahora aquella concesión amable, que es, contra lo que afirma el presuntuoso Caballero, lo único insincero de mi reseña): las explicaciones magistrales que da sobre arte no pasan de ser ensaladas de lugares comunes especiadas de cursilería, los comentarios sobre las obras contempladas en los museos de México parecen sacadas de cualquier manualito escolar. La palabrería hueca que en otros libros estaba un poco más contenida aflora aquí con una cursilería que dejaría chiquito a Vargas Vila.

(Las tres manías de Rufo Caballero, La Isla en Peso, 2001)

Thursday, March 27, 2014

Ricardo Alberto Pérez y Rolando Sánchez Mejías sobre el “intelectual cubano”

Además del fuerte aparato burocrático y de vigilancia por parte del Estado, la censura en Cuba –durante más de 30 años: infinidad de libros censurados, autores “congelados”, revistas clausuradas, libros convertidos en pulpa, proyectos rechazados...– tienen otras causas; una de ellas concierne a la imposibilidad legal de grupos literarios, publicaciones privadas y formas públicas de intervención social al margen de las instituciones del Estado; la otra, concierne al mal llamado “intelectual cubano”. Si por intelectual se entiende aquel hombre que a través de la palabra interviene en la vida cívica y cultural de su país sin que medie el Estado y sin que sea obstaculizada su libertad de palabra, se hace muy difícil explicar su presencia en Cuba. La mayoría de los “intelectuales” cubanos han sido comprados con viajes, sueldos, puestos y otros tipos de compensaciones...

(Ser intelectual en Cuba: ficción [o realidad], Encuentro de la cultura cubana, No. 2, 1996)

Wednesday, March 26, 2014

Virgilio Piñera vs. Eliseo Diego

¡Atchís, atchís!… Perdón, es que tanto rapé nos provoca deliciosos estornudos, y con tanta amabilidad casi estamos pidiendo la limonada de las cinco… Sin duda, se trata de un estilo borbónico: hay, además del rapé, el discreto, el minuet, y el Salón de los Espejos… No creo que haya que cargar toda la responsabilidad al director de orquesta. Aunque sé que le gustan estas piezas, también no es menos cierto que no tenía a su disposición en el momento de confeccionar el programa del concierto, mucho donde escoger. Fatalmente, es éste el modo de expresarse de los escritores cubanos en su inmensa mayoría. Los argentinos, que también padecen de este mal, lo llaman “estilo florcita”. Vaguedades y florituras. En suma, aburrimiento.

(La Nueva Revista Cubana, Lunes de Revolución, junio 1959. Visto en La Habana Elegante, segunda época)

Tuesday, March 25, 2014

Enrico Mario Santí vs. Cintio Vitier e “Imagen y posibilidad”, compilación de Ciro Bianchi Ross

Imagen y posibilidad intentaba, por tanto, echar tierra al entierro y en cambio resucitar al muerto. En ese desentierro el primer colaborador era, desde luego, el propio Lezama. Los  primeros tres textos del libro eran políticos, dos de ellos de adhesión al régimen: El 26 de julio: imagen y posibilidad, y Ernesto Guevara: comandante nuestro. Por eso en su prólogo, el recopilador oblicuamente justificaba el libro bajo el argumento de que irradiaba "luz sobre aspectos del pensamiento y la conducta de Lezama… un Lezama testigo no sólo del acontecer cultural sino también del acontecer vital".
   La única cita al pie en ese prólogo venía de un libro de Cintio Vitier, Ese sol del mundo moral, libro que en ese momento, por cierto (1975) estaba prohibido en Cuba. Había sido allí donde su autor había señalado, famosamente, que en otro texto de 1953, Secularidad de José Martí, que también recoge Imagen y posibilidad, Lezama había aludido al asalto al Cuartel Moncada y profetizado el eventual triunfo de la Revolución. Desde luego, el compilador ahora hacía suya la misma observación. Quedaba claro, por consiguiente, que el verdadero compilador de ese libro póstumo no era el que firmaba el libro sino Cintio Vitier y que era él quien quería desenterrar al muerto.

(La flauta china: mi diálogo con Cintio Vitier. Diario de Cuba, diciembre 2010)

Monday, March 24, 2014

José A. Baragaño vs. la Nueva Revista Cubana

Las ideas contrarias no se pueden expresar en un mismo cuerpo, necesitan un grave espacio que las separe de las direcciones enemigas. Cuando esto no ocurre se produce lo que Antonin Artaud llama una olla podrida. La Nueva Revista Cubana, por ejemplo, es eso: una olla podrida, no sabemos si gracias al contenido o al continente.

