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Friday, October 23, 2015

Yoandy Cabrera vs. Alberto Edel Morales

La labor de un Rodríguez Rivera entre los escritores la realiza hoy un Edel Morales que afirma y cree necesario borrar, olvidar a todo el que hable desde la otra orilla (aunque se esté dentro de la isla), al adversario, al enemigo con quien no hay posibilidad ninguna de diálogo, de intercambio, de discusión. Desde los sesentas hasta hoy en Cuba es necesario declarar desde dónde se habla, nunca fuera del gallinero: o se habla desde dentro del corral o no se habla. Es inimaginable que alguien pueda emitir un criterio y no estar de acuerdo con el único partido y el único gobierno existentes. Se tiene que discutir desde dentro de la “revolución”; si no, no te dan la palabra, no existes.
(…)
   Edel Morales, por ejemplo, desde las páginas de La Jiribilla, no propone un diálogo con otras formas de pensar; al contrario, quiere para los otros autores, los que se oponen a ciertas ideas oficialistas, el mismo silencio que padeció Piñera. Desaparecerlos, borrarlos. Ellos no son importantes. No hay diálogo posible, según Morales, con Duanel Díaz, Rafael Rojas y Antonio José Ponte. Lo que habría que hacer, propone él, es escribir lo que ellos abordan del modo que él considera correcto y olvidarlos. La memoria y el futuro de Cuba no los incluye, agrega. Morales los llama “refinados vocales entusiastas del parricidio intelectual”, hace una división insalvable entre su posición y la de ellos a quienes llama “adversarios”, no se trata de posiciones contrarias que interactúan aunque sea a distancia. Esto es un campo de batalla, donde uno sobrevive y otro muere, desaparece, es lanzado a la sombra. Morales intenta convencer que él está del lado de la verdad, de los buenos, de la victoria, habla desde esa pluralidad militante propia de los años setenta, incluye sin ningún recato a sus interlocutores en su “nosotros” bélico.

(El quinquenio gris cubano: aplauso y censura. Blog Penúltimos Días, abril de 2014)

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