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Tuesday, March 23, 2021

Antonio José Ponte vs. Ciro Bianchi Ross

"Consagrado periodista", lo califica el sitio "Cubadebate". Y agregan allí: "su ejecutoria profesional por más de 40 años le permite aparecer entre los principales artífices del periodismo literario en el país. Cronista y sagaz entrevistador, ha investigado y escrito como pocos sobre la historia de Cuba republicana".

   ¡Periodismo literario en estos últimos 40 años en Cuba! Exiliados y censurados muchos de los que brillaban, Bianchi Ross tuvo que esperar a que Eduardo Robreño muriera para ponerse a tratar de la Cuba republicana.

   Entrevistó a José Lezama Lima, fue visita frecuente en Trocadero 162. Murió el poeta, Eloísa Lezama Lima publicó en Madrid las cartas que guardaba de su hermano, esas cartas denunciaban la situación en que vivió sus últimos años, y Ciro Bianchi Ross recibió la misión oficial de combatirlas. Así que reunió en un volumen los textos lezamianos que alababan a la revolución y sus héroes: "Imagen y posibilidad" (Letras Cubanas, La Habana, 1981).

   Fue más lejos en su compromiso, hasta negar la autenticidad de las cartas familiares. Dio a entender que la hermana del poeta se las inventaba con el fin de fabricar un gusano que no había existido nunca. Lezama Lima era el de "Imagen y posibilidad", no el de "Cartas a Eloísa" (Orígenes, Madrid, 1979). Dentro de la revolución, todo Lezama; contra la revolución, ningún Lezama.

   Bianchi Ross sigue aún en su misión trocadera. "Valga aclarar que José Lezama Lima no fue nunca un enemigo de la Revolución", afirmó hace poco. Negó sus penurias: "El país, todo el pueblo, padece carencias a veces traumáticas. A Lezama, aunque nunca tuvo menos de cinco platos en su mesa —lo sé, me consta— le obsesiona la idea de que pueda faltarle la comida. Le angustia la posibilidad de que le falten los medicamentos antiasmáticos que familiares y amigos, entre ellos Julio Cortázar, le remiten desde el exterior. Piensa que la crisis del transporte público es más grave de lo que era en realidad y apenas sale de su casa porque teme que si lo hace no encuentre la posibilidad de regresar".

   Me pregunto a cuál cena de la época se habrá asomado Ciro Bianchi Ross, que vio en ella más de cinco platos. Su trabajo para el oficialismo lo obliga a negar que Lezama Lima padeciera prohibición de viaje al extranjero. Uno de sus deleites mayores reside en detallar las atenciones oficiales recibidas por el escritor en plena moribundia: llamada de Alfredo Guevara a nombre del presidente Dorticós, ambulancia puntualmente enviada, equipo médico esperándolo como una fila de camareros en un restaurante abierto solamente para él. Es el entierro del Conde Orgaz en la calle centrohabanera de Trocadero, con San Agustín y San Esteban bajados del cielo para amortajar al autor de "Paradiso".

   Uno de esos recuentos da noticia del extraño percance ocurrido a la viuda del escritor: "Cuando María Luisa regresó del cementerio a la casa de la calle Trocadero e introdujo la llave en la cerradura y empujó para entrar, la puerta se vino abajo".

   Hay que agradecer que, una vez tecleada la frase anterior, Bianchi Ross no utilizara el fervor de sus coartadas para convencernos de que la puerta se vino abajo debido a la bonanza en que vivía el matrimonio.

(Del "Diccionario de la Lengua Suelta", de Fermín Gabor, Renacimiento 2020)

Tuesday, March 16, 2021

Camilo Venegas vs. Alpidio Alonso

Alpidio Alonso escribió de un manotazo una de las más bochornosas páginas de la historia Cuba. En la isla siempre, incluso en los momentos que son descritos como los más sanguinarios (Batista, Machado, Valeriano Weyler…), de la represión se habían encargado los cuarteles.

   Ayer el ministro de Cultura asumió, en un arrebato de prepotencia, el rol de la soldadesca. Con la impunidad de Ramiro Valdés y el caminao de Cheo Malanga, se dirigió a un grupo de jóvenes que se manifestaba frente a la institución que él dirige. Desprovisto de argumentos, levantó la mano.

   En los primeros días del triunfo de la revolución, Fidel Castro ordenó convertir a los cuarteles en escuela. Luego, convirtió una escuela, la de los Hermanos Maristas, en el más horrendo cuartel. Ese fue uno de los primeros pasos para hacer del país un campamento.

