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Friday, January 31, 2014

Aurelio Mitjans vs. Plácido

Tal como aparece en las colecciones de sus versos, Plácido es incorrectísimo y descuidado en las formas, vulgar en los temas, si se le considera en conjunto. Estos defectos van apareciendo cada día más de relieve, por el creciente afan de los editores de enriquecer las colecciones con inéditas obras, aunque sean de ínfima clase. Así resulta que Plácido, tan necesitado como ya se ha dicho, de un severo amigo que publique sus poesías selectas, fastidia á muchos por el aluvión de composiciones medianas que ofrece á sus lectores.

(Estudio sobre el movimiento científico y literario de Cuba, La Habana, 1890)

Thursday, January 30, 2014

Vicente Echerri vs. Pablo de Cuba Soria

Desde luego que no estoy de acuerdo con Cuba Soria en que El hombre junto al mar sea un título ''mediocre'' y ''lamentable''; por el contrario, me parece un hallazgo en su notable sencillez, que trasciende, en mi opinión, al poema de ese mismo nombre que justifica el título. El hombre junto al mar es una irreductible metáfora de toda nuestra vida, nuestros quehaceres, nuestros anhelos, que se levantan siempre al borde de una insensible inmensidad. Lamentable me parece un título como Zaratustra y otros equívocos —nombre del primer libro de Cuba Soria—, el cual denota de inmediato una pomposidad culterana (propia de regurgitaciones librescas) que en buen cubano podría llamarse "picuería''.

(Heberto Padilla en su lugar. El Nuevo Herald, julio 2007)

Wednesday, January 29, 2014

Heberto Padilla vs. Alejo Carpentier

Cuando lo conocí en La Habana en 1959, venía de Caracas, precedido de la peor reputación política. Los exiliados cubanos destacaban su indiferencia ante la causa revolucionaria, y los venezolanos radicales le reprochaban su colaboración profesional con el dictador Pérez Jiménez, que acababa de ser depuesto. Pero Alejo no llegó a Cuba para obtener reconocimiento político. Lo hacía como editor de libros, acompañado de Manuel Scorza, administrador de un capital peruano que no revelaba su nombre, para hacer en Cuba un festival de libros cubanos como lo había hecho en otros países latinoamericanos. Los últimos habían sido los de Colombia y México. Se trataba de una colección de libros de bolsillo, diez libros en total de libros clásicos de cada país conjuntamente con los de figuras oficiales de la cultura que apoyaban de inmediato el proyecto al ver sus nombres unidos a los ilustres del país y en ediciones baratísimas con tiradas de 150.000 ejemplares que se distribuían en kioscos multicolores, lo mismo que en las ferias. Alejo y Scorza se aliaron al joven matrimonio propietario de la librería La Tertulia. Leo era suiza y Reinaldo un cubano que había vivido en París por largo tiempo, de modo que constituyeron el mejor grupo que pudo encontrar el proyecto editorial. Carpentier y Scorza aprovecharon el momento político. Como el país estaba gobernado por una fiebre de solidaridad, los kioscos del Primer Festival del Libro cubano se llenaron de muchachas pertenecientes a las familias más conocidas del país, que colaboraban como vendedoras. Las hijas de Carlos Rafael Rodríguez fueron también valiosas vendedoras. Alejo y Scorza ganaron miles de dólares.

(El Alejo Carpentier que conocí, Vuelta, Sep. 1985)

Tuesday, January 28, 2014

Guillermo Cabrera Infante vs. Nicolás Guillén (2)

Nicolás Guillén, mulato, a fines de los años veinte se había dedicado a escribir poesía negrista (que tenía que ver con la poesía lo que Machín tiene que ver con la música cubana) pero cayó bajo el hechizo de Lorca cuando éste visitó La Habana en 1930- y poco más tarde su poesía parda se transformó en flamenco tropical. Más tarde, en los treinta, Guillén se dedicó a componer versos a la manera llamada poesía social y se hizo miembro del partido comunista cubano (para su perdición). Guillén tenía un verdadero don poético pero en tono menor. De hecho, junto con César Vallejo y Pablo Neruda es el poeta latinoamericano de este siglo más traducido (hasta el coreano) y ha sido nominado varias veces para el Premio Nobel, sin ganarlo nunca: de ahí su odio a Neruda. El vínculo musical es apropiado sin embargo ya que Guillén componía poesía popular avant la lettre y era un autor lírico de suaves melodías aun antes que de enérgica prosa. Al revés de Heine, sus palabras pedían una canción a gritos y finalmente consiguieron hasta una sinfonía: Sensemayá de Silvestre Revuelta. Pero es realmente una pena que cuando Guillén produjo sus primeros sones (o sus rumbas) Seeger no lo siguiera de cerca para que tarareara una versión distinta de la Guantanamera, empleando en esta ocasión la letra de Guillén en vez del verso diverso de Martí. El poeta mulato (“No negro”, como le gusta distinguir su piel al poeta) era el verdadero contemporáneo de estos aires populares, sin derechos de autor que pagar a sus contemporáneos reales.

