"Consagrado
periodista", lo califica el sitio "Cubadebate". Y agregan allí:
"su ejecutoria profesional por más de 40 años le permite aparecer entre
los principales artífices del periodismo literario en el país. Cronista y sagaz
entrevistador, ha investigado y escrito como pocos sobre la historia de Cuba
republicana".
¡Periodismo literario en estos últimos 40 años en Cuba! Exiliados y
censurados muchos de los que brillaban, Bianchi Ross tuvo que esperar a que
Eduardo Robreño muriera para ponerse a tratar de la Cuba republicana.
Entrevistó a José Lezama Lima, fue visita frecuente en Trocadero 162.
Murió el poeta, Eloísa Lezama Lima publicó en Madrid las cartas que guardaba de
su hermano, esas cartas denunciaban la situación en que vivió sus últimos años,
y Ciro Bianchi Ross recibió la misión oficial de combatirlas. Así que reunió en
un volumen los textos lezamianos que alababan a la revolución y sus héroes:
"Imagen y posibilidad" (Letras Cubanas, La Habana, 1981).
Fue más lejos en su compromiso, hasta negar la autenticidad de las
cartas familiares. Dio a entender que la hermana del poeta se las inventaba con
el fin de fabricar un gusano que no había existido nunca. Lezama Lima era el de
"Imagen y posibilidad", no el de "Cartas a Eloísa"
(Orígenes, Madrid, 1979). Dentro de la revolución, todo Lezama; contra la
revolución, ningún Lezama.
Bianchi Ross sigue aún en su misión trocadera. "Valga aclarar que
José Lezama Lima no fue nunca un enemigo de la Revolución", afirmó hace
poco. Negó sus penurias: "El país, todo el pueblo, padece carencias a
veces traumáticas. A Lezama, aunque nunca tuvo menos de cinco platos en su mesa
—lo sé, me consta— le obsesiona la idea de que pueda faltarle la comida. Le
angustia la posibilidad de que le falten los medicamentos antiasmáticos que
familiares y amigos, entre ellos Julio Cortázar, le remiten desde el exterior.
Piensa que la crisis del transporte público es más grave de lo que era en
realidad y apenas sale de su casa porque teme que si lo hace no encuentre la
posibilidad de regresar".
Me pregunto a cuál cena de la época se habrá asomado Ciro Bianchi Ross,
que vio en ella más de cinco platos. Su trabajo para el oficialismo lo obliga a
negar que Lezama Lima padeciera prohibición de viaje al extranjero. Uno de sus
deleites mayores reside en detallar las atenciones oficiales recibidas por el
escritor en plena moribundia: llamada de Alfredo Guevara a nombre del
presidente Dorticós, ambulancia puntualmente enviada, equipo médico esperándolo
como una fila de camareros en un restaurante abierto solamente para él. Es el
entierro del Conde Orgaz en la calle centrohabanera de Trocadero, con San
Agustín y San Esteban bajados del cielo para amortajar al autor de
"Paradiso".
Uno de esos recuentos da noticia del extraño percance ocurrido a la
viuda del escritor: "Cuando María Luisa regresó del cementerio a la casa
de la calle Trocadero e introdujo la llave en la cerradura y empujó para
entrar, la puerta se vino abajo".
Hay que agradecer que, una vez tecleada la frase anterior, Bianchi Ross
no utilizara el fervor de sus coartadas para convencernos de que la puerta se
vino abajo debido a la bonanza en que vivía el matrimonio.
(Del "Diccionario de la Lengua Suelta", de Fermín Gabor, Renacimiento 2020)