Las distorsiones bibliográficas, el torpe recorte de citas, el silenciamiento de fuentes claves, la retórica burocrática (“dictadura”, “Revolución”, “Fidel” son términos por antonomasia) contrastan en cambio con la pericia con que los autores leen los contextos en que se movió GCI. El libro describe en detalle las correderas de Nuestro tiempo, los líos de la Cinemateca, los episodios de Ciclón y El Puente, la polémica de Lunes, la bronca de P. M. y del ICAIC, las peleas en Revolución y la debacle de las llamadas “Palabras a los intelectuales”. Es aquí donde el entrenamiento periodístico de los autores nos lleva a buen puerto. La narración fluye mejor en esos capítulos, aun cuando la pertinencia de algunas secciones resulta cuestionable. GCI no fue un actor importante, por ejemplo, ni en Ciclón ni en El Puente y por tanto esos capítulos suenan a relleno; o mejor dicho, a más pretexto. En cambio, el mayor espacio, y el mejor análisis, aparece en los capítulos sobre el ICAIC, Revolución y las llamadas “Palabras” (pp. 189-278), casi cien páginas, donde GCI desde luego está muy involucrado pero no juega un papel necesariamente central. Sí lo juega, en cambio, y con un papel nefasto, quien pudiéramos llamar el “anti-Guillermo” de estas páginas, Alfredo Guevara, el Gorki de La Habana, aun cuando los autores se abstienen de mencionar quién verdaderamente fue el responsable de todo el desastre ideológico y moral de la época: Fidel Castro. Por eso, si a la impericia del análisis sobre la obra de GCI añadimos el evidente esmero que los autores dedicaron a estas secciones llegamos a la conclusión de que, en efecto, el quehacer intelectual de GCI fue el pretexto –un pretexto desde luego importante– para abordar un tema mucho más caro a las élites intelectuales cubanas: las guerritas intelectuales de La Habana, la lucha por el poder. Aunque no me refiero a las guerras de hace cincuenta años sino a las de hoy. No podría identificar a los actores de esas guerras actuales, que tal vez sea sencillamente una lucha generacional en tiempos de larga, interminable, transición. Pero una lucha de grupos es lo que se desprende de la narración del libro, que usa a GCI, y las antiguas guerras que ocurrieron alrededor suyo, sombra de las de hoy, como pretexto de discusión, como chivo expiatorio de un ritual de poder.
([Per]versiones de Cabrera Infante. Letras Libres, marzo 2012)
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