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Friday, July 25, 2014

Manuel Sosa vs. Roberto González Echevarría

La buena fortuna de nuestra ensayística reciente marca el grado de arbitrariedad con que algunos críticos, amparándose en esa aureola tan bien cargada, se atreven a categorizar. Cada quien enuncia su canon y apila los fascículos que demostrarán las razones de elección. Ya leíamos la lista de Roberto González Echevarría, que no podía librarse del ademán profesoral, como si fuera satélite traslaticio de su afamado colega de Yale, Harold Bloom. Una lista que le pidieron y ofreció a regañadientes, como preferimos seguir creyendo, pero ello no la salva de lo irrisorio. Porque al final es simplemente eso: una lista.
   Que nuestros ensayistas justifiquen su bien ganada aseidad no significa que su crítica literaria sea eficiente. Habrá que cuidarse del arrobamiento y desentrañar la validez de una incorporación, poemas como cauces, limpios del malabarismo verbal que les sujeta. Ensayistas y críticos, siendo lo mismo, han de saber proponer más que enunciar. Nuestra generación se arroga clarividencias que nadie solicita. Es esa rara angustia de calcar planisferios y ubicar puntos sobre puntos, hasta el agotamiento.

(Contra Gentiles, Ediciones Avondale, 2011)

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