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Thursday, May 28, 2020

Om Ulloa vs. José Ramón Sánchez y Oscar Cruz


Tonce, en nombre del periodismo “independiente” [y tratándose de mayambana et diasporitantos siempre es un decir...] algo positivo saco de todo esto: 1. Kudos a Editorial Hypermedia, la misma que publicara en 2016 "The Cuban Team: los once poetas cuban”s", selección del mismo Oscar Cruz, donde el capitán Cruz del equipo poético cubiche dice que “la mayoría de estos engendros […léase antologías sobre poesía cubana…] adolece de lo mismo: no presentan un aparato crítico que haga factible su existencia”. 2. Tonce, cuando alguien les da el chance de un verdadero “aparato crítico” para que aprendan a de verdad “complotarse contra algo que les resulta nocivo” […no a tirarse mojoncitos entre sí en revistas que se hacen fuera de la cubicaldosa, digan lo que digan…] se echan pa’trás. Ah, cibernéticos de la nueva y novisísima y requetenueva cubiPoPesía… para lograr lo que de verdad interesa a todos se tiene que acabar el performance de los unéacos castratos, las dos caras de la tragedia del teatro de las seis décadas.

(comentario publicado en la red, enero 2020)

Monday, May 25, 2020

Alejandro González Acosta vs. Roberto Fernández Retamar


Hay mucho para entender y también perdonar en un hombre de su tiempo, quizá demasiado atado a su circunstancia, como Retamar. Pero ningún poeta ni historiador, ningún artista o escritor, pintor o bailarín, músico o titiritero, nunca, pero nunca, ni en Cuba ni en cualquiera otra parte del mundo, puede aceptar bajo ninguna circunstancia estar en un Consejo de Estado cuando ese mismo Consejo, por ley, debe confirmar las penas de muerte, ya sea contra horrendos criminales comunes, o martirizados reos políticos: nunca, nunca, en parte alguna.
   Los poetas, como François Villon, ofrecen el cuello a la cuchilla o penden de la cuerda, pero nunca levantan la horca ni arman la guillotina. Retamar debió excusarse de firmar, o renunciar al cargo, antes que refrendar un papel que le quitaba la vida a tres seres humanos. Y no sólo él, por cierto, pues hubo otros.
   En la imposibilidad de acceder a los originales firmados (custodiados en el Consejo de Estado de Cuba a los cuales no se permite consultar ni reproducir), se sabe que la votación fue —como es costumbre en la Isla— unánime. Y una de las más terribles atribuciones de ese Consejo es refrendar las condenas de muerte. Roberto Fernández Retamar, como Presidente de la Casa de las Américas, fue miembro del Consejo de Estado (y también Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular) en las Legislaturas V, VI y VII, desde 1998 hasta 2013: los hechos lo condenan.

(Roberto Fernández Retamar: el escritor demediado (III). Cubaencuentro, septiembre 2019)

Thursday, May 21, 2020

Gastón Baquero vs. José Rodríguez Feo


Ese personaje falsificó todo. Tal vez, por razones de afinidad política, se metió a la gente en el bolsillo logrando en México la publicación de sus cartas. Si tú las lees, te das cuenta de que en casi todas Lezama le habla del dinero. A su manera y dándole vuelta: “No has mandado el cheque”. Cuando surgió la pelea, el señor se arrogó el derecho de decir, ni más ni menos, que “él fue al que se le ocurrió crear la revista Orígenes”. ¿Te das cuenta de la mentira? Lo dijo más de una vez. Lo repite y se lo publican. El señor es un mequetrefe. Mejor hablemos de otra cosa.

