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Wednesday, May 22, 2019

Anónimo vs. Carlos M. Alvarez

¿Urgencia y precisión? Lo primero lo entiendo. Cada vez que comienzo a leer algo de este niño me cae una urgencia por dejarlo de lado que no veas. ¿Pero precisión? No será por lo que escribe, maestro como es de frases vacías de contenido semántico. Suenan bien si las lees en voz alta, pero no dicen nada.
   ¿Y todavía menciona en voz alta aquel librito del Calendario? Yo fingiría que no lo había escrito. Lo más gracioso que tiene es la dedicatoria a Rosa Miriam Elizalde, testimonio de tiempos en que no era tan vertical. De ahí en adelante todo es cuesta abajo. Sí me divirtió entonces que pretendía ir de personaje y de culto, pero pensaba en aquel momento que Keats y Yeats eran homófonos. Y tiene una de las oraciones más disparatadas y tiernamente cómicas de la literatura cubana. Es en un cuento también sobre el servicio militar (que parece ser lo único que le ha pasado en su vida) donde el protagonista dice que esa experiencia y las guardias nocturnas lo han vuelto “infalible a las películas”. Me desconcertó tanto la frase que fui al diccionario a comprobar que no estaba equivocado y que no había una acepción de “infalible” que desconocía. Pero no, y más tranquilo acepté que aquello era puro cantinfleo.
   Lo demás de la entrevista es ruido. Las opiniones sobre literatura son cómicas y oscilan entre la confusión, el cliché y el disparate. Es muy gracioso lo en serio que se toma a sí mismo. A lo mejor en persona es diferente, pero cuando escribe a CM parecen haberle extirpado el sentido del humor. No hay ironía, no hay distancia, no hay introspección real (lo suyo ha sido siempre el sentimentalismo y la sensibilidad de las señoras mayores de clase obrera). Acaso el problema sea un inexistente sentido del ridículo que lo prohíbe tomar conciencia de las boberías que dice y reírse un poco de sí mismo. Pero el socio, nada, se envuelve en la toga y dispara una sarta de boberías tras otra. Le habrían hecho un favor si cuando comenzaba como periodista no le hubieran mentido que era bueno.

(publicado en la red, septiembre 2018)

Friday, May 3, 2019

Gilberto Padilla Cárdenas regala libros de Leonardo Padura

Durante los seis últimos años he tratado de extinguir mis 125 ejemplares de Leonardo Padura. Los utilicé para elevar el monitor de mi computadora. Tapé la luz que entraba por los cristales de las ventanas de mi cuarto con algunos. Intenté regalar la tetralogía a mis amigos, pero “las cuatro estaciones” son como las películas de Jean-Claude Van Damme: una la toleras, las demás parecen refritos. Puse anuncios clasificados en revolico. Escribí artículos —con enlaces a mis anuncios— para estimular las ventas. Traté de canjearlos por otros libros que sí me interesaban. Y, de todos modos, la cantidad de ejemplares apenas disminuye.
   De modo que aquí estoy de pronto ante una caja con noventa o cien libros de Padura, libros que deben de costar unos 1000 euros fuera de Cuba. Su autor ha tardado años en escribirlos, la editorial Tusquets han invertido miles de euros en publicarlos, así como innumerables horas en corregirlos y en diseñar sus melancólicas portadas; hasta han desembolsado un poco más de dinero para reeditarlos. Y yo con todas estas ediciones cubanas estorbando en mi clóset…
   Solo me queda apelar a los desconocidos.
   Tú, si buscas libros gratis de Leonardo Padura, ya sabes qué hacer: escríbeme.

(¿Leerías los libros de Padura si fueran gratis? Hypermedia magazine, octubre 2018)