Orlando Luis Pardo Lazo, es
decir, NADIE, ha disparado sandeces, como acostumbra en sus intentos literarios
y en la vida misma, los que a veces, espacios y realidades, parece
confundírseles. Es una realidad que a donde todos llegan o se pasan, él ni se acerca.
Cegado por un instinto primario hacia una mujer, muerde con ferocidad las manos
de las personas que lo auparon y protegieron, y ataca a cuanto le parezca que
atenta contra su amada Dulcinea, y lleno de fantasías, se lanza imaginando
molinos de viento, porque ese es su único interés, proteger de aquellos de una
manera u otra, no admitan la voluntad de su venerada.
Es una pena que para asuntos tan serios como
la libertad de Cuba, NADIE esté inmiscuido, por lo que en vez de apoyar
demerita a su defendida, haciéndole el dos al Sexto –Dios los hace y el Diablo
los junta o, el poco talento los hace y la mediocridad los junta– y se lanzan
con oprobios y bajos instintos, en su desesperación de quitarles méritos a
Rodiles. Me hace recordar aquella película de Tin Tan, donde su amigo le pedía
“no me defiendas, compadre”, pues en un intento de ampararlo, lo que hacía era hundirlo.
Pretender citar la biografía de NADIE, sería
terminar ahora mismo este trabajo, pues nada ha hecho para justificar su
existencia. No es representativo como opositor ni como escritor ni como pareja
amorosa de Rosa María; salvo una serie de cobardías y morbos que sí abalan su
currículo. Por eso, tras insistentes ataques a mi persona, y no recibir
respuesta, vuelve a lanzarse en esta ocasión porque le hagan el favor de
réplica y finalmente, llamar la atención. Por eso lo complazco, y por esta vez
para complacer su ego, nuestros nombres se juntan.
Por solo citar algunas pifias, recordar
aquellas burlas en La Habana cuando NADIE se le acostó en la oficina de Fidel
Díaz Castro, director del periódico oficialista El Caimán Barbudo, con los
brazos en cruz, imitando a Cristo, mientras gritaba: ¡crucifíquenme! Al
comprender que no le hacían caso, volvió a levantarse, se sacudió la ropa y se
retiró. Cuando la bola se regó, se llegó a la conclusión que estaba loco, a
aquel acto no se le encontraba la menor lógica.
Pero no piensen que eso sucedió por algún
acto altruista, una acción relevante por los Derechos Humanos, no, fue cuando
en la búsqueda de escándalos, pues con el arte literario se le hacía difícil
llamar la atención, decidió hacer una serie enferma de fotografías, donde en
una de ella, se masturbaba sobre la bandera cubana. ¿Por qué no lo hizo con la
foto de su madre?, porque en ese caso no le importaría a persona alguna y su
objetivo era que su nombre se repitiera, por bueno o por malo, pero se
pronunciara. Y lo logró, hay que reconocérselo, por esos días fue la comidilla,
la burla en La Habana. Quizá de las pocas veces en sesenta años de dictadura,
unió en un criterio a los comunistas y a la oposición: NADIE es un estúpido.
Pero su mente enferma ha llegado tan lejos
de su inconciencia, que olvida que la golpiza que recibí y que ahora no quiere
reconocer y me acusa de haberla fingido, fue por él. Cuando esperábamos fuera
de la unidad policial donde mantenían a Antonio Rodiles golpeado y escondido en
un calabozo, nos concentramos para exigir su liberación; fue por su culpa, pues
en una aparente aparición de NADIE, en la esquina opuesta de donde nos
encontrábamos parapetados aquel grupo de opositores, vimos que como a cien
metros alguien que se acercaba y que se le parecía a NADIE, y un patrullero lo
interceptó para detenerlo y así evitar que se nos uniera, y grité su nombre –no
el de NADIE, sino el otro– dije que lo estaban deteniendo, y quien primero
salió corriendo para defenderlo fue Yoanis Sánchez, el resto la seguimos.
Al llegar hasta la patrulla reconocimos que
no era él, por supuesto, NADIE no aparecía en lugares calientes como aquellos,
y allí comenzó la trifulca, porque con justicia hay que decir que a Yoanis no
le importaba quien fuera, cuando vio que no era él, de todas maneras comenzó a
forcejear con los policías para sacar al hombre que habían metido dentro del
auto.
Recuerdo que un disidente pudo grabar la
golpiza que me dieron, sin embargo, ahora NADIE se atreve a decir que mi camisa
tenía “sangre de utilería”. Todos, equivocados o no por aquel intento de
sacarlo de la patrulla, fuimos apresados y golpeados por él, y ahora es tan
ingrato que no lo quiere reconocer porque prefiere quedar como el amante bueno,
olvida esa época cuando existió una alianza de hermandad verdadera, por lo que
no reconoce los esfuerzos de entonces.
No importa que ahora estemos en
proyectos diferentes, lo que sí debe unir a cualquier opositor es la
honestidad, porque entonces sería parecernos demasiado a la policía política,
como que la imitamos a la perfección.
En otra oportunidad quisimos hacer el
programa de Estado de Sats, y con las cámaras preparadas dijo que saldría y
volvería en un rato, y no regresó. Lo grabamos sin él. Días después confesó que
tenía miedo de ser apresado si retornaba a casa de Rodiles.
Es risible, que su lógica y escritura mal
cuidada lo delate, cuando intenta difamar de censor a Rodiles, escapa de su
boca, la de NADIE, al catalogarles el mismo de “obscenidades” a la música de
Porno para Ricardo y los cuadros de El Sexto.
Es cierto que Laura está muerta y Yoanis
está viva. Oswaldo Payá también está muerto y Antonio está vivo. Yoanis y
Antonio están vivos, al menos por ahora y ojalá que no sean asesinados. Pero
los cuatro coinciden que se encuentran en Cuba, no se fueron por cobardías para
luchar detrás de un teclado plástico para ejercer la calumnia. Todos sabemos
que Oswaldo Paya jamás lo hubiera aceptado de yerno a ese ser abyecto y
enfermo, que subestima a su amada, reconociendo que sentarla “a la fuerza” en
un debate público, sería como un banquillo de acusados.
Por suerte, este ser mezquino de NADIE, no
tiene la menor convocatoria, y termina haciendo el ridículo, imitando las
viejas películas del oeste, dispara en todas direcciones de la oposición porque
en general, desde su punto de vista, el resto envidia y odia a Rosa María, por
lo que intenta justificar ser el escudo de su Dulcinea que, contrario a
defenderla, la empaña con su miserable proceder desde la mentira y el
desagradecimiento, olvidando que esa es la primera cualidad cuando se quiere a
alguien y se pretende ayudar: ser honesto.