(entrevista, en Dile que pienso en ella, de Nedda G. de Anhalt, Ediciones La Otra Cuba 1999)

Monday, May 18, 2020

Heberto Padilla vs. Luis Pavón


Navarro Luna publicó un hermoso ensayo sobre mi poesía en la revista Verde Olivo, órgano oficial de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. El viejo llegó a decir que yo era uno de los grandes poetas de nuestro tiempo. Su afirmación fue legitimada por el poderoso organismo que representaba la revista.
   Me dijo Navarro que el propio comandante Guevara, verdadera fuerza rectora de Verde Olivo y Prensa Latina, había aprobado personalmente la publicación del ensayo, no sin el disgusto del director, Luis Pavón Tamayo, un versi!cador recién llegado de Holguín que se empeñaba en aumentar su figurita de pelele con ambiciones descomunales de poder. Lo tuvo algún tiempo, cuando Fidel accedió a conceder al Ejército la dirección de la cultura, como hicieron los dirigentes chinos en sus legendarias «brigadas rojas».
   Después de haber hecho alarde de su resentimiento en los comentarios firmados con el pseudónimo de Leopoldo Ávila, el enano de Holguín arremetió contra sus antiguos obstáculos literarios y publicó un librito de poemas que era más una guía sentimental de viajes por el mundo, que el testimonio apasionante de la revolución que se esperaba de él. Echado a puntapiés del cargo, se vio flotar a la deriva como el papanatas que era, hasta convertirse en un alcohólico. Hoy es la mala sombra del montón de canalladas impunes que cometió en nombre de la Revolución y de la clase obrera.
   El papanatas tenía voz meliflua, un cultivado aspecto de orfandad campesina, y ese talante reverencial y abyecto que predomina en momentos en que el caudillo pide lealtad incondicional. Pavón contó con la estrecha colaboración de la Seguridad del Estado, que le prestó el término con que justificó las tantas depuraciones llevadas a cabo en los sectores artísticos: parámetro. Se llenaban o no se llenaban los parámetros. El Consejo Nacional de Cultura creó equipos de comisarios políticos para juzgar (parametrar) a cada uno de los miembros de los grupos artísticos y asociaciones
culturales del país. Se hacía tomando en cuenta la información policial que se nutría de los testimonios de sus informantes.
   La conducta sexual era factor determinante. De un maricón o una lesbiana lo primero que se esperaba era desafección al régimen. El homosexual no era un problema de la nueva sociedad, sino al contrario, una lacra del antiguo régimen que tenía por objetivo principal socavar o negar el actual proceso social. Pavón creía agregarle pulgadas a su estatura cada vez que rebajaba con infundios a los pobres bailarines de ballet o a actores mal pagados. Dio más prebendas a poetastros y narradorcillos que en los peores años de la condenada corrupción del pasado; pero la dirección política pensaba que un determinado grado de venalidad era inevitable para llevar a cabo sus propósitos.
   Muy altos dirigentes decían que no se actuaba aún con la audacia necesaria para «golpear» a ciertos sectores del país demasiado sensibles y peligrosos porque suelen despertar la solidaridad internacional. Pavón fue el ensayo. Desde Verde Olivo él articulaba la ofensiva en colaboración con viejos profesores con ínfulas de literatos que ilustraban al pie de la letra aquel resentimiento en la moral de que hablaba Max Scheller.

(La mala memoria, Plaza y Janés, 1989)

