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Thursday, September 25, 2014

Antonio José Ponte vs. el “escritor funcionario”

La revolución de 1959 crea la figura del escritor, del letrado, del mandarín literario. Y resulta paradójico, porque la crea y también la va a combatir. La combatirá en sus casos más excepcionales, en los casos más rabiosos: José Lezama Lima, Virgilio Piñera, Reinaldo Arenas. Pero alienta a la figura del escritor en sus vertientes más lacayunas, cuando existe una voluntad evidente de servicio. Y, de este modo, el escritor puede hacer carrera sin tener que recurrir a otros empleos. Formará parte de las delegaciones en viaje, integrará la maquinaria oficial, que en la actualidad es una maquinaria maltrecha, porque ya no cuenta con el presupuesto soviético, y porque la cultura tiene ya otros mecenas. Hoy existen escritores que publican en editoriales extranjeras, artistas plásticos con galeristas fuera de Cuba, y ha cambiado el panorama. Pero la idea de que se puede hacer carrera de artista funcionario persiste.
   Esto hace que la mayoría de los escritores cubanos demuestren sentir pocas preocupaciones ante la ciudad y el país en ruinas. Se lo impide su agradecimiento por un sistema que los acoge cuando lo que hay afuera es la selva, adonde tendrían que buscar el modo de ganar dinero, de convertir a la literatura en un acto violento o pornográfico hecho para vender. El miedo de muchos escritores cubanos estriba en perder el mecenazgo estatal. Ese miedo hace, no ya que abonen la leyenda estatal – porque la leyenda estatal ya no es abonada –, sino que se desentiendan de las contraleyendas estatales. Pueden hacer literatura pura, bel-letrismo. Ya no realismo socialista, porque la censura cubana ha dejado de ser perceptiva, y no exige ya determinados temas. Sin embargo, no deja de castigar a quien se atreva con cualquier tabú. Ahora bien, el escritor puede elegir sus posibilidades fuera de ese repertorio oficial de imposibilidades. Y el juego, restrictivo de otro modo, se ha hecho más flexible.

(“Tiene que suceder algo, tiene que destriunfar la revolución”: una conversación con Antonio José Ponte. La Habana Elegante, segunda época, 2009)

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