En cuanto al timbre de calidad que imponen las editoriales prestigiosas, sabemos que en los tiempos de la Guerra Fría la categorización que aporta un sello editorial se usó con fines políticos. Autores mediocres fueron publicados profusamente, rodeados de una considerable propaganda mediática, como es el caso de Planeta con Zoé Valdés, por la ácida agresividad demostrada por la autora contra la Revolución Cubana. Muchos escritores estimaron que una manera rápida de avanzar en el orbe editorial era mostrar distintos matices de disidencia. Los hubo que dieron el salto al enemigo esperanzados en poder obtener la ansiada legitimación más por su posición política que por la perfección de su escritura.
(Exito y literatura. Rebelión, octubre 2005)
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