(Sobre las revistas literarias. Revolución, julio 1959)

Friday, March 21, 2014

Píter Ortega vs. Desiderio Navarro

Siempre he creído que Desiderio Navarro es un tipo de mucho cuidado. Una suerte de farsante que navega en todas las aguas. Un simulacro de personaje valiente, rebelde y contestatario, detrás del cual se esconden muchas historias pasadas bien “rojas”, oficialistas a ultranza. Alguien que se ha construido todo un aura de “teórico del arte”, cuando no es más que un editor y traductor, un individuo que repite lo que han escrito otros, pues ciertamente son muy pocos los trabajos de su autoría que tengan trascendencia. Siempre me ha indignado mucho la manera tan arrogante con que no deja hablar a sus invitados mientras funge como moderador en sus encuentros-monólogos de Criterios, momentos en que queda clara su mayor enfermedad: la del ego, la de las ansias de llamar la atención a toda costa, de ser el centro del universo.

(Desiderio Navarro y el Partido de los Mocos Verdes. Blog de Píter Ortega, julio 2010)

Thursday, March 20, 2014

Víctor Batista vs. “On Becoming Cuban”, de Louis A. Pérez, Jr.

Pérez está atrapado en el círculo vicioso de su concepción del nacionalismo cubano como una tensión entre «emulación» y «resistencia», cuyo centro de gravedad está, por tanto, en Estados Unidos. No considera que la revolución estaba abocada, por su propia dinámica, a separarse de la órbita norteamericana. Distingue entre una primera etapa revolucionaria ideada por moderados que aspiraban a un trato de igualdad con Estados Unidos y una segunda etapasocialista. Piensa que esa primera etapa fue ampliamente respaldada (...«hay evidencia abundante para sugerir que las medidas tomadas los primeros doce meses fueron apoyadas por casi todos los cubanos, aún aquéllos afectados adversamente por las reformas». p. 492), y que es el modelo a seguir para una imprescindible reconciliación. Pero le atribuye a la intransigencia del Gobierno norteamericano la responsabilidad total del giro tomado por la revolución, y esta interpretación, a la luz de los acontecimientos posteriores, es insatisfactoria. De poco sirve subrayar la responsabilidad norteamericana en el impasse nacional si se ignora, bajo pretexto de la desigual correlación de fuerzas, la responsabilidad que corresponde a los cubanos. Me sería imposible abarcar las intenciones del autor en este vastísimo pero incompleto panorama de la Cuba republicana. Una intención sería la de advertirle a Estados Unidos, de cara a un hipotético futuro, en el que se repitiera el pasado, que no vuelva a cometer el mismo error. Pero para mí no está claro si el error consistió en alentar a los cubanos a creerse acreedores, sin base para ello, a un nivel de vida similar al norteamericano o si fue, por el contrario, no haberles facilitado ese nivel de vida junto al estilo de vida norteamericano. En cualquiera de los dos casos, sin embargo, el destino de los cubanos dependería de Estados Unidos. Es una lástima que la formidable empresa de Louis A. Pérez de reconstruir todas las aristas de la vida republicana resulte, a fuerza de sesgada, poco esclarecedora.

(Una proeza poco esclarecedora, Encuentro de la cultura cubana, No. 20, 2001)

Wednesday, March 19, 2014

Walfrido Dorta sobre la literatura cubana

Islas en peso. Sitios donde tan bien se está. Paradisos. Que no te toquen, cuerpo glorioso, patria. Iniciales de la tierra. Años duros. Más islas. Memorias. Subdesarrollos. Habanas para infantes difuntos. Santas Camilas. Noches de asesinos. De donde son los cantantes. La luz, bróder, la luz. Islas. Nadas cotidianas. Trilogías sucias. El peso de la isla. Periodo Especial. Más islas… Esto puede hincharse hasta el mareo. Y no acabar…
   Hay una inflación simbólica de la literatura cubana; un repertorio saturado. Hay iteraciones cansinas. Una ingente cantidad de discursos atados a una garantía de visibilidad, que no han podido, mejor, no han querido desatarse.