   A Villa Marista, así se le llama popularmente al centro de tortura, suelen ser conducidos los artistas y escritores que disienten del régimen. No por lo que hacen, sino por lo que piensan o se atreven a decir en voz alta. Ayer Alpidio Alonso se saltó ese paso y se ocupó él mismo de los golpes.

   Poco después, en un patético acto, justificó su acción y reafirmó su desesperación totalitaria. A sus espaldas aplaudían y vociferaban consignas. Mientras todos los que se manifestaban frente al Ministerio eran jóvenes, los que se apostaron detrás del ministro eran viejos. Precisa metáfora de la Cuba actual.

   Quiso el azar que todo eso ocurriera en la víspera del 28 de enero, cuando se conmemoran 167 años del natalicio de José Martí. Justo la institución que dice regir la cultura de la nación se encargó de disparar contra el ideario del Apóstol, ignorando una vez más su sagrada advertencia de que un pueblo no se funda como se manda un campamento.

(El manotazo de Alpidio Alonso. Blog El Fogonero, enero 2021)

Friday, March 12, 2021

Fermín Gabor vs. Jorge Fornet

Cualquier asomo al Caso Padilla, por somero que sea, ha de tener en cuenta la acción de la policía política cubana. Sin embargo, Jorge Fornet ha escrito todo un libro sobre el tema ("El 71. Anatomía de una crisis", Letras Cubanas, La Habana, 2013) y en su índice analítico, de una veintena de páginas, donde aparecen autores como Verlaine y Turguéniev, e instituciones como el Museo de Artes Decorativas, no aparece Seguridad del Estado.

   Esa fuerza policial es mencionada un par de veces en su libro. La primera, dentro del recuento de una novela. La segunda, en una frase de Heberto Padilla. Fornet, por sí mismo, no se atrevió nunca a aludirla.

   Tanta cautela puso en eso que se despreocupó de la suerte del poeta: da noticias de su detención por una patrulla policial y elude el encierro en Villa Marista. De manera que cuando volvemos a saber de él,  Padilla está ya pronunciando su autocrítica en la Sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC. Las cinco semanas de arresto se mencionan únicamente en una cita del argentino Rodolfo Walsh. Fornet, por sí mismo, no se atrevió a aludirlas.

   Aunque donde más evidentes se hacen sus esfuerzos por narrar una historia sin violencia ni presiones del Estado es cuando explica las razones de tantos escritores cubanos para firmar en 1966 una carta pública contra Pablo Neruda.

   Fornet Jr. recuenta: "No es extraño que los escritores cubanos firmaran veloces y entusiastas aquella carta: mirado desde el campo político, eso los ubicaba en una posición radical que los complacía; desde el literario, los involucraba en un género (el de la polémica y la carta abierta) que gozaba de prestigio, y contra una figura mayor que, como reflejo, les otorgaba un alto estatus a ellos mismos".

   Veloces y entusiastas, afirma Jorge Fornet, que lo reduce todo a cuestiones de ego. Y aunque él no lo sabe porque le conviene no saberlo, la mayoría de los lectores de su libro sabemos bien de dónde brotan esa velocidad y ese entusiasmo, esas ganas de firmar contra Neruda o contra quién sea.

(Publicado en Facebook, marzo 2020)

Thursday, March 4, 2021

Abilio Estévez sobre una acusación de plagio hecha por Miguel Barnet, Antón Arrufat y Jorge Ángel Pérez

Bueno, Miguel Barnet se refirió en esos términos ante un grupo de amigos, pero Miguel Barnet es ese personaje que dice cualquier cosa, y si puede hacer daño, mejor. Si existe un personaje gratuitamente maligno, ese es Miguel Barnet. También fue él quien llevó a La Habana aquel asunto del plagio. Él y Marilyn Bobes, que de inmediato se desmarcó. Luego, hasta los propios amigos atacaron por ese lado. Para mí fue muy doloroso. No tanto por la acusación misma, como por ver a amigos implicados en eso. En un periódico español se publicó la noticia del posible plagio. Cuando Beatriz de Moura, directora de Tusquets indagó con el periodista (ya fallecido, por cierto) este reveló su fuente: Antón Arrufat y Jorge Ángel Pérez. De modo que quizá ese asunto no fue tan político, sino más bien un asunto de bajeza intelectual, bastante inesperada en Arrufat; no tanto en Pérez. La prueba fue que cuando me quejé ante la dirección de la UNEAC, me apoyaron de inmediato.

(Entrevista con Melissa Novo, El Estornudo, febrero 2021)