Los chivatos que había presentado la televisión cubana, en su macabra serie contra los luchadores por la democracia en la isla, me parecían seres incomprensibles y detestables. No conocía a ninguno, sus rostros ni siquiera me eran familiares. Hoy todo cambió de repente. El chivato de esta noche es un tipo al que yo saludaba con un abrazo.
Conocí a Raúl Capote por un primo suyo al que quise mucho, Evelio Luis (un malogrado escritor de mi generación que murió en el exilio). Coincidimos en los trenes y los parques de mi provincia. Su parentesco con Evelio fue el salvoconducto para nuestra amistad. Ya no recuerdo de qué hablábamos (además de literatura, claro), pero en ninguna de nuestras conversación intuí que era capaz de algo semejante.
(¿Y tú qué haces ahí, Raúl? Blog El Fogonero, abril 2011)
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