(Olvidar a Cuba: contra el ‘lugar común’, Diario de Cuba, diciembre 2012)

Tuesday, March 18, 2014

Leonardo Padura vs. Domingo del Monte

Mientras la isla se removía con ejecuciones y encarcelamientos, Del Monte huyó a Europa, a pesar de que nunca fue formalmente acusado como conspirador y de que, en varias ocasiones, se manifestó públicamente contrario a cualquier intento independentista. En Europa vivió como un príncipe, hasta el fin de sus días.
   En realidad, detrás de aquellas palabras y actitudes de Del Monte se escondían dos poderosas y muy mezquinas razones: la primera, la más peligrosa, era que precisamente Heredia conocía de los pasados devaneos y oportunismos políticos del ahora gran mecenas de la literatura cubana, una historia que provenía de los días lejanos en que Heredia se había enrolado en una conspiración independentista y Del Monte -descubierto aquel complot, ese sí real- se había esfumado del mundo civilizado para ir a esperar el  paso de la tormenta en un pueblo todavía hoy remoto, en el casi despoblado confín occidental de la isla.
   La razón de su actitud de 1836, obviamente, implicaba una estrategia de ocultamiento de pecados propios a través de la exhibición lacerante de posibles deslices ajenos, criticados con acritud en misivas y charlas que, él bien lo sabía, trascenderían al espacio público.  
   La segunda razón es que José María Heredia era considerado por entonces la más importante voz lírica de Cuba, una de las más notables de América y del ámbito de la lengua española, mientras del Monte solo había llegado a ser un pergeñador de versos mediocres. Esta otra motivación, en aquella época y todavía hoy, se llama envidia y se manifiesta a través del odio y sus múltiples explosiones encaminadas a escamotear la grandeza a la que resulta imposible aspirar por méritos propios: un sentimiento que germina silvestre en los mundillos culturales. Y con especial fertilidad en los cubanos, donde resulta más fácil hallar vituperios que elogios. Dentro y fuera de la isla.

(Los profesionales del odio, Blog Café Fuerte, marzo 2012)

Monday, March 17, 2014

Rufo Caballero vs. Duanel Díaz

La furia de Díaz en su nota reviste un profundo carácter autotélico. La fragilidad de los galimatías que articula pretendiendo hacerles pasar por sutilezas de interpretación, deja claro que lo mismo mi libro que cualquier otro, él necesitaba un blanco, un blanco que actuara como depositario de su ego, de su lucimiento. El sujeto de su nota no es mi libro (yo menos: ningún sujeto debe oponérsele), sino él mismo. El caso de Díaz es orgánico, coherente con una proyección sistemática durante los últimos años: la del muchacho recién graduado de nuestras carreras de Humanidades, que se traga el mundo, y para eso, necesita aniquilar a la generación anterior de críticos, de especialistas, en una suerte de darwinismo humanístico y oportunista que se toma demasiado a pecho aquello de que "en el reino de la cultura y del pensamiento cada producción existe no sólo para ganarse un lugar, sino para desplazar a otras, para superarlas".
(…)
   Debería decirse Díaz, con Zaratustra, "¡pido pues a mi orgullo que siempre vaya del brazo con mi cordura!". Puesto que su carrera, que ha comenzado mal y bien a partes iguales, no tiene tiempo de comprender la naturaleza del conocimiento; allí donde aparece la riqueza de la complejidad y la disidencia, se apresura Díaz a ver el "error" y la contradicción. No hay conocimiento, ni proceso alguno del pensar, que deba prescindir de la diversidad. Nos decía el mismo Heidegger que "a diferencia de lo que ocurre en las ciencias, el rigor del pensar no consiste sólo en la exactitud artificial -es decir, teórico-técnica- de los conceptos. Consiste en que el decir permanece puro en el elemento de la verdad del ser y deja que reine lo simple de sus simples dimensiones". Le falta a Díaz conocer y disponer de ese rigor interior de la cultura; ese que está después del corsé de aparente álgebra y vocación de exterminio. Porque, entre otras cosas, esa palabra final que pretende sembrar el todo , ha servido muchas veces a lo largo de la historia de la humanidad y la cultura, a ese otro absoluto mayor que vela por el alcance de la libertad, la risa y la plenitud en la propia vida. Cuando, también con Heidegger, quedaría «por preguntar si, suponiendo que el pensar forme parte de la ex- sistencia, todo "sí" y todo "no" no existen ya acaso en la verdad del ser. Si es así, entonces el "sí" y el "no" ya están en sí mismos al servicio del ser y prestándole toda su atención".
   Díaz quiere trascender desde sus veintidós años. Lo está consiguiendo, rápido, de muchas maneras. Está, de entrada, incrustado en la historia de la crítica cubana como el gestor de una vergonzante irrespetuosidad.

