Yo no me eximo de correr riesgos, aunque a veces me tachen de aventurero. Lo he hecho en varias ocasiones, y la vida muchas veces me ha dado la razón. Esteban sabe que a veces hay que correr riesgos. No me parece propio de un hombre de pensamiento el abolir el enjuiciamiento de los libros. Morales afirma que si uno tiene reparos que hacerle a una obra, tiene que escribir otra que la supere, y no “pretender descalificarla con un puñado de cuartillas”.
Me extraña que mi antiguo decano de la otrora Facultad de Humanidades declare abolida la crítica de libros, a menos que se haga para aplaudir. Acaso sea ese rechazo a las valoraciones críticas, lo que conduzca a pensar que todo desacuerdo implique un “ataque personal”. Pretender que en lugar de una crítica se escriba otra obra mejor, puede suceder, pero exigir que ocurra siempre, me parece una suerte de delirio humanístico. Ese puñado de cuartillas críticas siempre ayuda de una manera u otra, aunque la vanidad no nos deje aceptarlas de repente.
(Un poco más sobre La conspiración de los iguales. La Jiribilla, enero 2012)
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