(Mordidas del Caimán Barbudo, Quimeras, agosto 1984)

Monday, January 27, 2014

Luis Marcelino Gómez vs. Reina María Rodríguez

A mí no me pueden pasar rata por liebre. Que no voy a confundir a un roedor con un ave, aunque fuera Cathartes aura. A otro con el hueso. El peso no sólo va y viene, sino también se devalúa, como los poetas que cantan a los tiranos. María Cristina Fernández quizás no sepa que la poetisa (la gran creadora Lydia Cabrera las llamaba de otro modo) ha salido mucho, ha andado de viaje, conoce mundo, pudo degustar el queso en sitios exquisitos, es invitada como recientemente hemos leído. Ella pudo hacerlo, y aún puede, como no nuestro justamente celebrado Lezama Lima, o los poetas disidentes tras las rejas. Pues bien, quizás haya sido por unos ¿versos?, que la susodicha poetisa, -ay ekobio Lydia Cabrera que estás en los cielos-, escribió ya bien crecidita, de los cuales he escogido algunos. Texto nada barroco ni con recursos del culteranismo propio. Texto fácil, comprensible, asequible y obvio de Reina María Rodríguez. Elemental, Watson, elemental: “Hoy habla Fidel y yo he crecido…vuelvo por su voz…lo esperan nuestros pechos… …abuela lo guarda en su cartera junto con sus lirios y los amores que se fueron. Comprendo por qué allá en la Sierra ponían su retrato como un santo. Sólo hay una forma de quererlo: hemos crecido dentro de él como un gran árbol por eso lo cuidamos con tanta vanidad y tanta fuerza.” Termino con el uso de la única palabra que recuerdo del artículo que la Virgen de la solana, o La Chica de la valija, (para acabar con ritmo de Fausto, de von Goethe), publicó en Encuentro: Sí, las manchas de sangre vertidas por los pueblos son imposibles de borrar.
   Que a la poeta de la valija lista, o lista de la valija, la compre, la lea, la siga, incluso la defienda, quien no la conoce.

(Opus verraco. Para violín y orquesta. Linden Lane Magazine, 2007)

Friday, January 24, 2014

Antonio José Ponte vs. Guillermo Rodríguez Rivera (3)

De mañana, según recuerdo. Los bancos de madera áspera ocupados por escritores (yo entre ellos, entonces mosca más perfecta), pues iba a celebrarse un juicio bastante literario a juzgar por acusado y acusador, ensayistas ambos.
   El ruido de la calle Línea entraba por los balcones de la sala. Meses antes, en un artículo publicado, Desiderio Navarro había acusado a Guillermo Rodríguez Rivera de cometer plagio. Éste respondió por escrito a aquella acusación (su defensa fue poco convincente), Navarro volvió a la carga, y la impotencia debió llevar a Rodríguez Rivera hasta el juzgado: acusó de difamación a quien lo acusaba a él de plagio.
   Llegados a ese punto, Desiderio Navarro se disponía a presentar diagramas detallados que probaban el fraude. El juez, negro y bajo de estatura, dio comienzo a la sesión. Escuchó en las voces de acusado y acusador sus respectivas biografías, y determinó muy pronto no perderse en vericuetos y cortar por lo sano. Salomónico, exigió más respeto propio a ambos querellantes. ¿Qué hacían en litigio dos hombres como ellos, de probada inteligencia?
   El regaño del juez cerró el proceso. De aquella jornada recuerdo especialmente la frase con que Rodríguez Rivera remató su resumen biográfico. De pie ante el magistrado, enumeró sus libros, sus años de profesor, de hacedor de revistas, y aseveró que era miliciano desde la fundación de las milicias revolucionarias.
   ¿Por qué razón, casi veinte años después, me viene a la memoria este detalle? ¿Por incongruente o ridículo? ¿Por la fanfarronería que denota? El presente echa luz sobre tan caprichoso recuerdo: Rodríguez Rivera hacía valer ante el juez cuánta ventaja de milicias le llevaba a su contrincante, unos años más joven. Intentaba la misma jugarreta que recién ha intentado con Norge Espinosa o conmigo.
   Desconfiado de la polémica literaria, cambió las páginas de las revistas por una sala de juzgado. Procuró arrimarse a fuerza mayor, fue en busca de un comisario que dictara silencio. Se hizo pasar por víctima con tal de que llavearan las razones de su oponente. Y ahora pretende de mí algo parecido a lo que reclamara de aquel juez. Porque si entonces buscaba alguna autoridad que condenase una discusión que debió serle insostenible, ahora me tilda de censor y de fiscal para cerrar este intercambio donde le faltan razones valederas.

