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Wednesday, November 30, 2016

Nicolás Guillén vs. Guillermo Cabrera Infante

“Tenía las gafas displicentes.
El rictus de sus labios
Anunciaba un cercano mal olor.
¿Y la pequeña barba?

El otro día lo recordé,
Cuando un gran sueño de cemento
(la fábrica que el pueblo alzó en Nuevitas)
Lanzaba por sus libres chimeneas
Su primer humo nuestro.

¿Dónde estaba, qué hacía?
Tal vez
En alguna pequeña
Tertulia ironizaba,
Inmerso en esa atmósfera tan suya,
De comentarios puñalitos
Y navajitas agresiones.

De pronto, lo vi pálido
(¿quién lo trajo?)
Allí mismo,
Caído
En aquel mundo de candor enérgico.
Agitaba los brazos,
Pedía socorro acaso.
Socorro, por supuesto.
Pero aquel mar lo estrangulaba,
En aquel mar se hundía,
Yo vi cómo se hundía.
(Era un alegre torbellino
De puños y canciones.)

(Reproducido en la red)

Tuesday, November 29, 2016

Antonio Valiente vs. el espía que escribe versos

No obstante, por razones extraliterarias, algunas veces el Ministerio viola los pasos previstos y publica títulos que no han pasado por las diversas instancias de aprobación. Este es el caso de Vida de Antonio Maceo (Editorial Sanlope, Las Tunas, 2004), de Antonio Guerrero Rodríguez, un libro tan mal escrito que ni los iletrados improvisadores campesinos escribirían algo semejante.
   Como su título indica, Antonio Guerrero —autor de dos insignificantes poemarios anteriores: Desde mi altura (Editorial José Martí, 2001) y Poemas confidenciales (Editorial Letras Cubanas, 2004) —, con esta nueva entrega, intenta recrear la vida del Lugarteniente General del Ejército Libertador, pero sus 148 décimas llenas de rimas fáciles y forzadas, asonantes, adjetivaciones excesivas e inconsistentes, rellenos silábicos, cierres pobres y lugares comunes, son un verdadero fracaso, aunque Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí) afirme en la solapa: "Este libro, no obstante su sencillez y humildad, contribuye, sin duda, a la epopeya cubana".
   Editado por el escritor Eduardo Heras León, Vida de Antonio Maceo no posee un solo verso que merezca la pena citar. Su autor está tan atento a la historia narrada, que olvida por completo que la forma elegida pertenece a la poesía y no al testimonio o al periodismo. Independientemente de las condiciones en que se haya escrito este libro, un verdadero poeta hubiera logrado una obra realmente valiosa, pero definitivamente su autor no es uno de los elegidos. Los temas políticos en poesía son los más difíciles, porque el riesgo de caer en lo panfletario es muy elevado y este panfleto de Guerrero —a pesar de las manos "piadosas" que después de haber sido enviado a Cuba intentaron convertirlo en literatura— es una ofensa a la historia de la décima nacional y a los poetas que en silencio se empeñan en airear la estanza de Espinel.
   Léase a manera de ejemplo la siguiente estrofa para que se tenga una idea de lo anterior:
   "Allí vio la explotación/ del régimen esclavista./ Presa de brutal conquista/ el negro sin su nación./ El negro con su canción/ trabajando, trabajando./ El negro alzado peleando./ El negro apenas comiendo./ El negro en miles muriendo./ La negra madre ¡vengando!".
   ¡Pobre progenitora del héroe! No critico que Guerrero invierta parte de su tiempo en hacer versos, pero que además quiera publicarlos como si se tratara del sempiterno Himno del desterrado o las insustituibles Flores del destierro, eso es harina de otro costal.
   Los que han llegado hasta este punto en la lectura, quizás ya adivinaron que se trata, en efecto, del mismo Antonio Guerrero que actualmente cumple larga condena de cárcel en Estados Unidos bajo acusación de espionaje. Guerrero era uno de los cinco miembros más activos de la denominada Red Avispa, grupo de agentes del régimen de Fidel Castro que intentaron penetrar en varias organizaciones del exilio miamense.
   Entre sus objetivos también estaba adentrarse en bases del Comando Sur, en la Florida. Al conocerse la detención y posterior enjuiciamiento de los cinco espías en Miami, el gobierno cubano desató una furibunda campaña internacional para pedir su excarcelación y proclamar su inocencia, la cual todavía continúa, y los declaró Héroes de la República.
   Guerrero, quien ya fue investido, no faltaba más, como Miembro Honorífico de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en la soledad de su encierro ha desplegado una persistente actividad como escritor, cuyos pobres resultados han encontrado oportunos padrinos en la grey intelectual de la Isla. Son los encargados de sacar a la luz estos ripios que no engrandecen la historia de la literatura insular, sino que la cubren de sombras y subrayan las ataduras y el servilismo de quienes se ven obligados a mentir para protegerse y ganar favores. Roberto Fernández Retamar, Alberto Edel Morales, Ángel Augier, Waldo Leyva, Indio Naborí, Heras León: ¿Por qué tanta bajeza si como creadores saben que esos poemetos (¡Salve Alma Rubens!) están destinados al olvido? ¿A dónde fue vuestra honestidad literaria?
   ¿Acaso a un texto como el siguiente puede aplicársele el calificativo de poético?
"Por Iguará, de momento,/ arrollan con su potencia,/ pero encuentran resistencia/ al acercarse a Fomento;/ allí rompen el intento/ de a fuego hacerlos parar;/ Cienfuegos los ve pasar./ Va detrás del enemigo./ Y Gómez dice a su amigo:/ 'Nuestro juego es empujar'".
   ¡Cuánto lirismo! ¡Qué excelente línea conclusiva! Vida de Antonio Maceo no sólo es un libro insustancial, sino una lamentable confluencia, una muestra, otra, de la creciente oscuridad afectiva entre políticos e intelectuales de la Isla.

