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Friday, July 31, 2015

Alexis Romay vs. Wendy Guerra (y Carlos Varela)

Carlitos y Wendy Guerra
tiran con cierto abandono
de la cadena. ¿Y al mono?
Lo dejan… que les aterra.
De sus días en la tierra
dan cuenta con sus canciones
y escritos bobalicones
a la ciudad disoluta:
«Esta Habana es una puta
(fuera de revoluciones)».

(Algunas disquisiciones sobre la inmortalidad del cangrejo. Blog Belascoaín y Neptuno, Oct. 2008)

Thursday, July 30, 2015

Zoé Valdés se tiempla a José Martí

Ayer, como de costumbre, soñé que Martí andaba por ahí, revoloteando en mi habitación, montado en su caballo blanco. Y se bajaba del caballo más vivo que nunca y se desnudaba así como se desnuda Richard Gere en American Gigoló y me daba una templada de altura. Yo levitaba con la singada que me daba Martí. Es que siempre me gustó Martí, incluso escribí una conferencia de veinte páginas para hablar de la poesía amorosa de Martí en la que yo me pintaba como una mujer de Martí. Y anoche por fin lo fui.
   No, Martí anoche no murió en el caballo blanco, por el disparo de un arcabuz ni por el chivatazo de un cubano. No, Martí se bajó del caballo y me dio tremenda mamada y yo se la di a él. Y me abrazó y me dijo una pila de cosas lindas, y luego se marchó, montado de nuevo en el caballo blanco, que así en la  penumbra parecía una mancha de esperma martiana; y me prometió que escribiría un poema. Un poema para mí: su amada.

(Sueño erótico martiano. Blog Zoé Valdés, mayo 2014)

Wednesday, July 29, 2015

Lorenzo García Vega vs. Roberto Fernández Retamar

Esta inaudita aparición en La Habana, la ciudad en ruinas, nos ilumina a todos.
   Sentado en el banco de un parque, donde también está sentada la estatua de John Lennon, el comisario bueno, el comisario amigo y sin rencor, Roberto Fernández Retamar, tiene puesta la gorra de Trotsky, y en la mano ostenta el bastón del pastor de ovejas.
   ¡Qué lindo es todo!
   La paz, y sobre todo el tierno Comisario.
   Pero lo que más maravilla, a los pies del Comisario con gorra y con bastón (y esto en una luz de ruinas, iluminando el mediodía en ruinas, de la ciudad en ruinas), es la presencia del tigre.
   Un inaudito, inenarrable, tigre posmodernista que, para nada, tiene que ver con ningún tigre soñado por William Blake, pero que, eso sí, tiene la misma sonrisa que pudo tener aquel dentista que, dicen, inventó la guillotina.

(Ruinas, comisario y un tigre. Blog Hotel Telégrafo, septiembre 2012)

Tuesday, July 28, 2015

Manuel Díaz Martínez sobre Norberto Fuentes

La nota discordante de aquella noche de falsa reconciliación la dio Norberto Fuentes, quien, citado por Padilla, primero entró en el juego de la autocrítica y luego pidió otra vez la palabra para desdecirse y proclamar que era uno de los escritores más perseguidos de Cuba y que no tenía nada que reprocharse. Para muchos, Padilla incluido –yo también lo he pensado–, esta escena de Norberto Fuentes fue preparada por la policía con el fin de darle prestigio de espontaneidad a la pantomima. Sea lo que haya sido, dramaturgia o verdad, fue la única escena estimulante de aquella noche de Walpurgis.

(El caso Padilla: crimen y castigo. Encuentro de la cultura cubana, Nos. 4/5, primavera-verano, 1997)

Monday, July 27, 2015

Jorge Angel Pérez vs. Nancy Morejón

¿Quién se encargará de la revista Unión? ¡Ojalá que no sea Nancy Morejón!
   Y ahora decidieron, no sabemos quién, dejar sin presentación el último número de la revista Unión. Nada importó que estuviera a cargo de Graziella Pogolotti, lo importante era dejarnos vestidos pa’ la fiesta. ¿Era más? Antes ocurrió algo parecido, fue en el número sesenta y nueve, cuando Ernesto Pérez Chang hacía la revista que dirigía Nancy Morejón. Esa vez fueron unos poemas de Aretino, los eróticos, que yo había conocido por la traducción que hizo Luis Antonio de Villena, pero que agradecí, y seguro que todos aplaudimos la gracia de Jesús David Curbelo, porque la traducción era muy buena, y porque no es lo mismo la polla que la pinga; resulta que la primera es más blandita, y no es cubana. A pesar de estas bondades el número desapareció de las librerías, y Ernesto Pérez Chang tuvo que buscar otro trabajo, pero la dirección siguió siendo la misma. Entonces llegó Carlos Velazco, un joven escritor muy talentoso, y trabajador, que se propuso trabajar mucho, y bien, tanto que cogió sus ramalazos después de editar el número 82, quizá fue antes, yo no sé. Dicen que la razón del regaño fue una entrevista a Natalia Bolívar y sus opiniones acerca de sombríos personajes que fueron decisores, hace ya un tiempo, de la vida política y cultural de la nación, pero Carlos siguió empeñado en trabajar y hasta preparó otro número, sabiendo que sería el siguiente, sin saber que sería el último y que no tendría ni siquiera presentación, aunque circularan las invitaciones a través de los correos electrónicos, aunque estuviera a cargo de Graziella Pogolotti. Ojalá que a ella le dieran alguna explicación, ya que a nosotros nos dejaron suponiendo las razones. ¿Qué pasará ahora que Carlos Velazco renunció? ¿Quién vendrá a trabajar ahora? ¿Será un enano? ¿Será un lampiño? ¿Trabajará? Cruzo los dedos. ¡Dios mío, que no sea Nancy Morejón!

(Publicado en la red, junio 2014)

Friday, July 24, 2015

Reinaldo Arenas vs. Antonio Benítez Rojo y Reinaldo García Ramos

La actitud de Ismael fue completamente contraria a la de casi todos los escritores de la UNEAC y la de mis amigos anteriores. La gente de la UNEAC fue especialmente miserable; todos me negaron el saludo. De pronto, yo me convertí en una persona invisible. Antonio Benítez Rojo, que era oficial de la Casa de las Américas, dejó de saludarme; no me veía cuando yo pasaba; así sucedió con casi todos. Y otros, tal vez por simple cobardía, se olvidaron de mi presencia, aunque habíamos compartido una larga amistad, como fue el caso de Reinaldo Gómez Ramos. Reinaldo se acercó a mí para decirme que había unos manuscritos míos que estaban en su casa y que él no los podía guardar más; que tenía que destruirlos o entregármelos. Yo le di cita en la esquina de su casa para recoger los manuscritos, aunque ya no confiaba en nadie y pensaba que podía ser un informante de la seguridad del estado. Reinaldo se me acercó absolutamente aterrorizado y me los entregó; yo los tomé y los tiré por el tragante del desagüe del alcantarillado. Era lo mejor que podía hacer en un caso como aquél, porque en caso de que fuera informante, ya no podía delatarme pues no existía ninguna prueba. Pero aun cuando no hubiese sido informante, como persona dada al chisme, le hubiese podido comunicar a sus amigos, al mismo Coco Salá, que me había devuelto aquellos manuscritos; esto hubiera sido terrible para mí. Era lamentable la actitud de muchos de aquellos amigos en los que yo había depositado mi confianza y ahora, en un momento en el que no tenía ni donde vivir, no podían siquiera guardarme aquellos manuscritos.

