La línea ética que atraviesa la cubanía, tiene que resultarle indigerible a un anexionista como Cabrera Infante... Sólo un anexionista ganado por la geopolítica y por alguna tardía lectura de Sarmiento podría colocarse así ante el mapa de la isla. Está perdido, no puede entender nada: es un infante difunto, yerto, exánime, separado para siempre de los jugos subterráneos de lo cubano. Un anexionista puede sentirse cómodo en la cubanidad de la periferia, y puede incluso enriquecerla con bromas y textos antológicos; pero le está vedada la cubanía más honda, la cubanía de la resistencia, la que acumula creación y espíritu para la patria.
(Cultura, cubanidad, cubanía.Conferencia “La Nación y la Emigración”, 1994)
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