(Los poemas del héroe. Cubaencuentro, septiembre 2005)

Monday, November 28, 2016

Reinaldo Arenas vs. Roberto Fernández Retamar

Lo de la “falaz Retamar” (por el ensayista cubano Roberto Fernández Retamar) es excelente. Ella es un policía cubano que traicionó a sus amigos más íntimos y los que la ayudaron al principio, desde Lezama hasta el pipisigallo... Una bruja. Pero ya está liquidada, por fea y por mediocre.

(Carta a Néstor Perlongher, Revista Ñ, mayo 2016)

Wednesday, November 23, 2016

Lorenzo García Vega vs. Orígenes

Me consideraban un personaje de segunda clase, y los personajes de segunda clase apenas tenían oportunidad en Cuba. No es un secreto, y lo he dicho mil veces, que en los primeros años de la revolución el único origenista que simpatizaba con la revolución era yo. Orígenes fue el grupo más contrarrevolucionario que ha parido madre desde el comienzo hasta el final. Yo discrepaba fundamentalmente con ellos en eso, pero siempre me negué a hacerme miliciano o a participar en otras cosas para obtener privilegios. El romanticismo político fue una cosa entrañable, para usar otro término de Cintio, en todo cubano durante muchos años. Yo soñé a mi manera, ya que era muy tímido y estaba muy jodido para meterme en cosas de ésas, con un comunismo romántico. Todos teníamos el sueño de enfrentarnos al imperialismo... Lo más curioso, y la historia es tan complicada que resulta mejor no meterse en ella, los únicos no románticos en sentido político eran los de Orígenes, ya que todos eran unos reaccionarios conservadores que no creían que pudiera cambiarse nada ni soñaban con cambio alguno. No les interesaba Rubén Martínez Villena ni nada que tuviera que ver con lo político. Todo eso lo han inventado después. A Lezama nunca le interesó Rafael Trejo, y si fue a esa manifestación de la que tanto ha hablado sería por equivocación o curiosidad. Cualquiera que haya conocido a Lezama sabe que nunca le importó Rafael Trejo, ni a nadie de Orígenes...

(Los años de Orígenes, Caracas, 1978)

Tuesday, November 22, 2016

Virgilio Piñera sobre “la última carta de la baraja”

Sabemos que el Gobierno Revolucionario tiene fundados motivos para tenernos entre ojos; sabemos que nos cruzamos de brazos en el momento de la lucha, y sabemos que hemos cometido una falta. Pretendemos en la celebración de dicha mesa redonda, poner de manifiesto que si no cooperamos con ustedes fue debido a que no constituimos, como los periodistas y profesores, una clase. Tomado en su proyección social el escritor cubano, hasta el momento presente, es tan solo un proyecto. Utilizando una locución popular, nosotros, los escritores cubanos somos "la última carta de la baraja", es decir, nada significamos en lo económico, lo social y hasta en el campo mismo de las letras. Queremos cooperar hombro con hombro con la Revolución, mas para ello es preciso que se nos saque del estado miserable en que nos debatimos. ¿Quiere usted un ejemplo entre muchos? Cuando un escritor cubano se dirige al director de un periódico a fin de que éste le publique un artículo, la más de las veces obtiene rotunda negativa y hasta es tildado de raro. Y si acaso es complacido, que ni piense por un momento que su trabajo será pagado. Esta es la verdad y esta nuestra situación. Si como usted ha dicho, el cubano es muy inteligente y si nosotros somos lo uno y lo otro, es preciso que la Revolución nos saque de la menesterosidad en que nos debatimos y nos ponga a trabajar. Créanos, amigo Fidel: podemos ser muy útiles.

(Al señor Fidel Castro. Diario Libre, marzo 1959)

Monday, November 21, 2016

Alfredo Guevara vs. Lunes de Revolución (2)

Este proceso del terrorismo intelectual permanente, es decir, que este relevo del terrorismo intelectual se produce en Lunes de Revolución con la condenación de Alicia Alonso y de su Ballet; se llegó incluso hasta organizar los caminos para cerrarle la posibilidad de que tuviera los mejores teatros a su disposición. Contra el grupo filo-católico de Orígenes que, por otra parte, había sido motivo de aceptación antes del triunfo de la Revolución y que en este momento se convertía en motivo de ataque. El grupo de estos críticos sociologistas, populistas, a que he hecho referencia, y la condenación del grupo que veníamos a iniciar los trabajos del cine en el icaic, y de este modo, la conversión, sí, en pontífices totales de la cultura, en administradores de canonjías de todo tipo, en gente en cuyas manos estaba el poder de aceptación o veto. Recuerdo perfectamente que en la reunión de los intelectuales con Fidel, mi intervención versaba exactamente sobre este tema, y recuerdo, perfectamente, haber utilizado incluso, y esto está grabado y conservado aquí en Sonido, haber utilizado exactamente esta terminología, es decir, haber dicho que, en rigor, los miedos intelectuales que se habían desarrollado en este grupo, en algunos casos de compañeros, y en algunos casos ya no se puede usar la palabra compañeros con ellos, eran errores muy difíciles de comprender, porque si la situación suscitada alrededor de la prohibición de PM por la dirección del icaic y por la dirección de la Revolución podía producir un equívoco, una situación de temores, etcétera, lo que era muy extraño es que nunca se hubieran preguntado antes, si era lícito haber establecido, desde el periódico de la Revolución y desde el suplemento literario de la Revolución, una política de discriminación, ataques, insultos, vejámenes como la que la lectura de la colección de Lunes de Revolución permitiría hoy comprobar. Es decir, que en aquel momento nos enfrentábamos a una manifestación del terrorismo intelectual ejercido por estos grupos.

