Padura, que siempre se ha
mostrado reacio a pronunciarse respecto a los abusos a los derechos humanos en
Cuba bajo la tiranía castrista, la misma que le permite viajar a él al exterior
y residir en el país cuando así lo desea, en tanto niega a otros nacionales
dicho “privilegio”, alaba a un grupo de cubanos en el exilio miamense, que
dicho sea de paso, en muchos casos no se consideran tal, aunque de hecho lo
son, por causa de la que el autor estima mayor tolerancia de estos frente a la
hostilidad de “esos” otros que, Padura dixit,
“ha(n) quedado para (ser) una clase política para la que la mala relación con
Cuba es parte de su trabajo y es parte también de su negocio”. Lo que tales
declaraciones reflejan, constituyen el típico ejemplo de la propaganda encargada
por el comunismo a sus agentes de interés de siempre. Según ella, los cubanos
que rechazamos el reconocimiento y la complicidad con la tiranía, somos
vividores que chupamos de una ostra inagotable: las malas relaciones entre los
dos países. Por otra parte, los que aquí han venido, en muchos casos con la
encomienda expresa del régimen de constituirse en caballo de Troya o en quinta
columna del castrismo, esos sí son verdaderos patriotas cubanos, incluso
súbitos burgueses emprendedores, interesados en que “las cosas se arreglen” y
podamos llegar a un entendimiento entre los Estados Unidos y el régimen de la isla. Padura tiene una manera muy suya de
encarnar eso que Orwell llamó acertadamente el “double speak”, o doble lenguaje. Matándolas calladito, o a la chita
donde dije que no dije, dije lo que dije y no se dieron cuenta, Padura se nos
vende de novelista, y la propaganda editorial en coordinación con la del
régimen lo proclama “novelista imprescindible” cuando en realidad la verdad es
mucho más simple que todo eso.
(Por sus “obras” los reconocerás: Padura es otro “figurón de proa” del
tardocastrismo. Cubanet,
enero 2018)
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