(Crítica, censura y campos de concentración. Cubaencuentro, abril 2006)

Thursday, January 23, 2014

Luis E. Álvarez Álvarez sobre Cintio Vitier

Este criterio de Vitier está marcado por la misma convicción rechazadora con la cual, en el mismo libro, se asoma el ensayista a poetas de los cuales, por una u otra razón, se siente muy distante, tales como Gertrudis Gómez de Avellaneda o Emilio Ballagas. Comprensible que respondan sus juicios a la perspectiva poética de Orígenes, pero que no le permiten una valoración sopesada: medir una producción literaria por su consonancia o no con parámetros pre-establecidos —una poética, una ideología, un sentido del estilo, unas preferencias temáticas—, es un riesgo, para no decir, una grave falta, en la que se ha incurrido en la historia de la literatura cubana, desde el rechazo de ciertos críticos ante la renovadora poesía modernista de Julián del Casal, hasta la negación a ultranza, en un momento determinado de las décadas del sesenta y el setenta, de la propia poética de Orígenes, injustamente negada también desde los puntos de mira del coloquialismo. No, el equilibrio crítico exige otra manera de mirar los hechos literarios. Si Orígenes halló una gran fuerza en su sentido trascendente de considerar la patria, en su concentración profunda en lo insular y sus avatares, y finalmente, en el trascendentalismo como visión integradora, Virgilio Piñera, en verdad su contemporáneo y, en un momento determinado, su compañero de viaje,optó por una alternativa por completo opuesta.

(En torno al poeta Virgilio Piñera, Cubaliteraria, mayo 2012)

Wednesday, January 22, 2014

Luis Cino vs. José Antonio Portuondo

Parece ser que no fue Portuondo, como se sospechó durante décadas, el hombre que con el seudónimo de  Leopoldo Ávila  firmaba los vitriólicos artículos que aparecieron entre 1968 y 1971 en la revista Verde Olivo, órgano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), y que preludiaron  el decenio gris, sino el teniente Luis Pavón Tamayo.
   Lo que hizo Portuondo fue reforzarle la pluma al teniente Pavón. Como las pretensiones literarias de Pavón, un oscuro burócrata militar designado como rancheador de intelectuales díscolos, no daban para tanto,  a Portuondo le asignaron la tarea de darle una mano  a la hora de redactar artículos  contra Heberto Padilla, Antón Arrufat, Pablo Armando Fernández y otros escritores.
   Por aquella época, Portuondo, que era un seguidor a ultranza del marxismo-leninismo-stalinista desde los tiempos del Partido Socialista Popular (PSP),  ejercía con entusiasmo su papel de comisario en la domesticación y sojuzgamiento de los intelectuales y la implantación del realismo socialista en la cultura nacional.
   Baste recordar sus ataques a Ciclón y Lunes de Revolución,  su polémica con José Soler Puig a propósito de la novela de la revolución o sus comentarios retrógrados sobre el Salón de Mayo, en 1967,  sobre el cual dijo que era “una de las muestras de cómo todavía no podíamos librarnos por entero de cierto sentido de neocolonialismo intelectual”.
   Para el dogmático Portuondo, lo que denominaba  “arte burgués contemporáneo”, o sea, todo lo que quedara fuera del más puro realismo socialista, era esnobismo, basura, chatarra.
   A  Portuondo, que era director del Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias, se le achaca que por motivos políticos omitieran a importantes escritores  del Diccionario de la Literatura Cubana, publicado por la Editorial Letras Cubanas en 1980. Resulta escandaloso constatar que en dicho diccionario faltan, entre otros, los nombres de Guillermo Cabrera Infante, Gastón Baquero, Lino Novás Calvo y Carlos Montenegro, mientras que ciertos autores incluidos, como Jorge Mañach aparecen con el calificativo-coletilla  de “contrarrevolucionarios”.
   No era Portuondo quien tomaba esas decisiones, aseguró  el año pasado a la revista La Gaceta de Cuba, en el número dedicado al centenario de Portuondo, su discípulo y amigo, el ensayista  Miguel Ángel Botalín.
   Según Botalín, Portuondo “fue siempre muy disciplinado, al Partido, a las autoridades, a los superiores, y no siempre se puede ser tan disciplinado…No aprendió a decir que no. Abusaron de él…Le han echado culpas que no tiene”.
   Lo que Botalín no se atreve a decir a las claras, es fácil inferirlo. Demasiado obediente, Portuondo  cedió totalmente su autonomía intelectual para supeditarse  al papel de  teórico y burócrata cultural del castrismo. Esa es su principal  culpa. Y también su expiación, porque es un  papel muy triste.
   En cuanto a las otras culpabilidades que le adjudican, tampoco le son ajenas, por su complicidad en la represión a los intelectuales. Así que costará trabajo convencer a muchos  de que José Antonio Portuondo y Leopoldo Ávila no eran un mismo autor. ¡Pensaban tan parecido!

