(…)
No imaginan los lectores la vergüenza que sentí ayer al ver la Mesa Redonda y
darme cuenta de que lo que asumí como Feria Internacional del Libro en el
Complejo Morro-Cabaña era simplemente una suma trigonométrica de timbiriches de
co(rey)midas, arte(in)sanías, (fe)afiches y otros demonios. La FILH se celebró
en otro lugar y no me enteré. He aquí algunas de las cosas que se oyeron en
Cubavisión entre siete y ocho. Son pruebas de mi infamia.
«Crecimiento
o estabilidad de la Feria». Lo de «estabilidad» debe referirse a los cimientos
de la añeja fortaleza.
«La Feria es un éxito cuando pasa totalmente
inadvertida en los medios hostiles». Se infiere que el éxito de lo que hacemos
depende de si lo mencionan o no nuestros enemigos. Es una excelente noticia,
hay que tratar de que nunca se enteren.
«Hubo unas mil quinientas acciones
literarias». Yo conté mil cuatrocientas noventa y nueve. No sumo el libro que
le censuraron (le restaron) a Alina Bárbara López Hernández, sobre lo cual
nadie ha brindado una convincente respuesta (y debe darse una respuesta, ya no
importa si convincente).
«Algunos dijeron que la Feria se veía vacía
respecto a otros años». Nótese qué fácil diluir la verdad en la conjetura.
«Los extranjeros se asombran cuando ven
libros con precios tan mínimos». Ese cuento lo oigo desde pequeño, ya es hora
de que sea publicado.
«El promedio de libros por visitante
aumentó, y eso nos dice que los que fueron, fueron a buscar libros». Aquí los
datos: 417 619 visitantes compraron 604 000 ejemplares (y 103 000 muslos de
pollo). Yo adquirí nueve libros: ¿a quiénes les habré quitado el derecho a los
suyos?
«Es un hábito para las familias ir a pasar
el tiempo [y a perderlo]. A veces van y no necesariamente entran en La Cabaña».
En esto concuerdo.
«Se ha ido limpiando de cosas no literarias
el espacio de La Cabaña». ¡No jodas!
Nada, que fue más fácil ver a un hermano de
tu padre en La Cabaña engullendo un pollo chiflado que encontrar la novela «La
cabaña del tío Tom», de Harriet Beecher Stowe (sobre el Tío Sam sí se publicó
bastante). Hubo demasiadas ofertas con olor a choza, a cuarto de desahogo de
cuanta mierda compramos a esa sociedad decadente que se llama capitalismo y que
no queremos (eso decimos) para esos niños y jóvenes que las consumen con
nuestra anuencia.
Que alguien me diga, para no errar de nuevo,
hacia dónde trasladaron el principal evento cultural cubano.
(La
cabaña sin ton ni son, publicado en Facebook, febrero 2020)
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