(Antes que anochezca, Tusquets, 1992)

Thursday, July 23, 2015

Anónimo vs. Laura Ruiz

Lo primero es lo primero. Llamó mi atención revisando algunos de los cuadernos de literatura recientemente promovidos por la ciudad un texto singular de teatro a través del cuál la marchita poetiza de EDICIONES VIGÍA, Laura Ruiz, discurre a través de un texto con nulo valor literario en una patética conversación con Amalia, símbolo de la historia camagüeyana, esposa de Ignacio Agramonte. Con un estilo soez, Laura Ruiz, enarbola un discurso homosexual con el fantasma de esta noble dama y nos conduce entre sus traumas interiores sin que nunca sepamos por qué ni para qué se produce esta despersonalización de una delicada entidad histórica que en este libro, cuyo titulo no me atrevo a repetir, es puesta al servicio de un culto sáfico cuya academia encuentra su signo en la más burda escuela de la “tortilla cubana”. Es el caso de muchos autores cubanos que como consecuencia de sus eros enfermos y vapuleados por los tabúes sexuales derivan hacia el arte en busca de una libertad que sus familias, sus amigos, y otros convivientes sociales, les han negado a consecuencia de su orientación sexual. El resultado es un elitismo que no es propiamente intelectual, es un elitismo signado por grupos de pertenencia, o sea, los nobles intereses del arte ceden su lugar, a una simpatía de elección (objeto erótico), y claro está, cuando unos cuantas personas con esta filiación confluyen en un mismo centro profesional, laboral, etc, se origina lo que pudiéramos llamar un monopolio de bolsillo, una sociedad reaccionaria hacia todo lo que contradiga sus valores. Sabido es entre muchos intelectuales de la provincia con los que he tenido el privilegio de conversar los obstáculos que muchos escritores encuentran para publicar sus libros y sortear estos “círculos del poder” que han sido auspiciados y permitidos por los dirigentes del Libro y de cultura, los cuales han avalado la publicación de folletos deplorables como el de la propia Laura Ruiz sin que hayan tenido en cuenta las útiles opiniones de otros intelectuales del ruedo.
(...)
Mi investigación me condujo a las EDICIONES VIGIA que fueron fundadas por Alfredo Saldivar, Rolando Estévez, y la propia Laura Ruiz, además de otros cuyos nombres no me fueron precisados. Estas son ediciones artesanales que surgen en pleno periodo especial con el objeto de proteger la continuidad espiritual de la literatura ante la carencia de recursos, debido al bloqueo y todo lo demás. En sus inicios, por ser una editorial pobre y de buena voluntad, por realizarse solamente con escasos materiales a mano, ser pocos sus artesanos, y realizarse la venta en moneda nacional, los derechos de autor no se pagaban, todo esto con el consentimiento del propio autor. Los tiempos cambiaron. Se legalizó la divisa, y la moneda libremente convertible. En los tiempos actuales EDICIONES VIGÍA produce una enorme cantidad de libros, los cuales son vendidos en dólares en el extranjero, aprovechando los viajes que por invitación realizan al exterior sus trabajadores, fundamentalmente Laura Ruiz. Estos libros que son procesados con mayor experiencia editorial, y mayor calidad, alcanzan precios inalcanzables para los salarios medios de los propios intelectuales de la provincia, los cuales se ven obligados a realizar colas para alcanzar los escasos números de una venta misérrima que se realiza para taparle la boca a los que están molestos con esta situación. Se supone que ahora que la cosas han mejorado económicamente, que el mercado de Vigía se ha ampliado, se paguen los justos derechos de autor. Nanina. Lo interesante es que Laura Ruiz ha logrado reparar toda su casa, incluso ha realizado ampliaciones, y sus amantes mujeres, se ven beneficiadas con exquisitos regalos, ron y vinos caros, perfumes y otras sánsaras, que le han permitido establecer un nivel de vida que todos merecen, siempre y cuando su crecimiento no sea el resultado de la expoliación de los tan útiles y necesarios derechos de pago.

(Entre las patas del caballo. Circulado por e-mail, 2007)

Wednesday, July 22, 2015

Tristán de Jesús Medina vs. Rafael María de Mendive

¿No es verdad que sus versos parecen producciones de una niña de esta especie, a quien le ofende hasta la misma luz y un aire un poco fuerte, teniendo a cada paso que cerrar las celosías? Mendive escribiendo versos es la niña que sólo sabe andar mientras siente bajo sus pies los blandos tapices de la casa paterna, pero que si sale al jardín tiene que sentarse porque la arenilla de las calles le lastima las plantas a pesar de las chinelas.
(...)
   Si encontráis en estas poesías algunas muy buenas, no las llamáis sino bonitas, nada más que bonitas, porque ninguna de ellas, aún tratando de objetos sublimes y grandiosos, es grandiosa y sublime. Si halláis alguna imperfecta no digáis severamente que es mala; decid más bien, con tono lastimero: pobre flor que se muere de sed porque le falta una sola gota de rocío.
(...)
   ¿Por qué el señor de Mendive es tan tímido y tan recortado? ¿Por qué tiene escogidas una docena de frases para todas sus composiciones, para expresar todos sus sentimientos, para escribir toda clase de versos, romances, odas, sonetos, quintillas y octavas? Parece que este poeta le ha roto las cuerdas a su laúd y le ha dejado una sola. Sí, una sola cuerda tiene su lira y por eso lanza sonidos tan leves que llegan al alma como ecos muy lejanos. Sin duda hay aquí orgullo de poeta, como lo hay en el violinista cuando ejecuta admirablemente un capricho sobre la prima del violín, despreciando las tres cuerdas restantes.