(Contra el inmanentismo fetichista, La Isla en Peso, 2001)

Friday, March 14, 2014

Cintio Vitier vs. la Avellaneda

En realidad no tengo nada que decir. Confieso mi fracaso y doblo con pena la hoja de la Avellaneda sin haber podido recibir de ella ninguna enseñanza, como no sea la del poder aniquilador que a veces tienen las más seguras y sólidas palabras.

(Poetas cubanos del Siglo XIX, 1969)

Thursday, March 13, 2014

Carlos Espinosa acerca de “Sobre los pasos del cronista”, de Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco

Sobre los pasos del cronista llega a los lectores con un aval que, al mismo tiempo, actúa en su contra. En su cubierta se lee: Premio UNEAC de Ensayo Enrique José Varona 2009. En realidad, no estamos ante un ensayo, sino de una investigación. Acuciosa, seria, como ya he señalado, pero una investigación. El ensayo es otra cosa. Ante todo, posee como característica inherente al mismo su naturaleza subjetiva. Quien lo firma esgrime argumentaciones verosímiles, pero no trata de probar una tesis de manera irrefutable. Lo expresó de modo diáfano el mexicano José Luis Martínez, para quien el ensayo es “una peculiar forma de comunicación cordial de ideas en la cual estas abandonan toda pretensión de impersonalidad e imparcialidad para adoptar valientemente las ventajas y las limitaciones de su personalidad y su imparcialidad”. Esa definición es suficiente para darse cuenta de que se trata de algo bien distinto a lo que Mirabal y Velazco han hecho. Supongo que resulta obvio, pero igual aclaro que con esto no estoy restando valor a su trabajo. Simplemente hago notar que aparece bajo una etiqueta que no le corresponde.
   Sobre los pasos del cronista fue concebido originalmente como la tesis de grado que Mirabal y Velazco redactaron, para graduarse de periodismo en la Universidad de La Habana. Ignoro a qué proceso de reescritura fue sometida antes de presentarla al concurso de la UNEAC. En cualquier caso, como cualquier otro libro debió haber tenido una adecuada edición previa a su envío a la imprenta. En este caso, existían además varias razones para que eso se hiciese. En primer lugar, por tratarse del primer libro sobre Cabrera Infante que ve la luz en Cuba. En segundo, por haber sido galardonado en el premio que convoca esa institución. Y en tercero, por ser la obra con la cual se estrenan dos autores jóvenes, que además no rebasan los veintiséis años.
   Por supuesto, cuando hablo de edición me refiero a algo más que cuidar las cursivas, los entrecomillados y las erratas. Incluso en ese aspecto, Sobre los pasos del cronista no se libra de algunos deslices. El nombre de Eric Bentley aparece como Erich. El apellido de Bertolt Brecht, como Bretch. Asimismo no figura como coautora de la novela Cenizas de Izalco la salvadoreña Claribel Alegría, quien en 1978 obtuvo el Premio Casa de las Américas de poesía. Pero personalmente creo que aspectos como esos se pueden disculpar. Lo que realmente hubiese sido necesario habría sido revisar a fondo el original de Mirabal y Velazco. Haber eliminado algunos fragmentos de una exposición que es, a veces, reiterativa y prolija en información. Haber pulido algunos detalles de la escritura, lógicos en unos autores bisoños. Haber evitado que la consulta de las notas sea tan molesta, colocándolas a pie de página y no al final. En suma, haberle dado el tratamiento cuidadoso que Sobre los pasos del cronista se merecía.

(Un acto de justicia largamente esperado, Cubaencuentro, septiembre 2011)

Wednesday, March 12, 2014

La UNEAC vs. “Los siete contra Tebas”, de Antón Arrufat

En cuanto a la obra de Antón Arrufat, “Los siete contra Tebas”, no es preciso ser un lector extremadamente suspicaz, para establecer aproximaciones más o menos sutiles entre la realidad fingida que plantea la obra, y la realidad no menos fingida que la propaganda imperialista difunde por el mundo, proclamando que se trata de la realidad de Cuba revolucionaria. Es por esos caminos como se identifica a la “ciudad sitiada” de esta versión de Esquilo con la “isla cautiva” de que hablara John F. Kennedy. Todos los elementos que el imperialismo yanqui quisiera que fuesen realidades cubanas, están en esta obra, desde el pueblo aterrado ante el invasor que se acerca (los mercenarios de Playa Girón estaban convencidos que iban a encontrar ese terror popular abriéndoles los caminos), hasta la angustia por la guerra que los habitantes de la ciudad (el Coro), describen como la suma del horror posible, dándonos implícito el pensamiento de que lo mejor sería evitar ese horror de una lucha fratricida, de una guerra entre hermanos. Aquí también hay una realidad fingida: los que abandonan su patria y van a guarecerse en la casa de los enemigos, a conspirar contra ella y prepararse para atacarla, dejan de ser hermanos para convertirse en traidores. Sobre el turbio fondo de un pueblo aterrado, Etéocles y Polinice dialogan a un mismo nivel de fraterna dignidad.