Thursday, May 14, 2020

Michael H. Miranda vs. el escritor funcionario


Conocido es que un régimen como el cubano ha sabido sostenerse a base de premios y permisos: hay escritores que quieren viajar y ser reconocidos sin perder vínculos con ese Gobierno. Para esos había estímulos como los de ser enviados a una feria del libro en la Bolivia de Evo Morales o a una gira por aquella Honduras del defenestrado Manuel Zelaya. Con la instauración del chavismo en Venezuela, la lista de participantes se engrosó con aquellos que necesitaban a toda costa una computadora.
   Uno de los primeros ademanes del escritor/funcionario es cuestionar la naturaleza de quien se opone, negarle al otro su derecho de pertenencia a la ciudad letrada: ese no es escritor, aquel no es artista. Durante la Primavera Negra del 2003, se ufanaban diciendo que entre los arrestados solo había un periodista graduado: Julio César Gálvez. Estos guardianes de las esencias patrias siguen saliendo cada día a ganarse su pan, hoy gracias en parte a las redes sociales.
   El modelo de escritor/funcionario tiene larga ejecutoria en la Cuba posterior a 1959. Tendría como referentes a dos poetas, Nicolás Guillén y Roberto Fernández Retamar. Pero si el autor de la "Elegía a Jesús Menéndez" sabía escurrir el bulto en esos no escasos momentos delicados que le ponía delante el ejercicio del poder (es fama su ausencia por "enfermedad" durante la autoinculpación de Heberto Padilla), la firma del fallecido presidente de Casa de las Américas aparecía en cada condena a muerte que fuera elevada al Consejo de Estado.
   Otros se disputan la triste condición del arroz blanco de la Revolución: se les ve en misa, parada y procesión. No hace mucho Abel Prieto dirigía una ruidosa comparsa especializada en actos de repudio en una cumbre en Panamá y Miguel Barnet desatendía sus funciones como presidente lo mismo de la UNEAC que de la Asociación de Chihuahuas para regañarnos por meter la política en Facebook (¡todos a Twitter!) y mancharla con las nuevas tecnologías, pues aquella debe ser latifundio exclusivo de los revolucionarios verdaderos, como le enseñó Fidel, que era faro y guía de los pueblos sin internet.
   Barnet, por cierto, dice que, como él es poeta, se burla de que un tío-abuelo suyo fuera presidente de la República. Acto seguido, para hablar de su comandante, rápido se quita la pompa del rimador, que ahí burlas no valen, y dispara una prolija cadena de loas a quien sí vindica "los valores más auténticos de la cultura cubana".
   Un conocido caso de escritor/comisario fue el de Luis Pavón. Surgido de las Fuerzas Armadas, prestó servicios como látigo con seudónimo en la revista Verde Olivo y director del Consejo Nacional de Cultura en los 70 (el "Pavonato" le llamaron algunos a ese periodo) hasta terminar como autor de novelas para una editorial del Ministerio del Interior y ni siquiera tiene ficha en Ecured. Su aparición en televisión hablando de sus libros fue el detonante de la llamada "Guerrita de los emails", una sonada oportunidad para que varios escritores cubanos nos recordaran que el culpable de todo siempre había sido… el funcionario de turno.
   Aquellos de Leopoldo Ávila eran tiempos de pilón, mozambique y bugalú, cómo olvidarlo. Ahora la banda sonora debe ser concebida a base de trap y reguetón, pero los discursos no son diferentes. Por estos días un funcionario ágrafo —esos son en verdad mayoría, les falta obra pero no carecen de esfuerzo— ha llamado "rata de alcantarilla" a Luis Manuel Otero Alcántara. Otro, al frente de la Biblioteca Nacional, llamaba a librar a Cuba de "los gusanos".
   En La Jiribilla han aparecido nuevos episodios de un viejo culebrón revolucionario llamado "asesinatos de reputación". Los hay que con vulgar guapería, y a pesar de su edad ya casi provecta, se citan con Clandestino "junto al busto que digas", imagina uno que para dirimir discrepancias a palo limpio. Y hace unos meses en Hypermedia Magazine una escritora/funcionaria dejaba saber que todavía le quedaba cuerda para seguir ejerciendo la censura, ese tan revolucionario virus.
   Editar en ese país no es solo mantener a toda costa la política de crear lectores cautivos. Editar allí es censurar, está claro. Los cadáveres que la censura cubana ha prodigado han estado a la vista por décadas.
   Incapaz de subvertir nada, el escritor/funcionario ejerce de censor porque la censura está en la naturaleza misma del sistema al que sirve. Algunos no toleran que se lo recuerden, pero otros, en su soberbia impune, ni se esconden ni se lo callan: lo pregonan porque quieren que también les aplaudan.
   El papel que cumplen estos personajillos en el engranaje represivo y propagandístico no es desdeñable. Son parte fundamental del dispositivo que actúa en dos direcciones: hacia adentro y hacia el exterior. Los que mandan lo saben de sobra, los usan a su antojo y, si toca recompensa, los premian. Se suceden las generaciones, algunos ocupan un puesto intermedio o pasan a plan pijama o a vivir en ese norte tan denostado donde tienen hijos y nietos, pero pronto surgen nuevos custodios del machete aguerrido y la viril ofensa contra el que disiente. Porque están ahí para corroborar que una política trazada desde aquellas palabras a los intelectuales sigue en pie.
   Despreciable es el régimen que pone a un escritor en el lugar del funcionario y del censor. Pero más despreciable todavía es el escritor con pompa de funcionario que se cree impune y habita muy lejos ya de todo escrúpulo, y tan a gusto se siente cumpliendo esa tan revolucionaria tarea. El hecho de publicar libros no entraña ninguna superioridad ni moral ni ética ante los demás, pero hay escritores que llevan su extraña fascinación por el poder tres pueblos más allá: son ellos mismos la encarnación de un sistema decrépito.

