Los versos que de él nos presenta su biógrafos, así los amorosos como los místicos, son más afectados y pedantescos que sentidos, empedrados de zafiros, perlas, jaspes, esmeraldas, topacios, y otras piedras, llenos de la enojosa erudición que en mitología é historia poseía el autor, imitados de la más degenerada y abstrusa escuela conceptista que desacretitaron los más deslumbrados admiradores de Quevedo.
(Estudio sobre el movimiento científico y literario de Cuba, La Habana, 1890)
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