En los últimos diez años los cubanos del exilio hemos visto cómo esta especie de Ministerio de la cultura cubana del exilio consagraba y reforzaba muchas de las taras autoritarias y antidemocráticas de la cultura castrista. La AECC siempre ha sabido usar los mismos argumento de la cultura oficial cubana: cualquier crítica se etiqueta automáticamente como un ataque, y un hipócrita victimismo previene a los descontentos de que “no hay que hacerle el juego al gobierno cubano”. Aún hoy, algunos de los valedores de Encuentro tildan de inquisitorial y “procastrista” una exigencia tan elemental como la exposición pública de unas subvenciones. El resultado de esta cadena perversa es un ente cada vez más subvencionado y, al mismo tiempo, más aislado de la crítica pública, más soberbio y manipulador, que funciona con ukazes, tabúes y consignas de exclusión. No es sorprendente que este funcionamiento haya estimulado las acusaciones de complicidad y colaboración con el régimen de La Habana.
(Nuevas objeciones a Encuentro, o sobre algunas perversiones de la cultura subvencionada, Blog Penúltimos Días, enero 2009)
No comments:
Post a Comment