¿Podríamos tomar en serio las andanadas de Zoé Valdés? Y aclaro que no comparto el criterio extendido de que ella sea una orate o una loca. En lo absoluto; su ciclo vital ha demostrado ser cualquier cosa menos eso. ¿En qué tema espinoso se enfrascaba Zoé Valdés en Cuba, qué riesgo intelectual corría? Supo en cambio escoger siempre muy bien sus parejas, parejas que le permitieran ascender en el ambiente cultural cubano, llegando incluso a figurar como una “viuda alegre del ICAIC”, al ganarse la condición de protegida de Alfredo Guevara, que lo fue, aunque hoy le pague con el único cambio que sale de su monedero político: la ingratitud. Me detengo en esta figura, porque de un momento a otro deberá cambiar la actitud de los cubanos hacia Zoé Valdés, cuando se haga evidente que es alguien que se propone en todo momento eclipsar cualquier debate serio o acercamiento entre de los cubanos de distintas partes. Resulta curioso que al más mínimo anuncio de diálogo, siempre aparece un oportuno texto de Zoé Valdés tejiendo la utopía de ese lejano día en que las cosas serán como tienen que ser, con el fin de preservar un statu quo, convidando a la inmovilidad frente a quienes toman cartas en el asunto y se proponen hacer todo el bien que esté a su alcance.
(Viejo jardín de las Delicias o Un tema para El Greco, Cubaencuentro, marzo 2012)
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