(Testimonios. Transcripción publicada en Encuentro de la cultura cubana, No. 43, 2007)

Friday, November 18, 2016

Ignacio T. Granados vs. la literatura “alternativa” en Miami

Miami es la capital del exilio cubano, lo que quiere decir que toda su actividad gira en torno a esta condición política; y si eso es un principio moralmente saludable, no es menos cierto que los principios son amorfos y abstractos, insustanciales. De cualquier modo, eso quiere decir que Miami vive de la oposición a Cuba; una oposición puntal, que trata de recrearla institucionalmente, aunque en sentido inverso. Si eso suena a sin sentido es porque es un sin sentido, pero parece que ese es el daño del exilio cubano; por lo que termina creando una industria fantasma, que se alimenta como un vampiro de esa oposición al gobierno cubano, de la que se pretende derivar toda legitimidad justo por falta de interés creativo real.
   Por supuesto, el gobierno cubano es de lo peorcito que hay, pero cuenta con la anuencia y la complicidad de su exilio; no se puede explicar de otro modo su supervivencia y la inoperatividad de ese exilio, que persiste en sus métodos inefectivos. Ahora, después de mucho esfuerzo —y algún intento anterior— se fabrican un festival literario diz que alternativo; es decir, otro modo no convencional de conseguir y de seguir en lo mismo, otra institución que recreará la situación de siempre. Quizás tenga el valor de incluir a los que de otro modo no han logrado penetrar la estructura institucional ya dada; si es que eso es un valor, y no el desarrollarse al margen de todo institucionalismo, que es lo propio de la libertad. En todo caso, por antecedentes ahí está reunido lo peor del neo exilio cubano, que trata de vivir bajo la manta legítima del exilio histórico; pero que lo hace perpetuando las contradicciones originales —incluidos los métodos vergonzosos de chantaje, pandillismo, abuso y deslealtad— cuando ya el paisaje es otro, porque justo no sabe vivir de otro modo.
   No por gusto ha dicho el evangelio que hay que dejar que los muertos entierren a sus muertos, y al oportunismo hay que mantenerlo siempre lejos; pero es una pena cuando ves a seres queridos en esos desfiles mortuorios, que es por lo que la conseja evangélica tiene ribetes heroicos; porque todo el que se solaza en la mentira se hace cómplice y parte activa de la misma, aunque sólo esté tratando de satisfacer su vanidad. Al final, el bien no está hecho de sucesos trascendentales sino de esas nimiedades que reflejan la bondad; y eso quiere decir que nada que se alce desde el oportunismo o la mentira llega a buen puerto, no importa cuánto finjan todos que van bien, como en el mismo cuento del tren del socialismo.

(Festival alternativo en Miami. Blog El Anarkista, diciembre 2014)

Thursday, November 17, 2016

Francis Sánchez vs. Enrique Ubieta

Enrique Ubieta, quien suele dar la cara muchas veces en defensa de la poderosa Raison d'Etat, autor de algún que otro libro por encargo y director del periódico La calle del medio, en otro momento dice a la cámara que se trata de buscavidas que tantean una salida a la crisis económica muy campechanamente, como quien monta una venta de fritangas, interviniendo en internet a cambio del dinero que paga Washington. Resulta insoportablemente falaz que aquí se ilustre con una sola página de mi blog, ni aunque sea durante una fracción de un segundo, pero sucede, es lo que he visto, y el mayor horror viene ligado a la profunda impotencia. No hace falta que diga que jamás he puesto un pie en la Oficina de Intereses de EUA en La Habana, ni he ganado ni aspirado a ganar un centavo por escribir o apuntar mis ideas en una bitácora personal. Bitácora a la que llegué un día buscando mi propio respiradero como intelectual en medio de la marginación.

(Cerrado por demolición. Blog Hombre en las Nubes, marzo 2011)