(¿José Antonio Portuondo o Lepoldo Avila?, Cubanet, septiembre 2012)

Tuesday, January 21, 2014

Fermín Gabor vs. Alberto Edel Morales

Ya a estas alturas Alberto Edel Morales es el Google de la poesía cubana, un buscador que sólo encuentra su nombre. Narcisista electrónico, lo lindo del caso es que cada una de las etapas de esta estrategia de autopublicidad es cometida en horario laboral, bajo sueldo de funcionario, atascando el servidor de un ministerio, desde una computadora con chapilla de medio básico, encendido el aire acondicionado de su despacho de director, utilizando para ello el trabajo de una secretaria...
   ¿Están al tanto de lo anterior sus superiores? ¿Campaña tan terrorista como mediática cuenta con el visto bueno de los jefes? ¿O es que arriba han concertado la aparición de nueva especie de escritor oficialista, un cambio de portaestardante en la comparsa de “El Alacrán”?

(La lengua suelta # 24, La Habana Elegante, segunda época)

Monday, January 20, 2014

José Lezama Lima vs. Emilio Ballagas

Se ha hecho una crítica municipal, limitadísima, ansiosa de alcanzar su finalidad y de hacer sus proclamaciones de acuerdo con sus intereses funcionales. La inexplicable popularidad de que ha disfrutado un poeta homogéneo y sin propia voz, como Emilio Ballagas, se debe sin duda a esa desapetencia revisionista que convierte en un poeta colocado invariablemente al lado de Guillén y de Florit, al que es un simple imitador de Brull, de Neruda –Elegía sin nombre–, un Neruda aguado en Evaristo Carriego, en estos pastiches de Neruda y Cernuda, donde se hace más visible la pobreza de imágenes y la ambigua embestida creadora de este poeta hecho para las simpatías liceístas tanto provincianas como capitalinas. En nuestra opinión ningún poeta como Emilio Ballagas revela las influencias mal asimiladas, las simpatías inconsecuentes, los plagios porque sí, y el atolondramiento por incorporar a su obra las realizaciones técnicas y formales de otros poetas que han ganado en verdad esas posiciones.

(Gracia eficaz de Juan Ramón Jiménez y su visita a nuestra poesía, Verbum, 1937)

Friday, January 17, 2014

Alejandro Armengol vs. Angel Augier

Decía Rine Leal que Angel Augier era el ''ujier de Guillén'', y que cuando un académico o periodista extranjero viajaba a la isla, y entrevistaba a nuestro Poeta Nacional, en ocasiones éste dudaba de algún dato, por lo que contestaba: ''Espere un momento, vamos a llamar a Augier, él conoce mi vida mejor que yo''.
   El poeta, ensayista y periodista cubano Angel Augier, Premio Nacional de Literatura en 1991, falleció el martes en La Habana a los 99 años. Lo siento, pero no se ocurre nada mejor para recordar a Augier que el chiste de Rine. Después de todo, la mediocridad sigue teniendo un precio.