(Declaración de la UNEAC, Los siete contra Tebas, Ediciones Unión, 1968)

Tuesday, March 11, 2014

Enrique del Risco vs. Miguel Barnet

Pero Barnet no solo habla sino también actúa como lo podría confirmar –si fuera libre de hacerlo- cualquier miembro de la UNEAC. Porque cada uno de los miembros de esa institución está sometido a un minucioso sistema de extorsión aplicado por Barnet para silenciar sus opiniones. O pregúntesele a los creadores cubanos que hace tiempo han renunciado a integrar las filas de la UNEAC porque se niegan a someterse al chantaje alegremente prodigado por gente como Barnet.

(Mis coincidencias con el señor Armengol, Blog Enrisco, febrero 2011)

Monday, March 10, 2014

Fermín Gabor vs. Zoé Valdés

De misterio, de putas o piratas, de pintora o de dictador, sea cual sea la variación en la que incurran las novelas de Zoe, su único tema obsesivo es la mala escritura. Cultivadora de una prosa prángana, ella ha explorado con fortuna la despreocupación estilística, el descaro sintáctico, el desparpajo gramatical. ¿Que alguien se atreve a enlistar las pifias cometidas en uno de sus libros? ¡Ese alguien es agente del G-2! ¿Que Pedro Juan Gutiérrez tiene éxito con sus novelucas? ¡A Pedro Juan lo fabricaron en Villa Marista con el fin de restarle lectores a ella! ¿Qué la crítica española elogia en grande a la primera novela publicada por Abilio Estévez? Zoe lo ataca en un artículo, sin citar su nombre, bajo la especie de que Tuyo es el reino es una copia de Virgilio Piñera.

(La lengua suelta # 35, La Habana Elegante, segunda época)

Friday, March 7, 2014

Alberto Edel Morales vs. “La fiesta vigilada”, de Antonio José Ponte

Típico de los muy críticos años de la crisis y transportado sin remilgos a unos dos mil que comienzan a ser otros ―entre nosotros y más allá de nosotros―; este es, quizá, el eje en que se afinca mejor, por ejemplo, Antonio José Ponte, en La fiesta vigilada, una letanía imprecisa entre la confesión, la novela, el ensayo y el autobombo de unas memorias sin gloria, donde todo el mundo es sórdido o fútil menos el autor protagonista, para proponernos “una historia de represiones y miserias que este libro… nos cuenta como ningún otro”, según disfruta reseñar uno de esos parricidas revelados como eficaces colaboracionistas del poder exterior, Duanel Díaz. La Fiesta…, de Antonio J. es la fiesta del chanchullo, la intriga, los manejos turbios, el egoísmo y la perfidia, la oscura fiesta del abandono, la simulación, el dólar y el turismo, cuya existencia no es un estado transitorio y equívoco, el resultado de una carencia y un aumento de la presión exterior, sino síntoma de la pudrición final del cadáver revolucionario y germen recuperado de lo que vendrá. Desde allí, Ponte levanta su memoria otra del país que propone como plataforma para recuperar el derroche de unos años 50 cuyo boato añora, aunque esa fastuosidad haya sido erigida, entonces si, sobre “una historia de represiones y miserias” abrumadoramente duras y de no ficción. Menos chancletero y no tan divertido, pero con el mismo cinismo resentido, casi maniático, hacia apocalípticos e integrados a que nos acostumbró Fermín Gabor, Antonio José Ponte  ―un autor inédito en Cuba, según la nota de solapa, falsedad evidente que predispone antes de entrar― llega en este libro al “final de toda fiesta de disfraces: el momento de abandonar las máscaras”.