(Citado por Lezama en conferencia. En: Fascinación de la memoria, Letras Cubanas, 1993)

Tuesday, July 21, 2015

Ignacio T. Granados vs. Carlos Victoria

Victoria en definitiva era un escritor mediocre, sin otra virtud que el carácter sombrío de sus historias; que podrían ser buenos referentes de la circunstancia socio política de su generación, y hasta válidas como indagación personal sobre sus propios traumas, pero sin que nada de eso tenga de suyo valor literario. Entiéndase, no se afirma que Carlos Victoria fuera un mal escritor sino que no era malo; eso es lo que no es un valor literario, y deriva la atención sobre la intensidad de su desgracia personal —presente en su literatura—, que tampoco es un valor literario. Nada de eso importa, es probable que a Velazco su propia realidad le haya vendido esta historia como la misma sublimidad de Reinaldo Arenas; en la necesidad de una generación venida a menos por la dilapidación —culpable o no— del patrimonio familiar, nada que su propia inteligencia no le permita dilucidar con el tiempo. Mientras tanto, eso sí, Velazco entrega una curaduría que vale la pena seguir de cerca; como desenrollando un ovillo afiligranado por todas las historias que en nuestro mundo han sido, y a la que sólo puede acceder el crítico con inteligente generosidad. No hay que olvidar que la mojigatería es hipócrita y sólo oculta la intención de los aprovechados en el convencionalismo; y Victoria fue de todo menos hipócrita en la dignidad de su pobreza, contrario a muchos de los que le alimentan el mito.

(Carlos Victoria y la geneosidad del crítico. Blog Dirty City, noviembre 2014)

Monday, July 20, 2015

Félix Luis Viera vs. la UNEAC y escritores oficialistas

Para ser justos, debemos considerar que no todos los escritores y artistas que hoy asisten a las asambleas de preparación y los que asistirán al Congreso, están informados de lo que sucede en su propia tierra, debido a la privación de información que padecen. Pero hay un notable grupo compuesto por las élites que sí están al tanto, por ejemplo, de que en Cuba se humilla, golpea y encarcela a un hombre o una mujer por decir lo que cualquiera comenta en voz alta en un país donde haya libertad promedio. Estos intelectuales y artistas, los que aun teniendo conocimiento de tal situación, más que callar aplauden y dicen venerar al castrismo, son los que no tienen perdón. No lo tendrán.
   Por otro lado, desde el primer lustro de la década de 1990, la Uneac fue masificada, “sabiamente”, por el Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Es decir, desde entonces su membresía ha crecido desmesuradamente al incorporar a creadores e intérpretes que aún se encontraban en proceso de consolidación de sus vocaciones o que jamás tendrían los reales méritos artísticos para formar parte de esta organización. A tal punto ha sido esta arribazón que uno puede hallar que en alguna pequeña provincia cubana hay registrados más escritores que en Londres. Estas personas, favorecidas por el crecimiento inclemente de la Uneac, es lógico que se sientan deudoras, toda vez que hoy disfrutan de ciertos derechos que las llevan a algunas bonanzas, y por tanto es de esperar que su reacción se vincule con la obediencia o al menos la anuencia. Otro aspecto que debemos considerar a la hora de evaluar el impacto que podría tener la Uneac para abogar por el decoro, la imparcialidad o lo que fuere de las artes y las letras, es que, al incluir en sus filas a exponentes de todas las disciplinas: radio, televisión, literatura, cine, música, artes escénicas, artes plásticas... pues simplemente en una reunión plenaria ha estado y estará muy diezmada eso que algunos llaman “reacción de clase”. Me explico: no tienen las mismas carencias un poeta que un locutor, o un pintor que un animador de televisión. De este modo, ha sido imposible, y lo será, echar adelante, si así se empeñaran algunos, reales conceptos que vayan por el camino de alcanzar verdaderos estadios de realización, libertad, conciliación y oposición al orden establecido.
   De manera que nadie espere que en el próximo Congreso de la Uneac se plantee algo que verdaderamente pueda cambiar, desde los cimientos, la situación de las artes y la literatura en Cuba. No habrá ninguna propuesta para erradicar la censura, incorporar a la cultura cubana a los creadores exiliados o alguna pregunta sobre si es cierto o no que a las Damas de Blanco se les golpea por manifestarse pacíficamente llevando en alto un gladiolo. No será así. Por el contrario, desde allá nos llegará la sensación de que todo anda perfecto en la cultura, las artes y la literatura cubanas. Nos llegará esa sensación de que en las colinas del ya alcanzado comunismo cubano, ellos, los artistas e intelectuales residentes en la Isla, junto a todo el pueblo, tocan sus flautines y danzan seráficamente.

(La UNEAC se prepara para celebrar su VIII Congreso. Cubaencuentro. marzo 2014)

Friday, July 17, 2015

Gastón Baquero vs. “La consagración de la primavera”, de Alejo Carpentier

“(…) He leído, con la cólera que es de suponer, la perversidad de Carpentier llamada Consagración de la primavera. Es el libro que Castro le venía exigiendo desde hace mucho tiempo para considerarlo integrado. Es la habitual difamación precastrista, donde según estos monstruos todo era malo. Sólo pintan la parte negativa, para complacer a los comunistas y a todos los hijitos de la Gran Bretaña (como el señor Hugh Thomas, que es textualmente hijo de ese país), que no perdonan a Cuba libre ser lo que era. Esta novela de Carpentier, donde la protagonista nace, simbólicamente, en Bakú, verdadera cuna de Alexei, gustará muchísimo aquí a los que no perdonan el 98, y en el resto del mundo a todos los envidiosos de la maravilla de Cuba.
   El crimen de este Alexei está en hacerse el que cree que Cuba era solamente eso que él pinta ahí, cuando todos sabemos que sí, que había muchas cosas malas, como en todas partes donde haya humanos, pero en cambio, si se actúa de buena fe, se tiene que reconocer que jamás, jamás, jamás, faltó en Cuba, en ningún momento de la historia de la República precomunista, la denuncia del mal, la protesta, la queja, que revelaban el verdadero anhelo del cubano de la República, que quería una gran patria. Canalladas como esta de Alejo ayudan mucho a Castro, que justifica todos sus crímenes pintando un país que, según esa pintura, merecía ser destruido.
   De todos modos, como este malvado tiene su gracia literaria, hay momentos de evocación habanera, de recuerdo de las viandas, etc., que valen la pena de tomarse el resto del purgante. Maltrata a Batista, a quien tanto le debió siempre (recuerda que él era el favorito cuando lo de la estación CMZ y el Teniente Morales, etc, y maltrata a Pérez Jiménez, a quien le cogió hasta la respiración, pues como bien sabemos, a Alexei le gusta el dinero más que el cacao”. (…)

(Reproducido en Penúltimos Días, Ene. 2014)

