Guillermo Cabrera Infante nunca rompió con Cuba, rompió con el castrismo. Jamás declaró que no quería que los cubanos lo leyeran, al contrario. Recuerdo el amargo dolor de Guillermo cuando me contó que a una maestra santiaguera le habían puesto una multa de 500 pesos por hallarle un libro suyo, noticia que salió publicada en la prensa. Pero Guillermo Cabrera Infante siempre se negó a que la dictadura castrista usara su obra para sus fines criminales y mentirosos.
Por último, leí algunos capítulos del libro en cuestión que será presentado en Cuba. Me lo mandó una persona desde dentro de la isla, cuyo nombre no puedo dar por razones obvias. Entre los testimonios se encuentra el de Pablo Armando Fernández que se remite a contar que Guillermo estuvo enamorado de él toda la vida, bueno, todo el mundo sabe lo que a Guillermo le gustaban las mujeres, pero no ese tipo de mujer que es Pablo Armando Fernández —me aclara Miriam Gómez. Enrique Pineda Barnet —qué pena— todavía anda perdido en un viejo premio literario de juventud, su mezquindad no le permite ver la grandeza del Premio Cervantes con el que fue recompensado Guillermo Cabrera Infante y toda su obra.
La primera esposa del autor de Cuerpos Divinos (donde se menciona a esta señora ampliamente), madre de sus hijas, criadas por el padre y por Miriam Gómez en el exilio, a las que les dieron educación y costosa enseñanza a pesar de su situación económica, desvela momentos de intimidad sensacionalistas que no aportan nada más que chismorreos, en los que ella misma queda muy mal parada, qué lástima que no se dignó a publicar la correspondencia suya con el escritor, donde contaba sus miserias bajo el régimen castrista, y donde le suplicaba que la sacara de Cuba. Pero todo esto verá la luz algún día.
(Guillermo Cabrera Infante y el libro infame. Blog de Zoé Vadés, agosto 2008)
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