En la novela de Amir, aparte de uno constantemente tropezar con “lindezas” al estilo de: “Se apretó el cinturón a la cintura”, y “salió por la puerta de salida”, su única preocupación parece ser la injuria a los principales dirigentes de la Revolución, los cuales son todo el tiempo presentados como personas de lenguaje marginal e ideas macabras. Me da la impresión de que quien cuenta la novela es uno de aquellos escritores del llamado realismo socialista que de repente ponía en boca de un enemigo: Huyamos como ratas, que ahí viene el glorioso Ejército Rojo, con la diferencia de que ahora este autor ha pasado un seminario de glasnot.
(Las palabras y los muertos: otra historia de un deicidio, desde la a hasta la z. La Jiribilla, agosto 2007)
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