Murió
Roberto Fernández ’Reptamar’.
En mi novela ‘Te di la vida entera’ lo
rebauticé como Betamax.
Mientras viví allá escribió que yo era una
gran poeta. En cuanto me largué afirmó lo contrario.
Creo que fue Pablo Neruda quien escribió
aquel verso: “líbranos de retamares y traidores”. Muy merecido, por cierto.
También me contó María Luisa, viuda de José
Lezama Lima, que cuando Retamar le llevó unos poemas a Lezama para que los
elogiara, Lezama muy serio le soltó aquello de que “de su poesía emanan unos
efluvios de buen licor de Oporto...” Después cuando el otro se había ido se
mataba de la risa con aquella carcajada que parecía que borboteaba: “¡...De
Oporto, jojojojo, de Oportunismo, jojojojo...!”
La última vez que lo vi fue durante el
Período Especial, en la Óptica de Línea, llevaba los espejuelos de pasta
empatados con esparadrapo, la libreta de racionamiento le sobresalía del
bolsillo de atrás del pantalón mugroso, y caminaba dando tumbos de medio lado.
En eso entró alguien vendiendo no sé qué en el mercado negro, y sin averiguar
mucho el autor de ‘Calibán’ se lo arrebató al vendedor. Eran unas empanadas
tiesas y verdosas por los costados. Allí mismo se las zampó con un hambre de
mil demonios mientras luchaba con la dentadura postiza que le bailoteaba en la
boca.
RFR fue de los firmantes de la Carta a favor
del fusilamiento por parte del régimen castrista de tres jóvenes negros en Cuba
en el año 2003.
Lloriqueen, ratas.
(publicado
en la red, julio 2019)
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