En mi libro [Villa
Marista en plata. Arte, política, nuevas tecnologías] hice notar la
aparición de la figura del policía político, de la Seguridad del Estado, en la
obra de algunos artistas. Era esperanzador ver cómo esos artistas incluían la
vigilancia y la represión y la tortura en sus ecuaciones de las circunstancias
cubanas.
Hablaba allí de
Carlos Garaicoa, de Eduardo del Llano, y de la pareja de artistas plásticos
Yeny Casanueva y Alejandro González. Pero hoy puede comprobarse que la gran
mayoría de los artistas y escritores, aun cuando historian la vida cotidiana en
Cuba, siguen sin atreverse a mencionar ese factor. Leonardo Padura, por citar
un ejemplo, alude a la Seguridad del Estado lo menos posible y, cuando lo hace,
es para eximirla de responsabilidades y culpas. No solamente en sus novelas:
en Regreso a Ítaca, la película de Laurent Cantet para la que él
escribió el guion, la represora que empuja al protagonista al exilio pertenece,
no a la Seguridad del Estado, sino al Ministerio de Cultura. Así se dice varias
veces en la película: Ministerio de Cultura.
Y cuando el
protagonista tropieza en Madrid con esa funcionaria, que para entonces se ha
exiliado, saca como conclusión que ya él puede regresar a Cuba y volver a vivir
en su país. Porque el ataque que él sufrió en Cuba debió venir únicamente de
ella, que ya no resulta un problema… Así que en la ecuación oportunista de
Padura no es la Seguridad del Estado, sino el Ministerio de Cultura quien se
encarga de vigilar y reprimir, y ni siquiera ese ministerio, sino una
funcionaria tan hipócrita que ha terminado por exiliarse… Todo lo cual me lleva
a pensar en lo extraño de que sea tomado por novelista policial un escritor de
cuentos de hadas como Padura.
(Como Bartleby, el cuervo
de Melville… Entrevista por Jorge Enrique Lage, Hypermedia Magazine,
noviembre 2016)
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