Wednesday, November 16, 2016

Manuel Navarro Luna vs. “la falta de sencillez” de los intelectuales cubanos

Yo no creo que sean los intelectuales los que tengan que preguntarse ahora qué es lo que va a hacer la Revolución con ellos, sino son ellos los que tienen que preguntarse qué es lo que van a hacer ellos con la Revolución. El compañero Dorticós, nuestro gran Presidente, en unas palabras de adhesión al Congreso de Escritores, nos pedía a los intelectuales y artistas que nos incorporásemos a la Revolución como unidad. Yo creo, compañeros, que ahí reside la cosa: que tengamos una posición humilde, porque hasta ahora yo no la he visto aquí en esta reunión. Yo no veo, por ejemplo, que el compañero Heberto Padilla, a quien quiero y admiro tanto, si yo no me equivoco en la interpretación que le di a sus palabras, estaba pidiendo que el pueblo se superara en una labor de cuatro años para que los poetas pudieran llegar a él. No sé si yo lo comprendí mal, pero me parece que el compañero Padilla dirigía el esfuerzo de la Revolución a una superación previa del pueblo para que el pueblo comprendiera a sus intelectuales, a sus poetas. Y a mí me parece que es al revés. Si yo comprendí exactamente, y esas fueron las palabras del compañero, y él me dice que sí, que fueron esas, yo le digo al compañero Padilla que somos los intelectuales, los poetas, los que tenemos que prepararnos para llegar al pueblo. Hay que saber, compañeros, que somos unos ignorantes consumados en algunas ocasiones en relación con los campesinos y los obreros. Tienen la posición tremenda, esa posición del compañero Padilla: pedirle a un pueblo que ha hecho la Revolución que ha hecho. Y yo me recordaba de aquellas palabras del compañero Fidel, cuando alguien le imputó su incultura al compañero Camilo. El compañero Fidel desde la tribuna dijo: «¿Inculto? ¿Inculto Camilo y ha hecho la Revolución?». Y, a lo mejor, compañeros, para ser bien francos, a lo mejor nos encontramos con intelectuales y con poetas que no realizaron ningún esfuerzo por la Revolución, y asumen estas posiciones de venir a una reunión como ésta a pedir que el pueblo, que tiene más sensibilidad que ellos, y que la tuvo siempre, se supere para que los comprenda a ellos. ¡Qué contraste! Yo creo en la posición humilde en todo. Una posición de humildad, sincera, de fraternidad, de sentido fraternal. Aquí, en esta reunión, y en el Congreso. Porque aquí lo que hay son unos prejuicios enormes. Aquí, en todos. En casi todos los compañeros que han intervenido. Prejuicios, malcreencias, discrepancias. Ningún sentido de sencillez y humildad, ninguno. Se creen unos dioses. Que estamos por encima del hombro del pueblo. De un pueblo como el de Cuba, que ha hecho una Revolución como ésta. […] Ahora bien, si nos quedamos con todos los prejuicios, y con todos los egoísmos, y con todos los engreimientos que tenemos de intelectuales, nos quedamos metidos en el gabinete y en la capillita y en el chisme y en el cenáculo ese, engreído y sucio, en el que hemos estado. No hemos hecho entonces ninguna obra a favor de la Revolución. Y lo que se nos pide no es nada más que trabajar a favor de la Revolución con las formas que se tengan, con las esencias que se tengan. Y la Revolución sí que va dirigida a los intelectuales, pero pidiéndoles nada más que una cosa: que estén a favor de ella. Nada más. Porque no se le va a permitir a ningún poeta ni a ningún escritor que haga un poema a favor del imperialismo. Eso no se lo vamos a permitir. No se lo va a permitir la Revolución, no se le va a permitir a nadie. No se lo podemos permitir. No será el compañero Fidel ni será… pero no se le va a permitir.

(Encuentro de los intelectuales cubanos con Fidel Castro. Transcripción publicada en Encuentro de la cultura cubana, No. 43, 2007)

Tuesday, November 15, 2016

Camilo Venegas vs. Guillermo Rodríguez Rivera, en defensa de Haroldo Dilla

Las cosas que dice Guillermo Rodríguez Rivera me suelen importar muy poco. Para mí no es más que un anciano retorcido en las babas de un régimen que agoniza. Nunca fue mi profesor de literatura, me cuentan que en eso sí era muy bueno.
   Hay un chiste suyo que me da mucha risa. Lo he repetido incontables veces. Lo hizo mirando a Buenos Aires de madrugada, desde la ventanilla de un avión. Fue producto de su asombro al ver una ciudad tan iluminada. Es comprensible, venía de La Habana en penumbras.
   Jamás entro a Segunda Cita, me deprime el Silvio Rodríguez actual. Para salvar al trovador que tanta influencia ejerció en mí, me abstengo de la obra de ese Silvio que solo está unos pasos por detrás de Kcho en ridiculez y guataquería. Me enteré de los ataques de Rodríguez Rivera a Dilla Alfonso por un email.
   No me voy a meter en la discusión entre ambos, creo que a Haroldo le sobran razones y talento para desmontar, palabra por palabra, los endebles y enquistados argumentos de Guillermo. Solo me aprovecho del incidente para hacer pública mi admiración por Haroldo.
   Los amigos que nos conocen saben que tuvimos muchas discusiones. Ambos somos muy apasionados y nos dijimos de todo las veces que no nos pusimos de acuerdo en algo. Llegamos incluso a dejar de saludarnos hasta que un día, por Twitter, nos mandamos un abrazo.
   Nuestros desencuentros nunca impidieron, por ejemplo, que yo compartiera las colaboraciones de Haroldo en Cubaencuentro. Estuviera de acuerdo o no con lo que decía, siempre valoré su manera honesta, lúcida e imprescindible de pensar a Cuba.
   Guillermo Rodríguez Rivera, acostumbrado como está a la táctica del régimen cubano de atacar al cuello la reputación de sus adversarios, sugiere que Haroldo Dilla Alfonso es un fascista y que cumple órdenes de Henrique Capriles. (…)
   Esta semana supe que Haroldo y su inseparable esposa se fueron a Chile. Se notará su ausencia en República Dominicana, donde luchó como pocos, en la frontera de la miseria y el olvido, para que los más silenciados e invisibles tuvieran una voz y fueran advertidos.
   Quiero que se entienda bien que, cuando digo esto, no me refiero a su condición física sino a la de sus ideas: Ya quisiera Guillermo Rodríguez Rivera ser un hombre tan derecho como Haroldo Dilla Alfoso.

