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Tuesday, September 30, 2014

Emilio Ichikawa vs. Abilio Estévez

Abilio Estévez escribió un libro sobre La Habana y usó, como detalle exótico, el suicidio de un japonés que tenía peces de colores. Ese japonés era mi padre. Amigos dicen que inmortalizó a la familia: ¿alguien le dijo que deseábamos ser inmortales?

(Abilio Estévez. Blog Emilio Ichikawa, diciembre de 2008)

Monday, September 29, 2014

Pedro Pérez Sarduy vs. Jesús Díaz

Toda la generación de intelectuales que compartimos esos años en Cuba, sufrió la bota estalinista y racista de Jesús Díaz, que era implacable. Él fue mi profesor de Marxismo. No creo que haya vivido en este país, en ese período de tiempo, un individuo que haya sido tan extremista como él. Era un tipo extremadamente antihomosexual. Era el tipo que achucheaba aquella política. Era el ideólogo de aquel mundo.

(Del lado de la cultura. La Jiribilla, junio 2002)

Friday, September 26, 2014

Víctor Fowler vs. Enrique Ubieta

Mi diferencia contigo aquí es cultural, política, de doctrina. Si para algo nos tiene que servir la dialéctica, de la que presumimos quienes nos educamos en el marxismo, es para entender la pertenencia en términos de entrada y salida. No para sancionar cualquier otredad mediante el recurso salvador de la moral. Si el fin del socialismo histórico fue una debacle, también generó un inmenso espacio de meditación, de posiciones constructivas sobre la Nación y el sujeto, sobre los destinos, que el intelectual debe respetar puesto que son pensamiento hecho de sangre. Para nosotros, que permanecemos en Cuba, ha sido la oportunidad maravillosa de –sin el peso agobiante del marxismo- poder al fin pensar el marxismo; dado que el marxismo fue nuestra mundivisión y la Revolución la única forma concreta de estado que conocimos, toca ahora razonarlas, revelar su verdadera esencia, superarlas quizás. Esto último, la mayor dignidad a la que debe aspirar el pensamiento -poder decir siempre “no”- es algo que debemos preservar, defender a cualquier precio a nombre del hombre. Por ello, para mí, repito, la dialéctica de entrada-salida, posterior discusión-reingreso o no, es un principio innegociable. Ello sin contar que esas posiciones “otras” no son concebibles más que como el mismo inmenso abanico de posturas subjetivas que hacen a las personas permanecer, negociar, intercambiar su aceptación de la Revolución, el socialismo y el marxismo. Si bien existe una distinción geográfica radical cuando se toma el estar o no en Cuba como rasero, la situación cambia (se humaniza) cuando se le analiza desde lo que ambos grandes grupos aceptan o rechazan de los espacios en los que han decidido o podido insertarse. Por ello me parecen simples, y sí una manipulación (en el nivel de la teoría), las oposiciones que planteas según las cuales quienes van a vivir a otra geografía se convierten en extranjeros física o espiritualmente, así como aquella otra según la cual ellos “buscan” otra vida mientras los que permanecen adentro “se la juegan”. Creo que ambos buscan y se la juegan. No es un problema intelectual, sino de decenas de miles de historias de cubanos lavando platos, pasando frío, con dos o tres trabajos, tratando de insertarse en otras culturas y espacios sociales.

(Carta de Víctor Fowler a Enrique Ubieta, visto en La Habana Elegante, segunda época)

Thursday, September 25, 2014

Antonio José Ponte vs. el “escritor funcionario”

