En cuanto a mí —teniendo en cuenta que Boitel, en los corrillos literarios, es un personaje pintoresco y blanco de burlas— confieso que hubiera preferido dar la callada por respuesta. Pero las afirmaciones hechas por el susodicho, por su gravedad, me lo impiden. Y digo más aún: si esas afirmaciones que hace sobre mi papel de «abogado» suyo me hubieran permitido, a expensas de un esfuerzo supremo de indulgencia, callar, la torcida insinuación sobre mi presencia (que evidentemente él suponía definitiva) en otro país, me deja sin opción. La palabra de Boitel es la palabra de un intelectual y, atendiendo al reconocimiento público de que goza, tiene influencia en los estados de opinión; no debe pasarse por alto; no es el ninguneo la actitud correcta a asumir para que sus infamias se disuelvan solas.
(…)
Pero me ha entrado la curiosidad, ¿comer pavos en otras tierras, según Boitel, conduce a la amnesia? Pues no lo sabía, porque él mismo, después de probar el de la tierra de Juan Rulfo, el de la de Rómulo Gallegos, el de la de García Márquez, el de la de Franz Fanón, sigue siendo el mismo que visita, digamos que por casualidad y mientras se dirime el premio, a los jurados de los concursos donde compite; que elogia a los funcionarios que ocupan el turno de poder correspondiente; que no ha demostrado ser capaz de acto alguno que no se corresponda con intereses personales. Ese es su pasado, y también su presente, y él no lo olvida sino que cada día perfecciona sus técnicas de recordación e incorporación, pavos mediante.
(correo publicado, 2007)
No comments:
Post a Comment