Total Pageviews

Monday, June 18, 2018

Carlos Ferrera vs. los “martianos”

Sigue habiendo isleños del Caimán, más marianos que la Virgen, que caen en coma cuando, por ejemplo, se les mencionan pasajes escabrosos de la vida de José Martí. Se niegan a asumir la humanidad del Apóstol y enseguida les tiembla un párpado cuando leen algo que les produce interferencia en la vida prístina del cubano más excelso.
   En su estulticia, estos guardianes de la moral histórica creen que es mejor “no saber”, antes de asumir que Pepe era un hombre especial, pero imperfecto como todos los hombres, y que mostrarlo con sus defectos y miserias, no deteriora ni menoscaba su imagen de mártir patrio incuestionable, ni quita valor a su obra literaria, ni ensucia su legado humanista. Por el contrario, lo enseña como lo que fue; un mortal, y desenmascara la imagen perfecta -y en consecuencia, falsa-, que desde pequeños nos formaron de él.
   Es como poco estúpido pretender emular en todo a un señor del siglo XIX, por brillante que fuera su pensamiento. Entiendo que “ser martiano” significa comulgar con las ideas más nobles de José, un hombre indudablemente adelantado a su tiempo. Pero Pepe tenía otras costumbres y formas de ver la vida, propias del momento en que vivió, arraigadas en su moral, e imposibles de calcar al carbón por un hombre del siglo XXI. No son estas, manchas que empañaran su herencia inmensa e innegable; simplemente eran otras maneras de pensar, algunas de ellas con 100 años de atraso a día de hoy.
   Ni nosotros, ni la sociedad en que ahora vivimos, pueden ajustarse a muchos de los principios morales y éticos que tenía Martí. Poco (o nada) se habla por ejemplo, de su promiscuidad sexual inconfesable, su querencia calenturienta por las féminas, -aunque fueran de otros-, su persistente infidelidad a Carmen Zayas-Bazán, o su opinión machista y bastante misógina sobre el sufragio femenino y el papel de la mujer en la sociedad, totalmente atrasado y retrógrado, paternalista y complaciente con el sexo "débil". No adhiere a la mujer de hoy. También se pasa de puntillas sobre su amor a las niñas, como para evitar un cataclismo pederasta, cuando posiblemente ese amor fuera "limpio" y sincero. O no, ¿quién sabe? Pero dile eso a un martiano sanguíneo y pondrá lo ojos en blanco, o intentará sacarte los tuyos. Ni siquiera se prestan al debate, porque les duele.
   La palabra “apóstol”, ya de por sí maniquea y lastrada con un claro carácter religioso, me ralla, porque no me lo define, tergiversa su esencia verdadera, lo ubica en un lugar celestial, no humano, inalcanzable e imposible. Ni el propio Pepe se habría sentido a gusto con ese apelativo, creo yo.

(publicado en la red, abril 2018)

No comments:

Post a Comment