La revolución de 1959 crea la figura del escritor, del letrado, del mandarín literario. Y resulta paradójico, porque la crea y también la va a combatir. La combatirá en sus casos más excepcionales, en los casos más rabiosos: José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas. Pero alienta a la figura del escritor en sus vertientes más lacayunas, cuando existe una voluntad evidente de servicio. Y, de este modo, el escritor puede hacer carrera sin tener que recurrir a otros empleos. Formará parte de las delegaciones en viaje, integrará la maquinaria oficial, que en la actualidad es una maquinaria maltrecha, porque ya no cuenta con el presupuesto soviético, y porque la cultura tiene ya otros mecenas. Hoy existen escritores que publican en editoriales extranjeras, artistas plásticos con galeristas fuera de Cuba, y ha cambiado el panorama. Pero la idea de que se puede hacer carrera de artista funcionario persiste.
   Esto hace que la mayoría de los escritores cubanos demuestren sentir pocas preocupaciones ante la ciudad y el país en ruinas. Se lo impide su agradecimiento por un sistema que los acoge cuando lo que hay afuera es la selva, adonde tendrían que buscar el modo de ganar dinero, de convertir a la literatura en un acto violento o pornográfico hecho para vender. El miedo de muchos escritores cubanos estriba en perder el mecenazgo estatal. Ese miedo hace, no ya que abonen la leyenda estatal – porque la leyenda estatal ya no es abonada –, sino que se desentiendan de las contraleyendas estatales. Pueden hacer literatura pura, bel-letrismo. Ya no realismo socialista, porque la censura cubana ha dejado de ser perceptiva, y no exige ya determinados temas. Sin embargo, no deja de castigar a quien se atreva con cualquier tabú. Ahora bien, el escritor puede elegir sus posibilidades fuera de ese repertorio oficial de imposibilidades. Y el juego, restrictivo de otro modo, se ha hecho más flexible.

(“Tiene que suceder algo, tiene que destriunfar la revolución”: una conversación con Antonio José Ponte. La Habana Elegante, segunda época, 2009)

Wednesday, September 24, 2014

Edmundo Desnoes sobre Guillermo Cabrera Infante

Guillermo y yo estábamos (y estamos) en polos opuestos de cierta visión del mundo o, si prefieren, de las cosas. Yo busco la inclusión y él prefiere, en su vida y en su obra, la exclusión. Los opuestos se tocan, decía André Gide, y en esa tierra de nadie intento vivir y expresarme. En cualquier situación conflictiva suelo pensar en la posibilidad de que el otro tenga la razón. Es una incertidumbre que disfruto, que me permite ahondar y sobrevivir entre las ruinas.
   Un ejemplo: Guillermo era amigo íntimo de Ramón Alejandro, le dedicó un ensayo a su pintura, pero cuando Ramón aceptó ilustrar un número de Encuentro, Cabrera Infante le cerró las puertas de su amistad. Cuando me exilé y me negué a viajar al otro lado de la luna, a incorporarme a la agresiva y ciega hostilidad a la Revolución, Guillermo decidió atacarme durante una conferencia a la que ambos asistimos en una universidad norteamericana, y sólo bajo presión de los organizadores aceptó eliminar el ataque personal de su charla. Cuando apareció mi antología, Los dispositivos en la flor, donde había incluido tanto autores cubanos viviendo en la isla como en el exilio, Guillermo declaró que incluirlo en el volumen era como incluir a Thomas Mann en una misma antología junto a Hitler. Lo cual probablemente yo hubiera hecho si intentara definir la realidad alemana. Lo cierto es que no le había informado de su inclusión, sea porque durante esos primeros años de mi exilio no pensaba en derechos de autor o porque sabía que se negaría. Fue editorialmente un enorme error pero de una absoluta honestidad intelectual. Creo que los escritores de la isla y los del exilio forman parte del mismo árbol. Hoy muchos cubanos del exilio cultural me consideran un agente del castrocomunismo y, en Cuba, Alfredo canceló mi invitación al Festival de Cine de La Habana cuando publiqué Memorias del desarrollo, donde Fidel aparece como una cabeza de perro en la empuñadura de mi bastón, un bastón en el que me apoyo y con el cual mantengo un diálogo cordial y agresivo.
   En cuanto a nuestra obra alrededor del cine, tanto en la crítica como en la creación, vuelve a expresarse nuestra coexistencia nada pacífica; nada, como dijo Unamuno, se parece más al abrazo que la lucha cuerpo a cuerpo. Cuando se cansó de hacer crítica de cine, me propuso que me hiciera cargo de la tarea y acepté. Inclusive una de mis críticas, “La infancia de Iván”, apareció en la primera plana de Revolución. Mis críticas, desde luego, no merecen recogerse en un libro. Las de Guillermo son ocurrentes, frescas y a veces penetrantes. Siguen teniendo vigencia.
   Donde realmente fracasó Cabrera Infante fue en su afán de escribir un guión de calidad y verlo convertido en una película trascendente. El guión para la película que dirigió Andy García es de una mediocridad bochornosa. Ni siquiera se atrevió, por otra parte, a ver Memorias del subdesarrollo para mejor destruir la narración visual. Y la película, como todos saben, ha sido seleccionada por la crítica internacional como la más importante de todo el cine iberoamericano. Llegó a decir que Titón y yo denigrábamos a Lam porque uno de sus cuadros aparece en el departamento de Sergio. Que estábamos sugiriendo que Lam era un pintor de la burguesía. Y Guillermo sabía que Lam había sido íntimo amigo mío.
   Ya habrán notado la sana o enfermiza competencia entre nosotros. No lo niego. Muerto Guillermo, Padilla y Titón… me siento el principal sobreviviente de mi generación. Como no tengo abuela que hable maravillas de su nieto me veo obligado a celebrarme.
   Resumiendo la valoración antagónica: Cabrera Infante es una de las raíces de nuestra cultura, su uso y abuso de las palabras para exaltar y denigrar, para crear un mundo donde la imaginación, el resentimiento y el humor criollo son un mecanismo de defensa ante un mundo caótico, son ingredientes constantes de nuestra existencia. Guillermo Cabrera Infante es parte inseparable de nuestra identidad (cosa que Guillermo, y tal vez con razón, jamás diría de Edmundo). Guillermo es mucho más auténticamente cubano que yo, pero espero que muchos jóvenes se vean reflejados y expresados cada día más en mi obra y mi pensamiento. Un sueño ridículo e imposible.

