¿Urgencia y precisión? Lo primero
lo entiendo. Cada vez que comienzo a leer algo de este niño me cae una urgencia
por dejarlo de lado que no veas. ¿Pero precisión? No será por lo que escribe,
maestro como es de frases vacías de contenido semántico. Suenan bien si las
lees en voz alta, pero no dicen nada.
¿Y todavía menciona en voz alta aquel librito del Calendario? Yo
fingiría que no lo había escrito. Lo más gracioso que tiene es la dedicatoria a
Rosa Miriam Elizalde, testimonio de tiempos en que no era tan vertical. De ahí
en adelante todo es cuesta abajo. Sí me divirtió entonces que pretendía ir de
personaje y de culto, pero pensaba en aquel momento que Keats y Yeats eran
homófonos. Y tiene una de las oraciones más disparatadas y tiernamente cómicas
de la literatura cubana. Es en un cuento también sobre el servicio militar (que
parece ser lo único que le ha pasado en su vida) donde el protagonista dice que
esa experiencia y las guardias nocturnas lo han vuelto “infalible a las
películas”. Me desconcertó tanto la frase que fui al diccionario a comprobar
que no estaba equivocado y que no había una acepción de “infalible” que
desconocía. Pero no, y más tranquilo acepté que aquello era puro cantinfleo.
Lo demás de la entrevista es ruido. Las opiniones sobre literatura son
cómicas y oscilan entre la confusión, el cliché y el disparate. Es muy gracioso
lo en serio que se toma a sí mismo. A lo mejor en persona es diferente, pero
cuando escribe a CM parecen haberle extirpado el sentido del humor. No hay
ironía, no hay distancia, no hay introspección real (lo suyo ha sido siempre el
sentimentalismo y la sensibilidad de las señoras mayores de clase obrera).
Acaso el problema sea un inexistente sentido del ridículo que lo prohíbe tomar
conciencia de las boberías que dice y reírse un poco de sí mismo. Pero el
socio, nada, se envuelve en la toga y dispara una sarta de boberías tras otra.
Le habrían hecho un favor si cuando comenzaba como periodista no le hubieran
mentido que era bueno.