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Wednesday, May 30, 2018

Norge Espinosa vs. Francisco López Sacha

En la segunda reunión, ya la tensión era la clave de todo el diálogo. A solas con el presidente de la Asociación (su superior, el presidente de la Unión de Escritores y Artistas nunca dejó ver su plateada melena, justificado por una repentina fractura de uno de sus dedos, creo recordar), volvimos a oír la letanía. Antiguo profesor de historia del teatro, alto, carismático, echó mano a todo su arsenal de histrionismo para convencernos del gran riesgo que nos acechaba. Hizo toda la pantomima de su pena por nosotros, nos representó los espantos del abismo en que podríamos caer de subirnos a ese avión.
   Yo estaba sentado junto a la mesa del teléfono, y uno de los escritores del grupo me decía: “cuélgalo”, cosa que hice una o dos veces, para que de inmediato el funcionario, sin interrumpir su mímica grandilocuente, lo descolgara sin perder el hilo de su parlamento. Una de sus frases, por el timbre melodramático y extremo con que la pronunció, se me fijó en la memoria: “Puede que yo esté equivocado, que esto sea un gran error. Y si es así, lloraré con ustedes”.
   Patéticas e improbables, esas lágrimas por venir no nos interesaban. Eran, como en la ópera de Leoncavallo, lágrimas de payaso operático que no queríamos ver como pruebas de un arrepentimiento que no tenía sentido ni justificación. Unos años más tarde, ese mismo hombre repetiría, acaso en grado más enfático, parte de esa actuación, cuando trataba de explicar a un narrador, ensayista y poeta el por qué se le “desactivaba” como miembro de la Unión de Escritores a causa de su relación con una revista sobre Cuba que no parecía confiable ni importante a la intelligentsia oficial. Experto en esas estrategias de antibombas literarias, se ganó unas páginas de aquel escritor, un retrato fiel de su gesticulación y sus máscaras. No sé si le habrá prometido otras lágrimas, si le habrá entonado su aria de llanto incontenible para explicarle algo no menos absurdo que lo que intentaba exponer ante nosotros.

(Texto incluido en El compañero que me atiende, Editorial Hypermedia 2017)

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