Los intelectuales que mantenían el “apoliticismo” de la literatura, la irresponsabilidad de la poesía y la neutralidad del pensamiento, fueron siempre instrumentos conscientes o inconscientes de las fuerzas opresoras que la Revolución se ha encargado de destruir. Pero esa irresponsabilidad permanece, se pretende que hacer una declaración de “dientes para fuera” a favor de la Revolución, que escribir un artículo sobre la Reforma Agraria o la soberanía nacional, constituye una toma de conciencia del proceso político e histórico. No es así. Una toma de conciencia de nuestra encrucijada exigiría no solo una definición a favor de la Revolución, sino también inscribirse dentro de las angustiosas preguntas del hombre contemporáneo que el existencialismo, el surrealismo, el marxismo han utilizado, y que constituye su empuje revolucionario. Es un sueño pensar que partiendo de Santo Tomás y de Santa Teresa, de Maritain y Claudel se puede inscribir una conciencia revolucionaria en nuestro proceso literario. La Revolución tiene su fundamento en los pensadores revolucionarios y nada más.
(De la responsabilidad literaria, Lunes de Revolución, enero 1960)
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