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Monday, October 26, 2015

Rafael Rojas vs. Guillermo Rodríguez Rivera

Aquella idea de la democratización cubana surgió en el contexto de las transiciones de Europa del Este y América Latina y, desde un inicio, no se asumió como "contrarrevolución" o "anticomunismo", ya que muchos de sus promotores habían sido revolucionarios y socialistas que, treinta años después, pensaban que el sistema político cubano estaba agotado y debía reformarse.
   Las dificultades de recuperación, en la Isla, de la obra intelectual de ese tipo de exiliados, en las dos últimas décadas, puede personificarse con Jesús Díaz. Recientemente, el poeta, narrador y crítico Guillermo Rodríguez Rivera, desde el blog de Silvio Rodríguez, aprovechó un artículo en que objetaba los dos últimos Premios Nacionales de Literatura, concedidos a Leonardo Padura y Reina María Rodríguez, para demandar el rescate editorial de dos novelas de Jesús Díaz. No de toda la obra publicada de Díaz, que no requeriría de ningún esfuerzo editorial por parte del Estado para ser puesta en circulación en la Isla —el Instituto Cubano de Libro, si quiere, puede llegar a un acuerdo con las editoriales Anagrama, Destino o Espasa Calpe para permitir la venta, en Cuba, de las cinco novelas que ese importante escritor publicó en el exilio—, sino solo de dos: Las iniciales de la tierra y Las palabras perdidas.
   ¿Por qué solo esas dos? Porque ambas fueron escritas en la Isla, antes de que Díaz se exiliara y se opusiera al gobierno cubano, primero, desde Berlín, y luego, desde Madrid, donde fundó en 1995 la revista Encuentro de la Cultura Cubana. Según Rodríguez Rivera, esas novelas —a las que llama "la más importante de la Revolución" y  una "juguetona y trágica obra maestra"— deben rescatarse porque fueron escritas antes de que su autor "decidiera abandonar el país y la Revolución".
   Rodríguez Rivera habla en primera persona del plural, como juez y parte del poder editorial que decide a quién publicar y a quién no: "si hemos publicado textos de exiliados como Jorge Mañach, Lino Novás Calvo y Carlos Montenegro…, creo que es imposible no reeditar obras como Las iniciales de la tierra…"
   La frase es precisa: en Cuba se han publicado "textos" de esos autores del exilio porque toda la obra de los mismos —incluyendo la rica ensayística política de ellos tres y, también, de Jesús Díaz— es impublicable por haber sido escrita en el afuera o el después de la Revolución.
   En un segundo artículo sobre el tema, también aparecido en el blog Segunda Cita, Rodríguez Rivera cuestiona la propuesta de Carlos Velazco y otros jóvenes intelectuales de la Isla de que el Premio Nacional de Literatura comience a ser concedido a escritores del exilio.  Según Rodríguez Rivera, la idea es cuestionable, entre otras cosas, porque los principales autores del exilio ya murieron. Los que aún viven (José Kozer, Nivaria Tejera, Manuel Díaz Martínez, José Triana, Octavio Armand, Abilio Estévez, Orlando González Esteva, Gustavo Pérez Firmat, Néstor Díaz de Villegas, Zoé Valdés, Rolando Sánchez Mejías, Antonio José Ponte, José Manuel Prieto…), casi todos mayores de 50 años, carecen de valor o tienen, como Rosales, la gran limitación de "no ser conocidos". Como si el desconocimiento de esos autores y sus obras, en la Isla, fuera un evento natural, condicionado por la calidad literaria, y no por la existencia de un Estado que controla rigurosamente lo que se edita y lo que, solo a través de una edición estatal, tiene derecho a circular.

(Memorias mutiladas. Diario de Cuba, enero 2014)

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