(Sobre los pasos del cronista. Ediciones Unión, 2010)

Tuesday, September 23, 2014

Lisandro Otero vs. Zoé Valdés

En cuanto al timbre de calidad que imponen las editoriales prestigiosas, sabemos que en los tiempos de la Guerra Fría la categorización que aporta un sello editorial se usó con fines políticos. Autores mediocres fueron publicados profusamente, rodeados de una considerable propaganda mediática, como es el caso de Planeta con Zoé Valdés, por la ácida agresividad demostrada por la autora contra la Revolución Cubana. Muchos escritores estimaron que una manera rápida de avanzar en el orbe editorial era mostrar distintos matices de disidencia. Los hubo que dieron el salto al enemigo esperanzados en poder obtener la ansiada legitimación más por su posición política que por la perfección de su escritura.

(Exito y literatura. Rebelión, octubre 2005)

Monday, September 22, 2014

Antón Arrufat vs. Orígenes

La generación de Orígenes con su quietismo, su posición aristocrática, su catolicismo estético, fue su más alta y final manifestación. Con ellos se cierra todo un ciclo de la historia y de la vida cubana. Ya no es posible, literariamente posible, una concepción de la poesía, por ejemplo, como una iluminación del ser mediante el éxtasis del Elegido. La suntuosa imagen de Lezama, su “elegancia” verbal, su noción de las esencias inmutables, su sentido ahistórico, la explotación de temas que no comprometen ningún valor, se corresponden con los grandes latifundios, las bellas fincas y los poderosos señores. Su obra, como la clase social que refleja, está liquidada.

(Idea de la Revolución, Lunes de Revolución, noviembre 1959. Visto en: La Habana Elegante, segunda época)