Thursday, July 16, 2015

Rolando Jorge vs. cultura en Miami

No sé nada del "intercambio cultural" y si hay algo que intercambiar, lo que si sé es que aquí no existe
   1. una maldita editorial que ayude a publicar y promocionar a los escritores cubanos y de otros países residentes aquí
   2. la llamada Feria del Libro de Miami es una maldita mentira: no les interesa la literatura para nada y mucho menos la poesía o los autores de aquí
   3. no existe un concurso literario de ningún tipo
   4. no existe hasta hoy una revista literaria importante
   5. no existe ninguna organización donde se puedan reunir los escritores a debatir ideas, libros, trabajos, etc
   6. los medios de difusión masiva (prensa, tv, radio, etc) están en función del entretenimiento y la política, jamás la literatura
   7.etc etc etc

(publicado en la red, octubre 2013)

Wednesday, July 15, 2015

Ileana Alvarez vs. la Generación 0

Muchachos todos inteligentes, todos necesarios en el concierto de la poesía cubana, pero jodidos en su ira, en su vacío afán de desacreditar, encerrar, lapidar, borrar, invisibilizar, matar todo lo que no se les parezca, en fin,  frutos de la intolerancia, de la falta de inclusión, de la belleza que significa reconocer lo diferente, la alteridad, no solo como especie de espejo invertido,  sino como condición que valida y enriquece la propia identidad, el ser. No los culpo, son como yo, como mi generación "la escondida", víctimas del despotismo. La vida es más que blanco y negro, yo también negué, pero siempre con respeto, y aprendí más cuando me percaté que lo diferente a ti,  no siempre es lo malo, que lo diferente, incluso te puede superar, y si dialogas con lo diferente, creces. El despotismo cultural de algunos  jóvenes de "la llamada generación cero", por cierto tan aupados a nivel institucional que hasta revista propia tienen, cosa que ni pensar que mi generación podía soñar,  en mi opinión, es peligroso y dañino, y no garantiza, por individualista, y dictatorial, la comunión que necesitamos los intelectuales para fundar la Cuba futura.

(Comentario en la red, octubre 2013)

Tuesday, July 14, 2015

Yoandy Cabrera vs. Guillermo Rodríguez Rivera, Pablo Armando Fernández, la Generación del 50…

Si realizamos una mirada diacrónica desde el presente, si apartamos la muchísima hojarasca del coloquialismo oficialista, ancilar y anquilosado de los años sesenta y setenta en Cuba, el canon de esa etapa hay que buscarlo en los márgenes, en los "apestados", en los autores malditos de esos tiempos: Isel Rivero, Lina de Feria, Heberto Padilla (que pagó más caro que muchos su equivocación y su primera etapa de defensa del proceso del 59), Delfín Prats, Reinaldo Arenas... La mayoría de los demás autores de la época (escritores como Guillermo Rodríguez Rivera y Pablo Armando Fernández) demuestran que el coloquialismo tiene un valor muy circunstancial (sincrónico) y en un alto grado insustancial. La dependencia de un proceso político determinado y puntual marcaba desde su génesis el fatum que con claridad hoy leemos como episódico y forzado en gran parte.
   En ciertos períodos de la literatura cubana, las obras canónicas (estilísticamente hablando) son aquellas que rompen con el orden impuesto; los hoy "dinosaurios" de la Generación del Cincuenta poco tienen que enseñar y decir. Más bien muchos de ellos parecen disfrutar con holgura de su posición de víctimas oficialistas, de la rentabilidad que han sacado de la marginación sufrida unas décadas atrás. A ello creo que se debe en gran parte la nulidad de sus obras en el presente. Los autores que más podían prometer de esa generación no han sido para los más jóvenes lo que alguna vez parecieron. La norma estética de dicha promoción es, vista desde el presente, la más estéril y anacrónica del panorama cultural cubano del siglo XX.
   Por ello mismo, los poetas que han trascendido (vivos o muertos) continúan siendo unos desplazados, unos inadaptados, dentro o fuera de Cuba. Y son precisamente ellos los mejores representantes de la negación y la ruptura con los principales presupuestos temáticos y formales de la Generación del Cincuenta, sin que por ello esté ausente de sus obras cierto carácter conversacional que siempre han tenido (Casa que no existía, Lenguaje de mudos, La marcha de los hurones, Fuera del juego). Por tanto, la división entre conversacionalismo y tropologismo o subjetividad es uno de los más grandes desaciertos en la historia y crítica de la literatura. Ya sabemos que dicho esquema disparatado responde a otros órdenes excluyentes que no son en realidad estéticos.
   Las tendencias artísticas que nacen en libertad y de forma espontánea en diálogo estrecho con los cambios sociales, lamentablemente suelen derivar (como las "revoluciones" que las propician) en dictaduras estéticas que niegan su propio carácter genésico, espontáneo y libre, con frecuencia se vuelven instrumentos de represión en manos de gobiernos totalitarios, desde el imperio de Augusto al realismo socialista, de la expulsión de Ovidio al destierro de Brodsky y al juicio de Heberto Padilla. Cuando ello sucede, no podemos llamar "estética literaria" o "movimiento literario" a fenómeno represor semejante; estamos más bien en presencia de un monstruo que aniquila en masa todo lo que se le opone, y eso no es literatura, no responde a una poética, sino a una política excluyente y discriminatoria, a un partidismo obcecado. Tributar a ello es alimentar y participar de la barbarie. Algunos pocos como Jesús Díaz tuvieron la decencia de reconocer su error de esos años, otros no lo han hecho hasta hoy.
   Al contrario de ello, Delfín Prats y Lina de Feria demuestran, desde sus primeros libros, que no hay tal división maniquea, estéril y esquemática entre el coloquialismo y el tropologismo; ello fue más bien política de Estado, de un Gobierno que desechó y discriminó todo aquello que no respondiese a un utilitarismo social y masificador que lastró en gran parte la poesía de la época. Visto desde el presente, es lamentable que a esa política hayan tributado de forma ancilar no (solo) con sus textos sino con sus opiniones autores como Manuel Díaz Martínez y Félix Pita Rodríguez en las páginas de publicaciones como la revista Verde Olivo. E insisto que el problema no fue el coloquialismo en sí, como tendencia o corriente poética, sino la correspondencia monolítica, equivocada y excluyente que se estableció entre creación y política, así como la intolerancia, el cuestionamiento y el desprecio hacia cualquier otra forma de creación.