(Ya quisiera Guillermo Rodríguez Rivera ser un hombre tan derecho como Haroldo Villa Alfonso. Blog El Fogonero, abril 2014)

Monday, November 14, 2016

Jorge Angel Hernández Pérez vs. José Angel Buesa

Alrededor de fenómenos de expresa banalización cultural se mueven intereses que camuflan su ideología mercantilista bajo patrones de evidente demagogia popular. El caso del poeta cubano José Ángel Buesa muestra un evento de este tipo, pues su popularidad, y su profusa producción, respondían a un fenómeno de mercantilización de la poesía. Existía una demanda del género que, dadas las condiciones educacionales de las masas, no era posible satisfacer bajo los cánones creativos vigentes, aunque también es cierto que algunos textos de poetas de alto vuelo fueron asimilados por esa misma masa a pesar del alto índice de analfabetismo.

(Folclor, kitsch e ideología. Cubaliteraria, julio 2013)

Thursday, November 10, 2016

Norge Espinosa sobre Cintio Vitier

Me atrevo a sumarle un elogio que puede devenir incómodo. De los nombres de su generación, de la posibilidad literaria de quienes integran su estirpe, acaso sea él, entre todos, el autor con el que más provecho se puede debatir. Debatir: no discutir provocativamente: eso es territorio de Piñera. La lectura de “Lo cubano en la poesía” arrancará, en el lector no ingenuo, estados de ánimo capaces de extender esas páginas hasta las interrogantes que el poeta cubano aún no responde, o demora en articular bajo circunstancias diferentes a las de aquel 1957 para encontrar otro espejo. Admiradores o quejosos de su cartografía, estamos condenados a tenerlo en cuenta, así sea para rebatirle sus excesos. Eso hará de este hombre un clásico, al menos dentro del mapa que él mismo profetizó. Hoy, resulta arduo creer que "la poesía va iluminando al país". Y su poesía, al menos para mí, se demora en ofrecerme fragmentos que pueda recordar amablemente. Me excuso para no opinar sobre sus novelas: puede hallarse en la literatura cubana ejemplos más evidentes del aburrimiento que puede ser, para algunos, la biografía disfrazada de fábula trascendente. Una mano ávida hurgará en las diferencias que tuvo con sus amigos de generación (el mito de la amistad inquebrantable con Lezama tiene altas y bajas: en el último número de “Espuela de plata”, recuérdese, ya Cinthio Vitier no aparece entre "los que aconsejan"), para calibrar las humanidades que a ratos se nos esconden en el sopor de tanta espiritualidad. Y tendremos, también, que reconocerlo en el pontífice que organizó un culto lezamiano, de tal poderío que no pocos, aún hoy, creen ver y entender al Maestro a través de esos ojos.

(Vitier: Los ojos de la poesía. Blog La Primera Palabra, octubre 2009)

Wednesday, November 9, 2016

Jorge Camacho vs. Ricardo Luis Hernández Otero y la edición de las “Obras Completas” de José Martí

Lamento, sin embargo, que el señor Ricardo Luis Hernández Otero haya tomado mi crítica a este error de atribución de una forma personal, porque yo no escribí este artículo para desacreditarlo a él, ni lo publiqué en este preciso momento para estropear su viaje por Estados Unidos. Mi propósito al escribir este ensayo fue rectificar la bibliografía de Martí y encaminar la investigación por otro rumbo. Las Obras completas de Martí tienen tantos errores, erratas, omisiones, y crónicas cortadas al gusto de los editores, que se necesitaría un contingente de especialistas para irlas depurando de tantos ripios. El cuento titulado “Irma” es solo un ejemplo.
   Como dije en mi primer artículo quien quiera conocer mejor el tema y las razones que llevaron a este error que empiece leyendo el artículo del señor Hernández Otero y después lea el cuento de Pérez Triana. Yo, como he dicho, no tengo dudas de que es un texto apócrifo, pero si el señor Hernández Otero quiere seguir pensando que es de Martí y que Pérez Triana lo “plagió” esa es su opinión, a la que tiene todo su derecho, aunque esté por supuesto equivocado. Yo por mi parte, no tengo nada más que agregar a esta discusión y dejo a los editores de las Obras completas que son los que tienen el privilegio de decidir qué incluir y no incluir en sus Obras completas, que tomen una decisión al respecto.

(“Irma”, un apócrifo en la edición de las “Obras Completas” de José Martí. Cubaencuentro, mayo 2016)

Tuesday, November 8, 2016

Eliades Acosta Matos vs. Haroldo Dilla (4)