Friday, September 19, 2014

Ricardo Riverón Rojas vs. Luis Manuel Pérez Boitel

En cuanto a mí —teniendo en cuenta que Boitel, en los corrillos literarios, es un personaje pintoresco y blanco de burlas— confieso que hubiera preferido dar la callada por respuesta. Pero las afirmaciones hechas por el susodicho, por su gravedad, me lo impiden. Y digo más aún: si esas afirmaciones que hace sobre mi papel de «abogado» suyo me hubieran permitido, a expensas de un esfuerzo supremo de indulgencia, callar, la torcida insinuación sobre mi presencia (que evidentemente él suponía definitiva) en otro país, me deja sin opción. La palabra de Boitel es la palabra de un intelectual y, atendiendo al reconocimiento público de que goza, tiene influencia en los estados de opinión; no debe pasarse por alto; no es el ninguneo la actitud correcta a asumir para que sus infamias se disuelvan solas.
(…)
   Pero me ha entrado la curiosidad, ¿comer pavos en otras tierras, según Boitel, conduce a la amnesia? Pues no lo sabía, porque él mismo, después de probar el de la tierra de Juan Rulfo, el de la de Rómulo Gallegos, el de la de García Márquez, el de la de Franz Fanón, sigue siendo el mismo que visita, digamos que por casualidad y mientras se dirime el premio, a los jurados de los concursos donde compite; que elogia a los funcionarios que ocupan el turno de poder correspondiente; que no ha demostrado ser capaz de acto alguno que no se corresponda con intereses personales. Ese es su pasado, y también su presente, y él no lo olvida sino que cada día perfecciona sus técnicas de recordación e incorporación, pavos mediante.

(correo publicado, 2007)

Thursday, September 18, 2014

Camilo Venegas vs. Raúl Capote

Los chivatos que había presentado la televisión cubana, en su macabra serie contra los luchadores por la democracia en la isla, me parecían seres incomprensibles y detestables. No conocía a ninguno, sus rostros ni siquiera me eran familiares. Hoy todo cambió de repente. El chivato de esta noche es un tipo al que yo saludaba con un abrazo.
   Conocí a Raúl Capote por un primo suyo al que quise mucho, Evelio Luis (un malogrado escritor de mi generación que murió en el exilio). Coincidimos en los trenes y los parques de mi provincia. Su parentesco con Evelio fue el salvoconducto para nuestra amistad. Ya no recuerdo de qué hablábamos (además de literatura, claro), pero en ninguna de nuestras conversación intuí que era capaz de algo semejante.

(¿Y tú qué haces ahí, Raúl? Blog El Fogonero, abril 2011)

Wednesday, September 17, 2014

Abel Prieto vs. Guillermo Cabrera Infante

La línea ética que atraviesa la cubanía, tiene que resultarle indigerible a un anexionista como Cabrera Infante... Sólo un anexionista ganado por la geopolítica y por alguna tardía lectura de Sarmiento podría colocarse así ante el mapa de la isla. Está perdido, no puede entender nada: es un infante difunto, yerto, exánime, separado para siempre de los jugos subterráneos de lo cubano. Un anexionista puede sentirse cómodo en la cubanidad de la periferia, y puede incluso enriquecerla con bromas y textos antológicos; pero le está vedada la cubanía más honda, la cubanía de la resistencia, la que acumula creación y espíritu para la patria.

(Cultura, cubanidad, cubanía.Conferencia “La Nación y la Emigración”, 1994)

Tuesday, September 16, 2014

Virgilio Piñera vs. “Lo cubano en la poesía”, de Cintio Vitier

Es de sobra sabido que nuestros pretendidos críticos han tenido por norma absoluta ser respetuosos, mendaces y cobardes. Y por si esto fuera poco, verbalistas. En un pasaje de ese libro infortunado que se titula Lo cubano en la poesía, desliza Vitier esta frase: “La poesía, estética quiere penetrar...” A uno no le queda más remedio que sonreír burlonamente. Este infortunado libro está hecho, repito, a base de lugares comunes, de mezcla de adjetivo y sustantivo, y también, ¡no faltaba más! de puntos de vista que son flagrantes puntos de ciego... Pero dejemos que estos muertos se entierren entre ellos. Es lo único que les queda por hacer.

