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Wednesday, July 11, 2018

Lorenzo García Vega vs. José Antonio Ramos ensayista

Es que había en nuestro ensayista una extraña imposibilidad para agarrar la circunstancia. A veces, trata de describirla, otras busca valores que la trasciendan. En cuanto a referir la circunstancia, es indudable que su romántica queja le surja de la experiencia: “la exigencia en que regularmente nos hallamos los cubanos jóvenes de la clase media, venidos al mundo cuando nuestros padres se arruinaban por hacer patria, y que se traduce en la lucha por el miserable destino de sesenta pesos mensuales, con la obligación de trabajar en la oficina desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde”. En este texto vemos, pues, lo tenso y enquistado de un vivir adolescente, cuyas lecturas eran “un fárrago desconcertante de traducciones de la casa Sempere”, llevando en su voluntad por transformar el medio, la rigidez con que éste lo ha marcado.
   Y en cuanto a su afán por buscar valores que trascendieran su circunstancia, se puede considerar otro texto de Ramos: “A España, a la América Latina no nos unen más que nuestro idioma y nuestros vicios. Tal vez sea esto último, en cambio, lo único que nos separa de los Estados Unidos”. Una convicción que explica sus equívocos, sus errores. Combate la influencia yanqui, pero situándose en idéntico nivel. Así como en Tembladera ofrece como héroe a Artigas, es decir, a un personaje que viene a ser la traducción del hombre de negocios norteamericano.
   Pero ¿qué misión se propuso Ramos con sus ensayos? Llevar la literatura al sermón, para convertir al hombre de letras en sacerdote de una nueva religión llena de fantasmagorías como: Progreso en sentido positivista, culto a la Idea, etc., es decir, con fetiches que al final sólo vienen a ser un reverso de la sórdida circunstancia que se pretendía trascender.

(José Antonio Ramos en el ensayo. Revista Exilio, 1971. Visto en incubadora.org)

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