(‘Lenguaje de mudos’: la poesía como negación. Diario de Cuba, septiembre 2013)

Monday, July 13, 2015

Ramón Fernández-Larrea sobre “Mi bandera”, de Bonifacio Byrne

Yo siempre quise convertirme en poeta civil, pero nunca supe en qué oficina había que inscribirse. Teniendo el Comité Militar tan cerca de mi casa y tan pendiente de mi busto, cambiaba de semblante al pasar con mis secretas intenciones poéticas de civilidad. No sé si con el soneto construyó usted una balsa, pero sí que tuvo que salir como un siquitraque sobre las olas, echando un pie, y no paró hasta Tampa, que cuando un poeta le cae gordo a las autoridades, le quieren hacer tampas diversas, ponerle un tampón en la boca y amarrarle las manos. Allí se hizo usted lector de tabaquería, que es uno de los oficios cubanos más loables y llenos de humo que existen.
   Para terminar el semblanteo, dicen en esa semblanza citada que cuando usted regresó al finalizar la guerra, venía con un pitirre patriótico en el corazón, y que por poco le da un terepe al ver ondear sobre el Morro un par de banderolas: la de USA y la nuestra. Una de ellas ya no se USA. Ya eso sí se lo sabe la gente. Textúo y cito: "Le hubiera bastado este poema para quedar definitivamente consagrado en la lírica de Cuba junto al nombre de José María Heredia". Vamos por partes, fuera casacas, y metamos el codo y el guante. Porque en esto de las banderas hay como un olor a trauma en el ambiente. Ya nuestro pensador mayor se acoquinaba y engurruñaba el hombro para no entrar a un tablao donde bailaba una tremenda hembra española, dignísima de entablillar, sólo porque el trapito enemigo estaba afuera.
   Y usted va a rajatabla, a por todas, diciendo de nuestra insignia que: "¡Al cubano que en ella no crea/ Se le debe azotar por cobarde!". No es para tanto, Bonifacio, ya sé que encabrona esperar una cosa y ver otra. Duele, mucho, como decía Elena Burke, pero hay que ser un poco flexible. En mi tiempo, por ejemplo, la bonita del rubí, las tres franjas y una estrella ondeaba de lo más solita y danzarina ella, pero luego te metías en los lugares y qué encontrabas: pollo a la jardinera búlgaro, compotas rusas de tanquista, mermelada de arándanos de Volokolams, jugos de manzana de los Urales (muy bueno para la urea), salianka en sobre. Al líder lo escuchabas por un VEF y lo veías en un Electrón. Y te podías retratar con una Smena mirando el Vostock, con la banderita detrás y todo. Era para estar boquiabierto, Bony, bonificado en uzbeco. Hay algo en ese nacionalismo textil que no me encaja del todo. En mi caso personal, que ya sé que es un poco monstruoso, pero es personal, civil y poético, a esta altura del mundo sobran los trapos. O que se los dejen a los equipos de fútbol y de pelota. O en los desfiles de las Olimpíadas, para saber que el prieto ése es de otro continente y el chino judoka es de nosotros. Digo yo.
   Ya sé que usted se berreó con razón, y que quería esto tan lindo: "Aunque lánguida y triste tremola,/ Mi ambición es que el sol con su lumbre/ La ilumine a ella sola —¡a ella sola!—/ En el llano, en el mar y en la cumbre". Y mire qué casualidad, que tremola y el sol la alumbra a ella solana. Pero por abajo pasan las verdes pelucas del enemigo. Nuestro pensador mayor no entra ya ni a ver una bailarina malaya, y no porque seamos enemigos de Sandokán. La bandera allá arriba y la gritería es en otro idioma, aunque el idiomador sigue hablando en un lenguaje parecido al suyo, que ya no convence.
   Entonces, que me azoten, si alguien quiere seguir su tremebundo consejo. Porque no me conmueven la tela ni otras cosas banales. Y que, cuando me parta un rayo, no se les ocurra envolverme inmolado en ella, que es gastar material por gusto. Que me quemen y me esparzan calpes, allí donde me toque. O que sigan el consejo de otro poeta, un poco menos civil que usted, pero más marxista. Se llamó Chicco Marx y le escribió esta nota a su hermana: "No olvides lo que te he dicho, cielo. Pon en mi ataúd una baraja de cartas, un palo de golf y a una bonita rubia".

(Carta a Bonifacio Byrne. Cubaencuentro, enero 2002)

Friday, July 10, 2015

Roberto Madrigal vs. “Hablar de Guillermo Rosales” de Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco

