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Thursday, August 13, 2015

Gilberto Padilla Cárdenas vs. Zoé Valdés

Muchos lectores cubanos siguen detrás de Zoé Valdés, como si Zoé no hubiese envejecido. Tuvo una juventud precoz, eso sí. Pero una juventud de un solo libro: La nada cotidiana. A Zoé le hizo mucho daño el éxito que siguió a la publicación de esta novela. Después, en algún sentido, no escribió nada más, se dedicó exclusivamente a repetir sus viejos clichés y a responder las demandas inmoderadas de su público. Pero el cover de Zoé no se reduce a la literatura, también incluye la política. Quiero decir: la supuesta reivindicación de la novela como género político, como si la escritora fuera una especie de Tania Bruguera (Remix) de la literatura cubana. Es fácil —tal vez demasiado fácil— romper esa analogía. Lo primero que diferencia a Zoé Valdés de Tania Bruguera son los gametos (“Dícese de cada una de las células sexuales, masculina y femenina, que al unirse forman el huevo de las plantas y de los animales”). Los de Tania han marcado a fuego el arte cubano. Pensemos, en primer término, que la Cátedra de Arte de Conducta tiene hasta hijos bastardos. Sin embargo, en la literatura cubana, ¿quiénes son los epígonos de Zoé Valdés? Que yo sepa, nadie. Zoé es estéril, pero necesaria. Porque una novela como Te di la vida entera es un material de lectura para gente que, si no existiera ese material, no leería nada, simplemente.

(Libros off the record. On Cuba Magazine, agosto 2014)

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