(El ujier de Guillén. Cuaderno de Cuba, enero 2010)

Thursday, January 16, 2014

Raúl Roa vs. “Biología de la democracia”, de Alberto Lamar Schweyer

En la Biología de la democracia se propone justificar Lamar Schweyer, con argumentos biológicos, la existencia necesaria en Indoamérica de los dictadores y tiranos que, como observa Agramonte, para él son sinónimos. Y el pobrecito no llega a la postre, tras denodados esfuerzos, sino a incurrir en mayúsculos errores conceptuales. En su premeditado afán de justificar a los gobernantes tipo Francia, Melgarejo Castro, Leguia y al infernal Juan Vicente Gómez, no vacila el circunstancial discípulo de Nietzsche en contradecirse manifiestamente a cada paso. (…) Y así es todo el libro un monumento de equivocaciones. Cuando no una exaltación servil de los señores que gobiernan apoyados en la fuerza incontrastable de las bayonetas e imponen a las masas, coercitivamente, su criterio.
   Y es que además, no sabe Lamar Schweyer, como se desprende de las objeciones de Agramonte, un adarme de sociología. No es siquiera, como fue Ingenieros —de quien copia o modifica ‘párrafos enteros’— un diletante de esa importante disciplina científica. Y es así como la ignorancia, malévola consejera, lo lleva de la mano a formular, como teoría irrefutable según él, una concepción biológica de la sociedad. El defensor literario de las dictaduras parece ignorar que aun un mediano estudiante de sociología sabe positivamente que la analogía biosocial es algo absurdo, casi teratológico.

(Citado por Adis Barrio en su prólogo a La roca de Patmos, Letras Cubanas, 2010)

Wednesday, January 15, 2014

Rafael Rojas vs. Ernesto Hernández Busto (2)

Cuando Harold Bloom coloca a Shakespeare en el centro del canon occidental lo hace convencido de que la mejor literatura moderna, del siglo XVII para acá, está en deuda con el poeta de Stratford. Dicha herencia está confirmada por procesos muy complejos de la historia cultural, que Bloom identifica con la "diálectica de la tradición" y la "angustia de las influencias". Sin embargo, Hernández Busto, en una cañona que me gustaría ver demostrada, coloca a Lezama en el centro de un "canon cubano", convencido de lo contrario, es decir, de la ausencia de una tradición en la alta literatura de la isla. El canon de Hernández Busto tiene centro, pero carece de circunferencia: es un núcleo sin alrededores. Como él sabe, en mi libro Un banquete canónico rechazo esa noción centrífuga del canon y sugiero que si, a fuerzas, hay que señalar un centro, ese sería José Martí, como pensaba el propio Lezama.
   Esa sensación de falta de tradición, de mitos, de pasado, de historia, en suma, de una verdadera cultura no es nueva entre cubanos. Podría decirse, incluso, que ese recurrente malestar de la cultura, como sugiere Jorge Ferrer, motiva la invención de una mitología genésica, de la que sale lo mejor de nuestra cultura y lo peor de nuestra política. El joven Lezama la sintió y en el Coloquio con Juan Ramón Jiménez da cuenta de ello. Es ese joven Lezama, que reacciona contra el afro-cubanismo de Guillén, Ballagas, Carpentier y la generación de Avance, el que ahora le sirve a Hernández Busto para emprender una cruzada, que tiene resonancias de algún fascismo postcomunista, contra lo "negroide", en nombre de la "Literatura". Lo que olvida Hernández Busto es que Lezama evolucionó, sobre todo, a partir de Orígenes en 1944, y que, veinte años después, en Paradiso, produjo una imagen de la cultura cubana muchos más plena que la de sus primeros textos. No es difícil encontrar, incluso, en ensayos de Analecta del reloj, en La expresión americana, en Tratados en la Habana y en algunos artículos sobre América Latina, de los años 60 y 70, ciertos coqueteos con el tópico del mestizaje.

(La negrofobia del letrado sin nación. Cubaencuentro, marzo 2001)

Tuesday, January 14, 2014

Antonio Valiente vs. “Cántaro inverso”, de Pedro Pérez González (Péglez)

Excesivos encabalgamientos, rimas forzadas y falsas rimas, versos traídos por los pelos, incoherencias, adjetivaciones inconsistentes, mal empleo de la gramática y de las figuras de dicción, inseguridad expresiva, rellenos silábicos, cierres pobres, abuso de lugares comunes y, sobre todo, la presencia de algo desastroso en el discurso: la "palabrería" que conduce al sujeto lírico, no hacia el tremendismo que fue una virtud entre escritores españoles del siglo XX, sino hacia el disparate —no lírico como el delirante de Manuel de Zequeira—, lo ilógico, lo descabellado, la aberración poética.
   Organizado tomando como referencia principal algo que ya en la décima cubana resultaba insulso: los cuentos clásicos infantiles, el recipiente de P.P.G. presenta un texto que no sabemos si quiere pasar por chistoso, resistente sólo por demencial, donde no se salva prácticamente ni una línea de caer en la involuntaria selva del absurdo.