(Anomalías de la verdad, La Jiribilla, 2007)

Thursday, March 6, 2014

Manuel Sanguily vs. Plácido

(…) pero Plácido no es una gloria verdadera de Cuba. Haya o no sido el hipócrita conspirador contra los blancos, no fue en definitiva más que un pobre diablo: un poeta sin dignidad; un artesano vicioso; un mestizo sin alma ni decoro; un cubano miserable; un desgraciado, un abyecto delator...

(Una opinión asendereada, Hojas literarias, noviembre 1894)

Wednesday, March 5, 2014

Heriberto Hernández vs. Carlos Alberto Montaner

Pasa el tiempo y Carlos Alberto Montaner parece cada vez más una parodia de sí mismo. Reduce sus análisis a dos o tres argumentos más o menos sustentados y expuestos con cierta fluidez, que aplica lo mismo a un análisis económico o sociológico, que estético. Eso, en medio de la pacatez reinante entre nuestros “analistas profesionales”, no resultaría ni siguiera grave, si no se concediera ciertas libertades, imagino que intentando decir algo gracioso o chocante, aunque en el fondo refleje su estrechez de criterios en ciertos temas.

(La frase del año, Blog La Primera Palabra, diciembre 2011)

Tuesday, March 4, 2014

Juan Abreu vs. Antón Arrufat

Se ha celebrado en Cuba un coloquio sobre Virgilio Piñera, un escritor perseguido censurado y finalmente aniquilado por los Castro. Ya sabemos que la consigna desde hace algún tiempo es: “estos maricones escritores una vez muertos pueden ser muy útiles”. Y lo son, que duda cabe, siempre hay alguien dispuesto a aprovecharse y sacar lasca del escritor aniquilado.
   Como era de esperar, acudieron al coloquio los escritorzuelos locales a sueldo, las profesoras menopáusicas y los académicos de generosas caderas. Fueron a apoyar la dictadura. Sí sí, ya sé, bla bla, pero ir allí a participar en esos cínicos espectáculos dedicados a escritores aplastados por la dictadura es apoyar a la dictadura. El único coloquio sobre Virgilio Piñera que no sería de apoyo a la dictadura sería aquel que comenzara con la única pregunta pertinente: ¿quién lo mató?
   Lo más divertido del coloquio es la manera en que la fauna invitada se las arregla para hablar durante horas sin mencionar la dictadura. Es decir al culpable. Leí la introducción al coloquio a cargo de Antón Arrufat. Es uno de los documentos más asquerosos que se hayan escrito jamás.
   En su lacrimógena y mística perorata, Arrufat habla de “contingencias sociales”, de “tiempos de grisura y atonía”, de “aguas al fin tranquilizadas”, de “el silencio de Dios” (supongo que se refiere a los Castro), “de la futuridad”, habla del “bracear con la sombra”. Habla de todo menos de los que injuriaron y humillaron hasta la muerte a Virgilio Piñera: los Castro. Es decir ¡los jefes máximos y como es natural los jefes del coloquio que inaugura Antón! Todo dice el papelucho de Arrufat, excepto el nombre de los culpables, de los verdugos. Y no los nombra porque sabe que se le acaban los coloquios y los viajes y porque en la isla para los díslocos siempre hay una celda aguardando en Villa Marista. Lo que prueba que ¡las cosas han cambiado en Cuba y vivimos otros tiempos! Tralala.
   Virgilio era un gran escritor, Arrufat es una mariquita cobardica que revolotea sumisa y aterrorizada ante los verdugos de su supuesto “Maestro”; verdugos, dicho sea de paso, que hace años le dieron de patadas en el culo al propio Arrufat. Que ya lo ha olvidado todo en nombre del Premio Nacional de Literatura y de la Medalla Alejo Carpentier.
   Antón Arrufat debería fregarse bien la boca antes de hablar de Piñera. Pero supongo que sería demasiado pedir.

(Blog Emanaciones)

Monday, March 3, 2014

Vicente Echerri vs. Miguel Barnet

El argumento de que Miguel Barnet el escritor es separable del Miguel Barnet el funcionario de un régimen que participa de esa condición esencialmente degradada, no pasa de ser un ejercicio retórico. Quien ha defendido, una y mil veces, la ignominia en que vive su pueblo no puede redimirse por un texto al parecer inocuo. El novelista nunca deja de ser el mayordomo del castrismo, ni siquiera cuando reza de noche —si es que lo hace— al Dios cristiano o a las deidades animistas con que trasiega. Hasta en sueños es un auxiliar de verdugo, o al menos lo es para nosotros.

(El límite de la libertad de expresión, El Nuevo Herald, febrero 2011)