Para el régimen castrista sería
muy útil contar con un PEN Cuba inefectivo o dócil. Admitiéndolo lo menos no
gubernamental posible, tendrían otra UNEAC mucho más explotable
internacionalmente. Y, puesto que existen el presidente Arrufat y el secretario
Montero, queda cerrado el paso a cualquier espontáneo inmanejable empeñado en
fundar otra rama habanera de PEN.
Lo anterior son interrogantes y pronósticos. Queda por ver qué harán
Arrufat y Montero, aunque algo de ello puede vislumbrarse ya al examinar la
nota de condolencias cursada por ambos.
Enviada a una lista de direcciones desde el correo privado de Arrufat,
la nota no contiene petición de ser publicada y, hasta donde sé, no se intentó
publicar en ningún medio. Demos por descontado que no habría hallado
beneplácito en la prensa oficial, ¿pero al menos hicieron la prueba Arrufat y
Montero? Y, ya que dirigen una organización no gubernamental, ¿por qué no
probaron a publicarla en la prensa independiente de la Isla o en la prensa del
exilio?
Tampoco fue publicitada en un sitio propio en la red: no hay dudas de
que se trata de una carta pública bastante poco pública. A juzgar por su texto,
es la carta pública bastante poco pública de una organización que, si acaso es
no gubernamental, es escasamente no gubernamental.
Arrufat y Montero no reaccionaron de inmediato a la muerte de Miguel
Mejides, dejaron pasar más de una semana. Lo que parece haberlos movido a
componer su carta de condolencias fue la muerte de Rafael Alcides, el silencio
oficial deparado a su muerte. Puesto que los medios oficiales publicaron
noticia del fallecimiento de Mejides y silenciaron el de Alcides, la ocasión se
prestaba para que PEN Cuba se pronunciara contra la censura política.
No ocurrió así, no hay en la carta de PEN Cuba referencia a lo impar de
la suerte póstuma de ambos autores. A quienes alcanzaran a leer esa carta les
tocaba intuir que, al juntar a Mejides y Alcides, se estaba hablando contra la
discriminación del segundo. Esa condena no era explícita, sino que había que
barruntarla dentro de las maneras alegóricas y submarinas tan usuales en Cuba.
Los firmantes de la carta contaban con la suspicacia de sus lectores para no
poner en riesgo la buena disposición de las autoridades.
Virgilio López Lemus fue más osado cuando escribió de Alcides en una
publicación oficialista: "Él tuvo el derecho de renunciar a lo que
quisiera, nosotros no tenemos derecho a renunciar a él y a su hermosa obra".
Su obituario, aparecido en Cubaliteraria,
fue uno de los dos publicados por la prensa del régimen. El otro, aparecido
días más tarde en La Jiribilla,
reproducía un texto publicado por Roberto Manzano en Facebook. (Tanto Cubaliteraria como La Jiribilla son medios dirigidos al exterior, con pocos lectores
dentro de la Isla.)
Puestos a hablar del tema, Arrufat y Montero tenían la obligación de
denunciar la censura practicada. Y no es que Rafael Alcides, quien renunció a
su membresía de la UNEAC y rechazó el Premio Nacional de Literatura, necesitara
de una mención en Granma a la hora de su muerte, sino que los lectores que lo
leyeron con fervor (ese fervor con que en los años 80 vi a tantos leer Agradecido como un perro) deberían saber
que ha muerto el poeta.
Se trata principalmente de un derecho de los lectores cubanos, de un
derecho a la memoria, y es sobre violaciones como esta, y aún peores, que
debería incidir un PEN que funcionara dentro de Cuba.
Si Arrufat y Montero no sintieron la obligación de pronunciarse
abiertamente sobre el tema, demuestran cuán incapaces son para liderar la
defensa de unos derechos gremiales que, al incluir también a los lectores,
rebasan lo gremial. Pero si, sabedores de su deber, decidieron adoptar un
perfil bajo, pronunciarse sibilinamente y ejercer, ahora como presidente y
secretario general de una ONG, más disimulaciones que las que ya hacían cada
uno por su parte, lo menos caústico que podría afirmarse de ambos es que han
reunido sus esfuerzos de dramaturgos para una nueva farsa que los favorezca.
(Antón Arrufat y Reinaldo Montero por la defensa de los escritores
cubanos. Diario de Cuba, julio 2018)