El pequeño libro sobre Rosales, por el contrario, viene precedido de una caravana de artículos elogiosos de escritores de calidad, generación y visión ideológica tan variada como son Uva de Aragón, Daniel Fernández, Reina María Rodríguez y Matías Montes Huidobro. Este último lo califica de “hipnótico y fascinante” y aunque siento el mayor respeto por la figura literaria y la persona de Montes Huidobro, con quien tuve la suerte de compartir mesa en la feria del libro de Miami durante el lanzamiento de mi novela y de una obra suya, me parece que en este caso su entusiasmo, en el artículo que publicó en Cubaencuentro,  peca, por lo menos, de propagandístico y de tener un gran conflicto de interés, ya que él fue quien escribió el texto de la contraportada.
   Es hasta cierto punto lógico exaltarse con la publicación de una obra sobre alguien que, como llaman Mirabal y Velazco en su libro, pertenece a “un canon alternativo de la literatura cubana”. A la larga, más allá de los propósitos y despropósitos de sus autores los libros se convierten en entidades independientes cuyo alcance sus creadores no controlan. Pero una vez que terminé de leer este libro, no comparto el entusiasmo de los arriba citados.
   El libro, en su conjunto, es bastante mediocre y está lleno de defectos. A pesar de la brevedad de la vida y de la obra de su sujeto, de quien se ha escrito relativamente bastante, no aportan casi nada nuevo.
   Desde el punto de vista biográfico es obvio que poco saben de Rosales. El libro se concentra mayormente en su etapa en la revista Mella, ese órgano de la extrema militancia y del talibanismo cubano de la década de los sesenta. Un periódico que fue un azote de la juventud “diferente” y que se dedicaba a vender a los jóvenes los nuevos valores revolucionarios. Pero inclusive aquí no hay una buena indagación. Toman su nota de presentación, que rezaba “solo cuenta con 16 años. Llegó un día a MELLA, sin más presentación que un interés desbordado por el periodismo”. El problema es que a Mella no se llegaba así como así y es muy probable que haya entrado a esa revista gracias a la relación entre Isidro Rosales, su padre, y Carlos Quintela, entonces director de la publicación, quienes fueron antiguos militantes del partido y la juventud socialista antes de 1959. Tampoco indaga, una vez que salió de Mella, cómo se hizo posible su deambular y qué razones lo desaparecieron del mapa, hasta de la cartografía de sus amigos. Los datos que ofrecen son superficiales y conocidos para todos aquellos que tienen una idea de quien fue Guillermo Rosales y que no iluminan mucho a quienes no lo conocieron. Tampoco entran a analizar las cuestiones políticas que lo llevaron al exilio y en la página 51 dicen que “se fue de repente”, según los autores, su problema en Cuba parece ser de índole personal.
   Sospechosamente, como hizo Velazco en un artículo que publicó para la revista que dirige sobre Esteban Luis Cárdenas, otro escritor marginado y reprimido, las presiones sociales, se acentúan en el exilio. Hacen hincapié en el ninguneo y en el rechazo que la sociedad cubana de Miami le hizo a Rosales. Lo cual es verdad hasta cierto punto, pero hay que destacar que mientras en Cuba solamente publicaba algunos cuentos en semanarios y tras presentar su novela Sábado de Gloria, Domingo de Resurrección (publicada tras su muerte bajo el título de El juego de la viola), se le concedía una recomendación para que su obra fuera publicada, lo que nunca sucedió, en el exilio ganó el premio Letras de Oro con su novela Boarding Home, que luego ha sido traducida al inglés, al francés y al hebreo, y que sobre su obra se ha escrito bastante, entre ello trabajos de Ivette Leiva, Ernesto Hernández Busto y una tesis doctoral de Isabel Ibarra y Rickley Marques, para citar solo algunos. Rosales era un escritor y un hombre difícil. Autodestructivo y contradictorio. Un hombre ajeno al protagonismo y dedicado a su obra, perteneciente a esa cada vez más escasa raza de escritores que no hacen concesiones. Molesto en cualquier contexto, pero no cabe duda de que las consecuencias de esa molestia se pagan más caro en Cuba que en ninguna otra parte y esto lo escamotean los autores.
   El análisis literario, bastante exhaustivo, que hacen de sus obras sí es interesante, pero adolece del defecto de que no contextualiza su estilo, tanto periodístico como narrativo, con el de los otros jóvenes de su generación. Esto se evidencia como necesario a medida que uno avanza en el texto. Establecen su originalidad sin decir con respecto a qué. Dentro de ese análisis de su obra me parece que también traen por los pelos su comparación con One Flew Over the Cuckoo’s Nest, de Ken Kesey, aunque mencionan que “ha sido señalado por la crítica el parentesco”, sin citar a nadie en concreto.
   Yo me fui de Cuba en 1980 y Rosales marchó antes. Hasta ese momento, nunca se encontró disponible en Cuba una versión española de la obra de Kesey y la película de Forman no se exhibió porque éste se había exilado. Si Rosales, cuyo inglés me consta era deficiente, se encontró con ese libro, fue ya en el exilio, más allá de su etapa de formación, y la película pudo haberla visto en un VHS gastado. Dudo mucho que hubiera tenido un contacto serio con esa obra. Sin embargo, los autores desconocen la influencia que sobre la generación de Rosales tuvo una película que se exhibió en la cinemateca, titulada Marat/Sade (1967) del director Peter Brook, que se convirtió en objeto de culto y llevó a muchos a la lectura casi clandestina de la obra teatral de Peter Weiss titulada La persecución y  asesinato de Jean Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud mental de Charenton bajo la dirección del Marqués de Sade, que condujo a casi toda mi generación (y la de Rosales, que es casi la misma) a leer hasta el cansancio al Marqués de Sade, con cuya obra sí tiene muchos puntos en contacto Boarding Home.
   Lo peor del libro son las entrevistas. Principalmente porque se limitan a entrevistar a figuras que han representado o representan la oficialidad cubana (Víctor Casaus, Félix Guerra, Eliseo Altunaga, Silvio Rodríguez) y el único que parece salirse del molde es Norberto Fuentes, porque vive aquí, pero cuya relación con Rosales se limita a la época de la militancia de ambos. No entrevista a nadie que haya conocido a Rosales durante su exilio, y hay muchos, como Manolito Casanova, Nicolás Lara, Orlando Alomá, Juan Abreu, José Abreu, Jesús Barquet y muchos otros, que se encuentran vivos y localizables. No sé si tuvieron que pedir permiso a las autoridades de allá para realizar las entrevistas, pero la visión es muy incompleta. Para colmo, dan la impresión de que Rosales era un esquizofrénico, de lo cual no estoy seguro, ya que por toda la evidencia que el propio libro presenta y de lo que conocí de resonancias de su personalidad, debe haber sido maníaco-depresivo, una enfermedad muy ligada a la creatividad. Permitirle a Norberto Fuentes, sin cuestionarlo, la fanfarronería de diagnosticar a Rosales como esquizofrénico porque tenía “alucinaciones”, característica de muchas psicosis y no definitoria de la esquizofrenia, peca de superficialidad y le hace un flaco favor a la imagen de Rosales.
   El libro también ostenta falta de profesionalidad en el texto en cuanto a que apenas hay referencias y desde el punto de vista editorial no hay un índice ni una presentación. No se identifica con fichas, aunque sean mínimas, a los entrevistados, y aunque es cierto que todo el mundo conoce a Silvio, muy poca gente tiene idea de quiénes son Félix Guerra (oscuro personaje), Eliseo Altunaga e incluso Norberto Fuentes.
   Esta obra descuidada y parcializada puede llegar a convertirse en el arma de Caín para asesinar al sujeto del trabajo o a los autores del libro. El tiempo dirá.

(La quijada de asno. Blog Diletante sin causa, septiembre 2013)

Thursday, July 9, 2015

Arnaldo M. Fernández vs. Orlando Luis Pardo Lazo

En un panel sobre el asesinato de carácter o reputación en Cuba, durante la Feria del Libro de Miami (2012), Rafael Rojas soltó que Yoani Sánchez, Orlando Luis Pardo Lazo y Antonio Rodiles “están sufriendo actualmente el mayor despliegue difamatorio producido por el régimen cubano en las últimas décadas [como] principal blanco de la calumnia oficial, porque son ellos los articuladores de un nuevo proyecto de transición a la democracia”.
   No sé entiende bien cómo pueden articularse Rodiles, quien adelantó la propuesta sensata de abogar por los pactos internacionales de derechos humanos, con Pardo Lazo, gestor de insensateces como posar desnudo junto a la bandera cubana y proponer la entrega de la base naval de Guantánamo a “los cubanos anticastristas” (…)
   Así resulta que el régimen cubano no tiene ni que recurrir a la “calumnia oficial” para asesinar la reputación de Pardo Lazo, quien se suicida tanto con performances como con ideas…

(Yoani, Lupi y el asesinato. Cubaencuentro, mayo 2014)

Wednesday, July 8, 2015

Carlos Alberto Montaner vs. Norberto Fuentes

La última vez que hablé con él, hace unos años, fue para pedirle que ayudara a un escritor cubano a salir de la Isla. Este escritor, que había sido simpatizante de la dictadura, se había declarado en huelga de hambre y me había dicho, por teléfono, que le rogara a Gabo su mediación con Fidel para lograr el permiso de salida. Para reforzar mi gestión le sugerí a Plinio que participara en la conversación a tres voces. García Márquez, muy solidariamente, me dijo que hablaría con “el Grande”.
   Al día siguiente me llamó y me contó: “dice el Grande que lo dejará salir, pero que me arrepentiré, porque me morderá la mano”. Gabo hasta le consiguió un avión oficial para trasladarlo a México. Pocas fechas más tarde, en efecto, el escritor atacó a Gabo.
   Nunca más me atreví a pedirle nada al gran escritor que acaba de morir.

