Este señor no antologó a los poetas por los méritos que como tales, reflejen sus obras, sino por las limitaciones, la mojigatería, la cobardía, el conformismo, la paciencia, el renunciamiento a la vida, el sufrimiento o los prejuicios que padecieron, aceptaron, asumieron o no pudieron superar y ahora nos los hacen padecer, y la resignada calma con que supieron tolerar o callar las infamias que su tiempo les deparó. De este modo, el monje Cintio quita y pone, entrona y destrona, guiado por un extraño sentido crítico en el que la santurronería (renuncia, penitencia, abstinencia, pudibundez, hipocresía y otros remilgos de convento) somete a la inteligencia, a la imaginación, al talento y a la sensibilidad… No es raro, pues, que una mentalidad de este tipo haya encontrado su sitio (y de qué manera) en la actual dictadura cubana.
(Necesidad de libertad, Ediciones Universal, 2001)
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