(Cada cosa en su lugar. Lunes de Revolución, diciembre 1959)

Monday, September 15, 2014

Enrique del Risco vs. Lisandro Otero

Así incluso Lisandro Otero, antiguo mandarín cultural del castrismo y hoy una especie de fidelista por cuenta propia, decidió por esta vez controlar un poco su viejo rencor por el Infante al fin difunto. Así que si, mientras aún vivía, había llegado a decir entre otras cosas que Cabrera Infante no había “logrado comprender que su acumulación verbosa y deshumanizada no es verdadera literatura”, ahora Otero ha condescendido en decir que Cuba ha perdido con Infante a “uno de sus más ingeniosos, imaginativos y talentosos escritores”. Es sabido que la muerte mejora a la gente una vez que nos podemos librar de su más o menos incómoda presencia. Lo que desconocíamos era que tuviera efectos tan dramáticos en la literatura algo que, al fin y al cabo, no suele ir a la tumba con su autor. Quizás Lisandro haya cambiado de opinión con la esperanza de que algo parecido pase con sus libros pero nos preguntamos ¿Cuántas veces tendrá que morir Lisandro Otero para que sea considerado uno de nuestros más talentosos escritores? Sólo de pensar en hacer los cálculos da vértigo.

(No hay consuelo, Guillermo. La Habana Elegante, segunda época, 2005)

Friday, September 12, 2014

Matías Montes Huidobro vs. cuentos de Mayra Montero y Lourdes Tomás

No deja de ser desconcertante que un crítico de la solidez de Carlos Espinosa reúna en una misma colección cuentos de la maestría técnica de «El Winchester de Durero» o «Lo más sublime», con la simpleza estilística y la ridiculez argumental de «Dorso de diamante», que desde el título de telenovela llega a las mayores cursilerías. Sea mi lector testigo: «Mi pecho, mis pezones tensos, se arrimaron a su espalda; mi vientre, que quedaba a la altura de su trasero, sintió aquella presión eterna». Mayra Montero logra algo casi imposible de conseguir: escribir un cuento con descripciones francamente pornográficas que no llegan a excitar a nadie. No menos sorprendente es que el prologuista afirme que el lesbianismo está desarrollado con una «precisión extraordinaria», una «delicadeza» y un «temblor en la materia erótica que convierte este cuento en nada menos que una obra maestra». Sobre todo, «delicadeza»: «No le dije una palabra, primero la besé en la boca, un beso apresurado y frío, y luego le chupé los pezones» (p. 161). «Dorso de diamante», es una mala muestra del lesbianismo burgués en las letras contemporáneas, como si ser lesbiana fuera algo tan de ocasión como irse a comprar un vestido en oferta de fin de temporada. Quizás en Cuba, donde han habido grandes represiones a la sexualidad, este cuento «pegue», pero leído fuera de Cuba donde el lesbianismo en la literatura (y en la vida real) tiene ya tan largo recorrido, este episodio, tratado además de forma elemental y sin aportes estilísticos, llueve sobre mojado.
   En cuanto a la metafísica, el cuento de Lourdes Tomás cae como una pesada losa sobre el lector. Quizás exagero, pero las ambiciones del texto compiten con la Biblia, yendo al punto de partida de la creación del mundo. No niego su importancia (la de la creación del mundo) y ahí tenemos a Unamuno, y también a Borges en sus momentos más pesados y menos lúcidos. Pero Lourdes Tomás se toma demasiado en serio y no alivia la densidad del texto con algo, el humor o la ironía, por ejemplo, ante las consecuencias de tan magno evento.

(Transgresiones y transgresores, Encuentro de la cultura cubana, Nos. 28/29, 2003)

Thursday, September 11, 2014

César Leante vs. Orígenes

Se quería que no se juzgase la posición estética de la generación que nos precedió, la que se nucleó en torno a la revista Orígenes, que continuásemos aceptándolos como ‘maestros’ cuando ya la Revolución había hecho evidente que era la generación más incapaz que había conocido nuestra República. Se nos tiraba encima la ausencia de una obra y se calificaba nuestra rebeldía como ‘definición negativa’ (…) Muchos de nosotros no tendremos una obra, es verdad. Pero, ciertamente, la que poseen la generación de Orígenes está a distancias estelares de ser modelo para otras generaciones. A lo sumo tiene la virtud de ser un modelo negativo: ‘he ahí lo que no debe hacerse’.

