La Bella Otero sí que es reconocible. Reconocible es la poesía de Blas de Otero. Y hasta el humor de Carlos Otero parece distinguirse. Pero la novelística de Lisandro Otero, no.
Severo Sarduy se reconoce de un artefacto suyo a otro. Es reconocible Arenas, pese a lo distinto de sus novelas. También reconocible, en superlativo, lo es Cabrera Infante. Norberto Fuentes too. And Jesús Díaz. Reconocible, por monótono, Eduardo Heras León. Y Senel Paz, gracias a su majomía erótica con un tal David. Lo fue el recién fallecido Carlos Victoria… Hasta Manuel Cofiño podría ser identificado en la gallinita ciega de la narrativa cubana.
Pero Lisandro Otero no.
(La Lengua suelta # 48. La Habana Elegante, segunda época)
No comments:
Post a Comment