Le preocupa a los “académicos amigos”, que no ordenan a Haroldo Dilla, sino que le sugieren suavemente, en quedo coloquio de amor al oído, los cubanos que trabajan honestamente en República Dominicana, reconocidos y apoyados por sus colegas y el pueblo dominicano. Y eso que ya el país de origen de los “académicos amigos” es también “amigo” de la tierra natal que compartimos, aunque desigualmente honremos, Dilla y yo. Olvidemos que él lo fue, hasta que por un decreto sumamente interesante, que ya tendremos a mano, como otros datos de singular interés que lo retratan, se nacionalizó, reconvirtiéndose, por obra y gracia de algún soplo patrio, al parecer recibido directamente, por designio divino, de manos de trinitarios y restauradores. Baste ver la forma oportunista y vacía con que este fantoche se quiere presentar como más dominicano que los nacidos y criados en este suelo, y a los que pretende dar cátedras de historia, democracia y constitucionalismo… desde Chile
   Los amanuenses y plumíferos de alquiler, como este, son movidos a los campos de batalla donde se deciden, según los “académicos amigos”, las principales batallas que pueden afectar al imperio. Estuvo en República Dominicana; ahora ensucia la tierra chilena. ¿Alguien duda que veremos ese rostro de polichinela triste asomar por Río de Janeiro, Quito, Managua o Caracas, y claro, jajajajaja, “desde la izquierda”?
   Como un Quirino de las academias, Haroldo Dilla no es, siquiera un pájaro de mal agüero. Los “amigos académicos” que le pasan bajo cuerda los talking points y la “logística” debían preocuparse, antes que de cursos, libros e integración latinoamericana y caribeña, de por qué, a diferencia de lo que se les ocurriese en los años 50 y 60, cuando enviaban a Polonia, Hungría y Checoslovaquia, giras de jazz “de buena voluntad” para socavar el socialismo, es Rusia quien acaba de dar una lección de moral, cultura y geopolítica inteligente, mandando una orquesta sinfónica a tocar en las mismas ruinas de Palmira donde ISIS colgaba arqueólogos y degollaba “infieles”.

(Haroldo Dilla o de como el Quibú se refocila. 7 días, mayo 2016)

Monday, November 7, 2016

Jorge Pomar vs. Cintio Vitier (2)

El místico martiano, el católico, apostólico y romano Cintio Vitier no es culpable sólo por su incongruente sumisión al totalitarismo ateo de corte marxista o fascista –tanto monta– en el poder…
   Su incongruencia es más bien aparente. Voluntarista y teleológico como era, pese a la plétora de sangrientas y sacrílegas evidencias en contra desde antes del triunfo castrista, quiso empecinarse en ver en el advenimiento del Nuevo Régimen un avatar de la pàrusía cristiana.
   Burgués culto de filia nacional-católico-antiyanqui, marcado a fuego académico por la impronta revanchista y antisistema de las generaciones del 98 y el 27 en España, Cintio tenía más puntos de convergencia que de divergencia con el imaginario castrista.
   Peor aún, por su largo papel rector en el bachillerato, en buena ley cabe atribuirle al difunto el mérito de destacado ilustrador republicano de la Revolución Cubana. O sea, de deformador teórico de la belicosa juventud que echó abajo la Segunda República bajo la batuta de Fidel Castro, cuyos antecedentes gansteriles él debía de conocer al detalle…
   Desde una u otra poética o temática, el grueso de la intelectualidad de su muy catastrofista “Generación del Cinquentenario Martiano” cumplió ese mismo papel. Porque, mal que nos pese admitirlo –cambiando lo poco que haya que cambiar, desde luego– el Ché Guevara dio en el clavo con aquello de la inautenticidad revolucionaria como “pecado original” del intelectual burgués: salvo honrosas excepciones (Gastón Baquero, Lydia Cabrera, Lino Novás Calvo y pocos más), se comportaron como una servil o díscola caterva de cambiacasacas y/o farsantes más o menos contumaces.
   Sobre todo Cintio, por el énfasis moralista, por esa mojigatería nacionalista invariablemente desbocada en todas sus obras. Los títulos hablan por sí sólos: “Lo cubano en la poesía” (salvo por los tópicos, una entelequia imposible de hallar en el libro), “El sol del mundo moral” (que nunca le alumbró a él el interior del cráneo)…

(Comentario publicado en la red, octubre 2009)

