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Friday, August 19, 2016

Eliseo Alberto vs. Lina de Feria

Lina sabe que miente. Y ahora soy yo quien tiene pruebas de sobra. Nos vimos por última vez en Miami, apenas un mes después de su llegada, en la fiesta de un amigo común. Sabíamos que Lina llegaría tarde porque oíamos, en vivo y en directo, la entrevista radial que ella había concedido en cabina a Alina Fernández Revuelta, la hija rebelde de Fidel Castro. Su crítica resultaba demoledora. Debe existir una grabación de esa charla “más bien ligera”. Miente. Quisiera creerle con la misma tranquilidad de conciencia que me hace proclamar mi fanatismo por su literatura. Sólo un par de aclaraciones. Una: para la conductora radial Ninoska Pérez y la congresista cubano-americana Ileana Ros, todos somos comunistas, menos Fidel. Dos: estar fuera de la Isla sí tiene sentido para muchos –para dos millones de cubanos, por lo pronto. Y a mucha honra. Yo tampoco puedo vivir lejos de Cuba, pero vivo. ¿SÓLO NUEVE DÍAS? Lina tiene derecho a vivir en el lugar que le dé la gana. Por defender ese prinicipio, cientos de cubanos han ido a parar a la cárcel. Nadie puede cuestionarle que haya entrado en Estados Unidos por la puerta trasera del exilio; tampoco que cuatro meses después reaparezca en La Habana. La comprendo. No es fácil comenzar una nueva vida a los sesenta años (yo no podría), sin retaguardia ni futuro asegurados: el presente dura un segundo y en un segundo caben once mil espantos. El lío es ¿por qué olvida y miente, si ella nos enseñó que “el recuerdo es un monte donde poder morirse”? Admiraría su silencio, si las fuerzas no le alcanzan para ser la digna Lina de siempre. ¿Quién no la entendería si, de vuelta a casa, reconoce el error de haberse ido? Ella no puede vivir sin Cuba. ¿Quién se lo reprocharía? ¿Ninoska, Ileana? La mentira ofende. Desde anoche me hago esta simple pregunta: ¿por qué Lina sólo disfrutó nueve días a su nieta? Tal vez, ahí esté la clave. Mi respuesta sería: porque el miedo es una camisa de fuerza.

(El extraño caso de una poeta llamada Lina. Crónica.com.mx, febrero 2006)

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