Oh, Bernardo que no dejas
de gruñir aunque te calles,
tú que aspirabas a calles
y te quedaste en callejas:
el verte vivir sin quejas
de tu amo a buen resguardo,
en lamerle nunca tardo
y cuidándole sus yerros,
ya comprendo que haya perros
llamados de San Bernardo.
(Blog Efory Atocha)
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