Friday, November 4, 2016

Michael H. Miranda vs. Nancy Morejón

Siempre en el trayecto hacia la liberación individual habrá un agente exterior y varios cadáveres en algún closet. Un intelectual orgánico del castrismo lo primero que se labra es un currículo al gusto de algún campus norteamericano. He aquí que aquella comisaria ideológica, viajera y también visitante predilecta de algunos campus podría llamarse Nancy Morejón.
   Hay quien quiere hacer ver que no está bien referirse a estos seres cautivos. Porque de su cautiverio es responsable el tirano y hacia este deberían ir los tiros. Pero así como del tirano está bien decir todo y más, tendrá que llegar ese momento de recordar a los miembros que fueron de su tan ilustrada corte.
   Ernesto Pérez Chang ha contado el rol de Nancy Morejón en aquel affaire del número 69 de la revista Unión, que ella dirigía. Después de haber publicado los sonetos del Aretino, la revista fue acusada de "pornográfica" y la insigne poeta desvió las responsabilidades hacia el editor Pérez Chang, quien fue cesado.
   Hace poco supimos, así, sin querer queriendo, que Nancy Morejón estaba haciendo un visiting, otro más, en la Universidad de Missouri. Recordé que alguna vez Nancy Morejón quiso hacerme ver que las palabras tenían su peso, y que había nombres impronunciables y que los esbirros no se van al paro.
   Eso es lo que tengo yo que ver con este personaje que representa todo lo siniestro del campo cultural de aquel que fuera mi país. Lo de menos es una historia personal y mejor hace uno olvidándose de todo eso. Pero no. Qué somos si no historias personales, de qué estamos hechos.
   Después de una lectura pública en Matanzas, Nancy Morejón vino a mí a preguntarme mi nombre y supe que nada bueno sobrevendría. Yo había leído un poema donde mencionaba a José Mario Rodríguez y Raúl Rivero, muerto uno, exiliado el otro. Ella vino a mí como quien sale a respirar después de un momento de apuro. Vestía unos trapos que alguna vez fueron blancos, y aseada es una palabra que no viene a la memoria de aquel momento.
   A los pocos días fui citado a la oficina de mi jefa por aquel entonces. El presidente del Instituto Cubano del Libro, aquel Iroel Sánchez de tan triste recordación, se había enterado del asunto y había sugerido que se tomaran medidas.
   Supongo que habría sido fácil averiguar mi nombre de otra manera. Pero Nancy Morejón quería hacérmelo saber. Los combatientes, los aguerridos de verdad, se saben impunes. Quién no tiene una historia similar en aquel que fue mi país.
   Pensé que Nancy Morejón, llegado un momento de su biografía, había sido convertida en figura no solo por el esquema propagandístico de la cultura oficial en la Isla, sino también por las universidades de Estados Unidos y Europa. Pero esto ya pasa como algo normal.
   Pensé que ese privilegio estaba reservado para unos pocos. Que hay allá afuera un centenar de voces más inteligentes, con mejores lecturas y asuntos más interesantes que abordar, pero que sobre todo no han sido domesticados por (ni le sirven a) un régimen represivo y creen en la democracia sin tanta hipocresía, y sin embargo no pueden acceder a un campus, a los dineros de una universidad.
   Es nietzscheanamente irritante. Una pasada a Google con su nombre y el de la Universidad de Missouri trae memorias de varios eventos en los que ha participado en los últimos años. Hay un documental sobre su vida y obra. Se lee que Nancy Morejón es "the most widely translated Latin American Poet" (cosa que ya ni siquiera es de dudar, en ocasiones a la literatura se le distrae con estadísticas) y un caso único de "mujer caribeña afrohispana". Esto último no quedará nunca bien explicado.
   Lo que no dicen es a quién sirve, a quiénes ha servido. Tampoco dice que jamás levantará su voz por ninguna mujer, ningún negro, ningún caribeño o caribeña que decida no servir a quien ella sirve.
   Nancy Morejón ahora también preside la Academia Cubana de la Lengua, que nunca sugerirá a Madrid la inclusión de palabras como "chivatona" y "comuñángara". A fin de cuentas los poetas suelen desempeñar los más diversos oficios, aunque con facilidad olvidan la dignidad de envejecer en silencio.
   Los Castro se van a morir un día, y aquel que fue mi país se reconvertirá en algo que hoy es imposible definir. En algo no necesariamente bueno tal vez, pero supongo que  infinitamente mejor que todo lo que entre comandantes y generales le procuraron a ese pobre pedazo de tierra en casi 60 años. Nancy Morejón, como Roberto Fernández Retamar, Miguel Barnet y algunos más, o sus fantasmas, pasarán de puntillas sobre tanto estropicio hacia algún lugar de ese mundo libre donde pagan bien, pero acaso todavía esgrimiendo su derecho a la confrontación, a ser a la vez explotados y perfectos hipócritas.

(El derecho de ser explotados. Diario de Cuba, mayo 2016)

Thursday, November 3, 2016

Andrés Reynaldo vs. escritores de la isla (Wendy Guerra)

De cuando en cuando, a algunos escritores cubanos que viven en la isla les da por hablar de la paz, el reencuentro, el perdón. Ideas nobles, por supuesto. Diríanse discípulos de Gandhi, si no fuera por la dieta. Si no fuera porque Gandhi, en verdad, protestaba. Pacíficamente, pero protestaba.
   Sobre todo si andan de viaje, si acaban de publicar libro en el extranjero, adoptan una pose ambigua, entre sapiente y párvula, y en la primera rueda de prensa sueltan el rollo de la reconciliación, el rechazo a una transformación violenta, en fin, el borrón y cuenta nueva. Así, en abstracto.
   Quien los vea, el hombro levemente caído, las gafas a media asta, el tono mugido, no tiene más remedio que admitir: “¡Esta gente sufre!” En verdad, han sufrido. Se les censuró y todavía se les censura. Les negaron permisos de salida. Los echaron de los empleos, de las universidades. Tuvieron que pasar una odisea para conseguir un aire acondicionado. Dejaron de convocarlos (o nunca fueron convocados) a las reuniones importantes. ¡A las fiestas importantes!
   Sin embargo, ahora no hablan mucho de sus sufrimientos. En todo caso, hablan de sus sufrimientos a la defensiva. Cuando se les sorprende tratando de pasar gato por liebre. El gato del acomodo con la dictadura por la liebre de la opinión heterodoxa. Es otra de las grandes inversiones éticas que las dictaduras totalitarias imponen a la inteligencia de un país. La víctima reclama su autoridad moral para legitimar al victimario.
   De modo que estos escritores van soltando de Buenos Aires a Estocolmo los tópicos de la reconversión de la verdad, del maquillaje de la historia. Alguno alcanza a quejarse de que nadie le pregunta a Paul Auster sobre política pero que a él si le indagan constantemente, irritantemente, sobre la dictadura de los Castro. (Aclaremos, él nunca pronuncia la palabra “dictadura”). De hecho, según él, hablar de dictadura en Cuba puede ser excesivo. “Hay muchas Cuba”, dice. Debían preguntarle si en alguna de esas muchas Cuba existe un estado de derecho.
   Si pasamos por alto la desconsiderada comparación con Paul Auster, no deja de haber cierta ternura en estos argumentos. Cierto eco de incorporado terror. El apego desesperado a las protectoras simplificaciones de nuestra temprana juventud. Cada cual sobrevive como puede.
   Hace poco, alguien ha entrado en el poco frecuentado terreno de la oposición violenta a la dictadura. No se deben cambiar las cosas a punta de ametralladora, dice. Además, ¿cómo vamos a matarnos unos a otros para cambiar un sistema que hemos construido nosotros mismos?
   Aquí hay que deslindar entre la paja y el heno. Por un elemental principio humanista, la violencia no puede ser propuesta como solución política. No obstante, sería inmoral descalificar la oposición armada contra un poder ilegítimo perpetuado por la fuerza. En el mismo orden, no porque la dictadura sea obra de cubanos (¿de quiénes iba a ser?) la responsabilidad queda repartida a partes iguales. En rigor, todos sabemos muy bien quiénes son los responsables.
   Entiéndase, no se trata de pedirle a estos escritores que se pasen a la disidencia. Que eleven su voz frente a la represión. Que escriban poemas sobre el presidio político. Que quemen su carnet de la UNEAC. Que salgan a repartir subversivas octavillas. En fin, que apunten con su palabra a la cabeza del tirano. Nadie tiene derecho a pedírselos. Menos aún desde Miami.
   Pero, por una cuestión de obvio pudor, de rudimentaria decencia, de mero respeto a sus propios talentos, ¿podrían dejar de hablar de la cosa ya que no quieren llamar a la cosa por su nombre?