(El García Márquez que recuerdo. El Nuevo Herald, abril 2014)

Tuesday, July 7, 2015

Néstor Díaz de Villegas vs. Virgilio Piñera

Rafael Rojas fue el primero en notar que el famoso dicho virgiliano, "Tengo miedo", no pasa de ser una leyenda: "Por más de cuatro décadas los escritores y artistas cubanos han sido gobernados desde una doctrina inefable y precaria, contenida en el famoso discurso de Fidel Castro…", escribe Rojas en su artículo "Confesión de timidez". Y dos párrafos más abajo: "Durante cuatro décadas se ha difundido la versión de que Virgilio Piñera tuvo el valor de confesar que tenía miedo".
   Cuatro décadas de "doctrina inefable y precaria", por un lado, y de "versión" y "leyenda" por el otro: tal ha sido la situación de los escritores y artistas cubanos. Se introduce una versión del miedo que no ocurre en el original, y se descuida una clave que sí entra en el discurso virgiliano: Miami.
(…)
   El miedo de Virgilio se plasmó en un estilo: "…yo por eso lo digo, sencillamente, y no creo que nadie me pueda acusar de contrarrevolucionario y de cosa por el estilo, porque estoy aquí, y no estoy en Miami ni cosa por el estilo". Virgilio es el creador de un cohete del arsenal ideológico castrista: ese "porque-estoy-aquí", que se esgrime por vez primera en la Biblioteca, llegó a establecerse como principio de selección y apartheid. El hecho de que se manifestara en una forma inédita —que Lisandro Otero define como "peculiar estilo coloquial"— ha impedido valorar la importancia de su aportación al castrismo indéxico.
   Efectivamente, en 1961 existe un espacio —el Exilio— al que Virgilio teme aún más que a la Revolución (allí había caído su hermano Humberto, el filósofo, en 1960). La Revolución establece una ley de exclusión e introduce, en el "estilo coloquial", una palabra mala: Miami. La insistencia en la falsa alarma escamoteó la verdadera revolución semántica.
(…)
   Los asistentes a las sesiones de la Biblioteca se confiaron demasiado de la memoria y repitieron la anécdota del miedo, que parecía auténtica y que se prestaba, como todo lo virgiliano, a propalarse fácilmente. Solo tras la intervención de los investigadores, con los documentos en la mano, apareció el retrato completo.
   El "tímido hombrecito de pelo pajizo, de tímidos modales, sospechoso ya por su aspecto de marica militante" (Guillermo Cabrera Infante), una "figura físicamente débil, empuñando la honda de David" (Matías Montes Huidobro), "flaco, desgarbado, con su vocecita irónica" (Carlos Franqui), musita unas palabras confusas, que, sin embargo, logran rivalizar con el aplastante dictum castrista. El breve intercambio con Fidel en la Biblioteca es el primer acto de una comedia de errores que sirve al autor para introducir a un nuevo personaje.
   Ese personaje ambiguo "coquetea" con el poder, como ha señalado exactamente Rafael Rojas, que descubre, tal vez sin proponérselo, una relación erótica entre el dictador y el poeta: "el diálogo coqueto de Piñera con Castro… revela un universo de negociaciones", escribe Rojas. Piñera toma la palabra y seduce al demagogo. Su malestar, su temor, es homoerótico, se vuelve regateo y termina resolviéndose en masoquismo ("coqueto" viene de coq, el miembro viril). Piñera aprovecha el resquicio que ofrece el espacioso teatro de la Biblioteca Nacional para producir su drama. Fidel Castro, dirigido por Virgilio, es llevado de la nariz hacia el terreno del arte.

(P.M: post mortem. Diario de Cuba, mayo 2014)

Monday, July 6, 2015

Luis Cino vs. Lisandro Otero

A Lisandro Otero se le desbordaba un resentimiento enfermizo   cuando se refería a Cabrera Infante. Burgués de Miramar,  reprochaba a Cabrera Infante, llegado a La Habana procedente  de Gibara, “el síndrome del salto de clase” y hasta su descapotable de segunda mano.
   Otero no se cansó de acusar a Cabrera Infante  de atragantarse de William Faulkner y “plagiarlo desembozadamente”. Algo digno de analizar si se tiene en cuenta que a inicios de los años 80, luego del esfuerzo por imitar a Alejo Carpentier para escribir “Temporada de ángeles”, Otero se convirtió en un experto en plagios y atragantamientos.
   En  su libro “Disidencias y coincidencias en Cuba” (Editorial José Martí, La Habana, 1984) Otero describía la obra de Cabrera Infante  como “trozos de historietas, narraciones truncas, prosa inconclusa sazonada con ejercicios de pastiche, parodias acrobáticas, laberintos gratuitos, pésima y oscura sintaxis, supercherías gratuitas, alguna que otra agudeza, comadreos de aldea, bromas demasiado escuchadas”.
   Lisandro Otero, en plan de Sumo Literato, reprochaba a Cabrera Infante  “una acumulación verbosa y deshumanizada”, que según concluía, no era verdadera literatura, sino “fuegos de artificio”.
   ¿Quién lo diría luego de las viñetas que tanto recuerdan las de Cabrera Infante que empleó profusamente Lisandro Otero en su trilogía “La situación”, “En ciudad semejante” y “El árbol de la vida”?
   En definitiva, los resabios, pedanterías y prejuicios elitistas de Lisandro Otero siempre influyeron en sus peculiares criterios.   Llamó “apóstata aborrecido” al Premio Nóbel de Literatura Vidia Naipaul, calificó al rock como “aberrante deformación de las formas musicales” y a Elvis Presley como “rey de la payasada para rústicos”.
   Qué no diría Lisandro Otero de Cabrera Infante, a quien no podía ocultar que detestaba, si en favor de Vladimir Nabokov sólo pudo atribuir su destreza con las palabras “a sus muchas patrias y su pertenencia a ninguna”.
   Pero era tanto su encono contra Cabrera Infante, que ni siquiera admitía que el mismo desarraigo del exilio que decía enriqueció literariamente a Nabokov pudiera beneficiar en algo al autor de “La Habana para un infante difunto”. Todo lo contrario. “Cabrera Infante no escapará a la anulación por el desarraigo, ese será el final de su aventura”, auguró Otero.
   Hasta su muerte, Lisandro Otero aseguró que “la obra de Cabrera Infante se extinguiría con los años”.  Me temo que luego de  tanto resentimiento, su alma no pueda alcanzar la paz al comprobar  que la aventura literaria de Guillermo Cabrera Infante, tras su muerte en 2005 en su exilio londinense, apenas se inicia.

