1. Resulta verdaderamente revelador que mi comentario “Los profesionales del odio” haya motivado su ataque a mi persona, cuando yo no menciono jamás su nombre. Es usted, entre todas las personas posibles, el que se ha sentido aludido, como si fuese la encarnación en el presente del espíritu de Domingo del Monte. Eso advierte a las claras que le sirvió el sayo. Y que la viscosa sustancia delmontina es como los bichos malos: nunca muere. Usted es el más lamentable y fiel ejemplo.
2. No responderé a sus insultos personales. No puedo dedicar un segundo a pensar en ellos, pues no son otra cosa que la expresión del odio y la envidia a que aludo en mi antes mentado comentario que tanto le picó. Sus sandeces, por demás, están más que respondidas por mi actitud ante la vida y la literatura.
3. No me llame amigo. Nunca he sido amigo suyo y, si alguna vez hubiera sido posible esa contingencia, desde ahora y para siempre le digo que no suelo tener amigos de la catadura moral que exhibe usted.
(Carta respuesta a un discípulo de Domingo del Monte. Blog Café Fuerte, marzo 2012)
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