(Los escritores cubanos, o posan de Gandhi o de suecos. El Nuevo Herald, abril 2016)

Wednesday, November 2, 2016

Luis Ortega vs. Guillermo Cabrera Infante y Carlos Franqui

Cabrerita habla de que él era en Cuba "un periodista tal vez con demasiado éxito." Se han muerto todos los testigos. Escribía en Carteles, una revista de circulación muy pobre, una gacetilla de cine, firmada por un tal Caín. Abeles eran los pocos lectores que tenía. Luego cayó en Revolución con su carnal Carlos Franqui. Y aquí viene lo mejor. Cabrera no tiene mala fama por sus pocos libros, que no tienen importancia, sino por los horrores que hicieron Franqui y él en Revolución. Desde convertir los fusilamientos de los primeros tiempos en un espectáculo, con palco y todo, para regocijo de los miembros de su pandilla hasta perseguir a todos los intelectuales y periodistas que ellos creían que les hacían sombra. Jorge Mañach tuvo que irse de Cuba, disgustado, y murió en Puerto Rico en 1961. La pareja de pillos lo obligó a irse de Cuba. A Paco Ichaso lograron meterlo en la cárcel, sin motivo ninguno, y lo sacaron en la portada de Revolución con una P enorme en la espalda. Ichaso murió en México en 1962. Miguel Ángel Quevedo tuvo que exiliarse, perseguido por Cabrera, Franqui y Delanoza. Cabrera, después, con un cinismo increíble, se alababa en un mamotreto titulado Mea-Cuba de haber creado en Cuba una verdadera Inquisición para limpiar el país de la escoria literaria y periodística.
   Al final, después de casi diez años de fechorías, los dos sujetos, Cabrera y Franqui, salieron huyendo. Este último con una fortuna en cuadros y joyas.
   Cabrera Infante ha sido hábil. Para cubrir ese pasado de infamia y hacer que se olviden de la cantidad de gentes que empujaron al paredón, Cabrera se ha inventado una fama siniestra de perseguido por el gobierno de Castro. No hay tal. Nadie lo persigue. Castro ha sido demasiado benévolo con los que desprestigiaron la revolución en los primeros tiempos. Y, en definitiva, ni siquiera sabe quién es el pícaro Cabrera. El hombre recorre el mundo buscando periodistas ingenuos que lo entrevisten. Y que le pregunten cositas literarias cuando, lo cierto es que deberían interrogarlos sobre los crímenes que cometieron aprovechando el desorden inicial de la revolución.
   Lo más gracioso en esta entrevista es la historia que hace Cabrera sobre las gentes que hacen cola en La Habana para alquilar subrepticiamente sus libros y poder leerlos en secreto. "Para poder leer mis libros durante unas horas pagan hasta diez latas de leche condensada," explica. ¿Hasta dónde llega la vanidad de este pobre hombre? En la misma edición de El Mundo aparece un artículo del canario J.J. Armas Marcelo, que contiene elogios extraordinarios sobre este personaje de la picaresca cubana que se llama Cabrera. Increíble.

(Cabrera Infante y sus 10 latas de leche condensada. Publicado en la red, abril 2001)

Tuesday, November 1, 2016

Roberto Madrigal vs. Guillermo Rodríguez Rivera

Disfrazado de reparo literario, Rodríguez Rivera lamenta los dos premios más recientes, el entregado el año pasado a Leonardo Padura y el de Reina María Rodríguez ahora. En realidad lo que destila es bilis subterránea por su temor a que con estos dos premios, él y su generación han quedado fuera de competencia. Trata de razonar que estos premios debieron haber ido a figuras como Lina de Feria o Eduardo Heras León, sin mencionarse a sí mismo por falsa modestia y lamenta que todos hayan sido víctimas del quinquenio gris (aquí se incluye) y que no se hayan beneficiado con las rectificaciones. Lo que como buen oportunista no dice es que su generación ya ha estado representada de sobra en este premio en las figuras de Miguel Barnet, Reynaldo González y Nancy Morejón.

(Premios y políticas culturales. Blog Diletante sin causa, enero 2014)