(El alma sin paz de Lisandro Otero. Cubanet, octubre 2011)

Friday, July 3, 2015

Zoé Valdés vs. Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco

No conozco a esos jóvenes, que pueden ser muy simpáticos como todo lo que viene últimamente de allá, que son simpáticos, perfectos, articulados, y hasta seductores; pero me bastó leer ese libro pleno de olvidos y de mentiras (algunas mentiras incluso se la dijeron los escritores del exilio que toda la vida envidiaron a GCI), ¿por qué no comprobar la información con la viuda que es la que lleva su obra, y que estuvo a su lado tanto tiempo, si es que son tan serios investigadores?), por eso no creo en la seriedad de su investigación, no por la simpatía que se desprende de ellos, sino por el contenido de lo que escribieron sobre Guillermo. Aparte, ¿cómo se puede escribir un libro tras otro sobre escritores del exilio, salir y entrar en Cuba, y tener un promotor que entra y sale y recorre el mundo promoviéndolos? Si ahora se quiere dar una versión tibia de los hechos, para poder vender libros, ser famoso, y de paso y lo principal, adulterar la verdad, bueno, allá el que quiera comprársela y creérsela. No yo.
   Yo no me he leído el libro sobre Rosales, vi el teaser de promoción, y ya el hacer hincapié en la antisociabilidad de Guillermo Rosales me pareció deshonesto destacar semejante “atout” por encima del gran escritor que fue. He sido la editora de Boarding Home y de El juego de la viola en Francia, ambos en Actes-Sud, editados en la colección A and Z, y nunca se me ocurrió mencionar que era un antisocial, un loco, ni siquiera mencioné su suicidio, para lograr publicarlo, solamente hablé de la calidad de su obra. Es más, de su vida, pues creo que es mejor conocer su obra, y cómo se fundieron su vida y su obra.
   Dense cuenta que este dúo escribe libros sobre autores que ya han tenido un cierto éxito fuera, como Rosales, dos propuestas cinematográficas están rodando por ahí, de la que yo soy parte, de una de ellas (aunque al parecer están queriendo eliminarme después de haber escrito 7 versiones del guión y de trabajar en esto por más de 10 años, con productoras, productores, y hasta haciendo castings que llegamos a hacer en un momento determinado; la mano negra del castrismo andará por ahí seguramente); y de Guillermo Cabrera Infante, Premio Cervantes, y uno de los más grandes escritores universales cubanos. Precisamente de los escritores que Cuba quisiera tener, de los que quisiera apoderarse, para hacer dinero con su obra. Muertos ambos, claro. Sigan la pista del dinero siempre, no de la academia, ni de la seriedad investigativa. Seriedad cero, o muy poca, tal como fue con el libro de GCI.

(Comentario en su blog, septiembre 2013)

Thursday, July 2, 2015

Alejandro Armengol vs. Armando de Armas

Ayer leí por pura casualidad una entrevista estalinista hecha por Armando de Armas a Miriam Gómez. Digo lo de estalinista por esa perversa tendencia, que practican con descaro entrevistador y entrevistado, de omitir nombres que al parecer no les resultan muy agradables.
   Escribí un breve comentario, de acuerdo a las limitaciones impuestas al número de caracteres, sobre el error que tiene al texto, al señalar a la primera esposa de Guillermo Cabrera Infante como autora de un libro que ella no ha escrito. El comentario no ha sido publicado hasta el momento de escribir esta nota (sábado por la tarde).
   Más allá de la limitación impuesta al número de palabras, omití mencionar que el entrevistador carece por completo de conocimiento y rigor periodístico, que eso de llamar a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba el apéndice menos militar del gobierno es periodismo de barricada en su peor acepción: amarillismo de a tres por kilo para congraciarse con cierto exilio furibundo o despachar viejos o nuevos rencores. A estas alturas, no es noticia que en Radio y TV Martí no se cumplan los patrones elementales de periodismo que dicen respetar. Lo que sí causa asombro es que pasen los años y esta situación se mantenga, en pleno despilfarro del dinero de los contribuyentes.
   Tampoco en Radio y TV Martí saben distinguir entre lo que es una entrevista, una información o un artículo de opinión, a la hora del periodista dejar que sus opciones invadan el texto. En parte por ignorancia. En parte también por el facilismo de vivir encerrados en esa melcocha ideológica que se consume en Miami, donde todo lo que viene de Cuba es malo y todo lo que se produce en el exilio es bueno.

(Error entre horrores. Cuaderno de Cuba, diciembre de 2011)

Wednesday, July 1, 2015

Juan Martín Lorenzo vs. Roberto Fernández Retamar

Hay seres humanos que se orillan a lo mas bajo y ruin de su condición de hombres. A esa pertenece el sargento literario Roberto Fernandez Retamar.
   Este poeta, ensayista y escritor cubano pasó por encima de cabezas y pensamientos libres para convertirse en el funcionario de dedo, designado por el régimen de La Habana, para batir intelectuales rebeldes a la causa castrista en Cuba.
   En los sesenta y setenta firmó cuanta carta amonestadora el caudillo le asignó a su lista de deberes para con la “revolución cultural” que el castrismo se asignó en America. No hubo nombre que se salvara de su pluma de sargento. Ni comunistas como Pablo Neruda, a quien redactó una carta a la que después dedicó una búsqueda desesperada de firmas en el mundo literario de Cuba, ni Vargas LLosa, ni Jorge Luis Borges, ni el muy cuidadoso Cortazar. El sargento Retamar estaba siempre bien atento a las indicaciones de Castro.
(...)
   Curiosamente, este señor no dejó de rondar a los grandes escritores a los que denunció como un acto de contrición bovina, y como un verdadero reconocimiento a su hipocresía y sumisión ante el tirano. Entrevistó delicadamente a Borges, participó como un jurado en un concurso con el nombre de Pablo Neruda en Chile y, evidentemente, ahora quiere hacerse el gracioso con Vargas LLosa, cuando declara su aspiración por un Premio Nobel para la Cuba de Castro.
   ¿Es que esta pensando en sí mismo como Premio Nobel? Dios nos ampare si este engendro literario multicabeza invade Oslo, comenzará haciendo cartas y firmando como todo muy servil sargento a los que le aparezcan en la mirilla a los Castro.
   Ironías de la vida. Todos aquellos a los que trató de condenar con su venenosa firma, hoy gozan de mejor vida literaria, mejor memoria histórica y mayor reconocimiento a su persona y a sus libros. ¿Donde quedará el señor Retamar entonces?
   Escondido en cualquier rincón de la casa intelectual cubana, sin premios que reclamar, sin memoria que recordar, sin nombre. Un simple sargento segundón literario, eso es lo que es.

(El sargento literario Retamar. Blog Cuba Open, diciembre 2010)