(El club de los moderados, Lunes de Revolución, noviembre 1959)

Wednesday, September 10, 2014

Carlos Velazco vs. Zoé Valdés

¿Podríamos tomar en serio las andanadas de Zoé Valdés? Y aclaro que no comparto el criterio extendido de que ella sea una orate o una loca. En lo absoluto; su ciclo vital ha demostrado ser cualquier cosa menos eso. ¿En qué tema espinoso se enfrascaba Zoé Valdés en Cuba, qué riesgo intelectual corría? Supo en cambio escoger siempre muy bien sus parejas, parejas que le permitieran ascender en el ambiente cultural cubano, llegando incluso a figurar como una “viuda alegre del ICAIC”, al ganarse la condición de protegida de Alfredo Guevara, que lo fue, aunque hoy le pague con el único cambio que sale de su monedero político: la ingratitud. Me detengo en esta figura, porque de un momento a otro deberá cambiar la actitud de los cubanos hacia Zoé Valdés, cuando se haga evidente que es alguien que se propone en todo momento eclipsar cualquier debate serio o acercamiento entre de los cubanos de distintas partes. Resulta curioso que al más mínimo anuncio de diálogo, siempre aparece un oportuno texto de Zoé Valdés tejiendo la utopía de ese lejano día en que las cosas serán como tienen que ser, con el fin de preservar un statu quo, convidando a la inmovilidad frente a quienes toman cartas en el asunto y se proponen hacer todo el bien que esté a su alcance.

(Viejo jardín de las Delicias o Un tema para El Greco, Cubaencuentro, marzo 2012)

Tuesday, September 9, 2014

Antonio José Ponte vs. Ernesto Hernández Busto

Alto y delgado, el rostro recorrido en casi toda su extensión por la nariz, de abundante pelo negro, con gafas de gruesos cristales que en cuanto pudo sustituyó a favor de un mejor diseño (pasó así de las pesadas gafas soviéticas de pasta a la levedad de unos aros metálicos de Armani), la voz con la que discutía de libros y despreciaba a no poca parte de la humanidad era sumamente nasal.
   M. vestía con elegancia y dedicaba a las mujeres una indiferencia estudiada. Ser esquinadas de aquel modo debía despertar en ellas una idea de misterio que personificaban en él, mañoso a la hora de representar al tipo de intelectual. (No quiero decir que exista farsantía suya al respecto: se trata de un muy buen lector y de un pescador ágil de últimas ediciones y noticias literarias.) A no pocas les parecía determinante oír lo intelectual en esa voz de constipado. O mejor, que su voz les negara el acceso a ciertos pensamientos reservados por él para sus paseos solitarios.
   Para la figura elegante y misteriosa que formaba.
   El hecho de que enigma como el suyo fuese rebajado por la gripe desplegaba en las mujeres una nota afectuosa. Y, ganada la presa, M. no tardaba en hacer evidente su desesperación por hallarse junto a ella. Se comportaba entonces como si postergase alguna tarea intelectual imprescindible, bufaba como metido en un embotellamiento.
   A esas alturas, su indiferencia inicial se había convertido en odio. Un odio no menos erotizante.
   (…)
   Volví a encontrar a M. quince años después de recibir aquella carta. Delgado todavía, aún más elegante, su rostro parecía el mismo pese a la rotura de mandíbula que le ocasionara un marido ofendido. (Había atravesado por una minuciosa intervención quirúrgica y un postoperatorio que lo mantuvo semanas alimentándose por una pajita.)
   Me habló de la paliza sin detenerse en pormenores. Ofreció prolijidades clínicas y casi ninguna descripción de la batalla (oyéndolo, supuse lo distinto que habría sido su recuento de haber ganado la pelea). Procuraba llegar lo antes posible al momento en que, desde el hospital, nombraba a un abogado que ejecutaría su venganza.
   “Fue una golpiza merecida”, me aseguraron quienes sabían del asunto.
   M. acostumbraba a acosar a las novias de los amigos. Se sentía tan desesperado frente a las mujeres ajenas como al recibir la noticia de que algún conocido publicaba libro nuevo.
Podía tratarse, incluso, de un simple artículo en una revista de importancia. Él sería el primero en leerlo para hallarle inconvenientes. Criticaba los textos ajenos tan impulsivamente como cortejaba a las mujeres de otros.
   No me asombró entonces que nuestro reencuentro estuviera lleno de suspicacias por su parte. Él la había emprendido, cada uno a su tiempo, contra todos mis libros. Y ahora que me tenia cerca, al alcance de la discusión, no parecía dispuesto a tratar de ningún otro tema.