(El trap del escritor funcionario. Diario de Cuba, marzo 2020)

Monday, May 11, 2020

Juan Abreu vs. José Kozer


Con lo de la plaga china ha aumentado mi furia la siento crecer como una música y la iré dirigiendo hacia diversos objetivos hoy el poeta Kozer. El poeta Kozer es un personaje destacado de la cobarde y falsa fauna cubana y ha hecho carrera como fabricante de longanizas, Kozer no escribe poemas produce una longaniza diaria y así ha hecho carrera gracias a la bajeza cultural crónica imperante, Kozer y su ego monstruoso se levantan todos los días y fabrican un poema y le ponen un numerito (¡ya van por el número cien mil!). ¡Un poema diario! Debería estar prohibido. Kozer más que un poeta es un fabricante de longanizas. Kozer me ha parecido desde que supe de él hace décadas lo más patético fatuo y oportunista y lo más ridículo producido por la nauseabunda cubanidad, Kozer es evidente nunca ha leído a Michaux: “La poesía es un regalo de la naturaleza, una gracia, no un trabajo. La sola ambición de hacer un poema basta para matarlo”.
   Por el bien de la poesía me gustaría viajar y apostarme junto a Kozer con una enorme tijera y cortar de inmediato al salir la longaniza diaria de Kozer e incinerarla antes de que Kozer pudiera numerarla y declararla oficialmente poema. Pero. No se puede viajar. Maldita plaga china.

(Blog Emanaciones, abril 2020)

Thursday, May 7, 2020

Odette Alonso se encabrona


Sí me encabroné y les voy a decir por qué: No es bonito ni gracioso que lo que una es, lo que es su esencia, a lo que dedica su vida y sus mejores energías, a algunos le parezca el más chistoso objeto de burla constante y reiterado y que todavía pretendan que uno les ría sus agresiones toda la puta vida porque, vamos, está naturalizado burlarse de los poetas, demeritar no un trabajo que no les haya gustado, sino la existencia de los poetas y de la poesía. Y sí, hay gotas que derraman el vaso y qué bueno, porque está de la chingada andar por la vida cargando el vaso lleno con el odio de ustedes y todavía querer que no se derrame.

(Publicado en Facebook, marzo 2020)

Monday, May 4, 2020

Antonio José Ponte vs. Angel Augier


Vicepresidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), recibió en 1991 el Premio Nacional de Literatura. Por unos estudios sobre Nicolás Guillén o sobre la estancia cubana de Rubén Darío, o por unos poemas. ¿Quién podría saberlo? Ni el mismísimo jurado.
   Cuando murió José Lezama Lima, las autoridades quisieron imponerlo como orador en el entierro. Que se tratara de una nulidad de escritor como él, sin relación literaria o personal con el difunto, era el toque final de la campaña de ninguneo organizada contra Lezama Lima.
   Para comunicarle a la viuda esa elección fue designado Eliseo Diego, que vergüenza le corresponda. María Luisa Bautista se negó, y terminó siendo Cintio Vitier quien hablara en el cementerio.
   Una amiga que trató a Augier me confirmó su costumbre de tomar ginkgo biloba a la que Gabor se refiere. El ginkgo biloba es árbol tan único que no le queda parentela viva en el planeta, está más solo que la palma que está en el patio y que, según Guillén, nació sola. Los botánicos han tenido que dedicar una división, una clase, un orden, una familia y un género, exclusivamente para el ginkgo biloba. Con el auxilio de sus hojas, Ángel Augier por poco llega a centenario.
   Murió en 2010, a los 99 años de edad. En casi un siglo, su aportación más relevante a la cultura fue el discurso por Lezama Lima que no llegó a dar.

(Del "Diccionario de la Lengua Suelta", de Fermín Gabor, Renacimiento 2020)