(¿Se va a bolina la décima cubana?, Cubaencuentro, septiembre 2005)

Monday, January 13, 2014

Rogelio Saunders vs. Orígenes y Cintio Vitier

Diferencias con Orígenes: Orígenes es autorreferencial. Quiere definir lo "cubano". Y es trascendentalista porque cree que lo "cubano" es trascendental. La trampa subyacente en Orígenes es el nacionalismo, derretidor de cerebros. (Case in point: Cintio Vitier, gran pelele lleno de agujeros como un muñeco de vudú haitiano). La rigidez de lo insular (de lo que quería escapar Virgilio como de la muerte). Lo insular (el agua por todas partes) es la muerte, la imposibilidad del cambio. Lo insular como erial que hierve: infiernillo colorado lleno sequedad volcánica, en rígido paralelismo con el agua. Lo nacional siguió siendo inapresable, dado que desde el principio era una ficción no confesa. Ficción insostenible, lo único posible al final era el fragmento.

(Zona cero, Revista Cacharro[s])

Friday, January 10, 2014

Enrique del Risco vs. escritores oficialistas y Abel Prieto

El diálogo no tengo que inventármelo, ya ha ocurrido en varias ocasiones y el resultado es francamente desalentador. Te confieso una vieja sospecha que tengo: los escritores adictos al régimen cubano no existen. Pueden apoyarlo por conveniencia personal o porque relacionan su adhesión a algún tipo de estabilidad emocional que necesiten pero hasta ahora no he encontrado ninguno que crea realmente que el régimen que apoyan funciona. Un escritor adicto a un régimen como el cubano es una imposibilidad teórica y según mi experiencia, también una imposibilidad práctica. Cuando me he encontrado uno de estos personajes se puede hablar de cualquier cosa excepto de la situación cubana. Llegado a ese punto sólo pueden hilar unas cuantas consignas. Eso es en público. Una vez que pasan a un plano más privado, en caso que tal cosa suceda, te pasan el brazo por arriba, tratando de convencerte de dos cosas: que los invites a tomarse una cerveza y de que nada de lo que han dicho en público hay que tomárselo totalmente en serio. Después de un par de cervezas vuelve el tema político pero esta vez en la forma de algún ataque personal, como para sentirse ellos mismos libres de la culpa de haberle aceptado una cerveza al enemigo. Es un patrón casi matemático. Me lo explico pensando que un régimen decrépito como el cubano, incapacitado de producir nuevas ideas o aún de dejarlas producir aunque le sean favorables, sólo permite la reproducción de consignas. Los escritores que apoyan al régimen tienen muy poco juego y su contribución se reduce a añadir comas y adjetivos, crear epítetos contra el enemigo pero siempre atentos a los caprichosos cambios de humor y de consignas del caudillo. Sólo Él decidirá cual es la táctica del momento y el enemigo del momento. De otro modo el escritor oficialista, pongamos por caso al propio ministro de cultura, habla de integración y acercamiento en una feria donde uno de los primeros actos es una burda provocación contra la presentación de una revista, provocación que hace quedar en ridículo a ese propio ministro. Ante una situación así los cambios se hacen imprescindibles para los propios sectores oficiales y el único tema de discusión posible sería la dirección y la envergadura de esos cambios. Pero poco se puede esperar en ese sentido cuando hablar de cambios no sólo puede ser considerado peligroso sino inconstitucional.

(En Milenio, 2003)

Thursday, January 9, 2014

José Martí vs. “A pie y descalzo”, de Ramón Roa (2)

¿Está o no al servicio del Gobierno español el revolucionario que publica un libro precipitado en que se acumulan los horrores de la guerra, y se narran sus obstáculos sin narrar sus recursos, y se enumeran los elementos hostiles sin enumerar los amigos, en los instantes en que parece volver a pensar en la guerra el país? Si está al servicio del Gobierno español, no tiene derecho a que se considere desinteresado un libro que favorece indirectamente al Gobierno a quien sirve. Esto he dicho, y no más.