(La fiesta vigilada. Anagrama, 2007)

Monday, September 8, 2014

Félix Lisazo y José Antonio Fernández de Castro sobre Enrique Hernández Miyares

Había echado en él la manera antigua muy hondas raigambres para poder esperar de su obra poética formas y conceptos nuevos, y la índole de las composiciones a que generalmente entregó sus facultades - el soneto, entendido a la manera clásica y de bajo vuelo; la composición trivial de ambiente criollo, y la imitación de antiguos romances españoles, sin adecuada preparación para acometerla - no eran en verdad los más apropiados moldes para dar cabida a la nueva ideología poética.
   Sin grandes complicaciones espirituales y volviendo siempre sobre temas manidos, la obra de Hernández Miyares carece de aciertos eminentes. Logra por excepción cierta sobria elegancia y notable justeza en la expresión en La más fermosa, soneto que una polémica literaria, larga y enconada como pocas, hizo generalmente conocido. A esta polémica-que ha recogido en un libro voluminoso José Manuel Carbonell - debe Hernández Miyares una notoriedad que, más que por su labor literaria, merece por su perenne y ejemplar devoción a toda obra de alta significación cultural.

(La poesía moderna en Cuba [1882-1925]; Madrid, 1926)

Friday, September 5, 2014

Hugo Chinea vs. Leonardo Padura

Este personaje tiene ínfulas de celebridad. Se está dejando conducir, concientemente, o no,  a posiciones muy cuestionables desde el punto de vista intelectual y político. Quien calumnia tan  infundadamente no puede cumplir más que un rol, no de disidente -disentir es de revolucionarios, por eso lo somos-; para mí, de una perspectiva  anti-Partido y anti-revolucionaria, consciente o no. Intereses ajenos parecen  acunarlo entre sus manos y lo  utilizan, aunque tal vez no se dé, o quiera darse  cuenta de ello…

(Derecho de réplica a una memoria falseada: Leonardo Padura miente. Blog La Joven Cuba, octubre 2012)

Thursday, September 4, 2014

Pablo Neruda vs. Roberto Fernández Retamar

No me toca a mí indagar los motivos de aquel arrebato: la falsedad política, las debilidades ideológicas, los resentimientos y envidias literarias, qué sé yo cuantas cosas determinaron esta batalla de tantos contra uno. Me contaron después que los entusiastas redactores, promotores y cazadores de armas para la famosa carta, fueron los escritores Roberto Fernández Retamar, Edmundo Desnoes y Lisandro Otero. A Desnoes y a Otero no recuerdo haberlos leído nunca ni conocido personalmente. A Retamar sí. En La Habana y en París me persiguió asiduamente con su adulación. Me decía que había publicado incesantes prólogos y artículos laudatorios sobre mis obras. La verdad es que nunca lo consideré un valor, sino uno más entre los arribistas políticos y literarios de nuestra época.

(Confieso que he vivido. Seix Barral, 1974)

Wednesday, September 3, 2014

Ciclón vs. Orígenes

Lector, he aquí a Ciclón, la nueva revista. Con él borramos a Orígenes de un golpe. A Orígenes, que como todo el mundo sabe tras diez años de eficaces servicios a la cultura en Cuba, es actualmente sólo peso muerto. Quede pues sentado de entrada que Ciclón borra a Orígenes de un golpe. En cuanto al grupo Orígenes, no hay que repetirlo, hace tiempo que, al igual de los hijos de Saturno, fue devorado por su propio padre.

