Total Pageviews

Friday, March 20, 2020

Lezama y Retamar (anécdotas)


Al principio de la Revolución —llamémosla así— Roberto suspendió sus hasta entonces muy frecuentes visitas a Lezama, y de pronto reapareció luego de meses de ausencia, pero vestido de miliciano y tocado con una airosa boina verde olivo. Después de conversar y actualizarse en noticias mutuas, Retamar le mostró sus últimos poemas, que entonces distaban mucho de aquellos otros que solía compartir antes de 1959 en las tertulias del Grupo Orígenes, donde era considerado “el niño prodigio”, y los cuales estaban permeados de intimismo existencialista y “trascendentalismo” como él mismo los llamó en su juvenil —y todavía significativo— ensayo La poesía contemporánea en Cuba (1954).
   Los nuevos poemas que compartió con El Gordo de Trocadero hablaban, muy por el contrario, de milicianos, zafras, bayonetas, balas, granadas, fusiles, batallas… Después de escucharlos, Lezama —supongo que luego de dejar escapar una espesa bocanada de humo de su habano— dijo: “Bobby, esos poemas que traes muestran dos cosas; por una parte, recuerdan algo de la poesía trovadoresca de la corte de Leonor de Aquitania y también cierta poesía amatoria galaico-castellana del siglo XIV, como la de Macías “El Enamorado”… Pero, además, se aprecia que están escritos bajo los efectos del oporto…” Contaba el propio Lezama, apenas aguantando la risa, que Bobby le respondió: “Caramba, Lezama, no conozco bien esa poesía provenzal y no he leído nada de Macías, pero sí le puedo asegurar que nunca he tomado vino de oporto”. “No, Bobby, no —le contestó implacable— no me refiero al oporto que se bebe, sino al oportunismo, muchacho…” Cierta o no, Lezama contaba esa anécdota a quien quisiera escucharla, con algunas variantes y florilegios añadidos según la ocasión.
   Contaba que después de mucho tiempo de evitarlo y eludir un encuentro por ser considerado como “políticamente poco confiable”, finalmente un día se tropezaron en una recepción y, para su sorpresa, Retamar se dirigió resueltamente hacia él atravesando la espesa multitud, y lo estrechó con un fuerte y efusivo abrazo. Cuando se separaron y Retamar se alejó para continuar su ronda de saludos, Lezama comentó traviesamente con su acompañante: “Seguramente ya debo haber mejorado mi reputación política, porque Bobby se ha atrevido a abrazarme en público…”.
   También en La Habana de los 80 corría un chiste —por supuesto, anónimo y susurrado— sobre Retamar: “Él ha sido el único que ha unido a toda la intelectualidad cubana… Todos quieren arrastrarlo por la calle… Pero, al mismo tiempo, los ha dividido… Porque unos quieren arrastrarlo por la Avenida G y los otros por la Calle Tercera…”.

(Anécdotas contadas por Alejandro González Acosta en Roberto Fernández Retamar: el escritor demediado. Cubaencuentro, septiembre 2019)

No comments:

Post a Comment