(Carta a Enrique Collazo, enero 1892)

Wednesday, January 8, 2014

Alejandro González Acosta sobre “La novela de mi vida”, de Leonardo Padura

La novela histórica moderna tiene dos modelos inaugurales: por un lado, el establecido por Walter Scott (un personaje ficticio en circunstancias históricas; Waverley, por ejemplo) y del otro, Alfred D’Vigny (el protagonista real dentro de un escenario histórico; v.gr. Cinq Mars). Cuando Heredia escribe Jicotencal se inclina más por el modelo francés, interesado en crear caracteres para proponer como modélicos a la juventud lectora. Y la novela de Padura adopta indistintamente esos esquemas en sus tres planos narrativos: el del escocés en los relatos de Terry y de José de Jesús, y el del francés en el del mismo Heredia, lo cual presenta a nuestro modo de ver una cuestión seria y delicada: si bien es cierto que la imaginación tiene sus propias prerrogativas y que estamos hablando de una novela —obra de ficción de punta a cabo— no es válido a título de esa ficcionalidad incluir y proponer como histórica la visión del autor sobre las entretelas de la historia nacional, en especial la figura de Domingo Delmonte, pero también otras de la época, además de por lo grave de las acusaciones de convertirlo en un traidor, desconociendo su peso fundamental en la evolución histórica cubana, sino porque a través de una lectura esquemática y empobrecedora del siglo XIX cubano se está induciendo y propiciando implícitamente la legitimación de un discurso autoritario y dictatorial como parte consustancial de la esencia insular: llevado hasta sus últimas consecuencias, se trata nada menos que de condenar Cuba a un estado eterno de represión. La simplificación un tanto maniquea que el autor realiza del complejísimo panorama insular decimonónico, apunta quizá en el sentido de proponer una interpretación histórica la cual puede darse la mano alborozadamente con la versión oficial castrista y de sus epígonos, quienes echan a un lado —poseedores de la verdad absoluta— todos los esfuerzos para la definición de un perfil propio de las generaciones liberales, autonómicas y reformistas, entre varias otras, para levantar así el pedestal marmóreo que el propio Castro resumió en 1968 con la estremecedoramente lapidaria frase: «Ellos hoy habrían sido como nosotros; nosotros, ayer, habríamos sido como ellos». Lo que se dice una apropiación hereditaria de la historia nacional y por tanto, la absolución completa del presente represivo. He ahí donde veo uno de los aspectos más arduos y espinosos en esta novela, que al menos en uno de sus planos parece pretenderse como rigurosamente histórica.

(Heredia: iniciador de caminos, Encuentro de la cultura cubana, Nos. 26/27, 2003)

Tuesday, January 7, 2014

Juan Abreu vs. Fina García Marruz

Le han dado un premio a Fina García Marruz. Nadie va a decirlo, pero para eso estamos: la Marruz es una poeta del montón.
   Marruz tuvo la suerte de vivir en una Cuba libre (comparada con la de los Castro, muy libre), próspera, una Cuba que producía gente como Lezama, Gastón, Lydia Cabrera, Leví Marrero, Virgilio Piñera, Ernesto Lecuona y tantos otros. Tuvo suerte la señora Marruz. Vivió en una época extraordinaria, aquella, antes de la llegada del horror castrista. Eso hace aún más despreciable su traición a la poesía y a la libertad. Su sumisión a la vulgaridad de los Castro.
   Siguió a su marido en el miserable camino del esbirrato. Fiel y servil ha servido, no a la poesía sino a la dictadura castrista.
   Marruz: cascarillas, memeces, lugares comunes, lloriqueos, santurronerías. A veces aparece un versito bonito por aquí o por allá, pero poesía, ninguna.
   Tuvo la suerte de estar por allí, cerca de Lezama, cerca del grupo, durante un tiempo.
   Eso fue todo.

(Blog Emanaciones)

Monday, January 6, 2014

Emilio Ballagas vs. José Lezama Lima

Hay algo sobre lo cual me interesa saber también tu opinión. Resulta que no bastó la carga que Suárez Solís propinó a Urrutia para que otro plumífero vuelva por la picada de acusarme de plagiario con toda mala fe. Se trata de un pobre diablo –no sé si lo recuerdas– llamado Lezama Lima. Hay el agravante de que este señor me manifestaba amistad y es el caso que bastó que yo diera mi corto viaje a Europa para convertirse en mi peor enemigo. Es en la revista “Verbum” donde inserta sus perrerías el escritor envidioso y resentido. Estos ataques, esta maldad del cubano medio es lo que hace que se me caigan las alas a los pies y desespere de Cuba hasta el punto de querer abandonarla para siempre a colgar en un rincón mi pluma y mis actividades, aburguesarme, amurallarme, escaparme de la vida amarga y dura por una tangente cualquiera. El pícaro de Lezama sabe hasta qué punto soy un hombre honrado y decente, hasta qué límite mi vida es un sacrificio de superación sin negarme al servicio de los otros, aún de los que no lo merecen. ¿Valdría la pena de coger una yaya y hacerle entrar por la cabeza inoble o que no quiere comprender por el corazón oscuro y soslayado? ¿Vale la pena contestarles? La palabra es viento en el viento y no hay que darle beligerancia a bichos de esta (ininteligible). ¿Habré hecho yo un mal cuando me levanté del anonimato y de la nada a escribir versos diferentes a los que hasta entonces se habrán escrito en Cuba? Si me dicen que los hacía para levantar el odio habría roto mi pluma en pedazos y hubiera dejado la tinta evaporarse del tintero sin tapa...