(Borrón y cuenta nueva. Ciclón, No. 1, 1955)

Tuesday, September 2, 2014

Virgilio Piñera vs. el XIX literario cubano, su crítica y de paso la Avellaneda

Hace algunos años tenía por costumbre «meterme» en la Biblioteca Nacional con objeto de empaparme de nuestro Gran Siglo. Parece que me mojé con exceso. Aunque la Avellaneda siempre tuvo la virtud de exasperarme (nunca pude tragar su famosa «perfección formal», y encima de eso, sus quejumbres), aunque para desesperación del señor Chacón y Calvo puse al desnudo a nuestra gran poetisa, con todo, el siglo XIX cubano me seguía pareciendo nuestro Gran Siglo. Pasados veinte años, adoración tan ciega ha empezado a recobrar la vista: es decir, continúo adorando a nuestro Gran Siglo, pero tengo muy abiertos los ojos sobre él.
   Es así que nuestra generación, frente al XIX, lo miraba con nostalgia, y, por estimarlo plenamente logrado se miraba ella misma un tanto frustrada. Ignoro los pensamientos de los escritores cubanos del siglo pasado sobre el siglo XVIII cubano (por supuesto, dicho siglo no pasó nunca por Cuba), pero estamos autorizados a suponer que si los tuvieron también ellos pudieron haber llegado al convencimiento de su propia frustración. Lo peor que puede hacerse con un siglo literario es tomarlo como espejo: uno se mira en él, y como ocurre que la cara que allí se asoma está en proceso de formación, algo bien desagradable, contrahecho y confuso se refleja. O también, los siglos pasados sirven de pretexto o excusa para encubrir una impotencia de expresión momentánea: «¡Ah, Casal, qué gran lírico (y uno suspira), y Zenea, qué elegíaco insuperable…[»]. Después hay los arquetipos: Piñeiro es el crítico; Martí el orador; Villaverde el novelista; Casal el poeta… Esto es inobjetable, pero ciertos juicios, tomados como absolutos, resultan, a la postre, negativos. La ciega adoración, no deja lugar a la crítica; uno está siempre de rodillas, con la cabeza baja, y en tal postura se hace bien difícil manejar la espada del pensamiento. Ahora, que ya hemos enfilado la nave hacia nuestra plena integración nacional, me parece que es inaplazable la edición crítica (pero realmente crítica) de nuestros autores del siglo XIX. Con la sola excepción de José Antonio Portuondo (que se ha apoyado en el método dialéctico), prologuistas, ensayistas y demás se han empeñado en una crítica, que en el mejor de los casos no pasa de puramente impresionista, para no hablar de la de compromiso: estéril y abominable.

(¿Casal… o Martí? Lunes de Revolución, junio 1959)

Monday, September 1, 2014

Enrique del Risco vs. Edmundo Desnoes

Otro reciente cultor del género de las declaraciones es Edmundo Desnoes, un destacado escritor cuya última novela, Memorias del subdesarrollo, fue estrenada tiempo atrás, justo en la tertulia de Domingo del Monte (ciertamente con mucho menos éxito que Cecilia Valdés, aunque en su adaptación al cine tuvo bastante más suerte que su competidora.)
   Desnoes, en medio de las gestiones para presentar una nueva edición de Memorias del subdesarrollo, declaró: La Habana (¿Blues?) “es la única ciudad del mundo que ha envejecido conmigo, a diferencia de otras ciudades mitológicas en las que han crecido nuevos órganos y que han sufrido cirugía plástica”.
   El escritor añadió: “en Cuba he descubierto arrugas en los edificios y paredes desconchadas”, pero “esto no me entristeció, pues las ruinas tienen su belleza”. Eso es realmente consolador para todo el que se pregunte qué sentido tiene el último medio siglo de historia cubana. Y ahí está la respuesta: para que el ex-critor Edmundo Desnoes se sienta mejor con sus arrugas. Si alguien se pregunta por qué Desnoes no regresa a vivir a un país que le ofrece una ventaja tan apreciable, su respuesta no va a ser menos enriquecedora: “Necesito las comodidades del desarrollo y la única intensidad que puedo asimilar es la de un buen roquefort”.

(Despejando la ‘X’ [Alfonso]. Cubaencuentro, junio 2006)