Técnicamente tiene que ver con esa narrativa testimonial, esa literatura de la memoria que tanto ha marcado la novela cubana de las últimas décadas. Navarro, poeta y periodista, encuentra en ese género un sitio cómodo desde el que emitir sus credos de artista; sin embargo, considero que es también un método creativo que lo aguanta demasiado; es decir, que limita el vuelo del verdadero artista. A diferencia de El Caballo de Mayaguara, cuyo personaje es diáfano, convicente, y que como libro emerge naturalmente de una época precisa y se inscribe con fuerza en otra hasta el punto de que toda la generación de los `80 le tiene al menos como un título familiar, el Comandante Eustaquio de Hijos de Saturno tiene demasiadas aristas “postmodernas”, regustos del momento que nos lo hacen más rebuscado que misterioso. De ninguna manera encantador. No importa que la novela sea de carácter testimonial: el encanto puede escasear también en el ámbito de lo real.
(Osvaldo Navarro: el derecho a mentarle la madre a los tomates, Web Emilio Ichikawa)
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