(Carta a Juan Marinello, 1938)

Friday, January 3, 2014

Fermín Gabor vs. Belkis Cuza Malé

Muchas veces habrá deseado Belkis Cuza Malé ser la viuda de Heberto Padilla. Para ahorrarle tal honor, se cruzó en su camino una sentencia de divorcio (resulta arduo ponderar todo lo que hubiéramos tenido que aguantarle en caso contrario) y, gracias a esa separación legalizada, no alcanza ella a constituirse en Viuda Némesis. No clasifica para Torturadora Póstuma, Paralizadora de Ediciones Fiables e Impulsora de Ediciones Reprochables. Un detallito legal le impide codearse con brujas del calibre de María Kodama. Y, dado que sus poemas son poco memorables y resultan risibles sus revelaciones histéricas (¡Elvis vive y es Rey!), es una lástima que no goce del título de viuda literaria.

(La Lengua suelta # 50, La Habana Elegante, segunda época)

Thursday, January 2, 2014

La UNEAC vs. “Fuera del juego”, de Heberto Padilla

Padilla mantiene en sus páginas una ambigüedad mediante la cual pretende situar, en ocasiones, su discurso en otra latitud. A veces es una dedicatoria a un poeta griego, a veces una alusión a otro país. Gracias a este expediente demasiado burdo cualquier descripción que siga no es aplicable a Cuba, y las comparaciones sólo podrán establecerse en la «conciencia sucia» del que haga los paralelos. Es un recurso utilizado en la lucha revolucionaria que el autor quiere aplicar ahora precisamente, contra las fuerzas revolucionarias. Exonerado de sospechas, Padilla puede lanzarse a atacar la revolución cubana amparado en una referencia geográfica.
   Aparte de la ambigüedad ya mencionada, el autor mantiene dos actitudes básicas: una criticista y otra antihistórica. Su criticismo se ejerce desde un distanciamiento que no es el compromiso activo que caracteriza a los revolucionarios. Este criticismo se ejerce además prescindiendo de todo juicio de valor sobre los objetivos finales de la Revolución y efectuando transposiciones de problemas que no encajan dentro de nuestra realidad. Su antihistoricismo se expresa por medio de la exaltación del individualismo frente a las demandas colectivas del pueblo en desarrollo histórico y manifestano su idea del tiempo como un círculo que se repite y no como una línea ascendente. Ambas actitudes han sido siempre típicas del pensamiento de derecha, y han servido tradicionalmente de instrumento de la contrarrevolución.

(Declaración de la UNEAC, Fuera del juego, Ediciones Unión, 1968)

Wednesday, January 1, 2014

Reinaldo Arenas vs. Carpentier, Guillén, Vitier y Diego

Los dictadores y los regímenes autoritarios pueden destruir a los escritores de dos modos: persiguiéndolos o colmándonos de prebendas oficiales. En Cuba, desde luego, los que optaron por esas prebendas también perecieron, y de una manera más lamentable e indigna; gente de indiscutible talento, una vez que se acogieron a la nueva dictadura, jamás volvieron a escribir nada de valor. ¿Qué fue de la obra de Alejo Carpentier, luego de haber escrito El siglo de las luces? Churros espantosos, imposibles de leer hasta el final. ¿Qué fue de la poesía de Nicolás Guillén? A partir de los años sesenta toda esa obra es prescindible; es más, absolutamente lamentable. ¿Qué se hicieron de los ensayos luminosos, aunque siempre un poco reaccionarios, del Cintio Vitier de los años cincuenta? ¿Dónde está ahora la gran poesía de Eliseo Diego, escrita en los años cuarenta? Ninguno de ellos ha vuelto a ser lo que era.

(Antes que anochezca, Tusquets Editores, Barcelona, 1992)